Ficha Karate a Muerte en Bangkok

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Críticas de Karate a Muerte en Bangkok (1)


mahotsukai

  • 2 Oct 2019

7



Debut con la Golden Harvest, y como protagonista, del mítico Bruce Lee, que lo presentó al público de Hong Kong y comenzó a cimentar su leyenda en el cine de artes marciales.

Cheng Chao-An es un joven chino que se muda a Tailandia, en donde consigue trabajo gracias a las gestiones de uno de sus primos, quien trabaja para una empresa de hielo. Cuando en un accidente laboral provocado por Cheng se descubre que los bloqueos de hielo esconden bolsas con cocaína, el dueño manda a llamar a dos primos de Cheng, y al no lograr sobornarlos, los asesina. Lo mismo ocurrirá con otros familiares y amigos de Cheng, hasta que éste decidirá enfrentarse al dueño, que todos conocen como El Gran Jefe.

Filmada en Tailandia en condiciones que los historiadores del cine califican de “infrahumanas” para un actor, debido a su bajo presupuesto, la primera gran película de Bruce Lee presenta una historia sencilla, de fácil seguimiento por el espectador y en base al principio clásico de las películas de artes marciales, en donde tenemos un tirano o criminal que a base de sobornos, golpizas y asesinatos somete a un pueblo o grupo de personas, y a los que intimida por interferir en sus planes.

Sin embargo, hay que decir que es una historia que está lejos de ser perfecta, porque el guión tiene detalles de incongruencias, como por ejemplo, lo obvio que resulta esconder droga en un bloque de hielo por su transparencia; lo fácil que Cheng se olvida de la desaparición de su primo cuando lo nombran capataz (por mucho que el director desee concentrarse en la inmadurez e ingratitud del héroe); y la dudosa bondad del director de la fábrica con sus empleados, cuando sabemos de sobra que en estas historias no es así, por mucho que sepa que no le conviene perder a sus trabajadores. Porque al final de cuentas, ésta es la clásica historia de venganza y es lo que el espectador quiere: que “el bueno” haga pagar “al malo”.

Entonces, debo decir que la historia gana simpatía por parte del espectador más que nada porque Bruce Lee la protagoniza y éste espera con ansias que el legendario artista marcial se desate. Esto no ocurrirá sino hasta los 45 minutos de metraje, cuando Lee nos regale uno que otro golpe, demostrando que está por lejos en cuanto a calidad marcial. Entre tanto, el guión, escrito por el propio Lee y Lo Wei, se excusa con que Cheng le prometió a su madre no luchar y un supuesto pasado que el tío de Cheng le pide al héroe no revelar, y que nunca se esclarece.

Con todo, la historia trata de mantenerse en pie gracias a las constantes muestras de injusticia social y jerárquica en la fábrica, los enredos de Cheng con una prostituta local y su nueva posición de poder como nuevo capataz. Lo logra, pero más que nada porque el espectador espera a Lee, nada más.

Lo mejor de la película vendrá en los últimos 20 minutos, cuando Cheng enfrentará, primero al hijo del Gran Jefe y una tropa de asesinos en la fábrica y luego en la propia casa del Gran Jefe, en donde lo enfrentará a él y sus secuaces, vengando la muerte de sus primos y amigos, en un final entretenido (la patada y el cuchillo son antológicos) y que rompe con el típico desenlace feliz para el héroe.

La película muestra falta de presupuesto en sus locaciones y decorados, transcurriendo prácticamente toda en la fábrica de bloques de hielo, pero se las arregla para mostrar el contraste entre la humilde vida de los trabajadores y la mansión de Hsiao Mi. Aun así, no deja de ser evidente que hay mediocridad en ello, ya que la creatividad tampoco se asoma a pesar de las carencias.

Puede que en este tipo de películas, el espectador suela dejar pasar las actuaciones a favor de la acción, las coreografías marciales y las ganas de ver al héroe acabar con el villano, pero lo cierto es que las actuaciones son malas, y se extraña que no haya villanos realmente malos, como deberíamos esperar, en especial el capataz interpretado por Chao Chen y Tony Liu como el hijo de El Gran Jefe, lo que hubiese sido deseable. Han Ying Chie es el Gran Jefe, que tiene poco tiempo para mostrar sus dotes marciales, que no eran pocas, ya que Chie fue un reconocido coreógrafo de artes marciales que repetiría con Lee en “Puños de Furia” (1972) y luego con Jackie Chan en “Nuevo Puño de Furia” (1976), ambas con Lo Wei en la dirección.

La música no está mal, aunque se echa de menos que tenga protagonismo, en especial en las escenas de acción. Mencionar que en algunas versiones (al menos la que yo tengo) se puede escuchar el intro del clásico “Time” de la legendaria banda de rock psicodélico Pink Floyd, del mítico álbum “Dark Side of the Moon” (1973) y “Lark’s tongue in Aspic” (1973) del también legendario grupo de rock progresivo King Crimson.

Comentar también que las grandes escenas de acciones de Lee contrastan con las pobres coreografías de los otros actores, en gran medida porque Lee tuvo la libertad de organizar sus propias coreografías, lo que aparte de su innegable técnica, nos confirma que estamos ante un film hecho para que Bruce Lee sorprendiera al mundo, y vaya que lo hizo. Lamentablemente, sacándolo a él, no pasaría de ser una película de kung fu cualquiera.

En resumen, una película que salva de ser catalogada de mediocre sólo por la presencia de Bruce Lee, quien engrandece cualquier film con sus dotes marciales y su porte escénico.

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