Ficha Lunas de Hiel

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Críticas de Lunas de Hiel (1)


mahotsukai

  • 1 Oct 2019

8



Destacable thriller erótico a cargo del legendario director franco-polaco Roman Polanski (“Chinatown”, 1974).

Nigel y Fiona son un aburrido matrimonio británico que celebran su 7° aniversario en un crucero por el Mediterráneo. A bordo, conocerán a Oscar un fracasado escritor paralítico y su atractiva y sexual esposa Mimi, por quien Nigel comenzará a sentirse fuerte atraído.

Luego del éxito comercial de “Frantic” (1989) protagonizada por Harrison Ford y Emmanuelle Seigner, que sería posteriormente su esposa, Roman Polanski reincidiría en el thriller erótico con “Lunes de Fiel” (1992) con Hugh Grant, Peter Coyote y la propia Emmanuelle Seigner, en donde abordaba los alcances más perturbadores y escabrosos de las relaciones de pareja más enfermizas. El resultado sería de las propuestas cinematográficas más arriesgadas e interesantes de la carrera del realizador europeo, un destacable ejercicio narrativo descendiendo a la perversidad más seductora de las relaciones humanas cuyo mayor mérito es una interesante que nunca decae y un correctísimo manejo del ritmo y tensión narrativos por parte del director de “Rosemary’s Baby” (1968).

Inspirada en la novela homónima (1981) de Pascal Bruckner, y con guión del propio Roman Polanski, Gérard Brach y John Brownjohn, “Lunes de Fiel” (1992) sumerge al espectador en las profundidades más ocultas de esa pequeña y loca cosa llamada “amor”, a través de una verdadera disección de sentimientos humanos como el amor más puro e incondicional, el deseo y el vicio, la pasión y la rutina, la renuncia a la voluntad propia y el engaño, la depravación y la venganza. En cierta medida, es una contundente muestra del amor en todas sus facetas, desde la magia del enamoramiento y la belleza del amor, pasando por la obsesión y el engaño como variantes de un amor enfermizo hasta el traspado de los límites más perversos y perturbadores como consecuencia de la muerte del amor. Un viaje que supone traspasar etapas que pueden llevarnos a un camino sin retorno.

De hecho, la exposición de la historia es realmente efectiva, entretenida y fascinante, incluso para el espectador que no sea asiduo a los thrillers eróticos. Narrada en forma de dos líneas temporales, la actual que sitúa a los dos matrimonios opuestos conviviendo perversa e incómodamente en el crucero y la otra en la forma de flashbacks en donde Oscar le cuenta a Nigel su depravada historia de amor con Mimi, somos testigos entonces de una radiografía completa sobre los oscuros caminos del amor, siendo en la práctica la línea actual de narración incluso un viaje bastante más perverso que la historia de Oscar y Mimi, como descubrirá y aprenderá dolorosa y brutalmente Nigel en el epílogo, un clímax notable para una historia notable.

Otras de las virtudes de “Lunes de Fiel” (1992) es la construcción de los personajes y su evolución narrativa en la trama. En el caso de la primera pareja, Oscar y Mimi seremos testigos de la más interesante evolución narrativa de caracteres con él como un machista, vulgar y prácticamente pedrasta escritor estadounidense afincado en París y ella como una muy joven ingenua y frágil que queda prendida por la labia y el mundo que el maduro conquistador ostenta al cortejarla. Sin embargo, conforme avanza la trama, él dejará de lado todo el idilio romántico para terminar por cansarse de la fragilidad y dependencia que la chica va desarrollando hacia él, aparte de sentir aversión por la obsesión que la bella parisina finalmente desarrolla, que la lleva a renunciar a su propia voluntad. Este proceso de anulación personal será asumido por Oscar de una forma egoísta y cruel al punto de humillar a su pareja de las formas más impresentables como seducir a otras delante de ella, despreciarla en público y más aún obligándola a abortar el hijo que esperan.

La escena en la que la engaña y deja abandonada en el avión después de proponerle un viaje de reconciliación es una de las bajas que veremos a lo largo de la trama. Sin embargo, lejos de detenerse en ella, veremos como se cambian los roles de dominación y manipulación luego del accidente de Oscar y su posterior fractura vertebral, cuando él termine siendo humillado una y otra vez por una Mimi que ha dejado de ser inocente y frágil convirtiéndose en una despampanante femme fatale que no perderá oportunidad para devolverle a Oscar cada una de las humillaciones y vejación que éste le hizo. Más aún, la enfermiza relación tendrá en el matrimonio de la pareja el epítome de la depravación (aquel sentimiento tan cercano al amor) con dos seres humanos que se necesitan mutuamente para vivir su tortuosa existencia e incluso extenderla a terceras personas.

