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Críticas de mahotsukai

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Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia) Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia) 02-10-2019
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Interesante pero sobrevalorado film del nuevo “Rey Midas” de Hollywood, Alejandro González Iñarritu (“Amores perros”, 2000; “21 gramos”, 2003; “Babel”, 2006; “Biutiful”, 2010”, “El Renacido”, 2015) a modo de crítica, bastante personalista, de la industria cinematográfica.

Riggan Thomson es un actor de teatro que intenta regresar en grande al espectáculo, después de interpretar exitosamente al súperheroe Birdman en una serie de películas. Para ello, se ha empecinado en llevar a las tablas la obra “De lo que hablamos cuando hablamos de amor” de Raymond Carver, en la debe lidiar con un actor de reemplazo intratable, una hija rebelde que le enrostra lo mal padre que parece haber sido y un alterego que le recrimina una y otra vez qué la inspiración para salir adelante está en buscar en su gloria pasada.

González Iñarritu se viste de “maestro de ceremonias” para darnos una lección crítica de lo que él cree es la decadencia del cine en nuestros días, tomando como ejemplo, los altibajos emocionales y existenciales de un actor que triunfó en este tipo de cine comercial y que pasado ya “su cuarto de hora de gloria”, se consume física, psicológica y moralmente respecto a las decisiones profesionales del pasado y el presente. No se necesita ser un genio para darse cuenta que es una referencia directa a la guerra de Marvel y DC Comics y sus archirecontratrillados “súperheroes”.

¿Tiene razón González Iñarritu? Claro que sí, vivimos una época en la que estamos bombardeados de forma brutal y despiadada de chatarra cinematográfica barata, llena de explosiones y fuegos artíficiales, que tienen poco que hacernos pensar y reflexionar. La banalización en extremis del cine como forma de arte humana es reflejo de este tipo de manifestación totalmente vacía, que se “come” tanto al que realiza este tipo de cine como el que lo consume. El primero está dispuesto a rebajar su calidad de artista a una minima expresión y el segundo está dispuesto a consumirlo, sabiendo que es puro aire como las palomitas de maíz que compramos en el cine.

El guión –escrito por el propio director y tres colaboradores- ahondará en un drama tragicómico de un actor que conoció el arrollador éxito en el pasado, pero en algún momento dado, decidió renunciar a ese éxito comercial para buscar “su yo artístico”. ¿Suena pretencioso? Sí, y de hecho lo es, sin duda, pero el tema no termina ahí. ¿Por qué? Porque tenemos a un pobre hombre –no se le puede llamar de otra forma- que tiene una verdadera melcocha de sensaciones producto de varios incidentes en su vida personal, que inundan la profesional: la exmujer rondando, recordándole que le fue infiel y que con eso él destruyó el matrimonio, la felicidad de ambos; la hija rebelde, que trabaja con él, pero que cada vez que puede le recuerda que no ha sido un buen padre; el manager que le recuerda que cometió un error garrafal al dejar de hacer el cine comercial que lo catapultó a la fama y que ahora tiene que batallar con la dirección de un grupo de actores y profesionales en una aventura teatral; y esa dicotomía eterna entre ser una “estrella de cine” y un “actor”. Interesante la idea central del guión, sin duda alguna, pero aunque los pilares argumentativos del guión funcionan, no son tratados con la maestría y la solidez que los seudo-intelectuales, que creen ver en este film “una obra maestra”, vociferan a los cuatro vientos, como si los que estamos en desacuerdo no entendiéramos este “revelador” discurso de González Iñarritu.

¿En qué falla? ¿Por qué digo que es pretencioso? - Incluso algunos la han tildado de “fraude”- simplemente porque el tratamiento que el director le da a la dicotomía “estrella de cine” vs “actor”, entre “el verdadero arte” vs “la pirotecnia mediática” es demasiado rimbombante y llano al mismo tiempo. Rimbombante porque es evidente y contundente en la descripción del contexto emocional del protagonista, pero llano porque no profundiza realmente en las razones detrás ni tampoco es claro en proponer una salida a semejante entuerto. Por más que juegue con el realismo mágico, por más que nos muestre un protagonista que no sabemos tiene o no poderes telequinéticos, nos quedamos a la espera de algo grande que supone viene pero que nunca llega. Por eso, los más críticos han hablado de “fraude”, y puede que en cierta medida lo sea si lo vemos desde esa perspectiva.

Ahora bien, ¿qué era eso realmente grande que venía? Supongo que para cada uno podría ser diferente, pero en mi caso, esperaba un protagonista que tomara una decisión definitiva, y no que se tomara las cosas con tanta frivolidad y simpleza, porque ello parece más cercano a la vía que al parecer González Iñarritu crítica, que es todo ese aparato mediático que rodea del cine y que termina por engullir el cine como forma artística. Justamente lo que González Iñarritu crítica.

Otro elemento que los críticos del director no le perdonan es su tratamiento del “crítico”. Yo no voy a pecar de soberbio ni mucho menos al respecto, ya que siendo mi opinión siempre mía y sin pretensiones de ser considerada verdad, creo que en este caso el director tiene derecho a proponer esa visión si es lo que le viene en gana, para eso es mi película. Lo que sí “no le compro” es esa impronta de antojadiza que le otorga a la crítica, que no niego puede haber, pero que no creo sea la tónica.

Por otra parte, hay que reconocer que la película tiene dos aciertos realmente notables, su fotografía y su protagonista. González Iñarritu pretende hacer creer al espectador que está ante una sola secuencia fílmica –lo que es realmente imposible de hacer, en la práctica- y lo logra, a través del espléndido trabajo de fotografía de Emmanuel Lubezki (“Como agua para chocolate”, 1992; “Sleepy Hollow”, 1999; “El renacido”, 2015) y de montaje de Douglas Crise y Stephen Marrione, una cámara que no para y que se mete hasta el escondrijo más pequeño, siempre buscando la acción, aunque por momento, canse. No por nada Lubezki se quedó con el Oscar a la Mejor Fotografía.

La historia de Riggan Thomson es la historia de Michael Keaton. No se requiere un análisis profundo para entender que Keaton se interpreta a si mismo aquí, lo que convierte su actuación es muy honesta y auténtica. ¿Merecía el Oscar? No he visto a Eddie Redmayne en “La Teoría del Todo” (2013), pero de que Keaton era el otro “gran candidato”, de eso no hay duda. El protagonista de Bettlejuice (1988), “Mucho ruido y pocas nueces”, (1993) y la Saga “Batman” (1989-1992) está conmovedoramente humano, teniendo sus mejores momentos en la cómica escena en la que se queda fuera del teatro en calzones y debe cruzar medio Broadway en esa facha ante la atónita mirada de la gente que lo conoce y la que no lo conoce, y el enfrentamiento con la crítica Tabitha Dickinson. Keaton encuentra su némesis en Mike Shiner, interpretado por un histriónico Edward Norton (“American History X”, 1998; “El Club de la Pelea”, 1999; “Red Dragon”, 2002), que también estuvo nominado al Oscar al Mejor Actor de Reparto, pero en el que el espectador no puede advertir un duelo interpretativo con el protagonista.

González Iñarritu escogió bien el reparto femenino, pero no creó personajes femeninos de importancia para el film: probablemente, la que más destaca es Emma Stone (“Zombieland”, 2009; Saga “Amazing Spiderman”, 2012-2014), como “abanderada” emocional del film, por su relación con su padre Riggan; Naomi Watts (“Mulholland Drive”, 2001; “21 gramos”, 2003; “King Kong”, 2005) como Lesley, actriz y ex novia del desquiciado Mike aparece muy poco, por lo que me parece algo exagerada su nominación a Oscar a la Mejor Actriz de Reparto; y una Lindsay Duncan, como la ácida crítica de cine, que pedía más cámara.

El baterista de jazz mexicano Antonio Sanchez es el encargado de musicalizar el film, con solos de batería que resultan agradables al espectador conocedor, pero probablemente demenciales al espectador común, ya que su principal función es expresar la tensión entre los personajes protagónicos.

En resumen, un film con ideas interesantes pero demasiado presuntuoso como crítica porque al final es bien poco lo que propone como antítesis. González Iñarritu, en realidad, vende bastante humo con el film, lo que es una lástima.

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Infiltrados Infiltrados 02-10-2019
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El legendario Martin Scorsese trajo este entretenido film policíaco, con cierto aire a “clásico moderno”, ganador del Oscar a la Mejor Película y Mejor Director, que reúne a Jack Nicholson, Leonardo DiCaprio, Matt Damon, Mark Wahlberg, Martin Sheen y Alec Baldwin.

La Policía de Massachussets se ha propuesta acabar definitivamente con la banda del mafioso Frank Costello, siendo la estrategia infiltrar un policía, Billy Costigan, que se gane la confianza del jefe de la mafia y puede entregar información para capturarlo. Por otra parte, Colin Sullivan gana poco a poco posiciones dentro de la Policía, quedando como líder del grupo que planea capturar a Costello. Lo que la policía no sabe es que Colin trabaja para Costello, por lo que siempre lo tiene un paso por delante de la Justicia. A medida que avanza la trama, cada bando se jugará sus cartas, poniendo en el centro del huracán a Costigan y Sullivan, quienes decidirán el destino de Costello.

Basada en el film hongkongnés “Asuntos Infernales” (無間道, Wú Jiān Dào, 2002) y con guión adaptado de William Monahan, merecedor al Oscar al Mejor Guión Adaptado, Scorsesse demuestra una vez más ser un gran conocedor a la hora de presentar historias truculentas y violentas, con atmosferas turbias, en las que la ambigüedad, la lealtad y la hipocrecía entran en un juego mortal para sus protagonistas, para el deleite del espectador que sigue, con atención y cierta simpatía por el bando de “los malos”, la acción.

Principalmente a través del trabajo de Thelma Schoonmaker, premiada con el Oscar al Mejor Montaje por este film, Scorsesse proporciona un relato de evidente dinámica narrativa, siempre in crescendo en cuanto a tensión y acción lo que le confiere un carácter de entretención que es reflejo de la habilidad de su director para mezclar diferentes géneros como el drama, el suspenso, la intriga, el humor negro, entre otros. Porque hay que reconocer que para un film de estas aspiraciones y dimensiones, se necesita de un experto para la dosificación exacta de acción y adrenalina, que es lo que a la postre mantiene al espectador pegado en su asiento.

No obstante todo lo anterior, Scorsesse nuevamente insiste en un film demasiado largo, una tónica en su forma de hacer cine. No siempre el director de “Taxi driver” (1976) le atina con tener un buen montajista, que logre mantener un ritmo y una estructura interesante para el espectador, pero la verdad es que se le agradecería que de vez en cuando no hiciera “una versión extendida” oficial. Se nota que la película tiene algunas escenas que si se las quitaras no afectaría a la trama y eso, en realidad, no es culpa de Schoonmaker, ya que “donde manda capitán, no manda marinero”.

Scorsesse tiene el mérito de tener siempre presente lo que ha hecho en el pasado y reciclar ideas, con lo que va incorporando elementos que ya hemos visto en otros de sus films anteriores. Por ejemplo, el hecho de iniciar la historia como lo hace con la notable “Buenos Muchachos” (1990) en la que podemos recordar al pequeño Henry Hill (Ray Liotta) apadrinado por Paulie Cicero, Jimmy Conway, y Tommy DeVito, interpretados soberbiamente por Paul Sorvino, Robert DeNiro y Joe Pesci, respectivamente; y esta vez con Colin Sullivan (Matt Damon) de niño siendo adoctrinado por Frank Costello (Jack Nicholson).

Como sea, a medida que avanza la trama, el espectador se mantendrá interesado por el vaivén que se produce entre los dos agentes policiales infiltrados, Sullivan por parte de Costello y Billy Costigan por el lado de la policía. En ese ir y venir, muchos le critican a Scorsesse la manía de incluir diálogos llenos de groserías y yo como lingüista tengo que defenderlo porque no hace otra cosa más que responder al habla real de los grupos sociales. No me imagino la escena entre dos mafiosos, hablando de teatro y danza clásica, cuando saben que su vida está constantemente en peligro.


Esta vez, el aporte de Howard Shore (“La Mosca”, 1986; “El Silencio de los Inocentes”, 1991; “Philadelphia”, 1993; Saga “El Señor de los Anillos”, 2001-2003; “El Aviador”, 2004; Saga “The Hobbit”, 2012-2014) no es precisamente destacable, siendo bastante mezquina y breve su participación. Lo anterior, quizás, por la preferencia del director de “Toro Salvaje” (1980) a incluir canciones no originales, en este caso, clásicos como “Let it loose” y “Gimme Shelter” de The Rolling Stones, “Sail on, sailor” de The Beach Boys, “One Way out” de The Allman Brothers Band, y una nueva versión de maravillosa “Comfortably Numb” de Pink Floyd, a cargo de Roger Waters y Van Morrison & The Band, en la que echo de menos, por supuesto, la voz y guitarra de David Gilmour.

La película en gran medida es sólida debido a sus actuaciones. Jack Nicholson simplemente está en su salsa, como pez en el agua, inteligente, manipulador, maquiavélico, cabrón al fin de cuentas, demostrando porque es uno de los mejores actores de los últimos 50 años. Scorsesse se aventura con dos actores jóvenes como protagonistas, pero lo hace sabiendo que antes de ello necesita un puntal y Nicholson es esa piedra angular. Matt Damon (“Good Will Hunting”, 1997; “El Talentoso Mr. Riple”, 1999, Saga “Bourne”, 2002-2016) y Leonardo DiCaprio (“Atrápame si puedes”, 2002; “Gangs of New York”, 2002; “El Aviador”, 2004; “Django Unchained” (2012); “El Lobo de Wall Street”, 2013) están correctos si bien prácticamente al final es cuando se les ve frente a frente, y no es que uno esperara un duelo interpretativo entre ellos, pero es evidente Scorsesse apuesta más por DiCaprio, a quien ha dirigido más veces (“Gangs of New York”, 2002; “El Aviador”, 2004). No soy adepto a los “niños buenos”, por eso, DiCaprio no me parece especialmente notable, por lo que me inclino por Damon, que creo está seguro de sí mismo en su performance, aunque le faltó un poco más de maquiavelismo a su personaje. No obstante, en líneas generales, ambos actores cumplen y dan frescura a un film que apuesta por una trama dinámica que requiere de la energía juvenil de dos sujetos dispuestos a someterse a la lealtad y la obtención de beneficios.

Scorsesse incluye secundarios de lujo, como Martin Sheen (“Apocalypsis Now”, 1979; “Gandhi”, 1982; “Wall Street”, 1987) como el Capitán Queenan, la mente detrás de la filtración de Costigan; Mark Wahlberg (“La tormenta perfecta”, 2000; “El planeta de los simios”, 2001), como el insoportable y buscapleitos policía Dignam, que le valió la nominación al Oscar al Mejor Actor de Reparto; y Alec Baldwin (“Bettlejuice”, 1988; “Ghosts of Mississippi”, 1996; “Pearl Harbor”, 2001; “El Aviador”, 2004) como el Sargento Ellerby.

Lamentablemente, como es una tónica ya en este tipo de cine, los personajes femeninos brillan por su ausencia, y son el reflejo de que para Scorsesse, la presencia femenina tiene importancia siempre y cuando se le involucre con el componente romántico. Pareciera que Hollywood, en general, no pudiera involucrar un personaje femenino sólido si no es porque el personaje tiene un affair con el protagonista, lo que puede responder a dos cosas: o machismo o falta de interés por poner mujeres de carácter en tramas eminentemente violentas. En el fil, Vera Farmiga (“Up in the air”, 2009; “El Conjuro”, 2013) cumple esta función, como la psiquiatra Madolyn Madden que será el interés romántico de ambos agentes.

En resumen, una película sólida, entretenida y vertiginosa, que sin embargo, no es perfecta, no es lo mejor que ha hecho su legendario director, pero refleja el espíritu de un realizador que tiene la cosas bien claras a la hora de llevar al espectador a ambientes truculentos y delictuales y la vorágine de emociones de “buenos” y “malos”. La evalúo con un 8.5.

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El Último Samurái El Último Samurái 02-10-2019
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En la tradición de “Danza con Lobos” (1990) y “Corazón Valiente” (1995), el director Edward Zwick (“Tiempos de gloria”, 1989; “Leyendas de pasión”, 1994) trajo a inicios de siglo esta épica de marcado éxito comercial, protagonizada por Tom Cruise y Ken Watanabe.

El capitán Nathan Algren es un ex héroe del ejército estadounidense, famoso por sus hazañas tanto en la Guerra de Secesión como contra los aborígenes americanos. Sin embargo, terminados los enfrentamientos, Algren se siente desubicado, tratando de entender dónde quedaron valores como el sacrificio y el honor. Una extraña propuesta para entrenar a las nuevas fuerzas japonesas que intentan derrotar a los últimos rebeldes samuráis, le dará una nueva oportunidad.

Basada libremente en la Rebelión Satsuma (西南戦争 Seinan Senso, “Guerra del Suroeste”) acontecida entre el 29 de enero y el 24 de septiembre de 1977, la película se centra en los últimos levantamientos armados de los samuraís, antiguos guerrreros medievales japoneses, contra el Gobierno Meiji, que pretendí modernizar Japón en su totalidad, a imagen y semejanza de la cultura occidental, y eso incluía el ejército. Lamentablemente, en un período de rápidos cambios políticos sociales en Japón, no había espacio para estos valientes guerreros.

A este interesante y convulsionado contexto histórico, Zwick opta por sumarle el componente “extranjero”, con la intención de que el espectador pueda apreciar la cultura oriental a partir de los ojos y la experiencia de un occidental, el que por cierto pasa por un período de crisis existencial de importancia, que lo lleva a aceptar una propuesta, a todas luces absurda para su actual situación (estamos hablando de un capitán venido a menos, que vive a duras penas como “atracción de circo”) pero que “pega” por la insistencia real del gobierno japonés de llevar extranjeros para enseñar al pueblo técnicas y sistemas políticos, económicos y tecnológicos.

Y si bien el guión firmado por John Logan, Marshall Herkovitz y el propio director, muestra qué es lo que le atormenta tanto a Nathan Algren, el hecho es que si no fuera por un inspirado Tom Cruise, que tiene una actuación destacada, la razón por la cuál el Capitán Algren encuentra una oportunidad para redimirse pasaría a ser anecdótica. A través de unos pocos flashbacks, nos muestran que Algren tiene feroces remordimientos, pero ello parece poco probable tratándose de un soldado y jefe militar acostumbrado a la muerte, por más que ésta pueda parecer injusta. Faltó un mejor tratamiento de este punto, en especial, porque es el motor inicial por el que Algren se aventura a Japón, por más que la paga sea bastante buena.

