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Críticas de bigladiesman

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Capricho Capricho 04-11-2019
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Clásico menor de la psicotronia de espionaje sesentera, con una pareja protagonista absurda y un tono muy paródico.

Una madura y visiblemente aburrida - pero aún así una garantía de buen hacer en el mundo de la comedia - Doris Day es Patricia Foster, una empleada de una empresa de cosméticos que empieza a vender los prototipos de creaciones de su propia empresa al mejor postor.
Contrastando con la encarnación de la mujer americana ideal que es Day tenemos al fenomenal actor y eterno borrachuzo que fue Richard Harris. El papel de ejecutivo inglés playboy tampoco creo que le vaya.
El que sí encaja como anillo al dedo con su personaje es el secundario Ray Walston que interpreta a un científico loco de los de antes, solo que su obsesión es la belleza femenina.


Dirigida y co-escrita por uno de los grandes directores y escritores americanos de comedia (y, no lo olvidemos, también del cine de animación), Frank Tashlin junto a John Kohn (“El coleccionista”, “Caza humana”), que tenia sus raíces en las telecomedias, nos muestra una desmadrada trama de espionaje industrial que nos introduce en esa picaresca cinematográfica que yo considero todo un subgénero al llamo “película de putadas” donde los personajes juegan unos con otros (“Con la muerte en los talones”, “Charada”, “El golpe”, “Maverick”, “The Game”, etc.) por los más diversos motivos. Con todo, la estética sesentera no puede ocultar que el humor de esta comedia, en general, es bastante anticuadote (de hecho, Doris Day se quejó de ello) y más propio de peli screwball de los 40-50 que casi de la década de los 70. Todo ello con algunas escenas de acción cortitas – y, todo sea dicho, bastante conseguidas: buen equipo de especialistas – intercaladas para dar algo de vidilla.

Más allá del mérito de ciertas escenas de acción, mejor a nivel técnico es la música de Frank De Vol. No es una película que tenga nada más que encuentre reseñable.

En resumidas cuentas, una película simplemente pasable que se aguanta gracias a las tablas de Doris Day y un par de escenitas de acción.


Amanecer Amanecer 31-10-2019
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En los Oscars de 1927 hubo dos categorías de lo que podríamos llamar “Mejor película”, pero por motivos de cohesión, la estadística ha decidido que “Alas” sea la ganadora oficial. La oficiosa fue esta “Amanecer” con la que FW Murnau entró en Hollywood. Y lo que hizo fue los que algunos consideran la película muda definitiva.

Y eso que parte de una premisa simplísima (basada en una historia del novelista y dramaturgo Hermann Sudermann): campesino bastante bruto (el actor de wsterns y compañero de fatigas de John Ford George O’Brien, alternando muy bien entre pelele psicótico y marido ejemplar) se enrolla con lagartona de ciudad (Margaret Livington, una de las muchas vamps de la época) dejando a la santa de su esposa (con su ora vulnerable, ora jovial actuación y su aura de ternura la legendaria Janet Gaynor se llevó un Oscar por esta y dos películas más en esa peculiar primera edición) y al ninio de ambos marginados. Lagartona quiere que campesino se cargue a la pobre esposa. Campesino se arrepiente a tiempo, esposa queda empero traumatizada, van a parar a la ciudad por esas cosas, tienen un epifanía y aquello se convierte una segunda luna de miel. Pero la lagartona no soltará tan fácilmente a su presa...

¿Sencillito, no? Pues esperad a ver la puesta en escena: Murnau y su guionista favorito Carl Mayer convierten lo que sería un drama romántico con ligeros elementos cómicos en un poema visual.