Este punto nos llevará a la segunda pareja, Nigel y Fiona, un matrimonio británico aburrido y sostenido por la resignación a la rutina y la apariencia social. Nigel es el típico hombre inmerso en un matrimonio tan molestamente perfecto que se siente muy cómodo en la rutina y que sabe disfrutar sin problemas unas vacaciones al más puro estilo burgués. Nigel resulta ser reprimido porque le es más cómodo vivir su vida así, pero acepta escuchar la historia de amor de Oscar y Mimi porque se siente absolutamente atraído por la francesa. Su mujer, Fiona, en tanto, no tiene una actitud diferente sobre la supuesta perfección de su matrimonio, pero como veremos más adelante es una mujer reprimida principalmente por las actitudes de su esposo y encontrará la liberación final a esa represión de la forma más desinhibida y menos esperada para Nigel. En ese sentido, que Oscar y Mimi se crucen en sus vidas generará un terremoto emocional del cual saldrán dolorosa y brutalmente heridos.

El juego que Oscar establecerá con Nigel, en cierta medida, es el mismo juego que el director de “The Pianist” (2002) construirá con el espectador. De esta forma, así como Oscar le enrostrará a Nigel una evidente y falsa actitud de correctitud, bastante más cercana a la hipocresía y mojagatería, Polanski también pretende remover la conciencia de los espectadores y cuestionarle si vive realmente sus relaciones de pareja con la misma autencidad e intensidad que la viven Oscar y Mimi, con todo lo que ello conlleva. Es más, el clímax es definitivamente una declaración resumida de principios del film que Polanski expone como los derroteros impensados que las relaciones de pareja pueden tomar y también cómo la acumulación de sensaciones no liberadas puede convertirse en una karma o vorágine que puede traernos interesentes, aunque dolorosas lecciones.

El director de “Le Locataire” (1976) no sólo basará la eficacia de “Lunes de Fiel” (1992) en una narrativa dinámica y bastante bien dosificada, sino también en el aspecto visual gracias al gran trabajo del legendario fotógrafo Tonino Delli Colli (“El Nombre de la Rosa”, 1986; “La Vida es Bella”, 1997) quien da cuenta de su enorme capacidad por captar la intensidad emocional de los personajes, desde la simpleza y belleza del embelesamiento con alguien (Mimi, que prácticamente flota como un ángel en las escenas en las que Oscar la corteja) como reflejo de la idealización del amor, hasta los sombríos flashbacks de la continua decadencia y perversión que la relación de ambos va abordando a lo largo del metraje (Oscar, bajando la vista mientras ve y escucha cómo Mimi tiene sexo con el bailarín negro que llevó a su departamento).

“Lunes de Fiel (1992) cuenta con un reparto protagónico sólido e interesante, sin embargo, si hay una química realmente destacable en el film ésa es indudablemente la de Peter Coyote (“E.T.”, 1982) y Emmanuelle Seigner. En la que es probablemente su más memorable y recordada actuación, Coyote interpretando a Oscar realiza uno de los viajes al infierno más recordados del cine europeo de la última década del siglo pasado, siendo su vida el epítome del exceso y desenfreno en la noche parisina, pero también la conclusión de un karma de aquellos. Por otra parte, Seigner (“The Ninth Gate”, 1999) se echa literalmente encima gran parte del film con la que es, en mi opinión, la interpretación de su carrera: bella y deseable, ingenua y perversa, piadosa y despiadada. La esposa de Polanski demuestra tener no sólo la actitud de la juventud, sino también las capacidades interpretativas para generar atracción y temor al mismo tiempo, como una de las femme fatale más recordadas del cine europeo en el último tiempo.

Hugh Grant (“The Remains of the Day”, 1993; “Notting Hill”, 1999) y Kristin Scott Thomas (“Ricardo III”, 1995), por su parte, interpretan correctamente al matrimonio “perfecto” de Nigel y Fiona, siendo la primera de sus colaboraciones juntos, ya que sólo dos años después reincidirían en “Four Weedings and a Funeral” (1994) de Mike Newell. Grant, que se forjaría una carrera en comedias y dramas románticos a partir de este film, interpreta a un satisfecho y confiado hombre de mediana edad que cree estar manejando a la perfección la relación con su esposa Fiona, sin saber que caerá en la tentación que Oscar y Mimí le propone, y más aún la sorpresiva conducta de su esposa. En tanto, Thomas experimenta la evolución de la esposa insatisfecha y sumisa a una desinhibida y valiente mujer que se atreve a experimentar lo prohibido.

Polanski encargaría al legendario músico griego Vangelis la partitura incidental de “Lunes de Fiel” (1992), quien aporta con una banda sonora impecable cuyo espíritu new age resume el aventurado estilo narrativo que el director franco-polaco asume para el relato. Atemporal y enigmática, los acordes del pianista se asimilan a los recovecos más intimistas de la historia de amor de Oscar y Mimí.

En resumen, una cruda, bestial y notable radiografía al amor de pareja, desde sus más tiernos e idealistas orígenes hasta la destrucción más total del amor y su desviación a los caminos más perversos de la venganza. Una de las películas más intimistas de Polanski en donde juega con total impunidad con la capacidad del espectador de aceptar las reglas del juego del amor, sin medias tintas. La evalúo con un 8.5.



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