Otro elemento del guión que pudo haber sido mejor llevado es el tratamiento de los samuráis. Zwick propone una idealización in extremis del samurái como ser humano y como guerrero, una clase en extinción que lucha por sobrevivir con honor, pasando por alto la violenta reacción que éstos tuvieron hacia la modernización de Japón, a la que se opusieron tenaz y brutalmente. Faltó equilibrio en este tratamiento, ya que si bien los samurái cuentan con la simpatía de la gran mayoría de Occidente, por su disciplina, sentido del honor y fiereza, estaban lejos de ser guerreros misericordiosos. De la misma forma, el director tampoco se esfuerza por acercar al espectador a los fundamentos de la sociedad feudal japonesa o a las directrices del budismo así como los códigos éticos y morales de los samurái, algo que le juega en contra porque da la impresión de que no son interesantes para el director.

Otro aspecto que queda un tanto al debe en el guión es la “ambigua” posición del emperador Meiji, que bien sabemos estaba obsesionado con modernizar Japón, copiando literalmente todo aspecto de la vida política, social, religiosa, económica de Occidente y cuyo nuevo paradigma social, no tenía contemplado a los viejos samuráis. En el film, se le retrata como un personaje bastante influenciable, en especial por el ambicioso empresario Omura, y su “reflexión” final, conmovido al saber el destino de Katsumoto, el último samurái, me parece muy poco probable, ya que siempre su objetivo era eliminar a los rebeldes samuráis, porque se interponían en sus planes para Japón.

A pesar de estos detalles del guión, que no son pocos, hay que reconocer que Zwick se rodea de gente competente a la hora de hacer “cine espectáculo”. Comenzando por el trabajo del fotógrafo John Toll (“Leyendas de Pasión, 1994; “Corazón Valiente”, 1995; “La delgada línea roja”, 1998) y el director artístico Christopher Burian-Mohr y su equipo –que recibieron nominación al Oscar- (“Los Picapiedra”, 1994; “Ghost of Mississippi”, 1996; “Amistad”, 1997) desarrollan un sólido trabajo, que permite al espectador trasladarse sin mayores exigencias de imaginación al Japón de 1880, en especial, el contraste entre la pequeña aldea samurái con su simpleza y respeto por la naturaleza y el nacimiento del Japón moderno, con su nueva tecnología y sus nuevas costumbres sociales.

Otro aspecto técnico destacable, es el gran trabajo de vestuario de Ngila Dickson, también nominada al Oscar en su categoría y que respeta la tradición japonesa minimalista de la vida cotidiana y la grandielocuente armadura samurái, de gran belleza artística y pragmática.

Hans Zimmer, por su parte, regala una de las más conmovedoras y emocionantes bandas sonoras del último tiempo, con un marcado carácter épico en las batallas libradas y las escenas en las que Algren reflexiona y se pone a prueba a sí mismo, como aquella emblemática en que aún en recuperación, es golpeado brutalmente por el samurái Ujio mientras aprende a usar la katana, y ante lo cual se levanta una y otra vez, demostrando su carácter y temple.

El film cuenta con actuaciones protagónicas sólidas y destacables. La gran mayoría de los detractores del film insisten en la naturaleza egocéntrica del personaje de Nathan Algren, interpretado correctamente por Tom Cruise, pero ello no es culpa del actor de “Misión Imposible” (1996), ya que es evidente que el film utiliza la figura del actor para ganar puntos, en especial, en el público femenino, además de ser el productor del filme, claro. Sin embargo, Cruise aprueba con bastante carisma y profesionalismo y deja en claro que lo suyo está en interpretar personajes (seudo) históricos, siendo otro ejemplo, el del Coronel Klaus von Stauffenberg en “Operación Valkiria” (2008).

Sin embargo, Ken Watanabe (“Memorias de una Geisha”, 2005; “Cartas de Iwojima”, 2006) se lleva todos los aplausos con su interpretación de Katsumoto, el último samurái, un personaje carismático, aunque poco probable desde el punto de vista histórico, culto, noble, valeroso, justo y patriótico. No por nada fue nominado al Oscar al Mejor Actor de Reparto y que perdió ante el gran Michael Caine. La química con Cruise es evidente y en gran medida el estadounidense se nutre de la solidez interpretativa del japonés.

Entre el reparto, tenemos a Shin Koyamada, productor de series del Canal Disney, como Nobutada, el valiente hijo de Katsumoto; Hiroyuki Sanada (“El aro”, 1998; “47 Ronin”, 2013) es el corajudo pero bruto Ujio; Tony Goldwin (“Ghost”, 1990; “Nixon”, 1995; “El sexto día”, 1999) es el prepotente Coronel Bagley; y Timothy Connolly (“Hamlet”, 1996; “Vanilla Sky”, 2001; Saga “Harry Potter”, 2004-2011; “Sweeney Todd”, 2008) como el simpático y carismático Simon Graham, fotógrafo y traductor estadounidense al servicio del imperio Japonés. Como es habitual en este tipo de film, hay pocos personajes femeninos y el hecho de que el director evite el romance, cosa que se le agradece de cualquier forma para no hacer en el facilismo narrativo, tenemos a Koyuki Kado (“Pulse”, 2001), como Kata, la hermana de Katsumoto, cuyo marido fue muerto por Algren, en defensa propia, pero por el cuál poco a poco comienza a sentirse atraída.

En resumen, una película que cumple con creces como espectáculo visual y dramático, a pesar de tener fallas de profundidad en el guión, y que puede resultar altamente agradable si uno pasa por alto que es una americanada más de Hollywood.

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Tropic Thunder: ¡Una Guerra muy Perra! Tropic Thunder: ¡Una Guerra muy Perra! 02-10-2019
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Irregular parodia de cine bélico de Ben Stiller, que cuenta con un reconocido reparto incluyendo a Robert Downey Jr., Jack Black y Tom Cruise, entre otros.

Incapaz de controlar a grupo de actores con los cuales filma una película bélica, el productor, el director y el autor de la novela en que se basa la película conspiran para abandonarlos en la selva de Vietnam y rodar la película con cámaras automáticas. Sin embargo, no contarán con que en la misma selva, hay un grupo de narcotraficantes vietnamitas que obviamente no están interesados en compartir territorio con los actores estadounidense.
Con guión del propio Ben Stiller, Justin Theroux y Ethan Coen, el film es el típico ejemplo de una excelente premisa de parodia, con un grupo de actores dispuestos a pasárselo bien más que a regalar una buena actuación, con bastante presupuesto al cual echar mano (US$100 millones) pero que se enreda y ahoga en su propia inconsistencia narrativa dentro del despelote que una parodia supone y que recurre a elementos cómicos bastante elementales, con los que el espectador puede simpatizar o no. No es mi caso.

La película comienza muy bien y promete cuando presenta una serie de trailers de films que parodian a otros, en donde se pueden identificar “Apocalypsis Now” (1979), la Saga Rambo (1982-2008), “Platoon” (1986), “Depredador” (1987), “Salvando al Soldado Ryan” (1998), “El nombre de la Rosa” (1986) además de vulgaridades diversas de Eddie Murphy como “El Profesor Chiflado 2” (2000) y “Norbit” (2007) y más cuando la historia nos lleva al caos total del set de grabación que reúne a personajes sacados de la más diversa jungla cinematográfica: Tugg Speedman (Stiller) un actor de películas de acción venido a menos, que envidia y debe trabajar con el 5 veces ganador del Óscar, Kirk Lazarus (Downey Jr.), con el actor cómico Jeff Portnoy (Black) que es adicto a la heroína, el rapero Alpa Chino (Jackson) y el novato Kevin Sandusky (Baruchel). El film está a cargo del neurótico director Damian Cockburn (Steve Coogan), con guión del mutilado Sargento Four Leaf Tayback (Nolte), autor de la novela en que se basa y producido por el esquizofrénico Les Grossman (Cruise).

Sin embargo, una vez que los actores son “abandonados” en la jungla vietnamita, la película comienza a sufrir por la pobreza de su guión, poco inteligente y decididamente poco sólido en su calidad de parodia. Porque para que una parodia sea exitosa o al menos sobreviva a su propia naturaleza, debe sustentarse en un humor inteligente, renunciar a la pretensión pero sobre todo recurrir mucho al humor negro e incluir elementos críticos necesariamente.

El film de Stiller comienza inflado pero no muestra tener bases para mantenerse y termina desinflándose como un globo pinchado. La exageración, por ejemplo, es un elemento que debe ir dentro de lo que es la parodia, pero siempre y cuando sea graciosa y hasta ridícula, que es la esencia de los gags, pero la película prescinde mucho de los gags y en su lugar Stiller rellena con acciones que tampoco podríamos decir ayudan a mantener la atención del espectador, por más que éste se sienta a ver el film con una actitud más relajada. Además de ello, hay tantas situaciones poco interesantes que Stiller mete mucha pirotécnia y una gran cantidad de groseros diálogos, groseros en cuanto a que son un insulto a la inteligencia, incluso para ser una parodia o una estupidez fílmica.

Sin embargo, Stiller pretende vender humo, y a juzgar por las críticas que uno ve, lo ha logrado, gracias al reparto que reúne para el film. Un engaño debo decir, porque a decir verdad, en mi opinión, sólo dos salen un poco airosos de esta tomadura de pelo sin gracia. Ben Stiller nunca ha sido santo de mi devoción, aunque creo que es menos patético de Adam Sandler, que por lejos es el peor actor cómico que ha dado el cine en su historia. Le reconozco a Stiller que intenta hacer cosas nuevas en un género, la comedia, que hace mucho tiempo es sinónimo de vacío y estupidez narrativa, sin embargo, incluso para una parodia está sobreactuado y ni hablar de Jack Black, que debo reconocer me hizo reír en “Escuela de Rock” (1999), pero acá realmente no me sacó ni una carcajada. Y ojo que Black sin ser un actor notable, tiene sus buenos momentos, pero acá no cumple, demasiado sobreactuado y poco gracioso. Downey Jr. es uno de los dos que sobreviven a este naufragio, y debo decir que me parece un puntal dentro de tanto desorden. Es la primera vez que lo veo haciendo comedia y me parece que logra enganchar con su personaje que es una clara alusión a Mel Gibson. Sin embargo, me quedo con un Tom Cruise que consciente de que está haciendo el ridículo, lo disfruta y se nota. Su personaje, el grosero y petulante productor Les Grossman es lo mejor de la película, con esa caracterización increíble (con fatsuit, el traje de gordo y la calva) y su esperpento baile al final de la película. Se le agradece a Stiller que haya rescatado momentáneamente al bueno de Nick Nolte, actor nominado al Óscar 3 veces, para el papel del Sargento Four Leaf Tayback, y que últimamente ha vuelto a caer en las garras del alcoholismo. Matthew McConaughey tiene un pequeño papel como el representante de Speedman. La película cuenta con algunos cameos como Tobey Maguire, Jennifer Love Hewitt, Alicia Silverstone y Jon Voight.

Cuesta evaluar los aspectos técnicos del film cuando se está consciente que esto es una parodia, pero en cualquiera de los casos, uno se pregunta donde están los US$ 100 millones que Stiller invirtió en esta película, sobre todo cuando se nota claramente que fue filmada en Estados Unidos, con suerte en Hawai. No hay mayores ostentaciones en las locaciones, salvo las explosiones y la pirotecnia que aparece sólo al principio y al final del film, ya que lo demás es vegetación a campo abierto.

En resumen, una película sobrevalorada, que tenía una muy buena idea, pero que no sobrevive a sus propios errores, y que claramente en la suma y resta falla, por más que intenten hacernos creer que como parodia funciona. Una tremenda decepción, recomendada por la web más que nada porque es una americanada.

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El Nuevo Fantomas El Nuevo Fantomas 02-10-2019
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Interesante y correctísimo drama psicológico del maestro del expresionismo alemán F.W. Murnau, filmado casi simultáneamente con la monumental “Nosferatu, eine simphonie des grauens” (1922) y que demuestra el carácter polifacético del genial director para abordar con solidez cualquier temática narrativa.

Lorenz Lubota es un honesto pero soñador empleado administrativo, cuya máxima aspiración es convertirse en un reputado poeta. Lorenz, que vive con su modesta familia, su madre, su hermano Hugh y su hermana Melannie, verá cambiada su existencia cuando el encaudernador Starke le informe que hay un editor interesado en publicar sus poemas y cuando por accidente conozca a Veronika, la hija de un acaudalado comerciante local, quien se convierte en su obsesión.

Basada en la novela homónima publicada por Gerhard Hauptmann entre febrero y abril en el “Berliner Illustrierte Zeitung” y con guión de la legendaria Thea von Harbou (“Doctor Mabuse”, 1922; “Fausto”, 1926; “Metrópolis”, 1927), F.W. Murnau entrega un complejo análisis psicológico con tintes de crítica social sobre la caída de un hombre sencillo, honesto y bueno en una vorágine de crimen y locura, a partir de un acontecimiento aparentemente anecdótico, que se convierte primero en obsesión y luego en perdición. El guión presenta la historia desde la perspectiva de un análisis retrospectivo del protagonista, que tras cumplir con su castigo, reflexiona y extirpa sus demonios internos a través de un relato que comienza a escribir.

De esta forma, bajo la aparente exposición de una historia de amor imposible y maldita, el director de “Fausto” (1926) presenta un escenario social sobre las aspiraciones y sueños de un hombre honesto y pobre, que no se da cuenta de su pobreza hasta que conoce a una mujer que le es inalcanzable: Veronika, la hija de un millonario empresario. Surge en él, entre el mundo imaginario del éxito y riqueza que añora, un sentimiento de cuestionamiento a la justicia de la vida, esa sensación de que la vida es injusta con unos y demasiado dadivosa con otros, que quizás no lo merecen. La escena en la que su madre le cuestiona porque va a ayudar a su tía Schwabe, una mujer que ha salido de la pobreza gracias a la práctica de la usura, es totalmente decidora al respecto, y más aún el personaje del propio Lorenz, cuyo cuestionamiento sobre el asunto, tras conocer y quedar embelesado por Verónika, termina por descolocarlo, desmoronarlo y deprimirlo, para dejarlo a merced de las tentaciones del dinero y la corrupción.

El viaje al infierno de Lorenz, evidentemente, está condicionado por su condición social, su propia responsabilidad, pero también por la acción de ciertos factores que convergen para arruinarlo. En primer lugar, ya decía del accidente anecdótico que le hace conocer a Verónika y la ilusión de que un editor conocido publique sus poemas; en segundo lugar, la desilusión de enterarse que su amor es prácticamente imposible cuando visita a los padres de Verónika y se da cuenta que la pertenencia a las clases sociales es fundamental; en tercer lugar, cuando piensa fantasiosamente que lo de la edición de sus trabajos es un hecho, siendo que al final sólo queda en un intento; en cuarto lugar, cuando se deja embaucar y perder por el asistente de su tía Schwabe, Wigottschinski, un estafador que no sólo seduce a la propia hermana de Lorenz para perderla aún más, sino cuando lo utiliza para sacarle más y más dinero a la prestamista hasta llegar a la tragedia; y en quinto lugar, cuando pretende “reemplazar” el imposible amor de Verónika por el de la cazafortunas, Melitta, que es idéntica a su obsesión.

Cabe señalar que se advierte en la exposición de los personajes, una suerte de insinuación del mal a través de la presentación del dúo, de la pareja, cuya presencia no es anecdótica, y donde uno al menos supone maldad. De esta forma, Lorenz está rodeado por la pareja conformada por su hermana Melannie y Wigottschinski: ella, muy dada a la compañía masculina pagada y él, un estafador y embaucador; Verónika y Melitta, la primera su amor imposible y la segunda, una mujer ambiciosa que busca hombres con dinero sin más, y que aprovecha el desvarío de Lorenz de cubrirla de lujos por el simple hecho de que no quede cortejar a su verdadero amor; y su madre y su tía Schwabe, la primera recelosa de su hermana por haber salido de la pobreza, pero de una forma que ella reprueba, y la segunda, que tiene un estilo de vida de clase media-alta por hacer de la usura un oficio. En tales relaciones, da la impresión de que está la dicotomía del bien y el mal, pero donde uno esta tambaleando moralmente y el otro de plano está corrompido, y está decidido a esparcir esa corrupción.

El film cuenta con correctas actuaciones, empezando por Alfred Nobel (“Metrópolis”, 1927) considerado uno de los 4 grandes actores de carácter de Alemania, junto con Emil Jannings, Conrad Veidt y Werner Krauss. Protagonista indiscutido del film, Nobel tiene una interesante performance como Lorenz, el joven ingenuo y honesto que terminado arruinado en una espiral de maldad y locura, a pesar de que se le ve un poco mayor para el papel. El austríaco Anton Edthofer (“Die Straße”, 1923) es el malvado Wigottschinski, principal agente en la ruina de Lorenz y otro austríaco, Karl Etlinger “”Nosferatu, eine simphonie des grauens”, 1922) el encuadernador Starke, cuya buenas intenciones, sin saberlo, ayudarán a perder a Lorenz.

El nutrido elenco femenino del film lo encabeza la checa Grete Berger (“El estudiante de Praga”, 1913; “Doctor Mabuse, 1922; “Der müde Tod”, 1921) como la tía Schwabe, la diva húngara Lya de Putti (“Varieté”, 1925; “The sorrows of Satan”, 1926) en un doble papel como Verónika, el amor imposible de Lorenz y Melitta, la cazahombres, la noruega Aud Egede-Nissen (“Doctor Mabuse”, 1922; “Ana Bolena”, 1920) como la libertina Melanie Lubota, hermana de Lorenz y la austríaca Frida Richard (“Los Nibelungos”, 1924; “Faust”, 1926), como la aproblemada madre de los Lubota.

Rodada entre mayo y septiembre de 1922 en escenarios externos de Neubelsberg (Postdam, Alemania) y en los estudios Bioscop-Atelier, la película fue producida por Erich Pommer, uno de los nombres más importantes del expresionismo alemán y responsable del rodaje de clásicos del movimiento como “El Gabinete del Doctor Caligari” (1919), “Doctor Mabuse” (1922), “Los Nibelungos” (1924), “El último” (1924), “Fausto” (1926) y Metrópolis (1927), por nombrar algunos.