Murnau se trajo a los EE.UU. varios de los hallazgos técnicos que había ido desarrollando en Alemania. La estética de la película es eminentemente expresionista (los sets de la ciudad son pura elegancia, y las vistas de maquetas recuerdan al Fausto del propio Murnau) así como el uso de la cámara: ángulos complejos y bastante movimiento.
El montaje es muy ingenioso: por ejemplo, el hecho de que algunas escenas se desarrollen como flashbacks dentro de los intertítulos los integran por completo en la trama. A parte de eso, dichos intertítulos están cargados de efectos y detalles para enfatizarlos: uno se puede hacer una idea mental no solo de los pensamientos, sino incluso del tono de voz que utilizan los personajes. Cabe decir que conforme avanza la acción se hacen menos frecuentes hasta casi desaparecer (Murnau odiaba los intertítulos en general).

Murnau dio un ejemplo de libro de cómo convertir una historia mundana en un poema épico y aprovechar los recursos expresivos del cine mudo justo cuando nacía el sonoro. Una obra de arte.


Alas Alas 22-10-2019
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La primera edición de los Oscars fue especial por haber tenido, oficiosamente, dos ganadoras. Este melodrama bélico fue la ganadora oficial, mientras “Amanecer” se llevó un premio oficioso.

Encabeza el reparto Clara Bow, una de las mayores estrellas de la época, y para muchos la primera gran sex symbol del cine. Su Mary es una jovial conductora de ambulancia en el frente, y todo un modelo de lo que era la mujer trabajadora de la época, en esos inicios de reivindicación feminista. Por desgracia solo es un papel decorativo añadido durante el rodaje, y aparece más bien poco.
Buddy Rogers y Richard Arlen son los verdaderos protagonistas de la película y están muy bien: saben transmitir muy bien la enorme amistad entre sus personajes, Jack y David, y en las escenas de acción, rodadas enteramente por ellos mismos, están muy a la altura, especialmente Arlen, que había sido piloto en la mismísima 1ª Guerra Mundial (aunque no llegó a combatir).
Otro miembro destacado del reparto es el entonces prometedor Gary Cooper en un pequeño papel que por algún motivo causó un gran impacto y lo lanzó al estrellato y Jobyna Ralston como Sylvia, la chica que se disputan Jack y David.

La película significó el nacimiento como estrella (chiste malo) del realizador William Wellman. Su experiencia como piloto condecorado en la 1ª Guerra Mundial está muy bien organizada narrativamente: durante el primer acto es básicamente una inesperada comedia de situación con toques dramáticos, pasando después a un drama bélico y personal con excitantes – para su tiempo - escenas de acción aérea.

Siendo también la primera película en ganar el Oscar a los mejores FX, este es el aspecto técnico más destacado de la película, aunque más que FX como los entendemos ahora, lo que vemos son auténticas coreografías aéreas magistralmente rodadas incluso para los cánones actuale. Es de justicia añadir que el trabajo de fotografía es tremendo, lleno de planos novedosos que ayudan decisivamente a dar dramatismo a la acción. Los intertítulos son también bastante creativos.

No voy a entrar en si mereció o no ganar el por entonces marginal Oscar. Dicen los rumores que solo ganó por el boicot de la recién nacida Academia al que quizá fue no la mejor pero la artística e históricamente más importante “El cantor de jazz”.
Si me preguntáis a mi, “Alas” me parece superior a la película a la que arrebató uno de esos dos Oscars primigenios: un drama ya entonces muy visto pero conmovedor combinado con unas escenas aéreas que parece mentira que fueran rodadas hace casi 100 años dan para una fórmula ganadora.


Los Profesionales Los Profesionales 05-10-2019
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Western basado en una novelilla de esas de quiosco, ambientado en la Guerra Civil mexicana – por tanto durante los últimos coletazos de la época del Far West - que sin tener una premisa muy original se convirtió en uno de los mejores de su época por su acción trepidante y excelentes actuaciones.

Un millonario contrata a “Rico”Fardan un especialista en armas pesadas, (Lee Marvin), Ehrengard, jinete experto (Robert Ryan), Sharp, guía formidable en el uso de todo tipo de armas ligeras (Woody Strode) y Dolworth, dinamitero cachondo (Burt Lancaster). Se trata de rescatar a la joven esposa del potentado (y el premio es gordo: Claudia Cardinale) de manos del mercenario Jesús Raza (Jack Palance), antiguo compañero de armas de Fardan y Dolworth. Todos hacen grandes actuaciones, pero la bellísima y brillante Cardinale roba varias escenas, perfilando su mítico personaje de “Hasta que llegó su hora”, y Jack Palance impresiona haciendo casi toda su interpretación no solo en castellano sino con acento mexicano (de pega, pero se le valora), además de dar un aire pasional, casi heroico, a su Raza.

