Ficha Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia)

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Críticas de Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia) (1)


mahotsukai

  • 2 Oct 2019

7



Interesante pero sobrevalorado film del nuevo “Rey Midas” de Hollywood, Alejandro González Iñarritu (“Amores perros”, 2000; “21 gramos”, 2003; “Babel”, 2006; “Biutiful”, 2010”, “El Renacido”, 2015) a modo de crítica, bastante personalista, de la industria cinematográfica.

Riggan Thomson es un actor de teatro que intenta regresar en grande al espectáculo, después de interpretar exitosamente al súperheroe Birdman en una serie de películas. Para ello, se ha empecinado en llevar a las tablas la obra “De lo que hablamos cuando hablamos de amor” de Raymond Carver, en la debe lidiar con un actor de reemplazo intratable, una hija rebelde que le enrostra lo mal padre que parece haber sido y un alterego que le recrimina una y otra vez qué la inspiración para salir adelante está en buscar en su gloria pasada.

González Iñarritu se viste de “maestro de ceremonias” para darnos una lección crítica de lo que él cree es la decadencia del cine en nuestros días, tomando como ejemplo, los altibajos emocionales y existenciales de un actor que triunfó en este tipo de cine comercial y que pasado ya “su cuarto de hora de gloria”, se consume física, psicológica y moralmente respecto a las decisiones profesionales del pasado y el presente. No se necesita ser un genio para darse cuenta que es una referencia directa a la guerra de Marvel y DC Comics y sus archirecontratrillados “súperheroes”.

¿Tiene razón González Iñarritu? Claro que sí, vivimos una época en la que estamos bombardeados de forma brutal y despiadada de chatarra cinematográfica barata, llena de explosiones y fuegos artíficiales, que tienen poco que hacernos pensar y reflexionar. La banalización en extremis del cine como forma de arte humana es reflejo de este tipo de manifestación totalmente vacía, que se “come” tanto al que realiza este tipo de cine como el que lo consume. El primero está dispuesto a rebajar su calidad de artista a una minima expresión y el segundo está dispuesto a consumirlo, sabiendo que es puro aire como las palomitas de maíz que compramos en el cine.

El guión –escrito por el propio director y tres colaboradores- ahondará en un drama tragicómico de un actor que conoció el arrollador éxito en el pasado, pero en algún momento dado, decidió renunciar a ese éxito comercial para buscar “su yo artístico”. ¿Suena pretencioso? Sí, y de hecho lo es, sin duda, pero el tema no termina ahí. ¿Por qué? Porque tenemos a un pobre hombre –no se le puede llamar de otra forma- que tiene una verdadera melcocha de sensaciones producto de varios incidentes en su vida personal, que inundan la profesional: la exmujer rondando, recordándole que le fue infiel y que con eso él destruyó el matrimonio, la felicidad de ambos; la hija rebelde, que trabaja con él, pero que cada vez que puede le recuerda que no ha sido un buen padre; el manager que le recuerda que cometió un error garrafal al dejar de hacer el cine comercial que lo catapultó a la fama y que ahora tiene que batallar con la dirección de un grupo de actores y profesionales en una aventura teatral; y esa dicotomía eterna entre ser una “estrella de cine” y un “actor”. Interesante la idea central del guión, sin duda alguna, pero aunque los pilares argumentativos del guión funcionan, no son tratados con la maestría y la solidez que los seudo-intelectuales, que creen ver en este film “una obra maestra”, vociferan a los cuatro vientos, como si los que estamos en desacuerdo no entendiéramos este “revelador” discurso de González Iñarritu.

¿En qué falla? ¿Por qué digo que es pretencioso? - Incluso algunos la han tildado de “fraude”- simplemente porque el tratamiento que el director le da a la dicotomía “estrella de cine” vs “actor”, entre “el verdadero arte” vs “la pirotecnia mediática” es demasiado rimbombante y llano al mismo tiempo. Rimbombante porque es evidente y contundente en la descripción del contexto emocional del protagonista, pero llano porque no profundiza realmente en las razones detrás ni tampoco es claro en proponer una salida a semejante entuerto. Por más que juegue con el realismo mágico, por más que nos muestre un protagonista que no sabemos tiene o no poderes telequinéticos, nos quedamos a la espera de algo grande que supone viene pero que nunca llega. Por eso, los más críticos han hablado de “fraude”, y puede que en cierta medida lo sea si lo vemos desde esa perspectiva.