Asimismo, el trabajo de fotografía de Axel Graatkjaer y Teophan Ouchakoff destaca la luminosidad de los exteriores, los escenarios en los que Lorenz se muestra feliz y soñador y el contraste con la falta de luz de los escenarios internos, en los que el protagonista termina perdiéndose entre su pobreza económica y moral, en su hogar, el burdel, la pensión en donde se hospeda su hermana, la casa de su tía Schwabe, etc. También recurre a imágenes oníricas de Verónika cuyo contraste de luz y sombra muestran el deterioro emocional y psicológico de Lorenz.

“Phantom” estuvo desaparecida durante décadas y no fue hasta 2002 cuando se encontró una copia completa que requería restauración, que el público pudo tener acceso a visionarla, gracias al trabajo de Bundesarvich-Filmarchiv en Berlín y la Friedrich-Wilhelm-Murnau-Foundation, culminado en 2006. Se desconoce la partitura original que musicalizó la obra de Murnau en su estreno el 10 de noviembre de 1922 en Düsseldorf y tres días después en Berlín, siendo escogido Robert Israel para la banda sonora de le versión DVD de 2006, que toma el vals como tema principal con marcados momentos de tensión y acción.

En resumen, una interesante radiografía psicológica sobre la corruptibilidad del ser humano, su susceptibilidad a la fantasía y desapego a la realidad que lo contrapone con sus sueños y anhelos.

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Bailando con Lobos Bailando con Lobos 02-10-2019
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Idealista superproducción estadounidense dirigida y protagonizada por Kevin Costner, que le valió 7 Premios Óscar de 12 nominaciones, entre ellos, Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión Adaptado, por la novela homónima de Michael Blake, además de 3 Globos de Oro en las mismas categorías.

La trama está ambientada en la Guerra de Secesión, en la que el teniente John Dunbar es enviado a un abandonado puesto fronterizo indio sin ningún tipo de compañía. Totalmente solo, con el pasar de los días, Dunbar domesticará a un lobo salvaje al llamará “Socks” y una relación amistosa con un líder sioux, Pájaro Guía, amistad que quedará sometida a la irrupción de los refuerzos que Dunbar esperaba llegaran hace mucho tiempo.

Evidentemente, estamos ante una superproducción cuya factura técnica es innegable y representa en ese aspecto un tremendo logro para un actor como Costner que debutaba como director y al que la Academia no cansó de premiar. Sin embargo, todos sabemos la sensibilidad y debilidad que tiene ésta por premiar historias conmovedoras que rememoran “las gloriosas gestas de conquista” que los hijos de Estados Unidos continuaban librando hacia los 1860, antes de convertirse en una sola poderosa nación.

No obstante, hay mucho que reconecerle a Kevin Costner. Convertido en un divo del celuloide (“Silverado”, 1985; “Sin Salida”, 1987; “Los Intocables”, 1987; “Campo de sueños”, 1989) Costner se propuso filmar una epopeya que revitalizara el western tan decaído hacia fines de los 80s, combinándolo con un drama de aquellos que hacen, con facilidad claro está, que el espectador se conmueva con este hombre, cuya soledad absoluta lo lleva a relacionarse por necesidad con quienes terminara identificándose. La idea es muy interesante, el problema es que Kevin Costner tiende a la ñoñez y conmoción simplona en gran parte del desarrollo de esta trama.

El guión y su representación tienden, por tanto, a la idealización, comenzando con un Dunbar que a pesar de tener la pierna prácticamente engangrenada, se arma de valor (o estupidez, según como lo veas) para acometer por última vez en un pequeño enfrentamiento entre huestes enemigas. En una escena con marcados tintes épicos, el teniente no sólo esquivara una doble ráfaga de balas, sino que terminara pidiendo que lo envíen al más aislado de los pasos fronterizos, uno en el que se encuentran los salvajes.

Rodeado de fastuosos escenarios naturales, que en honor a la verdad impresionan y condimentada por la épica música de John Barry (quíntuple ganador del Oscar a la Mejor Banda Sonora, incluida ésta) Costner logra sorprender al público de por sí con estos hechos, pero más que nada por su quehacer técnico. Porque lo que sigue va siempre por la misma senda, una historia idealista en la que Dunbar domesticará a un lobo salvaje, sin que éste siquiera intente atacar al teniente y, en mayor grado, haciendo caso omiso a lo que uno esperaría de los indios Sioux, que en el mejor de los casos serían hostiles por un asunto de pertenencia de sus tierras. En ello, se advierte que Costner sigue privilegiando el idealismo por sobre el realismo, en cuanto bestias salvajes y tribus primitivas sucumben ante el carisma y candidez del buen teniente Dunbar.

Y aunque Costner en algún momento se da cuenta que alguien tiene que ser malo en su película, deja caer el peso de la villanía en el líder de la tribu Pawnee, que representan la perversidad de la elementalidad del hombre; y las tropas estadounidenses enviadas a apoyar a Dunbar en la frontera, pero cuya intolerancia y afán destructivo ya no coinciden con un Dunbar que ya no se siente estadounidense, sino sioux.

En fin, decía yo que la película es un tremendo logro técnico y prueba de ello es el sólido trabajo de montaje de Neil Travis a pesar de las 3 horas de metraje; la formidable fotografía de Dean Semler, que evoca un carácter épico intrínseco a esta aventura; la innegable calidad de la dirección artística de William Ladd Skinner, recreando una ambientación creíble para el fuerte, los interiores de las tiendas indias y las escenas de enfrentamiento.

La película cuenta con actuaciones correctas, comenzando con un protagonista exclusivo en Kevin Costner, muy seguro en su categoría de galán como para mostrarse desnudo en algunas escenas (no frontal claro) algo que por ejemplo Mel Gibson copiaría luego en su aclamada “Corazón Valiente”. Con todo, Costner ha tenido mejores actuaciones, como por ejemplo, en “Los Intocables” de 1987 y “J.F.K” de 1991. Mary McDonell (“El Día de la Independencia”, 1996; “Donnie Darko”, 2001) estuvo nominada al Oscar como mejor actriz por encarnar a “Puño en Alto” y constituye una buena compañera protagónica para Costner, apaleando un poco el carácter idealista de la previsible pareja. Graham Greene (“Maverick”, 1994) es quizás de lo más sólido en cuanto a actuaciones, con su convincente “Pájaro Guía”, líder sioux que establece un gran vínculo con Dunbar, comprendiendo el espíritu pacifista de Dunbar.

La escena final, me parece muy conmovedora e irónica, no tanto por lo que Costner muestra, sino por lo que significa al fin de cuentas. Bajo un marco lacrimógeno, la amistad de dos razas distintas queda sujeta a su destino por la irrupción de los que vienen atrás, con una suerte sentenciada e incluso resignada. La evalúo con un 7.5.

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Gangs of New York Gangs of New York 02-10-2019
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Correcto drama dirigido por Martin Scorsese basado libremente en la novela homónima de Herbert Asbury, que contó con elenco estelarcon Daniel Day-Lewis, Leonardo DiCaprio, Cameron Díaz y Liam Neeson, entre otros.

Ambientada en la convulsionada Nueva York de 1860, la historia se sitúa concretamente en el distrito de Five Points, en donde Amsterdam (DiCaprio) logra unirse a una pandilla de Nativos que lidera William Cutting, alías Bill, el Carnicero (Day-Lewis), quien años atrás asesinó al padre de Amsterdam (Neeson). Logrando ganarse poco a poco su confianza, Amsterdam llevará a ser “la mano derecha” de Cutting y estará cada vez más cerca de concretar su venganza.

Martin Scorsese siempre ha sido un director muy competente, nominado y ganador de tantos premios cinematográficos que no merece mayor presentación. El director de “Taxi driver” (1976), “Toro Salvaje” (1980), “La Última Tentación de Cristo” (1987) y “Buenos Muchachos” (1990) siempre se ha sentido atraído por reflejar en el celuloide historias de vida que mezclan pasión, ideales, venganza y bastante sangre, en palabras suyas, “vida”. Y “Gangs of New York” no es una excepción.

Con guión de Jay Cocks, Steven Zaillian y Kenneth Lonergan, la historia se concentra en dos claras subtramas, por un lado, las luchas étnicas, las luchas de clases, las ideologías y por ende, el racismo, la xenofobia, y que por momentos son un verdadero recordatorio que Scorsese hace a los estadounidenses de que el país del Tío Sam fue construido por inmigrantes, en especial, cuando siempre han mostrado tener amnesia y mostrarse claramente en contra de la migración actual. Entonces, estamos ante una situación que es muy actual y que sólo ha cambiado de actores. Y, por otro lado, una historia de venganza cuidadosamente hilada, que se gestó en un joven que presenció cuando niño la muerte de su padre y que regresa, entonces, para consumarla, teniendo para ello que disfrazar sus ideales como inmigrante extranjero para así infiltrarse.

Ahora bien, una cosa es el contenido del guión y otra cosa es que ese contenido sea bien expuesto, y no es que Scorsese no cumpla con ello, sino que uno esperaría de un director de su talla una película, que si bien tiene una trama interesante y pertinente, entregara una narración que no tuviera momentos flojos y hasta difusos, que si los hay, especialmente y hasta la hora y 15 minutos de metraje, cuando Scorsese parece ir pedaleando la segunda subtrama, que es la de la visión de Amsterdam, y su rollo amoroso con Jenny, que resulta poco creíble. Bueno, ya hablaremos de la química entre DiCaprio y Díaz.

La excelente fotografía de Michael Ballhaus y ostentoso trabajo de la dirección artística de Dante Ferreti simplemente deslumbran y ocultan en cierta medida el hecho de que el ritmo no sea tan sólido como se esperase. El espectador tendrá la tentación de adelantar la trama, en especial, como decía, durante el lapso en que Amsterdam tiene su rollo amoroso y se gana la confianza de Cutting, para luego terminar agarrando el ritmo cuando éste último comience a sospechar quien es Amsterdam. Ahora bien, Scorsese nos proporcionará siempre la cuota de violencia y sangre que esperamos, eso no se le cuestiona nunca al director. Pero si bien es así, uno no deja de sentir que tanta violencia, que tanto personaje construido en base al dolor, y al miedo como el mismo Cutting alega en un enfrentamiento final con Amsterdam, no provoca un impacto emocional en el espectador. Y es que el espectador puede echar de menos simpatizar u sentir antipatía o conmoverse derechamente con esos personajes que se baten a vida o muerte todos los días, en el floreciente Nueva York.

Quizás uno de los problemas mayores de la película es que intenta abarcar mucho, en sus casi 3 horas de metraje. De hecho, por ejemplo, uno se pregunta qué pasa con los personajes secundarios, dejando de lado a Amsterdam y a Cutting, y quizás a Jenny. Parece que Scorsese pasara por alto el hecho de que su película alegara una sociedad callejera. Me explico. No encontrar profesionales o gente, diríamos, preparada en los grupos protagonistas, nativos y mayormente en los inmigrantes, aunque están los grupos ricos, parece orillar la estructura de los personajes a grupos que no saben otra forma de organización que no sea la pandillesca. No hay ingenieros, doctores, profesores, en fin, profesionales inmigrantes que aportaran al desarrollo estadounidense, sólo pandilleros. Es cierto que la gran mayoría de los inmigrantes eran grupos vulnerables que buscaban una oportunidad en Estados Unidos, pero también es cierto que había muchos inmigrantes con un oficio o profesional, que aportaron a su nuevo país.

En fin, me quedo con la última media hora, sangrienta, conmovedora por momentos y electrizante, un final dantesco con las hordas matándose una vez más y la destrucción –y autodestrucción- que generará el nacimiento de algo nuevo. En este segmento, especialmente, la música de Howard Shore funciona como bálsamo o suavizante pero a la vez una suerte de estrujador de emociones en escenas potentes.

Las actuaciones son correctas, comenzando con un Daniel Day-Lewis (William Cutting) que sirve de padrino dentro y fuera del set para Leonardo DiCaprio (Amsterdam), que demuestra tener algunas herramientas para sacarse de encima su estigma de joven bonito y taquillero. Day-Lewis es el sostenedor de la tensión junto a DiCaprio y se pasea por los diferentes escenarios con cierta autoridad, convirtiéndolo en un villano atípico, que muestra ciertos momentos de nobleza cuando recuerda al padre de Amsterdam, pero que al final de cuentas es el “puto amo”, como se dice, por algo es el único actor que ha ganado el Oscar al mejor actor principal 3 veces. Cameron Díaz tiene un papel secundario, hay que decirlo: nunca ha sido santa de mi devoción, no deslumbra ni falla en su papel de Jenny, una carterista que ha aprendido a sobrevivir y a convivir con lo que le ha tocado, oportunidades efímeras, pero no convence del todo la química con DiCaprio, teniendo una romance a lo sumo forzado. Brendan Gleeson tiene un papel interesante, como “Monk” McGinn, que creo debió haber tenido mayor protagonismo, en especial cuando se convierte en mecanismo para la venganza de Amsterdam.

En resumen, una película sólida en líneas generales, pero no perfecta, que Scorsese debió haber simplificado más –en tiempo y forma- quizás en desmedro del romance para fortalecer el discurso crítico, que sin embargo está ahí, ése sobre la tolerancia, ése sobre las ideologías, ése sobre las etnias, la pertenencia y la supremacía.

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Astérix el galo Astérix el galo 02-10-2019
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Primer largometraje animado de los entrañables personajes creados por René Goscinny y Albert Uderzo, que genera divisiones entre los fans por su calidad de animación y fidelidad/originalidad del argumento.

La trama está ambientada en el año 50 A.C. en la que los romanos son prácticamente dueños de todo el mundo conocido, a excepción de un pequeño enclave galo al norte de lo que sería la actual Francia. Intrigados por la legendaria fuerza sobrehumana de sus habitantes, lo que no les ha permitido hacerse con esas tierras, los romanos arman un plan de espionaje para averiguar cuál es el secreto de los galos, y al enterarse de que se debe a una pócima mágica preparada por un druida, Panóramix, lo secuestrarán para obligarlo a soltar la receta. Asterix tendrá la misión de rescatar al druida y, de paso, burlarse de los romanos.

Los fanáticos más puristas de Asterix siempre han criticado que el primer volumen del cómic, que fue el elegido para ser el primer guión llevado al cine, es el más malo, sin embargo, para un nobel admirador como yo que recién empieza a familiarizarse con el mundo de Asterix, me parece una buena elección para presentar la historieta a aquellos que no lo conocen tanto. De la misma forma, cuesta tomarse en serio críticas como aquellas que alegan de que los personajes no están bien definidos (¿acaso no es la primera entrega de la saga, qué esperan?) como lo sería más adelante, y prueba de ello es que los nombres presentados en los créditos no corresponden con los que los lectores y la misma película conocen y dan a conocer.

Efectivamente, no se ve pulcritud en el diseño animado como llegaría a haberlo posteriormente, y la historia prácticamente está calcada a la del cómic, pero ello puede interpretarse como un intento fidedigno de representar la historieta, ya que introduciendo cambios, se corría el riesgo de modificar mucho la historia. Como sea, la presentación de un pueblo bárbaro que logra zafarse del yugo romano a costa de una pócima mágica y se ríe del más grande de los imperios que el mundo ha visto, constituye un elemento irreverente siempre bienvenido.

El guión, que se dice fue hecho a espaldas de sus propios creadores, no pretende sin más que presentar al personaje, careciendo de elementos irónicos y teniendo esencialmente un lenguaje cómico eminentemente infantil pero efectivo y simpático. Los momentos en que Asterix y Panóramix se ríen de los romanos con la fórmula para que les crezca el pelo es disfrutable. No hay que esperar mayor intención que entretener, luego habría tiempo para hacer de la psicología de Asterix y su gran amigo Obélix algo más complejo.

Respecto al doblaje al español que siempre ha sido criticado, pues decir que no me parece ni mejor ni peor al que siempre en Latinoamerica hemos tenido que escuchar por no haber opciones para nosotros.

En resumen, una película que entretiene sin más y que presenta de una forma simpática y agradable a Astérix y su mundo.

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Acorralado (Rambo: Acorralado) Acorralado (Rambo: Acorralado) 02-10-2019
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Emblemática cinta de acción de a comienzos de los 80s que establecería un precedente y manual para el cine de acción y aventuras y que consolidaría a Sylvester Stallone como el máximo exponente de “súperheroes humanos”.

La trama gira en torno a John J. Rambo, un ex boina verde del ejército estadounidense que terminada la Guerra de Vietnam, regresa a Estados Unidos, buscando a uno de sus amigos sobrevivientes del conflicto. Al enterarse de que ha muerto producto de secuelas de la guerra, Rambo vagará sin rumbo hasta que será hostigado y maltratato por el tirano y prepotente Sheriff Will Teasle. Escapando de la brutalidad policiaca, Rambo iniciará una guerra personal con Teasle y su gente, además del ejército.

Un clásico indiscutido del cine de acción es el que nos trae el director Ted Kotcheff, basado en la obra de David Morrell, “First Blood” (1972), que contó con tres guionistas, incluido el mismísimo Stallone. Una película con un ritmo trepidante, que comienza de forma reflexiva con este ex soldado de Vietnam, condecorado con la medalla de honor del Congreso de los Estados Unidos, que se entera lastimosamente que uno de sus grandes amigos de la guerra, ha fallecido en casa, por las secuelas de la guerra. Este hecho es el que desorienta y trastorna a un Rambo que vagará por la calle tratando de entender que fue lo que pasó, porqué pasó y que es lo que viene ahora. Sin embargo, se cruzará en su camino el típico sheriff fanfarrón y prepotente, cuya obstinación por demostrar poder por sobre cualquier ciudadano está lejos de entender la situación de este hombre y se dedicará, en prácticamente toda la película, a hostigarlo, provocarlo y cazarlo.

Entonces, lo que parece ser un procedimiento muy simple para un mediocre cuerpo de policía provincial, se transformará en un infierno, cuando Rambo no acepte sus abusos físicos y decida escapar. Las escenas de Rambo se esconde en las montañas son decididamente los mejores momentos de la película, y muestran a un hombre capaz de escalar un barranco, soportar una caída de varios metros y cortarse el brazo, soportar y escapar de un bazucazo en una mina abandonada y cuanta adversidad se le ponga en el camino. Teasle no se cansa de persguir a Rambo y para ello llama a la Guardia Nacional, pero no hay caso. Las palabras del Coronel Samuel Trautman, que formó a Rambo y viene a advertir a Teasle que no es la forma de tratar al ex combatiente si quiere atraparlo, son decidoras cuando señala que está entrenado para no sentir dolor y no tener misericordia, y puede matarlos a todos, si quiere.