Richard Brooks dirige y adapta con maestría una basada en la acción, la aventura y las relaciones personales (la camaradería y el honor por encima de todo) y dejando al aire la idea de “buenos” y de “malos”. El resultado es entretenimiento puro del primer al último minuto, con un desarrollo apasionante, unos diálogos naturales y con soltura y un final extremadamente satisfactorio.

A nivel técnico, la fotografía es espectacular. El Valle de la Muerte luce en toda su desnuda grandeza y resulta un escenario espléndido. Maurice Jarré crea una banda sonora de auténtica peli de aventuras, sin grandes alardes pero muy adecuada.

Encantador western. Me ha gustado más si cabe que otras excelentes películas del tipo, como pueda ser “Los siete magníficos”: una muy recomendable pieza de acción sesentera, quizá una de las mejores de la época.
He quedado sinceramente impresionado: sí, para mi gusto esta es de 10.


El Rey y el Ruiseñor El Rey y el Ruiseñor 04-10-2019
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Influyente película a cargo del animador Paul Grimault y el guionista Jacques Prévert (“La jour se levé”, Les enfants du Paradis”) que contó con dos versiones, una en 1952 y otra, definitiva, en 1980.

El rey Carlos XVI (Pascal Mazotti, un actor de reparto y doblaje) es un tirano megalómano odiado por todos, además de un tonto de remate incapaz de ver más allá de sus narices (más que nada porque es bizco). Un retrato vivo de él mismo pero con los ojos al derecho se lo carga y toma el poder, pues es su yo inteligente, iniciando la trama.
Por otro lado tenemos al ruiseñor (el excelente actor y activista político y social Jean Martin de “La batalla de Argel” y “Chacal”), al que Carlos ha dejado viudo en una de sus desastrosas cacerías. Se dedica a vengarse mediante lo que ahora llamamos trolleo del fino: un acoso constante pero sin violencia física. Carlos lo quiere disecado, a él y a sus cuatro pollitos. Es todo un liante, pero cae muy bien.
Luego están dos personajes más salidos de sendos cuadros: una pastora por el que los dos Carlos beben los vientos y un deshollinador que quiere fugarse con ella hacia el mundo exterior. Los dos son guapos, buenotes y con poca personalidad: un accesorio para hacer avanzar la trama.
Entre los personajes secundarios destaca un hombre ciego con un organillo que aparece hacia el final. El pobre tipo se mete en el lío sin haberlo pedido y comportándose un poco como la típica parodia animada de un bohemio/beatnik que salía en los dibus cincuenteros roba un par de escenas.

Y, bueno, ¿qué nos ofrece Prévert? Bien, pues una versión ampliada de un cuento la mar de gracioso de Hans Christian Andersen: “La pastora y el deshollinador” (era de esperar, ¿no?) en que unas figurillas de decoración tienen sus problemas y dramas. Prévert convierte las figurillas en personajes provenientes de obras de arte del malvado rey y mezcla la realidad realidad y ficción intrínsecas a la acción de la película, añadiendo además el conflicto entre monarca y ave. Además, poeta como era, Prévert escribió la letra de las cuatro muy breves canciones que salen en la película.
La parte mala es que la película tiene algún pequeño problema de continuidad, en especial hacia el final, en gran parte debido a que se compone de dos bloques hechos en épocas distintas.

