Ficha Enemigos Públicos

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Críticas de Enemigos Públicos (1)


mahotsukai

  • 18 Sep 2019

5



Desabrido film negro de Michael Mann (“Manhunter”, 1986; “El último mohicano”, 1992; “Heat”, 1995; “The Insider”, 1999) que reúne a los carismáticos Johnny Depp y Christian Bale.

Ambientada en el corto pero intenso período comprendido entre mayo de 1933 y julio de 1934, la cinta se concentra en el hipermitificado delincuente John Dillinger, quien puso de cabeza al FBI por esos años, este último incapaz de anticiparse y capturarlo en los innumerables robos a bancos que perpetró, principalmente por su habilidad para escapar.

John Dillinger fue un asaltante de bancos del Estados Unidos de a inicios de los 30s, que se convertiría en un ícono popular de su país, principalmente por sus procedimientos como atracador, que incluían la casi ausencia de víctimas civiles y la habilidad para engañar a la policía, paseándose por delante de ella sin que advirtiera su presencia, y por sus audaces fugas de la cárcel.

Gran parte de la fama de Dillinger se debió a la forma en que el FBI abordó su figura, cuyo jefe J. Edgar Hoover, conocedor del poder de los medios, no escatimó en esfuerzos para que la opinión pública conociera a Dillinger y le idolotrara y así hacer caer al hampón por su ego, sin saber que la mayor parte de la población sentía cierta simpatía por el delincuente, principalmente porque Dillinger detestaba robar a los civiles y porque la gente sentía desprecio por los bancos, cuya quiebra, en plena Depresión Económica 1929-1932, hizo que perdieran los ahorros de su vida.

La vertiginosa última etapa de la vida delictual de John Dillinger (la llamada “Era de los enemigos públicos”, 1931-1935) resulta bastante interesante de por sí para llevarla a la pantalla, sobre todo, en un momento en que el cine negro se encuentra de capa caída. Sin embargo, Michael Mann, un director que sigue sin convencerme del todo (salvo por “Heat”, 1995, y más que nada por Al Pacino y Robert De Niro juntos), se equivoca al abordar esta inigualable material para hacer cine, logrando una película que tiene una factura indiscutible, pero realmente fría, distante y poco ambiciosa, que en ningún caso logra siquiera acercarse a clásicos del subgénero como “El Padrino” (1971), “Cara Cortada” (1983), “Goodfellas” (1990) o “Perros de Reserva” (1992), por nombrar algunos.

Uno de los grandes problemas del guión firmado por el propio Michael Mann, Ronan Bennett y Ann Biderman, es la construcción de la relación entre John Dillinger y el agente del FBI Melvin Purvis. La relación persecutor-perseguido que Mann retrata debe ser una de las menos carismáticas y profundas que se han visto en el celuloide, y prueba de ello es la falta de escenas que los vinculen psicológica y físicamente (a recordar sólo la escena en que Purvis se asegura que Dillinger está en su celda y su breve diálogo).

Mann desperdicia la oportunidad de hacer que dos de los mejores actores de su generación, Depp y Bale, establezcan un duelo interpretativo, que de seguro, con otro guión, hubiesen podido entablar. En su lugar, tenemos un tratamiento mitificador al personaje de Depp, que era lo esperable, pero un tratamiento sonso y desabrido de Purvis, graficado como un mero pelele de Hoover y hasta con menos carisma que el agente Winstead, que en la escena final adquiere mayor presencia como personaje cuando visita a Billie Frechette. Por otra parte, si su intento era impersonalizar al antagonista de Dillinger y apostar al FBI como personaje tampoco funciona dado que la agencia policial, por más que Mann quisiera retratarla como un aparato mediático del poder, no es retratada como esperaría, de tal forma que la aborda de forma bastante superficial.

Otro elemento que le juega en contra al guión son los diálogos. Vacíos, superfluos y poco interesantes, no ayudan mucho a apalear la longitud del film y no ayudan tampoco a que el público pueda descubrir y empatizar con los protagonistas. Específicamente, el intento de diálogo entre Dillinger y Purvis y más los diálogos de Dillinger y Billie son muy malos, y hacen que esta última, la historia de amor de ambos, no resulte siquiera interesante y termine por ser anecdótica, cuando al final se presenta como decisiva en el destino de ambos.

Johnny Depp cumple pero no encandila ni por si acaso, pero no es por la falta de habilidad del actor de la “Saga Pirates del Caribe” (2003-2011) de personificar sino porque Mann resulta poco hábil para construir a Dillinger, graficado en sus pobres diálogos y la relación poco carismática con Purvis. Otro que está totalmente desaprovechado es Christian Bale, cuyo personaje de Melvin Purvis es una caricatura del agente de FBI marioneta del Estado. Ni siquiera tenemos a un Purvis obsesionado con atrapar a Dillinger, pareciera que el agente de FBI sólo realizara su trabajo y la captura de Dillinger sólo fuese una más, quizás más compleja que las demás, pero una captura más. La bella actriz francesa Marion Cotillard (ganadora del Óscar a la mejor actriz por “La vida en rosa”, 2007; “Inception”, 2010; “Dark Knight rises”, 2012) es quizás la única que sorprende interpretando a Billie Frechette, la amante de Dillinger, que se sacrifica por él en más de una ocasión. Channing Tatum como Pretty Boy Floyd, Stephen Dorff como Homer Van Meter, Jason Clarke como John Red Hamilton, Stephen Graham como Baby Face Nelson, por “el lado de los malos”, y Richard Short como el agente Samuel P. Cowley, Stephen Lang como el agente Charles Winstead y Billy Crudup como el jefe del FBI J. Edgar Hoover, por “el lado de los buenos”, completan un buen reparto secundario.

Por otro lado, hay que reconocerle a Mann su habilidad para recrear el Chicago de los 30s. En entrevistas, el director comentó que no deseaba hacer una película de época, sino un film en el que el espectador sintiera estar viviendo en vivo y en directo los atracos y las balaceras entre Dillinger y su gente y el FBI.

Se nota el trabajo del italiano Dante Spinotti en fotografía (“Heat”, 1995; “L.A. Confidential”, 1997) colaborador de Mann en prácticamente todas sus últimas producciones, demostrando que tiene habilidad para captar escenarios delictivos, si bien la película no tiene una fotografía clásica de film noir. Decididamente, las escenas de acción están bastante bien filmadas y es una confirmación de que la película técnicamente está lograda, en especial las escenas de enfrentamiento entre hampones y policías en las afuera de los bancos y la escena del bosque, con música correcta de Elliot Goldenthal (“Entrevista con el vampiro”, 1994; “Heat”, 1995; “Frida” 2002, con la que ganó el Óscar; “Across the Universe”, 2007). No obstante, no es suficiente para dar el visto bueno a una película que tenía todo para convertirse en un clásico moderno de gangsters y sólo se queda en un intento desaprovechado.

En resumen, una lástima que Michael Mann no logre equilibrio, una vez más, con esta propuesta de cine negro que siempre se agradece en una época en que no se realizan producciones de este tipo. Lamentablemente, el film pasa sin pena ni gloria y constituye un ejemplo más que mayor presupuesto no es sinónimo de película sólida.

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