La conmovedora escena en la que Trautman le pide a Rambo que se entregue y termine con el enfrentamiento y éste explota en un llanto desgarrador al recordar los horrores de la guerra, refleja la intención del guión y del director de hacer una relectura de la Guerra de Vietnam en un Estados Unidos, por entonces, bajo la administración Reagan. Si en los años 70s, la sociedad estadounidense se oponía a una guerra extremadamente violenta y sin sentido alguno, en los 80s, se preocupan de analizar el trauma de los ex combatientes y devolverles la categoría de héroes de guerra.

Sylvester Stallone muestra la capacidad de convencer al público de estar preparado en técnicas de supervivencia y combate y encarna un ex combatiente que se contiene, a pesar de los abusos y el hostigamiento de sus persecutores. Stallone encarna un héroe de guerra que ofreció su vida por una guerra que estaba a todas luces perdida antes de iniciarse y que sufre la indiferencia y el rechazo de una sociedad que no reconoce ese sacrificio y además se muestra hostil y para nada empático con su nueva situación. Volviendo con el monólogo de Stallone, en el que estalla en llanto, cabe resaltar también que Rambo reconoce haber estado mejor en la guerra, en donde tenía instrumentos para trabajar, ametralladoras, tanques, y en donde era reconocido y respetado; en la sociedad civil es considerado prácticamente un indigente y ni siquiera se ha investigado quien es.

Brian Dennehy (“Presunto inocente”, 1990; “Camino de la fortuna”, 1994) es el fanfarrón y prepotente Sheriff Teasle, en una actuación muy convincente y que se gana la antipatía no sólo de Rambo y Trautman, sino de todo el público. Representa el jefe de policía prejucioso, petulante, abusador y maniático, además de obsesivo. Richard Creena (“El Cañonero del Yangtzé”, 1966) es el icónico Coronel Samuel Trautman, superior de Rambo, que advierte a Teasle de la peligrosidad del ex boina verde, pero que es ignorado por el sabelotodo Teasle. Creena presenta un personaje con cierto aire paternal respecto de Rambo, a la vez que demuestra admiración por él, sobre todo en aquella icónica frase “No vine a salvar a Rambo, vine a salvarlos a ustedes de él”.

La música de Jerry Goldsmith es una de las más distintivas del ganador del Oscar por “La Profecía” (1976), mezclando con experticia, momentos de acción, reflexión y emoción en una partitura para la historia.

En resumen, una película clásica dentro de los clásicos, que tiene muy poco que criticarle, quizás un poco el hecho un tanto forzado de que Rambo decida entregarse (de no hacerlo, terminaría muerto y no habría saga) pero que es entretención garantizada, además de entregar un mensaje conmovedor sobre la guerra y sus sobrevivientes.

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Cómo Acabar con tu Jefe Cómo Acabar con tu Jefe 02-10-2019
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Irregular intento del novato Seth Gordon de hacer reír, en donde desperdicia a buenas actuaciones como las de Kevin Spacey, Jennifer Aniston y Colin Farrell.

Nick, Kurt y Dale son tres amigos que los une la desgracia de tener 3 jefes desagradables, tiranos y acosadores. La posibilidad de renunciar no es una opción, por lo que cansados y, ciertamente, desesperados, deciden buscar un matón que haga el trabajo por ellos. En un bar para negros, encuentran a uno que les pide 5 mil dólares... pero sólo para “asesorarlos”. La “brillante idea” de su contratado es que lo hagan ellos mismos, pero intercambiando el ejecutor para que no haya sospechas.

En la línea de “Hangover” (2007), esta comedia intenta emular el éxito de ésta, sin convencer demasiado, y en la que tres amigos deciden poner alto a las pesadillas laborales que viven a diario con sus jefes. Kurt (Sudeikis) es un ejemplar contador que tiene a cargo las finanzas de una empresa de químicos, que tiene una excelente relación con su jefe Jack Pellit (Sutherland) pero cuando éste muere, tiene que aguantar al drogadicto e imbécil hijo de éste como sucesor en la gerencia. Dale (Day) es un santurrón y cobarde ayudante de odontología, que tiene una dentista sexualmente agresiva por jefa (Aniston), y que no tiene las agallas ni para tener sexo con ella ni enfrentarla. Finalmente, Nick es el que la tiene peor, ya que ha estado trabajando muy duro para obtener el ascenso que quiere, pero tiene en su jefe Dave Harken (Spacey) al mísmisimo demonio, ya que este lo tiene amenazado con hacer que nadie lo contrate si renuncia, aparte de quedarse con ambos cargos (el que ya tiene y el que era para Nick)

Con un guión muy flojo y firmado por John Francis Daley (“Bones”, la serie), Michael Markowitz y Jonathan Goldstein, la película sólo sobrevivirá su sufrido andar por su acertado reparto “malvado”. Porque a decir verdad, la película comienza bastante bien, de forma prometedora con este trío que sufre con sus incombustibles y tiranos jefes, pero se cae rotundamente con una estupidez del porte de un buque, que es la escena en donde “Motherfucker” Jones (Foxx) amaga su intervención con una estafa ridícula y absurda. Ni siquiera en el mundo más bizarro eso puede suceder. Si la intención final era que éstos tres se hicieran cargo ellos mismos del problema, el personaje encarnado por Jamie Foxx (“Django Unchained”, 2004) está demás, porque en realidad no aporta en nada, ni tampoco direcciona la trama hacia otro rumbo. Demás está decir que en realidad, el único que tendría motivos de sobra para querer matar a su jefa sería Nick.

De esta forma, con muy pocas situaciones con las que reírse, quizás aquella en la que Kurt se pasa el cepillo de dientes de Harken por el trasero, la película sólo encuentra en los “villanos” material para sacar adelante la trama. Como némesis de sus subalternos, Farrell es quizás el más flojo de los tres jefes, aunque se le debe reconocer que su caracterización patética e irritante como el drogadicto heredero de Pellit no está fuera de foco. Jennifer Aniston sorprende como la sexosa odontóloga que acosa y acosa al cobardón de Dale, dejando de lado roles que la ponen como una mujer tonta y condescendiente; acá, es un verdadero volcán sexual que tiene por las cuerdas a Dale y no le importa nada más, hasta que conoce a Kurt, posteriormente. Sin embargo, es Kevin Spacey el que, en mi opinión, se hecha al bolsillo la trama, a sus colegas y al público, como el demente, autoritario y criminal Dave Harken. Spacey está magnífico como un jefe psicópata que disfruta maltratar, humillar y trastornar a sus subalternos y rescato de su interpretación la escena en la que contrarea a Nick con el whisky a las 08:00 AM. Quien, en un intento de agradar a su jefe/jefa, ha quedado titubeando en lo que sería la mejor respuesta a una pregunta de éste/ésta y finalmente ha escogido una respuesta que él/ella de todas formas reprobará. Creo que nadie, y es por eso que esa escena me parece muy ejemplar y contundente.

Con todo, la película se “revitaliza” un poco con el asesinato de Bobby Pellit y su autor, pero orilla el éxito del impacto del desenlace a lo predecible, que ya sabemos terminará bien para el trío, pero que uno espera algún tipo de giro y recontragiro argumentativo entre tanto, que sea digno de admiración o risas.

En resumen, una película que definitivamente desperdicia el talento de los villanos en desmedro del tonto y sonso trío de amigos, y que se deja ver más que nada por las buenas actuaciones de Aniston y Farrell, pero por sobre todo, Spacey.

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Dos Policías Rebeldes Dos Policías Rebeldes 02-10-2019
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El insufrible Michael Bay debuta con el que es probablemente uno de los peores films de acción de los noventa, que tiene el descaro de copiar, aunque claramente sin lograrlo, la esencia de “Lethal Weapon” (1987).

Burnett y Lowrey son dos polícias de la Brigada de Narcóticos de Miami que son destinados a investigar un robo de 100 millones de dólares de una bóveda policial, con la demanda de su jefe de que si no se soluciona el caso, el Departamento de Interior cerrará la brigada. Para ello, Burnett y Lowrey recurrirán a un contacto que los introduzca en el mundo de los “nuevos ricos”, en donde ellos creen que hay sospechosos, teniendo que proteger a una testigo que presenció la muerte de ese contacto.

Michael Bay nunca ha sido sinónimo de grandes películas, siquiera buenas películas, en gran medida porque la forma que tiene de ver el cine es como si fuera un largo videoclip de insufribles 2 horas. Puede que sea porque inició su carrera en el mundo de los clips musicales, pero lo cierto es que al parecer no ha aprendido mucho, a juzgar por su carrera. Lo de Bay parecer ser exponer al espectador a incontables, desenfocadas e histéricas secuencias de acción y diálogos realmente lamentables que demuestran que sólo se preocupa por lo publicitario y que cuando se detiene un poco en el guión de sus películas –cuando lo hace, rara vez- lo hace de forma realmente mediocre.

Cuatro guionistas, George Gallo, Michael Barrie, Jim Mulholland y Doug Richardson, firman uno de los peores guiones que he visto, repleto de chistes sin la menor gracia sobre negros y mujeres, con un sexismo y machismo que irrita – que dan vergüenza ajena como hombre, incluso- y que reflejan el vacío argumentativo que el texto tiene como historia. La película supuestamente es una comedia de enredos, pero lo cierto es que tales enredos forzados están lejos de llegar a buen puerto, al punto de llegar a un absurdo que ni entretiene ni menos hace reír. Más aún, ni como película de acciona funciona, siendo ruidosa a más no poder pero vacía sin más. En resumen, la película viene un mal congénito en el guión, realmente malo, como pocos.

Bay confunde rapidez con intensidad y se dedica a tener la cámara dando vuelta como loca, con momentos francamente en que la cámara está desenfocada y cuando la detiene para enfocar algo inteligente, simplemente no muestra nada. Porque el guión no propone nada. La fotografía de Howard Atherton no es de antología, cumple mediocremente con la estética mínima que el espectador demanda y se pierde claramente con la manía de Bay y su cómplice Jerry Bruckheimer de filmar como si estuvieran arriba de un tren bala.

Las actuaciones son patéticas, simplemente no hay el menor atisbo de química entre Martin Lawrence y Will Smith, quienes se ven como dos patanes, irritantes y cargantes polícias, con un abrumador aire a soberbia y prepotencia de que “somos geniales y te vamos a patear el trasero”, que se destila desde el primer minuto en la escena en la que intentan robarles el lujoso vehículo de Lowrey. Por lo demás, la intentona de Bay de poner a Smith como un sex simbol negro también resulta pesada y poco creíble para el personaje y para el actor, que se ridiculiza una vez más. Los personajes femeninos están reducidos a la más baja importancia actoral, Julie Mott (Téa Leoni), la estúpida testigo que es la última en enterarse que Burnett y Lowrey están jugando con ella y Theresa Brunnet (Theresa Randle) como la ruidosa pero sumisa esposa de Marcus.

En resumen, una de las peores alimañas que he visto, pesada como una vaca en brazos, sexista, ridícula. Una verdadera idiotez cinematográfica, que tuvo increíblemente una secuela, peor aún.

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Resacón en Las Vegas Resacón en Las Vegas 02-10-2019
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Efectiva y entretenida comedia de un grupo de amigos que se van a Las Vegas para realizar una despedida de solteros a uno de ellos, con el pequeño detalle de despertar prácticamente inconscientes después de una frenética noche y la ausencia del novio. Todo, a 5 horas de realizarse la boda.

El joven director Todd Phillips logra con un guión inteligente y una excelente química entre los protagonistas, presentar una historia fresca y divertida, que va de menos a más, y que logra tapar sus evidentes deficiencias en el guión con situaciones puntuales, increíbles e irrisorias, en donde apela a la simpatía del espectador para ser creíbles, y en las acertadas interpretaciones de los tres protagonistas.

Porque “The Hangover” no pasaría de ser la típica comedia de despedida de solteros -un subgénero, por lo demás, en decadencia absoluta hace años y sin puntos referenciales- de no ser porque dentro de este tipo de cine, que suele ser exageradamente grosero, soez, estúpido y machista, logra mantener un ritmo adecuado sin recurrir a los excesos. Si bien recurre una que otra vez a ello, el film no abusa de las típicas ordinarieces que uno espera encontrar en este tipo de películas, como las ventosidades (eructos, peos, etc.) ni la constante referencia a la felación o los exagerados encuadres de desnudos femeninos (que siempre se agradecen, evidentemente, cuando la trama lo amerita), ni tampoco el abuso del slapstick (golpe y porrazo). En vez de ello, la película el guión recurre a lo patético, a lo ridículo para salir adelante y, en general, lo logra.

De esta forma, hay escenas realmente divertidas como la del tigre en el hotel y su traslado a la mansión de Mike Tyson, la clase de seguridad en la comisaria y las descargas eléctricas o el jefe de la mafia china desnudo y amarrado en el maletero del vehículo. Sin embargo, a mi juicio, el entuerto de dónde está Doug se resuelve de forma demasiado simple y hasta estúpida, pudiendo haber sido de una forma incluso más irrisoria y hasta fantástica, si quieres.

Otro elemento realmente pragmático y que funciona muy bien es la construcción de los personajes principales y sus interpretaciones. Bradley Cooper es Phil, un profesor de preparatoria harto de sus alumnos, de su esposa y su hijo (quién sabe por qué, quizás por le recuerdan que no está soltero para divertirse) y el más “relajado” de todos, con una tendencia a “me vale madres” ante situaciones realmente complejas. Zach Galifianakis es Alan, el inadaptado futuro cuñado de Doug, cuyas metidas de patas serán verdaderamente antológicas para el desarrollo de la trama. Completa el trío protagónico, Ed Helms, un sumiso dentista, controlado por su histérica novia a más no poder, que termina casado con una stripper sin quiera saberlo. Los tres logran congeniar de forma bastante sólida y sirven de piedra angular para llevar la comedia a buen puerto.

En resumen, una comedia entretenida, liviana y simpática, en líneas generales, que cumple con entretener sin recurrir a lo vulgar, y en la que hasta se pueden ver algunos valores importantes, como la amistad, la auto-sinceridad y la valoración de lo que tenemos.

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La Roca La Roca 02-10-2019
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Michael Bay (“Bad Boys”, 1995; “Armageddon”, 1998; “Pearl Harbor”, 2001; “Transformers”, 2005) nos trajo a mediados de los 90s este relativamente entretenido aunque sonso film de acción en la que un microbiólogo del FBI y un ex agente de espionaje británico recluido por 30 años por Estados Unidos se convierten en la única esperanza del gobierno estadounidense para desarticular un acto terrorista que pretende obligarlos a reconocer y compensar económica y moralmente a ex combatientes y sus familias.

Michael Bay es uno de esos casos en que el éxito no es sinónimo de perspectiva y talento para contar historias. Sólo basta revisar su extensa lista de productos de acción que tienen como elemento común argumentos poco trabajados e inflados con altas dosis de violencia, personajes conservadores y fanfarrones, ideológicamente cerrados y planos, un ritmo de videoclip (literalmente, Bay inició su carrera filmando videoclips musicales), reducción del valor de la mujer como actriz al mínimo con papeles estúpidos y poco relevantes respecto a un protagonismo absoluto masculino y una emotividad barata. No obstante, dentro de todo esto, que “The Rock” tiene por cierto, este film tiene algo que la salva del desastre es el reparto protagónico y secundario; sí señoras y señores, los secundarios, que aportan decididamente. Pero hablaré de ello más adelante.

El guión de “The Rock”, como era de esperarse en una película de Bay, no tiene la importancia que sí tienen las explosiones y la violencia gráfica y toda esa parafernalia para el director, por lo que no se puede esperar que se desarrolle de forma contundente. Para empezar, tenemos un argumento bastante inverosímil en que con una facilidad increíble, un grupo de marines se toma la legendaria cárcel de Alcatraz después de asaltar un arsenal naval de armas químicas (se roban armas y nadie se preocupa por el destino de ellas) y ponen en jaque al gobierno estadounidense, aparte de tomar prisioneros. Amenazan con disparar esas armas química siendo héroes de guerra, liderados por el general Francis Hummel, pero hartos de la indiferencia y nula consideración del gobierno, exigen que el Estado los reconozca económica y moralmente. Hummel es sensato, en realidad no planea matar a nadie ni disparar misiles, pero está secundado por psicóticos que sólo quieren hacer volar la ciudad.

Siendo que este hecho es el más importante, no se explica muy bien porque se insiste tanto en presentar a los protagónicos: Goodspeed (Cage) es presentado como un ratón de laboratorio, bastante fanfarrón pero a la vez estúpido, blanco de la burla de los agentes del FBI, siendo que el mismo es parte de él. Pero lo que es peor es que se gasten inútilmente minutos en frivolidades: a quién le importa si a Goodspeed (Cage) le gustan Los Beatles, o si gastó 600 dólares en un LP del cuarteto de Liverpool porque suena mejor que el CD, menos si a su novia le viene el remordimiento moral de casarse antes de que nazca el hijo que esperan. La frase de “soy católica, tengo que tener este hijo casada” realmente es irritante y refleja un conservadurismo hipócrita, por cierto. Ya sé que he vapuleado a Nicolas Cage en más de una ocasión pero en esta oportunidad sólo diré que su participación me pareció aceptable sin más, principalmente porque se nutre de la innegable presencia de Sean Connery, si bien no se puede hablar que haya logrado una tremenda química con el veterano actor escocés.

Mason (Connery) tiene una presentación más interesante y carismática, evidentemente como un ex 007 (la teoría del James Bond) que fue encarcelado por espiar a los Estados Unidos, a quien se le ofrece un trato bastante ridículo: no porque se le ofrezca la libertad a cambio de ayudar a un equipo del SEAL a entrar a Alcatraz, sino porque crea que realmente el FBI lo va a dejar libre después de mantenerlo encarcelado 30 años, por saber demasiado, claro. Con todo, la idea de que estamos ante un James Bond veterano, disminuido físicamente pero totalmente lúcido y hábil tiene la gracia de mantenernos interesados, y honestamente es el principal aliciente para seguir el film.