Por supuesto, esta película vive mucho de su estética proto-steampunk: sencilla a primera vista, pero en realidad extremadamente elaborada y llena de detalle, muy acorde con las vanguardias artísticas en las que se movieron Grimault y Prévert en sus años mozos, combina elementos surrealistas (los fondos parecen salidos de la imaginación de Giorgio di Chirico, Max Ernst o Carlo Carrà), expresionistas y abstractos que entran con facilidad por los ojos.
La animación en si, como pasa muchas veces, es una de cal y una de arena: combina momentos de mesmerizante fluidez que ha dejado impronta en en mundillo (la bervísima escena del payasete saltimbanqui está especialmente lograda) con otros comunes e incluso con algún fallito puntual explicado, como la continuidad, por haber estado la película hecha en dos etapas.
La banda sonora también es destacable, combinando dos bellas partituras: la original de Joseph Kosma y la de 1980, de Wojciech Kilar (“Drácula[, de Bram Stoker]”, “El pianista”).

Visualmente impactante a la par que muy entretenida, es una película muy a reivindicar que pulveriza sus errores en base a lo fascinante de su desarrollo.


Casino Royale Casino Royale 01-10-2019
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Si es que te tienes que reir por fuerza.

Primero de los dos Bonds no oficiales, posiblemente una de las películas con génesis más complicada y desastrosa de la Historia del Cine: un proyecto serio convertido en una de las comedias más desmadradas de los 60 y todo un antecedente de las parodias que aún hoy nos llegan bajo nombres “Algo como puedas” o “Aquello Movie” (sin llegar al nivel de las mejores parodias de Mel Brooks los Zucker-Abraham o el John Landis primerizo). Escribir curiosidades sobre ella ha dado pie, en una tendencia ascendente, sobre todo desde el estreno del Casino Royale de Martin Campbell, a todo tipo de documentación, desde sesudos artículos académicos a libros enteros para fans.

Ya de entrada se hace difícil nombrar el superestelar reparto repleto de cameos, por lo que mejor coger a los más destacados: David Niven es un James Bond más James Bond que el James Bond oficial. Está simpático y gracioso. Peter Sellers y Woody Allen van a su olla, déjandonos ambos varios momentazos de su esplendor como cómicos. Orson Welles también hace lo que le da la gana y también llega a funcionar en algún momento.
Entre el reparto femenino, Ursula Andress va muy perdida (lógico) como Vesper Lynd, pero Joanna Pettet, Daliah Lavi e incluso Deborah Kerr parece que pillan que están en un sitio poco serio. En especial la segunda: la actriz israelí tuvo que dar la réplica a un Woody Allen que como he dicho antes iba de por libre. Y hay más chicas guapas. Docenas de ellas. Algunas incluso hicieron carrera con el tiempo como actrices principales.

Si es difícil lo del reparto, lo de los cineastas y escritores es peor. Para entrar en detalles, mejor escribirlos como curiosidad y dejar algo sucinto aquí: 5 directores (acreditados, porque hay más), una decena de guionistas (la mayor parte sin acreditar), varias tramas sin relación, mucho cachondeo (salvo por partes de la escena del bacarrá) que a veces se ríe uno más de lo absurdo que de de los gags en si, cero lógica interna, nula cohesión, ausente argumento, historia inexistente, malas decisiones a porrillo (lo del romance entre Bond y Mata Hari me tortura cada vez que veo la peli y es un elemento importante en una de las chorrocientas tramas de la peli)... Una puta locura, hablando mal y claro.

A nivel técnico, sin duda, lo mejor, la música de Burt Bacharach, una obra maestra por su propio derecho. Para mí es uno de los 10 discos que define mejor la música pop de los 60, a la altura del “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, el “Forever Changes”, el “Beggars’ Banquet”, el “Tommy”, el “Are You Experienced”, el “Live at a The Apollo” o la selección de Woodstock. Bacharach coge la música lounge y el jazz-pop (no en vano Herb Alpert se encarga del tema principal) de la época y la pone aquí en una divertidísima y descacharrante selección de tonadas más el clásico tema “The Look of Love” de Dusty Springfield.
El resto, pues generalmente bastante competente salvo por alguna cutrez en los FX: el diseño de producción, con su parodia sin reserva de la estética sesentero-psicodélica es especialmente bueno. Montones de dinero derrochado en suntuosos decorados y vestuario solo para hacer la ridiculez más y más grande.