Ahora bien, ¿qué era eso realmente grande que venía? Supongo que para cada uno podría ser diferente, pero en mi caso, esperaba un protagonista que tomara una decisión definitiva, y no que se tomara las cosas con tanta frivolidad y simpleza, porque ello parece más cercano a la vía que al parecer González Iñarritu crítica, que es todo ese aparato mediático que rodea del cine y que termina por engullir el cine como forma artística. Justamente lo que González Iñarritu crítica.

Otro elemento que los críticos del director no le perdonan es su tratamiento del “crítico”. Yo no voy a pecar de soberbio ni mucho menos al respecto, ya que siendo mi opinión siempre mía y sin pretensiones de ser considerada verdad, creo que en este caso el director tiene derecho a proponer esa visión si es lo que le viene en gana, para eso es mi película. Lo que sí “no le compro” es esa impronta de antojadiza que le otorga a la crítica, que no niego puede haber, pero que no creo sea la tónica.

Por otra parte, hay que reconocer que la película tiene dos aciertos realmente notables, su fotografía y su protagonista. González Iñarritu pretende hacer creer al espectador que está ante una sola secuencia fílmica –lo que es realmente imposible de hacer, en la práctica- y lo logra, a través del espléndido trabajo de fotografía de Emmanuel Lubezki (“Como agua para chocolate”, 1992; “Sleepy Hollow”, 1999; “El renacido”, 2015) y de montaje de Douglas Crise y Stephen Marrione, una cámara que no para y que se mete hasta el escondrijo más pequeño, siempre buscando la acción, aunque por momento, canse. No por nada Lubezki se quedó con el Oscar a la Mejor Fotografía.

La historia de Riggan Thomson es la historia de Michael Keaton. No se requiere un análisis profundo para entender que Keaton se interpreta a si mismo aquí, lo que convierte su actuación es muy honesta y auténtica. ¿Merecía el Oscar? No he visto a Eddie Redmayne en “La Teoría del Todo” (2013), pero de que Keaton era el otro “gran candidato”, de eso no hay duda. El protagonista de Bettlejuice (1988), “Mucho ruido y pocas nueces”, (1993) y la Saga “Batman” (1989-1992) está conmovedoramente humano, teniendo sus mejores momentos en la cómica escena en la que se queda fuera del teatro en calzones y debe cruzar medio Broadway en esa facha ante la atónita mirada de la gente que lo conoce y la que no lo conoce, y el enfrentamiento con la crítica Tabitha Dickinson. Keaton encuentra su némesis en Mike Shiner, interpretado por un histriónico Edward Norton (“American History X”, 1998; “El Club de la Pelea”, 1999; “Red Dragon”, 2002), que también estuvo nominado al Oscar al Mejor Actor de Reparto, pero en el que el espectador no puede advertir un duelo interpretativo con el protagonista.

González Iñarritu escogió bien el reparto femenino, pero no creó personajes femeninos de importancia para el film: probablemente, la que más destaca es Emma Stone (“Zombieland”, 2009; Saga “Amazing Spiderman”, 2012-2014), como “abanderada” emocional del film, por su relación con su padre Riggan; Naomi Watts (“Mulholland Drive”, 2001; “21 gramos”, 2003; “King Kong”, 2005) como Lesley, actriz y ex novia del desquiciado Mike aparece muy poco, por lo que me parece algo exagerada su nominación a Oscar a la Mejor Actriz de Reparto; y una Lindsay Duncan, como la ácida crítica de cine, que pedía más cámara.

El baterista de jazz mexicano Antonio Sanchez es el encargado de musicalizar el film, con solos de batería que resultan agradables al espectador conocedor, pero probablemente demenciales al espectador común, ya que su principal función es expresar la tensión entre los personajes protagónicos.

En resumen, un film con ideas interesantes pero demasiado presuntuoso como crítica porque al final es bien poco lo que propone como antítesis. González Iñarritu, en realidad, vende bastante humo con el film, lo que es una lástima.

https://cineramica.blogspot.com/



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