Ed Harris es un buen “villano”, digo villano porque en realidad no lo es, y puede que eso defraude a más de alguno, que puede sentirse estafado. Para mí, los villanos son el presidente, su gobierno y el FBI. Hummel es un héroe de guerra pero quiere darle un lección al gobierno, en especial al presidente; le enrostra no tener la mínima deferencia con aquellos agentes especiales que ofrecen su vida por las guerras que ellos (los políticos) arman y a las que envían, como no, a otros a morir por sus propios intereses. Para la historia quedará la escena en la que el presidente cínicamente señala sentirse apesadumbrado por la situación y sin mucho deliberar decide asesinar a casi 100 personas en lugar de negociar y soltar el dinero, 100 millones de dólares, que para la Casa Blanca es “un moco de pavo” (tiene poco valor). Con todo, Ed Harris encarna a un hombre dividido por la sed de justicia y la lealtad con su país, pero que en ningún caso es asesino, prueba de ello es que desvíe el primer cohete al mar y no al objetivo, que son los ciudadanos de San Francisco.

El trío protagónico está bien respaldado por un sólido reparto secundario: por el mando “de los buenos”, el tiránico y obsesivo director del FBI Womack, interpretado por John Spencer (la serie “The West Wing”; el estirado y controlado agente Paxton, interpretado por (William Forsyhte); y por el mando de “los malos”, David Morse como el mayor Baxter, segundo al mando; y los psicóticos Capitán Frye (Gregory Sporleder) y Capitán Darrow (Tony Todd), que tiene ganas de la acción más dura. Lamentable el personaje femenino de Vanessa Marcil, como Carla, la novia de Goodspeed, que se limite a la típica mujer hueca que sólo busca casarse a como dé lugar, reducida a la típica chillona que llora y ruega que salven al héroe (¿les suena Liv Tyler en “Armageddon”, 1998?)

Del final no voy a decir más que es ridículo como pocos, con Goodspeed recibiendo de regalo de Manson, el microfilm que lo envió a la cárcel por 30 años...

En resumen, una película aceptable sin más, con algunas escenas de acción que enganchan, como la persecución de Goodspeed para cazar a Mason, destrozando la ciudad de gratis y el clímax que enfrenta a Hummel y sus subordinados en el motín, todo con la correcta música de Hans Zimmer y Nick Glennie-Smith, y que lo logra más que nada por su elenco.

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Atrápame si Puedes Atrápame si Puedes 02-10-2019
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Entretenido drama basado en la vida real de Frank Abagnale Jr., quien antes de cumplir 19 años, ya había estafado a diferentes empresas por 4 millones de dólares, haciéndose pasar por piloto aéreo, médico y abogado, principalmente a través de la falsificación de cheques, delito en el que logró un nivel de experticia tal que fue contratado al final como asesor para detectar este fraude.

Steven Spielberg deja de lado el cine de ciencia ficción de “Artificial Intelligence” (2001) y “Minority Report” (2002) para rodar la entretenida e increíble historia de este adolescente y hábil delincuente que burla al FBI en varias ocasiones, en concreto al agente Carl Hanratty, y que en términos de guión puede identificar dos esencias argumentativas. Primero, un drama íntimo, que enmarca a un “niño” de 17 años que tras la ruptura matrimonial de sus padres, busca no sólo llamar la atención de éstos estafando a cuanto se deje estafar sino inventándose vidas alternativas para tratar de llenar el vacío familiar y encontrar una identidad que a todas luces no puede encontrar por más que intenta maquillar. Segundo, y no menos importante, la aventura independiente de un adolescente que también aprovecha la libertad de ser un hijo “divorciado de sus padres” para divertirse y burlar a la autoridad. En cualquier caso, Spielberg, gracias a un buen guión de Jeff Nathanson (“Rush Hour”, 1998; “The Terminal”, 2004) logra una historia equilibrada, que en líneas generales tiene un ritmo correcto y dinámico, aunque algunos le critiquen ese afán de reducir ciertos comportamientos sociales y sus análisis al rol que juega la familia estadounidense como base de la formación de individuos responsables, íntegros y decentes. Este aspecto intrínseco en casi todas las películas de Spielberg más lo increíble que resulta que el FBI sea tan inepto de poder cazar a un adolescente defraudador, puede jugarle un poco en contra, aunque al parecer así fueron los hechos.

Con todo, Spielberg, que rara vez falla en controlar el ritmo de sus películas, tiene el tino de contar esta historia de forma agradable y manejada, con cierta nostalgia a las comedias de épocas y con una acostumbrada destacada fotografía del polaco Janusz Kaminski, quien nos sumerge en los Estados Unidos de los 60s, una época por lo demás idílica para los nostálgicos de los ideales frustrados de igualdad y justicia social y la represión política siempre presente, que ahoga esas esperanzas sociales. El trabajo de Kaminski no está completo sin el gran aporte de Jeannine Oppewall y Sarah Knowles, diseñadora y directora artística respectivamente, quienes recrean de forma bastante sólida el New York histórico citadino así como las incursiones aéreas de Abagnale en la desaparecida PANAM y sus persecuciones por aeropuertos y hoteles.

La película cuenta con un trío protagónico sólido, compuesto por un sorprendente y refrescante Leonardo Di Caprio como Frank Abagnale Jr., que comienza a participar en producciones más serias como ésta, y “Gangs of New York” (2002) y “The Aviator” (2004), ambas con Martin Scorsese; el siempre pragmático y efectivo Tom Hanks, como el agente Carl Hanratty, quien después de varios intentos por cazar a Frank, termina por simpatizar con él y hasta admirar su habilidad para engañar a empresas y corporaciones, habilidad por la que él apostará sugerir para el trabajo del FBI; y finalmente el gran Christopher Walken, en mi opinión, quien se lleva todos los elogios como el patético padre de Frank, ex veterano de la II Guerra Mundial, evasor de impuestos y empresario fracasado, cuya decadencia personal y económica sirve de modelo a seguir por su hijo, para bien o para mal.

En resumen, una película entretenida y agradable, con buenas actuaciones y un buen ritmo.

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Karate a Muerte en Bangkok Karate a Muerte en Bangkok 02-10-2019
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Debut con la Golden Harvest, y como protagonista, del mítico Bruce Lee, que lo presentó al público de Hong Kong y comenzó a cimentar su leyenda en el cine de artes marciales.

Cheng Chao-An es un joven chino que se muda a Tailandia, en donde consigue trabajo gracias a las gestiones de uno de sus primos, quien trabaja para una empresa de hielo. Cuando en un accidente laboral provocado por Cheng se descubre que los bloqueos de hielo esconden bolsas con cocaína, el dueño manda a llamar a dos primos de Cheng, y al no lograr sobornarlos, los asesina. Lo mismo ocurrirá con otros familiares y amigos de Cheng, hasta que éste decidirá enfrentarse al dueño, que todos conocen como El Gran Jefe.

Filmada en Tailandia en condiciones que los historiadores del cine califican de “infrahumanas” para un actor, debido a su bajo presupuesto, la primera gran película de Bruce Lee presenta una historia sencilla, de fácil seguimiento por el espectador y en base al principio clásico de las películas de artes marciales, en donde tenemos un tirano o criminal que a base de sobornos, golpizas y asesinatos somete a un pueblo o grupo de personas, y a los que intimida por interferir en sus planes.

Sin embargo, hay que decir que es una historia que está lejos de ser perfecta, porque el guión tiene detalles de incongruencias, como por ejemplo, lo obvio que resulta esconder droga en un bloque de hielo por su transparencia; lo fácil que Cheng se olvida de la desaparición de su primo cuando lo nombran capataz (por mucho que el director desee concentrarse en la inmadurez e ingratitud del héroe); y la dudosa bondad del director de la fábrica con sus empleados, cuando sabemos de sobra que en estas historias no es así, por mucho que sepa que no le conviene perder a sus trabajadores. Porque al final de cuentas, ésta es la clásica historia de venganza y es lo que el espectador quiere: que “el bueno” haga pagar “al malo”.

Entonces, debo decir que la historia gana simpatía por parte del espectador más que nada porque Bruce Lee la protagoniza y éste espera con ansias que el legendario artista marcial se desate. Esto no ocurrirá sino hasta los 45 minutos de metraje, cuando Lee nos regale uno que otro golpe, demostrando que está por lejos en cuanto a calidad marcial. Entre tanto, el guión, escrito por el propio Lee y Lo Wei, se excusa con que Cheng le prometió a su madre no luchar y un supuesto pasado que el tío de Cheng le pide al héroe no revelar, y que nunca se esclarece.

Con todo, la historia trata de mantenerse en pie gracias a las constantes muestras de injusticia social y jerárquica en la fábrica, los enredos de Cheng con una prostituta local y su nueva posición de poder como nuevo capataz. Lo logra, pero más que nada porque el espectador espera a Lee, nada más.

Lo mejor de la película vendrá en los últimos 20 minutos, cuando Cheng enfrentará, primero al hijo del Gran Jefe y una tropa de asesinos en la fábrica y luego en la propia casa del Gran Jefe, en donde lo enfrentará a él y sus secuaces, vengando la muerte de sus primos y amigos, en un final entretenido (la patada y el cuchillo son antológicos) y que rompe con el típico desenlace feliz para el héroe.

La película muestra falta de presupuesto en sus locaciones y decorados, transcurriendo prácticamente toda en la fábrica de bloques de hielo, pero se las arregla para mostrar el contraste entre la humilde vida de los trabajadores y la mansión de Hsiao Mi. Aun así, no deja de ser evidente que hay mediocridad en ello, ya que la creatividad tampoco se asoma a pesar de las carencias.

Puede que en este tipo de películas, el espectador suela dejar pasar las actuaciones a favor de la acción, las coreografías marciales y las ganas de ver al héroe acabar con el villano, pero lo cierto es que las actuaciones son malas, y se extraña que no haya villanos realmente malos, como deberíamos esperar, en especial el capataz interpretado por Chao Chen y Tony Liu como el hijo de El Gran Jefe, lo que hubiese sido deseable. Han Ying Chie es el Gran Jefe, que tiene poco tiempo para mostrar sus dotes marciales, que no eran pocas, ya que Chie fue un reconocido coreógrafo de artes marciales que repetiría con Lee en “Puños de Furia” (1972) y luego con Jackie Chan en “Nuevo Puño de Furia” (1976), ambas con Lo Wei en la dirección.

La música no está mal, aunque se echa de menos que tenga protagonismo, en especial en las escenas de acción. Mencionar que en algunas versiones (al menos la que yo tengo) se puede escuchar el intro del clásico “Time” de la legendaria banda de rock psicodélico Pink Floyd, del mítico álbum “Dark Side of the Moon” (1973) y “Lark’s tongue in Aspic” (1973) del también legendario grupo de rock progresivo King Crimson.

Comentar también que las grandes escenas de acciones de Lee contrastan con las pobres coreografías de los otros actores, en gran medida porque Lee tuvo la libertad de organizar sus propias coreografías, lo que aparte de su innegable técnica, nos confirma que estamos ante un film hecho para que Bruce Lee sorprendiera al mundo, y vaya que lo hizo. Lamentablemente, sacándolo a él, no pasaría de ser una película de kung fu cualquiera.

En resumen, una película que salva de ser catalogada de mediocre sólo por la presencia de Bruce Lee, quien engrandece cualquier film con sus dotes marciales y su porte escénico.

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La lista de Schindler La lista de Schindler 02-10-2019
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Brutal, conmovedora e histórica película basada en los esfuerzos del empresario nazi Oskar Schindler por salvar vidas judías en plena Segunda Guerra Mundial, archipremiada con 7 Óscar, 7 BAFTA y 3 Globos de Oro.

La cinta narra cómo el empresario nazi Oskar Schindler inicia en Cracovia, Polonia (recientemente invadida por el ejército nazi) una fábrica de artículos de cocina, y para tener mano de obra barata, acuerda con el director de un campo de concentración usar prisioneros del gueto judío de Cracovia, dependiendo de su contador, por cierto judío, Itzhak Stern. A medida que avanza la trama, Schindler se dará cuenta que su contador inicia un plan de rescate de la mayor cantidad de prisioneros judíos bajo esa excusa, y lejos de terminar con las intenciones de su ayudante, ayudará a su contador en esta labor hasta que la situación se lo permita.

Basada en la novela ¨Schindler¨s Ark¨ (1982), de Thomas Keneally, Steven Spielberg se saca de cuajo su estela de director de blockbusters y éxitos de cine convencionales, para lanzar este verdadero grito histórico cuyo impacto y conciencia despertó en su momento a un mundo que miraba el horror del holocausto como un hecho impreso en los libros de historia, advertido por algunos, negado por otros. Es que sí hay algo que caracteriza este film, es sin duda la crudeza, el apego histórico y la marca humana en el horror de la guerra, lo que la convierte en una verdadera obra maestra de más de 3 horas.

Muchos no dudaron en catalogar a Óskar Schindler como un héroe, y vaya que lo fue, en especial cuando se conoció de forma más masiva su historia a través de la película. Sin embargo, Spielberg no dudó en retratarlo de forma realista y no idealista, dejando de lado la rápida y fácil simpatía que el espectador pudiera tener por él para mostrar la transformación de la conciencia de un hombre, que comenzó aprovechándose de la situación de los judíos, prisioneros raciales, para bienestar económico propio, enriqueciéndose, hasta convertirse en el salvador de aproximadamente 1.200 judíos, cuyas generaciones han desembocado en la actualidad en más de 6.000 descendientes.

De esta forma, con una tremenda dirección narrativa, Spielberg se dedica a relatar, probablemente, la más humana de las historias de la guerra (junto con ¨La vita è bella¨, 1997, de Roberto Benigni), en la que el espectador resulta rotundamente impactado, por un parte, por el horror de la guerra, por el odio racial, la deshumanización absoluta del hombre en su afán por conquistar, liquidar y no dejar vestigios de su rival, la crueldad y la violación sistemáticas de los derechos humanos, la tortura psicológica y física, el asesinato y eliminación sistemática de un grupo racial, pero también cómo desde toda esta cadena de aberraciones, la esperanza, la solidaridad y el respeto emergen como una luz que si bien no pudo inundar la oscuridad absoluta de aquellos años, logró ser un símbolo de la superviviencia y del respeto por la vida. La película, entonces, a pesar del evidente aire depresivo que tiene, posee un mensaje esperanzador, del cuál un grupo de seres humanos logra escapar y sobrevivir.

Lejos de recurrir a lo cursi, a lo amarillista, a lo morboso, Spielberg va entregando dosis perfectas de tensión, entremezcladas con formas crudas de humillación, de violencia física y psicológica, de asesinatos y eliminación, en la cual el impacto sobre el espectador va más allá de la crudeza de la escena, generando una conmoción en él, que va más allá del grupo racial objeto de esta violencia, que algunos ¨enfermos mentales¨ han defendido, por cierto. Sí acá el punto es cómo el hombre arremete contra su par, independiente de que grupo racial sea, con el objetivo de destruirlo en todas las formas posibles. En ese sentido, esta película no es sólo un homenaje a los millones de judíos exterminados en la Segunda Guerra Mundial, sino a la humanidad completa.

La cantidad de escenas perturbadoras con las que Spielberg bombardea al público son de ascendente impacto y crudeza, muchas de ellas, por cierto verídicas, llevan a un sentimiento que paraliza, angustia y horroriza, además de generar un sentimiento de impotencia, como el niño que es expulsado por otros niños que están escondidos en un retrete lleno de excremento; los soldados que asesinan a sangre fría a un anciano manco, que según ellos, no genera producto trabajado; como el infame de Goeth se ¨divierte¨ con su rifle asesinando de forma antojadiza y aleatoria a los prisioneros que según él trabajaban lento o estaban descansando del trabajo forzado; la escenas de cientos de cadáveres transportados en carretas, apilados, quemados en los hornos nazis, las cámaras de gas, en fin, un sin de atrocidades que ni el más incrédulo podría negar y que responden a la decisión del por entonces general Dwight David “Ike” Eisenhower de grabar la masacre, porque ¨no va a faltar ¨el imbécil¨ que niegue estos acontecimientos¨, según sus propias palabras.

Pero ¨La Lista de Schindler¨ aparte de tener un gran guión de Steven Zaillian (no exento de polémicas, hay que decirlo), tiene también el mérito de contar con un elenco de actores que realmente sorprende y convence absolutamente. Los personajes protagónicos, que podríamos señalar son 3, Óskar Schindler (Liam Neeson), Itzhak Stern (Ben Kingsley) y Amon Leopold Goeth (Ralph Fiennes) son los pilares de la tensión, sin duda. Liam Neeson, que siempre ha tenido actuaciones muy convincentes y notables, no defrauda como el carismático empresario nazi, que saca provecho de su entorno, de sus contactos con nazis y judíos por igual, un ¨criminal aprovechador¨ como él mismo grita en su despedida de los judíos antes de huir. La escena final con las personas que logró salvar es realmente conmovedora y refleja como un hombre que se mantuvo prácticamente duro e incólume durante todo el film, se derrumba emocionalmente, cuando ha llegado el fin. Ben Kingsley, por su parte, es un tremendo actor (ganador del Óscar por su interpretación de Gandhi en 1982) nada que no sepamos, pero lo cierto es que en su rol como el contador judío de Schindler aporta con la seriedad y la gravedad que la situación judía tenía en aquel tiempo, además de ser el promotor de la idea original de salvar vidas bajo la pantalla de una empresa de utensilios de cocina y luego de casquillos de balas. Finalmente, Ralph Fiennes, en mi opinión se luce como el infame Amon Leopold Goeth, el sanguinario y brutal director austríaco del campo de concentración de Plaszow, cuyas atrocidades quedaron registradas en los juicios del Tribunal Supremo Nacional de Polonia, el que lo condenó a muerte tras el fin de la guerra. Fiennes se gana, de entrada, la antipatía del espectador, con el aire fanfarrón, arrogante y despectivo de un típico oficial de la SS, que va escalando dentro de la jerarquía nazi hasta convertirse en director de campo de concentración, en donde tuvo el poder de decidir sobre la vida o la muerte de miles de personas.

De la misma forma, la película, en el aspecto técnico, es una gozada, primero con el inmenso trabajo del polaco Janusz Kaminski (quien trabaja desde entonces con Spielberg) con una fotografía impecable que resalta el carácter histórico, serio y grave de la historia, destacando la escena de la niña judía con el abrigo rojo decididamente; segundo, el montaje de Michael Kahn, que tiene uno que otro ¨detallito¨ que en esta página ya han comentado, pero que de cualquier forma no afecta en la concepción de la película por parte del espectador; y la conmovedora y dramática música de John Williams, que condimenta este tremendo film.

En definitiva, una obra maestra, pilar del cine contemporáneo, que si bien tiene una que otra polémica (como ya dije), en especial a algunos cuestionamientos al guión respecto a los hechos reales y la real importancia de Emilia Schindler en la historia, simplemente cautiva.

Al respecto, y de acuerdo a una entrevista a la biógrafa de Óskar Schindler, la argentina Erika Rosenberg, los productores habrían prescindido de la importancia de Emilie Schindler, viuda del empresario alemán, quien también apoyó a su esposo en la salvación de vidas, concretamente 120 judíos que iban en un camión y cientos de mujeres judías. Según Rosenberg, deliberadamente habrían incitado a Spielberg para que en el guión se le restase importancia a la mujer y así no tener que pagarle los derechos al tener un rol más protagónico en su película, a la que sólo incluyó como sobreviviente judía en la escena final en la tumba de Schindler.

Es probable que toda esta anécdota sea verídica, tomando en cuenta la ambición de los productores, y sabiendo que el mismo Schindler estuvo en conversaciones con el legendario director austriaco Fritz Lang, para dirigir una película que de haber sido rodada hubiese tenido el título de ¨Hasta la última hora¨ y que generaría un 5% para la viuda de Schindler.

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El diario de Bridget Jones El diario de Bridget Jones 02-10-2019
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¨Comedia¨ romántica que muestra las peripecias de un treintona solterona que lucha por encontrar el amor, pero principalmente la aceptación de su futura pareja a pesar de sus manías y patética forma de ver el amor. A medida que pasa el tiempo y deambula por relaciones inestables con su jefe de editorial o un amigo de la infancia, Bridget Jones (Renée Zellweger) tendrá que decidir entre ambos.

Reconocer que esta película fue todo un éxito, en especial en el público femenino, no significa reconocer que estamos ante una gran comedia. Y es que su éxito no se basa en realidad en su supuesto rasgo cómico, sino en la representación que hace de miles de mujeres en el mundo que pasan por una crisis como de la de Bridget, con 33 años, descuidada físicamente, constantemente criticada por su inestabilidad emocional, por la carencia de una pareja estable y por su falta de tino. Porque hay que decirlo, Bridget Jones no es una mujer inteligente que tiene mala suerte en el amor, es decididamente una mujer desatinada y hasta estúpida por momentos, cuyas malas decisiones la han llevado a estar en la posición en la que está.

La película falla bastante en el guión, que deambula entre lo superficial y giros argumentativos sin sentido, absurdos, en la que tenemos, por cierto, a la solterona estereotipada: una mujer sin éxito profesional, mediocre, que no tiene grandes habilidades profesionales y menos emocionales, que suele meter la pata hasta el fondo, porque no tiene el tino de prever las consecuencias de sus actos y sólo se remite a la relación sexual sin ningún piso argumentativo. Y es que la relación que construye con Daniel Cleaver (Grant) está basada en lo anecdótico, lo cual no tendría nada de raro sino fuera porque el director se esfuerza durante el film en armar este triángulo amoroso, que nunca fue. La madre de Bridget también es la típica madre que ni soporta que su hija esté solterona y sea objeto de burla por los demás, metiéndole a la fuerza al amigo de la infancia que al principio no le agrada, pero que al final acepta porque ya está cansada de estar sola. Y por supuesto, tenemos a los amigos, entre los que no falta el gay, clásico de las mujeres solteronas, hasta que estas abandonan la soltería.

La película dice contar con escenas divertidas pero que en lo personal no me ha sacado ni la menor carcajada, pareciéndome predecible y llevándome la mano a la cara como si de vergüenza ajena se tratara. Pero el problema con esta comedia no es sólo que a uno pueda parecer le aburrida y predecible o porque no te parezca interesante por verte aludido directamente (como a muchas mujeres les sucede, sin duda) sino es la superficialidad que la relación que al final concretan Bridget Jones y el parco y rancio Mark Darcy (Firth), el antigalán de por sí, cuyo concreción se da casi por obligación, casi por inercia, por cansancio. Y en ese sentido, la idea de romance no es natural, espontanea y fresca. Demasiado forzado, decididamente. Ni hablar de la pelea entre Daniel (Grant) y Mark (Firth) entregados a una lucha de hormonas, que hasta el más machistas de los hombres haría arcadas.

La película se mueve básicamente con tres actores: Renée Zellweger, Hugh Grant y Colin Firth. Debo reconocer que Renée Zellweger está bien su papel, convence con creces si es que la idea era provocar un sentimiento patético, incluso en sus congéneres. Si ésa no era la idea, entonces, estamos mal. Grant y Firth tiene desempeños dispares: Grant, ya consagrado en las comedias románticas (sorprendió gratamente en ¨Cuatro Bodas y Un Funeral, 1994), está mejor que Firth, que está un tanto desaprovechado.

En fin, una película aburrida, predecible, superficial, que incluso no estoy seguro que convenza a las mujeres de treinta que siguen solteras y que se sienten muy identificadas con lo que a la pobre de Bridget Jones le sucede. Lo bueno es que lo que le pasa, le pasa no por tener mala suerte, sino por no ser muy brillante. De seguro, no es el caso generalizado en estas mujeres que siguen buscando el amor.

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Cuatro Bodas y un Funeral Cuatro Bodas y un Funeral 02-10-2019
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Correcta comedia británica del director Mike Newell, también conocido por dirigir posteriormente ¨Harry Potter and The Globet of Fire¨ (2005) y la adaptación de la novela de García Márquez ¨El Amor en Tiempos del Cólera¨ (2007).

Tal como lo dice su nombre, la trama está dividida en segmentos de 4 bodas y un funeral, todos vinculados por una historia de amor bastante curiosa, que se da entre un hombre y una mujer, y que se sustenta casi exclusivamente en los encuentros que tienen durante las bodas, separándose cuando no hay ceremonias.

Confesar que no soy de ver comedias románticas, un género que por general considero poco interesante, cursi y demasiado estereotipado, pero que esta ocasión debo admitir me entretuvo sin mayor miramientos.

Y en gran medida, es porque el guión es bueno y entretenido, estructurado en los eventos de boda, por lo que la acción que no está enmarcada en la boda, en realidad no tiene mayor trascendencia, ayudando sólo a contextualizar lo que sucede. Pero a pesar de ello, esos eventos, digamos ¨fuera del contexto de la boda¨ hacen que el espectador quiera saber cuándo va a ser la próxima boda y cómo se van a desarrollar los hechos, en especial, las cambiantes relaciones de pareja, que se reúnen y se separan, en donde nos muestran qué tan importante es la boda en la vida social de los ingleses, algo que ya había visto en el film ¨Much Ado About Nothing¨ (1993) dirigido por Kenneth Brannagh y basado en Shakespeare. La boda como evento social fundamental en la vida del ser humano, con todos sus pro y contras en la búsqueda del amor y la felicidad, pero con algunos momentos en que ritmo decae y es precisamente la boda la que lo ¨reactiva¨.

Dentro de este contexto de la obsesión por encontrar una pareja para casarse, no quedarse solterón y ser mal visto por el resto de la sociedad, la película nos permite detenernos en una reflexión interesante: y es que no siempre en una boda, encontraremos a ¨esa¨ persona con la cual casarnos, y no tenemos que necesariamente casarnos para ser felices. Sé que en ello coincidirán los varones y las mujeres, no, y aquí viene todo ese rollo del ¨miedo al compromiso¨, que viene desde tiempos inmemoriales, y en el cual no voy a extenderme. La frase de Charles (Grant) a Carrie (McDowell) es bastante categórica a ese respecto: “¿Aceptarías NO casarte conmigo y crees que NO casarte conmigo podría convertirse para ti en algo que durara el resto de tu vida? ¿Quieres?”

Además, la película no sólo toca temas como la obsesión por encontrar pareja para casarse, las aventuras extraconyugales, los affairs pasajeros, sino también relaciones homosexuales que se destapan en momento de altísima tensión, como es un funeral, el dolor por la pérdida del ser amado, al fin de cuentas.

Un punto fuerte de la cinta son sus actores, cada uno asumiendo de buena manera sus roles, aportando con sus manías, defectos y virtudes a la trama, en el que la pareja protagonista, si bien no muestran una química perfecta como pareja, cumple con el desafío a la imposibilidad de estar juntos. Y en ese sentido, Hugh Grant y Andie MacDowell, están correctos. En el caso de Grant, le significó la fama al ganar el BAFTA y el Globo de Oro al Mejor Actor de Comedia o Musical y a MacDowell una nominación a los BAFTA. Puede que a algunos no les termine de gustar el personaje de Carrie (MacDowell) porque la encuentran frívola, pero también hay que reconocer es una ¨vuelta de mano¨ a la libertad ¨tácita¨ y aceptada del hombre de involucrarse en relaciones pasajeras.

Los secundarios, por su lado, complementan de forma correcta el contexto interpretativo, aportando risas y reflexiones con sus conductas. Sin ellos, la película pierde mucho, porque si bien no son los protagonistas, condimentan de buena manera el contexto y dan razón de ser a la comedia. Entonces, reconocer el trabajo de los actores en su justa medida. Debo reconocer que el personaje de Rowan Atkinson, de sacerdote, no terminó por convencerme, sabiendo que Atkinson es un gran comediante, aquí se le ve muy contenido y poco cómodo. Puede ser que nunca me ha terminado de convencer el extraño humor inglés, que va entre lo simple y lo irónico, pero cuya gracia es más bien subjetiva.

A destacar también la música, compuesta por Richard Rodney Bennett y Sting, y en cuya banda sonora destaca el éxito ¨Love is all around¨ del grupo escocés Wet Wet Wet.

En definitiva, una comedia aceptable, efectiva y con buenos momentos, gracias en gran medida a su guión y actuaciones.

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Crueles Intenciones Crueles Intenciones 02-10-2019
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Buen drama psico-erótico basado en la novela ¨Amistades peligrosas¨ del escritor Choderlos de Laclos, llevada antes a la gran pantalla por el inglés Stephen Frears, en ¨Dangerous Liaisons¨ de 1988 y por el checo Milos Forman, ¨Valmont¨, un año más tarde.

La película trata básicamente sobre una apuesta que hacen dos pervertidos y perversos hermanastros adolescentes, caprichosos y millonarios, Sebastian Valmont (Phillippe) y Kathryn Merteuil (Gellar), en la cual Sebastian debe seducir y quitar la virginidad a Annette Hargrove (Whiterspoon), una popular y ejemplar estudiante, hija del director de la escuela y defensora de la virginidad pre-matrimonial. Mientras Kathryn se divierte vengándose de un rival, que por azares del destino cae a su cuidado, Sebastian poco a poco se irá enamorando de Annette, al punto de cuestionarse si se seguir o no con la apuesta.

Una película que trata diversas temáticas interesantes como el capricho sexual, el incesto y la venganza sexual, entre otras, de forma inteligente y divertida, sin dejar de mostrar cuán perversa y siniestra puede ser una persona que gusta de ver a otros humillados y destruidos. Las personalidades de Kathryn y Sebastian son, sin duda, el hilo conductor del film, en una relación pervertida, de sugerente incesto y manipulación, de egocentrismo crónico y cinismo extremo. Personas realmente detestables en su faceta real, pero ante los demás, inteligentes, educados, populares...para quienes sólo se los han topado en el pasillo.

La película, como decía, se sumerge principalmente en el capricho sexual de Sebastian, dispuesto a corromper a cuanta adolescente virgen se le cruce por delante, incluyendo a la hija de psicóloga y la rival amorosa de su hermanastra Kathryn, lo que le permitido hacerse una reputación de pervertido pero seductor ¨Don Juan¨. Pero dentro de lo fanfarrón y arrogante que es (correctamente interpretado por Ryan Phillippe), no termina por darse cuenta que es manipulado por antojo por Kathryn quien, sabiendo que el ego de Sebastian está herido ante las constantes negativas de Annette de ceder, tiene claro que ambos pueden enamorarse. Ante ello, la siniestra Kathryn, aparte de jugar constantemente con el ego de su hermanastro -incinuandosele sin parar a Phillippe, sugiriendo un amor incestuoso siempre latente- sabe que lo obligará a destruir ese amor con Annette. Entonces, parece que sin importar el resultado de la apuesta, Kathryn ya la ha ganado de antemano. No es necesario decir que Sarah Michelle Gellar es decididamente lo mejor del film, atractiva, perversa, manipuladora, intrigante, pero nunca está de más decirlo; demostrando que tiene grandes herramientas para ser villana, y de las más peores. Además, sabe divertirse a costa de Cecil (Blair) vengándose de quien le quito el amor de Court.

Reese Witherspoon, quien ¨saltó a la fama¨ con este film, no puede sacarse la estela de rubia tonta, aunque es una chica con ideales (ingenuos, quizás, pero ideales al fin de cuentas) que resiste incólume los embates amorosos del arrogante Sebastian y que lucha a diario por mantenerse fiel a su novio ausente y la posibilidad de perder la virginidad. Claramente es lo suficientemente ingenua para terminar cediendo y creer que ha sido meramente utilizada, pero en el fondo sabe que ha cambiado a Sebastian. La pregunta que asalta es ¿servirá de algo? Con todo, Witherspoon es la más baja en actuaciones.

El guión se desenvuelve bastante bien, con un buen ritmo por parte del director, a través de buenos diálogos, sin pretensiones, aunque el final no me convenció del todo y es predecible. Matar al galán es una propuesta arriesgada y se agradece, sólo que la forma no es del todo convincente, un poco cursilona y moralista, tratando de hacer que simpaticemos con Sebastian, porque al final muere por amar a Annette. El descubrimiento de la verdadera cara de Kathryn es una mezcla de justicia (un Sebastian que se va, pero se ¨lleva¨ consigo a su hermanastra) y de cinismo por parte de una comunidad escolar que la condena, cuando todos esconden ¨secretos cuestionables¨ por la misma hipócrita escuela (relaciones interraciales, homosexualidad, drogas, etc.)

Mencionar también la música, que destaca con la aparición de buenas bandas alternativas como Placebo, The Verve, Cardigans, Counting Crows y Blur, por nombrar algunos. ¨Bittersweet Symphony¨, canción con la que acaba el film, cortesía del grupo The Verve, se convirtió en un clásico instantáneo, con esos violines desgarradores.

En definitiva, un buen film, cuyo mayor mérito es tener a una tremenda Sarah Michelle Gellar como villana.

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Isi Disi - Amor a lo Bestia Isi Disi - Amor a lo Bestia 02-10-2019
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Simpática comedia metalera dirigida por Chema de la Peña (“Sud Express”, 2006; “23-F: la película”, 2011) y protagonizada por Santiago Segura y Florentino Fernández, que también contó con un pequeño papel de Joaquín Sabina, interpretándose a sí mismo.

Isi y Disi son dos amigos metaleros fanáticos de AC/DC, que viven en el tranquilo pueblo de Leganés. Un día, Isi quedará prendido cuando vea una hermosa estudiante universitaria, Vanessa, la cual es totalmente opuesta a él en cuanto a forma de ser e intereses. El pobre Isi hará de todo para que Vanessa le haga caso, sin importar meterse en más de un enredo.

Joaquín Górriz y Miguel Ángel Hernández guionizan una historia sin mayores pretensiones que parodiar de forma eficaz, debo decir, el mundo de los rockeros y metaleros, recurriendo para ello a una singular y desmedida, por momentos, cantidad de situaciones cómicas y enredos, en base a un humor escatológico, es decir, muy gamberro, que resulta simpática siempre y cuando el espectador la visione libre de prejuicios y sin un sentido crítico. Por lo tanto, aquellos que busquen un humor “inteligente” o culto, no le encontrarán la menor gracia y hasta puede que se sientan ofendidos en su inteligencia emocional.

No obstante, hay que señalar que el film no reniega en ningún momento de su naturaleza de comedia rockera/metalera, un subgénero que siempre se ha caracterizado por tener una trama sencilla aderezada con situaciones absurdas, ridículas y de mal gusto, muchas veces, y en donde el guionista tiene que tener la habilidad de equilibrar estos elementos para no conjurar un engendro insufrible. Y es que en el último tiempo, los productos de este subgénero han sido de diversa calidad, entre los que contamos “Detroit Rock City” (2000), “Little Nicky” (2000), “Escuela de Rock” (2003) y “Tenacius D, The Pick of Destiny” (2006), por nombrar algunas.

Así, tenemos a Isi y su mejor amigo Disi, habituales colaboradores del padre de Isi en el bar rockero/metalero “La Campana del Infierno”, en homenaje al clásico “Hell Bells” de AC/DC, centro neurálgico de la actividad rockera/metalera en la tranquila ciudad de Leganés. A pesar de que él y su amigo ya pasaron los 30 años hace rato, continúan viviendo una vida disipada y ligada a sus padres, en donde apoyar el negocio de bar y la comercialización de berberechos (molusco comestible muy popular en España), tener sexo promiscuo con todas las mujeres que puedan, beber hasta no poder pararse y tocar en su banda tributo a ACDC “Ratamuerta” son sus únicas preocupaciones y responsabilidades.

Ello y los problemas con la ley serán pan de cada día, hasta que Isi, acompañado de Disi, conozca a Vanessa en una entrega de berberechos en la universidad y el paradigma de Isi cambie completamente. Pensará en tomar algunas clases, cuando nunca le importaron los estudios hasta ese momento, para estar cerca de ella y hacer que ella note que él está ahí. Es así como el rudo rockero/metalero se convierte en una sombra de lo que fue debido a su creciente interés amoroso en la chica mexicana, olvidando su rutina desaliñada, el trabajo con su padre e, incluso, la preparación de su banda “Ratamuerta”.

Surge aquí uno de los elementos en los que cabe detenerse, que tiene que ver con la renuncia a una personalidad y un estilo de vida en pos de una idílica relación con una persona totalmente distinta, y que puede darse como no. Isi pasará todo el metraje contrariado por la decisión entre cambiar para que la chica le haga caso o no dejar de ser quien es, que a la postre es un tema de identidad el que está en juego. Conforme avance la trama, se dará cuenta que debe dejar de lado cualquier pensamiento reformista a su persona, y que debe hacer que la chica lo acepte tal cual. De cualquier forma, la película no ahondará en la filosofía del ser, sólo utiliza este elemento para sustentar la caracterización del protagonista, principalmente.

Hay que reconocer que la película tiene varios momentos muy cómicos, comenzando por el intento de ingresar al departamento de Vanessa y su amiga, la insoportable Debora, que termina con Isi y Disi entrando violentamente por la ventana al cortar la guardia la cuerda de la colgaban; las bromas en las que drogan al petulante pretendiente musculín de Vanessa o al profesor de teatro que intenta seducirla también; y la hilarante escena de los cocineros, que resulta tan surrealista como cómica, con los amigos metaleros de Isi pasando por chefs y sirviendo comida para perros con yumbina al padre de Vanessa y su novia, pero más aún, la escena en la que Disi queda literalmente pegado a la novia mientras tienen sexo en la cocina. Ni hablar de cuando llega la policía y los paramédicos.

Aparte de las escenas vulgares de eyaculación, otra escena de locura, que por cierto es la última de las intentonas de Isi por conquistar a Vanessa, es aquella en la que se lanza junto a Disi desde un avión en paracaídas para caer en el escenario de “La Cubierta” donde Joaquín Sabina está tocando, y en donde Vanessa y Debora están, ya que son admiradoras del cantante.

Y a propósito del final, en donde el reconocido cantautor español se interpreta a sí mismo en un breve papel, comentar que resulta acertado el final que el director le da a la aventura amorosa de Isi y Vanessa, en la que incluye al propio Sabina, y que nos evita un final cursi a más no poder, como la gran mayoría de los espectadores temía sucediera.

Santiago Segura repite como ícono gamberro metalero, como cuando irrumpió con su papel de José María en “El Día de la Bestia” (1995) y muestra tener una química bastante buena con Florentino Fernández (“Isi Disi, alto voltaje”, 2006; Saga “Torrente”, 2005-2014), mostrando un elemento común entre los rockeros/metaleros, la amistad y camaradería. Miguel Ángel Rodríguez, “El Sevilla”, líder del grupo Mojinos Escozíos (“Isi Disi, alto voltaje”, 2006) personifica a Pota, el también estrafalario baterista de “Ratamuerta” que oficia de mecánico de aviones, y Ruth Zanon (“Isi Disi, alto voltaje”, 2006) a Kuki, la única mujer del grupo, pero tan gamberra como sus amigos.

La modelo mexicana Jaydy Michel personifica a la alegre y alivianada Vanessa, y Ana Risueño (“Lucía y el sexo”, 2001) a la venenosa Debora, que luego sabremos porque rechaza tanto que su amiga se relacione con Isi, y como se debe esperar, no brillan por actuaciones notables, quizás, la Risueño un poco.

La música estuvo a cargo de Roque Baños, colaborador habitual de Santiago Segura en la Saga Torrente (1998-2014), y podemos encontrar a Ska-p con “El Gato López” y Barón Rojo con “Los rockeros van al infierno”, además de la propia banda “Ratamuerta” con el tema homónimo, los Disi Disi y su cover “Back in black”, y Joaquín Sabina con “La del pirata cojo” y “Rubia de la cuarta fila”.

En resumen, una película simpática y, en general, entretenida, que funciona al fin de cuentas por una variada cantidad de gags que sacaran carcajadas a quien esté dispuesto a pasársela bien, sin más. La evalúo con un 7.5.

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Lunas de Hiel Lunas de Hiel 01-10-2019
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Destacable thriller erótico a cargo del legendario director franco-polaco Roman Polanski (“Chinatown”, 1974).

Nigel y Fiona son un aburrido matrimonio británico que celebran su 7° aniversario en un crucero por el Mediterráneo. A bordo, conocerán a Oscar un fracasado escritor paralítico y su atractiva y sexual esposa Mimi, por quien Nigel comenzará a sentirse fuerte atraído.

Luego del éxito comercial de “Frantic” (1989) protagonizada por Harrison Ford y Emmanuelle Seigner, que sería posteriormente su esposa, Roman Polanski reincidiría en el thriller erótico con “Lunes de Fiel” (1992) con Hugh Grant, Peter Coyote y la propia Emmanuelle Seigner, en donde abordaba los alcances más perturbadores y escabrosos de las relaciones de pareja más enfermizas. El resultado sería de las propuestas cinematográficas más arriesgadas e interesantes de la carrera del realizador europeo, un destacable ejercicio narrativo descendiendo a la perversidad más seductora de las relaciones humanas cuyo mayor mérito es una interesante que nunca decae y un correctísimo manejo del ritmo y tensión narrativos por parte del director de “Rosemary’s Baby” (1968).

Inspirada en la novela homónima (1981) de Pascal Bruckner, y con guión del propio Roman Polanski, Gérard Brach y John Brownjohn, “Lunes de Fiel” (1992) sumerge al espectador en las profundidades más ocultas de esa pequeña y loca cosa llamada “amor”, a través de una verdadera disección de sentimientos humanos como el amor más puro e incondicional, el deseo y el vicio, la pasión y la rutina, la renuncia a la voluntad propia y el engaño, la depravación y la venganza. En cierta medida, es una contundente muestra del amor en todas sus facetas, desde la magia del enamoramiento y la belleza del amor, pasando por la obsesión y el engaño como variantes de un amor enfermizo hasta el traspado de los límites más perversos y perturbadores como consecuencia de la muerte del amor. Un viaje que supone traspasar etapas que pueden llevarnos a un camino sin retorno.

De hecho, la exposición de la historia es realmente efectiva, entretenida y fascinante, incluso para el espectador que no sea asiduo a los thrillers eróticos. Narrada en forma de dos líneas temporales, la actual que sitúa a los dos matrimonios opuestos conviviendo perversa e incómodamente en el crucero y la otra en la forma de flashbacks en donde Oscar le cuenta a Nigel su depravada historia de amor con Mimi, somos testigos entonces de una radiografía completa sobre los oscuros caminos del amor, siendo en la práctica la línea actual de narración incluso un viaje bastante más perverso que la historia de Oscar y Mimi, como descubrirá y aprenderá dolorosa y brutalmente Nigel en el epílogo, un clímax notable para una historia notable.

Otras de las virtudes de “Lunes de Fiel” (1992) es la construcción de los personajes y su evolución narrativa en la trama. En el caso de la primera pareja, Oscar y Mimi seremos testigos de la más interesante evolución narrativa de caracteres con él como un machista, vulgar y prácticamente pedrasta escritor estadounidense afincado en París y ella como una muy joven ingenua y frágil que queda prendida por la labia y el mundo que el maduro conquistador ostenta al cortejarla. Sin embargo, conforme avanza la trama, él dejará de lado todo el idilio romántico para terminar por cansarse de la fragilidad y dependencia que la chica va desarrollando hacia él, aparte de sentir aversión por la obsesión que la bella parisina finalmente desarrolla, que la lleva a renunciar a su propia voluntad. Este proceso de anulación personal será asumido por Oscar de una forma egoísta y cruel al punto de humillar a su pareja de las formas más impresentables como seducir a otras delante de ella, despreciarla en público y más aún obligándola a abortar el hijo que esperan.

La escena en la que la engaña y deja abandonada en el avión después de proponerle un viaje de reconciliación es una de las bajas que veremos a lo largo de la trama. Sin embargo, lejos de detenerse en ella, veremos como se cambian los roles de dominación y manipulación luego del accidente de Oscar y su posterior fractura vertebral, cuando él termine siendo humillado una y otra vez por una Mimi que ha dejado de ser inocente y frágil convirtiéndose en una despampanante femme fatale que no perderá oportunidad para devolverle a Oscar cada una de las humillaciones y vejación que éste le hizo. Más aún, la enfermiza relación tendrá en el matrimonio de la pareja el epítome de la depravación (aquel sentimiento tan cercano al amor) con dos seres humanos que se necesitan mutuamente para vivir su tortuosa existencia e incluso extenderla a terceras personas.

Este punto nos llevará a la segunda pareja, Nigel y Fiona, un matrimonio británico aburrido y sostenido por la resignación a la rutina y la apariencia social. Nigel es el típico hombre inmerso en un matrimonio tan molestamente perfecto que se siente muy cómodo en la rutina y que sabe disfrutar sin problemas unas vacaciones al más puro estilo burgués. Nigel resulta ser reprimido porque le es más cómodo vivir su vida así, pero acepta escuchar la historia de amor de Oscar y Mimi porque se siente absolutamente atraído por la francesa. Su mujer, Fiona, en tanto, no tiene una actitud diferente sobre la supuesta perfección de su matrimonio, pero como veremos más adelante es una mujer reprimida principalmente por las actitudes de su esposo y encontrará la liberación final a esa represión de la forma más desinhibida y menos esperada para Nigel. En ese sentido, que Oscar y Mimi se crucen en sus vidas generará un terremoto emocional del cual saldrán dolorosa y brutalmente heridos.

El juego que Oscar establecerá con Nigel, en cierta medida, es el mismo juego que el director de “The Pianist” (2002) construirá con el espectador. De esta forma, así como Oscar le enrostrará a Nigel una evidente y falsa actitud de correctitud, bastante más cercana a la hipocresía y mojagatería, Polanski también pretende remover la conciencia de los espectadores y cuestionarle si vive realmente sus relaciones de pareja con la misma autencidad e intensidad que la viven Oscar y Mimi, con todo lo que ello conlleva. Es más, el clímax es definitivamente una declaración resumida de principios del film que Polanski expone como los derroteros impensados que las relaciones de pareja pueden tomar y también cómo la acumulación de sensaciones no liberadas puede convertirse en una karma o vorágine que puede traernos interesentes, aunque dolorosas lecciones.

El director de “Le Locataire” (1976) no sólo basará la eficacia de “Lunes de Fiel” (1992) en una narrativa dinámica y bastante bien dosificada, sino también en el aspecto visual gracias al gran trabajo del legendario fotógrafo Tonino Delli Colli (“El Nombre de la Rosa”, 1986; “La Vida es Bella”, 1997) quien da cuenta de su enorme capacidad por captar la intensidad emocional de los personajes, desde la simpleza y belleza del embelesamiento con alguien (Mimi, que prácticamente flota como un ángel en las escenas en las que Oscar la corteja) como reflejo de la idealización del amor, hasta los sombríos flashbacks de la continua decadencia y perversión que la relación de ambos va abordando a lo largo del metraje (Oscar, bajando la vista mientras ve y escucha cómo Mimi tiene sexo con el bailarín negro que llevó a su departamento).

“Lunes de Fiel (1992) cuenta con un reparto protagónico sólido e interesante, sin embargo, si hay una química realmente destacable en el film ésa es indudablemente la de Peter Coyote (“E.T.”, 1982) y Emmanuelle Seigner. En la que es probablemente su más memorable y recordada actuación, Coyote interpretando a Oscar realiza uno de los viajes al infierno más recordados del cine europeo de la última década del siglo pasado, siendo su vida el epítome del exceso y desenfreno en la noche parisina, pero también la conclusión de un karma de aquellos. Por otra parte, Seigner (“The Ninth Gate”, 1999) se echa literalmente encima gran parte del film con la que es, en mi opinión, la interpretación de su carrera: bella y deseable, ingenua y perversa, piadosa y despiadada. La esposa de Polanski demuestra tener no sólo la actitud de la juventud, sino también las capacidades interpretativas para generar atracción y temor al mismo tiempo, como una de las femme fatale más recordadas del cine europeo en el último tiempo.

Hugh Grant (“The Remains of the Day”, 1993; “Notting Hill”, 1999) y Kristin Scott Thomas (“Ricardo III”, 1995), por su parte, interpretan correctamente al matrimonio “perfecto” de Nigel y Fiona, siendo la primera de sus colaboraciones juntos, ya que sólo dos años después reincidirían en “Four Weedings and a Funeral” (1994) de Mike Newell. Grant, que se forjaría una carrera en comedias y dramas románticos a partir de este film, interpreta a un satisfecho y confiado hombre de mediana edad que cree estar manejando a la perfección la relación con su esposa Fiona, sin saber que caerá en la tentación que Oscar y Mimí le propone, y más aún la sorpresiva conducta de su esposa. En tanto, Thomas experimenta la evolución de la esposa insatisfecha y sumisa a una desinhibida y valiente mujer que se atreve a experimentar lo prohibido.

Polanski encargaría al legendario músico griego Vangelis la partitura incidental de “Lunes de Fiel” (1992), quien aporta con una banda sonora impecable cuyo espíritu new age resume el aventurado estilo narrativo que el director franco-polaco asume para el relato. Atemporal y enigmática, los acordes del pianista se asimilan a los recovecos más intimistas de la historia de amor de Oscar y Mimí.

En resumen, una cruda, bestial y notable radiografía al amor de pareja, desde sus más tiernos e idealistas orígenes hasta la destrucción más total del amor y su desviación a los caminos más perversos de la venganza. Una de las películas más intimistas de Polanski en donde juega con total impunidad con la capacidad del espectador de aceptar las reglas del juego del amor, sin medias tintas. La evalúo con un 8.5.


Enemigos Públicos Enemigos Públicos 18-09-2019
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Desabrido film negro de Michael Mann (“Manhunter”, 1986; “El último mohicano”, 1992; “Heat”, 1995; “The Insider”, 1999) que reúne a los carismáticos Johnny Depp y Christian Bale.

Ambientada en el corto pero intenso período comprendido entre mayo de 1933 y julio de 1934, la cinta se concentra en el hipermitificado delincuente John Dillinger, quien puso de cabeza al FBI por esos años, este último incapaz de anticiparse y capturarlo en los innumerables robos a bancos que perpetró, principalmente por su habilidad para escapar.

John Dillinger fue un asaltante de bancos del Estados Unidos de a inicios de los 30s, que se convertiría en un ícono popular de su país, principalmente por sus procedimientos como atracador, que incluían la casi ausencia de víctimas civiles y la habilidad para engañar a la policía, paseándose por delante de ella sin que advirtiera su presencia, y por sus audaces fugas de la cárcel.

Gran parte de la fama de Dillinger se debió a la forma en que el FBI abordó su figura, cuyo jefe J. Edgar Hoover, conocedor del poder de los medios, no escatimó en esfuerzos para que la opinión pública conociera a Dillinger y le idolotrara y así hacer caer al hampón por su ego, sin saber que la mayor parte de la población sentía cierta simpatía por el delincuente, principalmente porque Dillinger detestaba robar a los civiles y porque la gente sentía desprecio por los bancos, cuya quiebra, en plena Depresión Económica 1929-1932, hizo que perdieran los ahorros de su vida.

La vertiginosa última etapa de la vida delictual de John Dillinger (la llamada “Era de los enemigos públicos”, 1931-1935) resulta bastante interesante de por sí para llevarla a la pantalla, sobre todo, en un momento en que el cine negro se encuentra de capa caída. Sin embargo, Michael Mann, un director que sigue sin convencerme del todo (salvo por “Heat”, 1995, y más que nada por Al Pacino y Robert De Niro juntos), se equivoca al abordar esta inigualable material para hacer cine, logrando una película que tiene una factura indiscutible, pero realmente fría, distante y poco ambiciosa, que en ningún caso logra siquiera acercarse a clásicos del subgénero como “El Padrino” (1971), “Cara Cortada” (1983), “Goodfellas” (1990) o “Perros de Reserva” (1992), por nombrar algunos.

Uno de los grandes problemas del guión firmado por el propio Michael Mann, Ronan Bennett y Ann Biderman, es la construcción de la relación entre John Dillinger y el agente del FBI Melvin Purvis. La relación persecutor-perseguido que Mann retrata debe ser una de las menos carismáticas y profundas que se han visto en el celuloide, y prueba de ello es la falta de escenas que los vinculen psicológica y físicamente (a recordar sólo la escena en que Purvis se asegura que Dillinger está en su celda y su breve diálogo).

Mann desperdicia la oportunidad de hacer que dos de los mejores actores de su generación, Depp y Bale, establezcan un duelo interpretativo, que de seguro, con otro guión, hubiesen podido entablar. En su lugar, tenemos un tratamiento mitificador al personaje de Depp, que era lo esperable, pero un tratamiento sonso y desabrido de Purvis, graficado como un mero pelele de Hoover y hasta con menos carisma que el agente Winstead, que en la escena final adquiere mayor presencia como personaje cuando visita a Billie Frechette. Por otra parte, si su intento era impersonalizar al antagonista de Dillinger y apostar al FBI como personaje tampoco funciona dado que la agencia policial, por más que Mann quisiera retratarla como un aparato mediático del poder, no es retratada como esperaría, de tal forma que la aborda de forma bastante superficial.

Otro elemento que le juega en contra al guión son los diálogos. Vacíos, superfluos y poco interesantes, no ayudan mucho a apalear la longitud del film y no ayudan tampoco a que el público pueda descubrir y empatizar con los protagonistas. Específicamente, el intento de diálogo entre Dillinger y Purvis y más los diálogos de Dillinger y Billie son muy malos, y hacen que esta última, la historia de amor de ambos, no resulte siquiera interesante y termine por ser anecdótica, cuando al final se presenta como decisiva en el destino de ambos.

Johnny Depp cumple pero no encandila ni por si acaso, pero no es por la falta de habilidad del actor de la “Saga Pirates del Caribe” (2003-2011) de personificar sino porque Mann resulta poco hábil para construir a Dillinger, graficado en sus pobres diálogos y la relación poco carismática con Purvis. Otro que está totalmente desaprovechado es Christian Bale, cuyo personaje de Melvin Purvis es una caricatura del agente de FBI marioneta del Estado. Ni siquiera tenemos a un Purvis obsesionado con atrapar a Dillinger, pareciera que el agente de FBI sólo realizara su trabajo y la captura de Dillinger sólo fuese una más, quizás más compleja que las demás, pero una captura más. La bella actriz francesa Marion Cotillard (ganadora del Óscar a la mejor actriz por “La vida en rosa”, 2007; “Inception”, 2010; “Dark Knight rises”, 2012) es quizás la única que sorprende interpretando a Billie Frechette, la amante de Dillinger, que se sacrifica por él en más de una ocasión. Channing Tatum como Pretty Boy Floyd, Stephen Dorff como Homer Van Meter, Jason Clarke como John Red Hamilton, Stephen Graham como Baby Face Nelson, por “el lado de los malos”, y Richard Short como el agente Samuel P. Cowley, Stephen Lang como el agente Charles Winstead y Billy Crudup como el jefe del FBI J. Edgar Hoover, por “el lado de los buenos”, completan un buen reparto secundario.

Por otro lado, hay que reconocerle a Mann su habilidad para recrear el Chicago de los 30s. En entrevistas, el director comentó que no deseaba hacer una película de época, sino un film en el que el espectador sintiera estar viviendo en vivo y en directo los atracos y las balaceras entre Dillinger y su gente y el FBI.

Se nota el trabajo del italiano Dante Spinotti en fotografía (“Heat”, 1995; “L.A. Confidential”, 1997) colaborador de Mann en prácticamente todas sus últimas producciones, demostrando que tiene habilidad para captar escenarios delictivos, si bien la película no tiene una fotografía clásica de film noir. Decididamente, las escenas de acción están bastante bien filmadas y es una confirmación de que la película técnicamente está lograda, en especial las escenas de enfrentamiento entre hampones y policías en las afuera de los bancos y la escena del bosque, con música correcta de Elliot Goldenthal (“Entrevista con el vampiro”, 1994; “Heat”, 1995; “Frida” 2002, con la que ganó el Óscar; “Across the Universe”, 2007). No obstante, no es suficiente para dar el visto bueno a una película que tenía todo para convertirse en un clásico moderno de gangsters y sólo se queda en un intento desaprovechado.

En resumen, una lástima que Michael Mann no logre equilibrio, una vez más, con esta propuesta de cine negro que siempre se agradece en una época en que no se realizan producciones de este tipo. Lamentablemente, el film pasa sin pena ni gloria y constituye un ejemplo más que mayor presupuesto no es sinónimo de película sólida.

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El Acorazado Potemkin El Acorazado Potemkin 18-09-2019
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Clásico indiscutido del cine mudo a cargo del cineasta ruso Sergei Eisenstein, considerada por muchos como uno de los films propagandísticos más impactantes de la historia y hasta 1958, la mejor película de todos los tiempos, en la Exposición General de Bruselas (1958).

Ambientada en hechos reales, en la última semana de junio de 1905, la tripulación del acorazado ruso Potemkin decide revelarse ante los oficiales del barco por malos tratos y por verse obligada a comer comida podrida. Después de que los marinos tomen posesión del barco y reciban ayuda de la ciudad de Odesa, las tropas zaristas abrirán fuego contra la población civil en respuesta a la sublevación del proletariado ruso ante la corona rusa.

Hacia 1924, Eisenstein recibe por encargo del nuevo gobierno ruso, la misión de filmar una película que conmemore los 20 años del fallido intento revolucionario de 1905, en el que la tripulación del Acorazado Potemkin, decidió sublevarse. La idea de Eisenstein era llevar a la pantalla no sólo este hecho sino también la guerra con Japón hasta llegar a la exitosa revolución de 1917. El director había tenido muchas dificultades climatológicas en Leningrado y en Odesa, en donde tenía planeado filmar unas escenas, decidió finalmente abandonar tan pretenciosa empresa y concentrarse sólo en el incidente de Odesa.

Dividida en 5 actos, la película fue definida por el propio director como una unidad orgánica, en la que cada una de sus partes funciona a un nivel superior de lectura, como una generalidad. Como en muchos casos propagandísticos, un hecho fallido pero fuertemente heroico es utilizado como bandera de lucha para despertar la conciencia patriótica del pueblo, la magnificación de un hecho detrás del cual está el pueblo y las causas colectivas intrínsecas de lo que el pueblo considera un acto de justicia, que finalmente no llegó a buen puerto por la intromisión del poder y el abuso.

Y es que “El Acorazado Potemkin” recurre al simbolismo y la metáfora de sus legendarias escenas para mantenerse sólidamente en pie ante el paso del tiempo y los hechos. Porque claramente es un producto de su época y hoy en día para el neófito no pasaría de ser una película dramática de un hecho histórico, pero el film denuncia una realidad que sigue tan presente como entonces, la opresión y la injusticia sociales y el movimiento de las masas para luchar por esa casi utópica justicia social.

Cabe detenerse en esas imágenes, que han pasado a la historia por su crudeza y realismo, además de evidentemente por su simbolismo.

En primer lugar, tenemos la carne agusanada, que termina siendo la gota que rebalsa el vaso para los marineros y la excusa para detener el abuso. La carne podrida y su repulsión simbolizan, por un lado, el grito de dignidad del pueblo ante la desequilibrada repartición de bienes y recursos, a quienes los altos oficiales obligan comer las sobras y la comida descompuesta; y, por otro lado, la repulsión que el régimen zarista genera en el pueblo ruso llano, con su indolencia y su indiferencia a su pobreza.

En segundo lugar, tenemos la escena en la que un grupo de marinos son condenados por el capitán del barco a morir fusilados por negarse a comer la carne podrida, para lo cual son cubiertos con una lona blanca. El color blanco evidentemente simboliza la inocencia, que el capitán está dispuesto a matar a un grupo de hombres simplemente porque se niegan a comer comida en indignas condiciones, y el hecho que los cubra con la lona se refiere a la cobardía de no mirarlos a los ojos al momento de ejecutar la sentencia.

En tercer lugar, tenemos la escena del líder de la rebelión que termina muerto colgado de un gancho del barco, con los brazos abiertos. La imagen muestra un hombre colgando en su propia muerte, como si tuviera la suficiente dignidad para no caer al agua y perderse en el fondo del mar y por ende en el olvido. Por el contrario, su cuerpo es rescatado y llevado a Odesa, en donde recibe el respeto del pueblo, convirtiéndose en un mártir para la causa colectiva.

En cuarto lugar, la legendaria escena de la escalera en Odesa, que tantas veces ha sido homenajeada por Francis Ford Coppola, Brian de Palma y Woody Allen, regala dos momentos visualmente brutales. El primero de ellos realmente impactante, en mi opinión, la imagen más fuerte del film, muestra cómo una madre intenta recoger a su hijo que ha caído pisoteado por la turba que escapa de las implacables hordas zaristas y su lluvia de plomo, y una vez que lo ha logrado, decide enfrentar a los asesinos, cargando a su hijo moribundo en los brazos. La mujer enrostra a los soldados el hecho de volcarse hacia su propio pueblo y termina siendo fusilada por éstos, en un ejemplo de simbolismo altamente dramático. Una escena más bien cruda y que no usa el simbolismo para impactar, sino la contundencia de su propia existencia. Poco después, viene la también famosa escena del coche del bebe cuya madre deja caer por las escaleras al ser alcanzada por las balas, y que refleja la exposición de los inocentes a la injusticia social.

Ambas escenas reflejan, además, la dicotomía de movimientos, contrastando el movimiento caótico de la masa escapando de su destino con el movimiento uniforme y rítmico de los soldados bajando las escaleras y el movimiento pausado pero expectante del coche bajando la escalera hacia un destino incierto, la salvación o la condena. En cuestiones técnicas, tal escena dura 6 minutos y Eisenstein utiliza 165 planos para retratarla, destacando además el travelling de la cámara que acompaña la impetuosa e implacable marcha de los soldados.

Y en quinto lugar, aparecerá la escena en la que el Acorazado Potemkin debe enfrentar a la armada rusa, preparándose para lo que de seguro es una muerte instantánea. La escena refleja la determinación y convicción del pueblo ruso por cambiar su presente y destino así como su valentía para luchar por el cambio, y la negativa de la armada de atacar al Potemkin es el reflejo del entendimiento de los otros estratos que deben unirse a la causa por el bienestar general del pueblo y que el enemigo está en realidad en el poder. asimismo, se consolida aquí el concepto de héroe colectivo, lo que sin duda define un film en el que importa más el acto que quienes lo protagonizan, de ahí que el film no tenga estrellas protagónicas.

En consecuencia, el film puede resumirse en una sólida e impactante colección de imágenes y he ahí su mayor mérito. Sin embargo, dado su carácter propagandístico, Eisenstein se tomó varias licencias respecto a los hechos verídicos, como por ejemplo, la mencionada escena de la escalera nunca ocurrió y fue decisión del director hacerla; o el hecho de que el Acorazado Potemkin, tras superar las filas de la Armada Rusa que se niegan a disparar con él, haya terminado en el Puerto de Constanza, en Rumania, que fue entregado a las autoridades rumanas y luego devuelto al gobierno zaristas de entonces.

El film fue estrenado el 21 de diciembre de 1925 en el Teatro Bolshói, con música de Edmund Meisel, y según palabras del propio Eisenstein, la película terminó de ser montada horas antes de su premier. Debido a su evidente carácter subversivo, fue prohibido durante años en gran parte de las potencias mundiales, para recién ser divulgada bastante después del término de la II Guerra Mundial.

En definitiva, una película fundamental en la historia del cine, no sólo por su carácter publicitario, sino también por su alto contenido simbólico y directo, y por el concepto artístico de su director tanto en lo técnico como en lo narrativo.

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Ratatouille Ratatouille 18-09-2019
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Entretenido film de Pixar que cuenta la historia de una rata parisina que sueña con ser chef, siendo atrapada por accidente por un aturdido y poco brillante ayudante de cocina que llega al otrora mejor restaurante de Francia, Gusteau’s, el fallecido chef francés estrella que se atrevió a señalar que cualquier podría cocinar si se lo propusiera.

Una película original que combina de forma efectiva entretención, creatividad y entrega de valores, además de centrarse en su campo al que no pocos se sienten atraídos: la cocina. El mundo de la cocina, con sus acaloradas cocinas e histéricos y competitivos chefs, la lucha de egos versus el trabajo en equipo, o la marcada jerarquización que maltrata al más bajo de la escala y eleva para dejar caer al piso al más pequeño error al iluminado de turno, es perfectamente retratado en esta película, que escoge al menos pensado de los animales como protagonista: una rata, lo que nos lleva a los personajes.

Rémy, nuestro protagonista es definitivamente un bicho raro, incluso para su familia y su especie. Es una rata que tiene la habilidad de identificar los ingredientes de lo que come con una exactitud que nadie tiene, lo que le permite crear y recrear recetas. Está cansado de vivir comiendo porquerías, comida en mal estado, sin llegar a humanizarse. Lo de él es un gusto por lo delicioso, por probar nuevos sabores que lo transporten a otro estado de satisfacción al comer. Sus congéneres no lo entienden, a pesar de que gracias a él, su hermano se salvó de comer comida envenenada. Su buen gusto lo lleva a preparar platillos que los humanos no pueden resistir, que tienen un carácter gourmet y que responderían sólo a un genio de la cocina. Felicitaciones al guionista por atreverse a poner de protagonista a un animal que siempre ha sido considerado sucio, asqueroso, transportador de enfermedades y enemigo clásico de los cocineros y chefs, y presentarlo como un creador con sueños que cumplir.

Por otro lado, tenemos al despistado Linguini, un personaje no del todo agradable para mí, que sin embargo es la otra parte del binomio protagónico, que saca provecho del descubrimiento de este talentoso roedor para poder sortear los constantes ataques del irascible y tiránico top chef Skinner, quien lo quiere definitivamente fuera. No culpo a Skinner: Linguini es torpe, irritante y, algo que Skinner no sabe hasta bien entrada la trama, es un aprovechador. Sin embargo, es necesario contar con un personaje como éste, para justiciar obviamente la presencia de Rémy en la cocina, rindiendo cuentas de su innegable talento para dejar a Linguini como el increíble creador de los nuevos platillos de Gusteau’s.

Skinner, un personaje decididamente notable, se alza como el villano perfecto. Neurótico, tiránico, maquiavélico, Skinner, retratado como si fuese un verdadero “Napoleón culinario”, en físico y carácter, es quien equilibra las fuerzas de bien y mal con Rémy, en una lucha que se extenderá prácticamente en toda la película, más allá de la salida de Skinner del restaurante y su regreso vengativo. El petulante crítico culinario Mr. Ego complementa la función de Skinner de poner en constante desafío no a Linguini, sino a Rémy, en la búsqueda de nuevas propuestas culinarias que renueven el interés de la gente por el otrora 5 estrellas Gusteau. En consecuencia, los villanos son los que “la llevan” en la película, en donde la ruda Colette y el fantasma de Gusteau, cual Pepe Grillo con Pinocho, también aportan con lo suyo.

En el aspecto técnico, la película cuenta con una animación realmente lograda, recreando al mínimo detalle la magia arquitectónica y ambiental de París así como el ambiente de la cocina, en donde se puede con lujo de detalles la infraestructura y equipamiento de cocina. La riqueza en el uso de colores, luz y sombra, reflejan un trabajo altamente profesional, que es digno de representar un historia como ésta.

El músico estadounidense de origen italiano Michael Giacchino, ganador del Óscar y el Grammy a la mejor banda sonora por su maravillosa obra en “Up” (2009), adereza o condimenta –como nunca suena bien decirlo así- con una gran banda sonora, en especial con el histrionismo que supone cocinar, como lo hace Rémy.

En definitiva, una película totalmente recomendable y disfrutable, que entrega valores como la confianza en sí mismo y la lealtad, que no en vano le significó quedarse con el Óscar a la mejor película animada de 2007. Un 8.5.

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Los Cuentos de Canterbury Los Cuentos de Canterbury 18-09-2019
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El polémico director italiano Pier Paolo Passolini (“Pocilga”, 1969; “El Decamerón”, 1971; “Saló o los 120 días de Sodoma”, 1975) trae esta versión bastante más sexualizada de los míticos “Cuentos de Canterbury”, escritos por Geoffrey Chaucer a fines del siglo XIV, que fue acreedora del Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín.

Un grupo de peregrinos que se dirige a la Catedral de Canterbury en una procesión religiosa, decide relatar algunos relatos costumbristas de la Inglaterra medieval, en un intento por hacer más llevadoras las fatigosas jornadas de caminata y las largas noches de descanso.

“Tales of Canterbury” (1380-1400) es considerada una de las obras más importantes de la literatura inglesa, y probablemente la más importante del Medievo en Inglaterra. Escritos en inglés medio, en prosa y en versos, los cuentos son narrados durante la peregrinación que un grupo de fieles realiza desde Southwark a Canterbury, y están en la tradición de “El Libro del Buen Amor” de Arcipreste de Hita o “El Decamerón” de Bocaccio, del que los estudiosos advierten Chaucer tomó como inspiración para su obra. No obstante, la diferencia mayor entre el trabajo de Bocaccio y Chaucer radica en la caracterización de los personajes, que abordan prácticamente todos los niveles sociales de la época, a diferencia de “El Decamerón” en que los protagonistas con todos jóvenes y de clase social alta)

Fiel a su estilo liberalista y hedonista, Passolini presenta un universo, en este caso, medieval que aboga por lo burdo del período histórico en cuestión, asestando un verdadero golpe al idealismo que los románticos han hecho del Medievo, una época rica en enfermedades, pobreza y deseperados intentos de supervivencia, en donde a la gente no le queda otra más que resignarse a tratar de disfrutar las bondades de la vida, el alcohol, la fiesta y la sexualidad, siempre en la clandestinidad y bajo el amparo de la hipocrecía y presión de la Iglesia, que condena la sexualidad como placer pero que oculta la pedofilia y la homosexualidad bajo sus polleras.

De esta forma, Passolini va presenta los cuentos, comenzando por la historia del mercader ciego, cuya joven y hermosa esposa aprovecha su espontánea ceguera (inducida por los dioses) para estar con su joven amante. La segunda historia muestra como el Diablo logra hacer que la Inquisición castigue a dos jóvenes homosexuales que son chantajeados y que no tienen dinero para pagar la extorsión. La tercera historia, ambientada en Oxford, muestra a un haragan pero empedernido farrero, Perkin, que intenta buscar trabajo pero se mete en más de algún trabajo. En la cuarta historia, dos jóvenes logran seducir a la esposa de un ingenuo carpintero, haciéndole creer que son enviados celestiales para anunciar un nuevo diluvio. La quinta historia, ambientada en Bath, muestra como una partera viuda logra casarse con un estudiante al que desea, pero la felicidad le termina siendo efímera. La sexta historia, que se desarrolla en Cambridge, muestra como dos estudiantes enviados a moler trigo, aprovechan el sueño pesado del molinero y tiene sexo con la esposa e hija de éste. La séptima historia muestra como tres estudiantes que se encuentran un tesoro, terminan matándose por quedarse con él, después de encontrarse con un extraño anciano en el camino. Finalmente, la octava historia, muestra cómo un monje que intenta aprovecharse de un moribundo, recibe la visita de un ángel que le enseña los horribles castigos que le esperan en el infierno a los que tergiversan el mensaje de Cristo.

Como se observa, el tema recurrente en los cuentos adaptados por Passolini es la sexualidad, una que pretende ser naturista y libre en el lenguaje narrativo del director italiano, sin olvidar que es velada, por el contexto histórico y social, para hombres y mujeres de diferentes estratos sociales (mercaderes, estudiantes, monjes), de distintas edades (jóvenes, adultos y ancianos). Al igual que la muerte, la sexualidad es un elemento que traspasa las características socio-económicas de las personas y no hace distinción tampoco en términos de edad y género, incluso.

Sin embargo, ajeno a la posible intención de Chaucer de ahondar en la moralidad de los personajes, Passolini en ningún caso pretende moralizar y cuestionar el comportamiento lujurioso de la gran mayoría de los personajes que presenta, por el contrario, el director italiano muestra tener una visión muy simplista y empática con la naturaleza sexual del hombre, y enseña sin tapujos el doble estándar de una Iglesia que condena la liviana moral de sus feligreses pero que práctica aberraciones como la pedofilia, y reniega de la homosexualidad.

En el aspecto técnico, destacar la doble perspectiva que Passolini tiene del entorno en que se desarrolla la acción, desde la cámara filmando amplios espacios a campo abierto, para mostrar la inmensidad del entorno y la pequeñez del ser humano, y en mayor grado, los encuadres ajustados de los decorados y locaciones internas, en donde hace homenaje a esa perspectiva apretada de la vida medieval, en donde las personas tienen muy poca diferencia en tamaño respecto al espacio, como si lo inundaran con su presencia, siendo el centro absoluto de la acción.

La película cuenta con un buen reparto, en el que destacan el actor galés ganador del Óscar al Mejor Actor de Reparto, Hugh Griffith (“Ben-Hur”, 1959; “El Abominable Dr. Phibes”, 1971) como el mercader que queda ciego en la primera historia; la italiana Laura Betti (“La Dolce Vita”, 1960; “1900”, 1996), la viuda partera de la quinta historia; y Ninetto Davoli, asiduo colaborador de Passolini (“Teorema”, 1968; “Pocilga”, 1969; “El Decamerón”, 1971), como Perkin, en la tercera historia. El mismo Passolini hace un cameo como Chaucer.

Por otra parte, resaltar el acierto de Passolini de trasladar la filmación a locaciones medievales reales, como la Iglesia de Saint Thomas Becket en Fairfield, Kent; la Battle Abbey, en East Sussex; y la Catedral de Wells en Somerset, además de la mismísima Canterbury, Hastings y Warwick. La escena final del infierno fue filmada en las faldas del Monte Etna, en Sicilia.

En resumen, una película interesante, con algunos momentos flojos y algo repetitivos en el desarrollo de las historias que tienen como núcleo el sexo, pero claramente estamos en presencia de un film que logra una visión naturista y poco normativa del Medievo. La evalúo con un 7.5.

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