Sí, como fan de Bond no puedo decir otra cosa salvo que es una atrocidad que jamás debió haber sido hecha. Pero como frikazo tampoco puedo negar que su mismísima extrañeza, la compleja historia que se desarrolló tras las cámaras y el bizarrismo general del producto me divierten, y mucho, convirtiendo esta “Casino Royale” en un placer culpable (pese a tener que aguantar lo de Bond y Mata Hari, que da mucha rabia). Así pues, mejor me abstendré de calificarla porque no sabría si ponerle un 0 o un 1 o un 9 o un 10.

Lo dicho, sí, es un desastre, pero te ríes a la fuerza.


Napoleon Napoleon 24-09-2019
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Tras un par de tremendos éxitos internacionales y de un viaje a Hollywood donde conoció a D.W. Griffith, Abel Gance decidió hacer una locura y llevar la vida de Napoleón Bonaparte al cine en varias entregas. Para haceros una idea del alcance del royecto, solo completó la sexta parte de lo planeado antes de abandonar por verlo imposible. Y esta sexta parte dura cinco horas y media.

Albert Dieudonné, un tipo con mirada de halcón (en la película se remarca: un plano concreto superpone la cabeza de un águila a su rostro y encaja) que hacía tiempo que colaboraba con Gance, es un Napoleón que parece salido de uno de esos cuadros de David con el corso joven y con greñas. Acabó quedando encasillado como el emperador.
Un destacado actor de la época, Edmond Van Daële, es un magistralmente caracterizado Robespierre (recientemente se reconstruyó el que podría ser su rostro real y Van Daële es casi idéntico, incluso con las señales de viruela).
Casi todo el reparto son amigos y familiares de Gance, así gente del equipo: el mismo Gance es Saint Clair, su esposa es Charlotte Corday, el técnico de FX Percy Day aparece como su compatriota el almirante Samuel Hood...

El guion del propio Gance parte esencialmente – hay otras fuentes - de la algo exagerada biografía que de él hizo el historiador Élie Faure (que veía en el corso “un profeta de los tiempos modernos”) en 1921. Aunque vaya de biopic realista, marcando incluso qué intertítulos están basados en fuentes históricas, es – ojo: según confesión propia, Gance lo hizo de manera completamente deliberada - muy áulico (a ratos se pregunta uno quien ganaría un duelo al estilo “El bueno, el feo y el malo” entre Son Goku, Superman y el Napo de Gance) demasiado patriotero, y el tiempo lo ha puesto todo en su sitio: las fuentes de Gance no es que fueran muy fiables. Así y todo, el hombre lo intentó, lo puso todo, y se ve en la intensidad dramática que logra imprimir al producto. Intenta, además aderezarlo con algo de humor, pero son unos chistes bastante toscos.


A nivel técnico, Gance aplica todas las técnicas innovadoras que aprendió tras años de experimentar, dando como resultado una película sofisticada con frenéticas escenas rodadas cámara en mano, casi documentales; secuencias de pantalla partida (hasta 9 cuadros vemos), planos vertiginosos que duran medio segundo, pasajes oníricos, un curioso uso del tintado, trucos con los intertítulos, notables FX a cargo del pionero inglés Percy Day e incluso un experimento panorámico multipantalla que se convirtió en antecesor del sesentero Cinerama. Todo un festín visual para el que guste del cine de época. Lo malo de todo esto es que a veces Gance se flipa un poco con los trucos y algunas escenas se me hacen algo difíciles de seguir.
La película tiene una escala épica: Gance rodó en varias localizaciones reales relacionadas con la vida de Bonaparte, con montones de extras y varios actores caracterizados magistralmente como personajes históricos.
En resumen, si se tiene en cuenta la época, es una maravillosa orgía visual.

Es una peli tan deliberadamente pomposa y exagerada que tiene que verse para creerse: un festín visual que aún sorprende por su inventiva y ambición. Llena de detalles innovadores para su tiempo, supera su casi ridículo patriotismo para instalarse entre una de las obras magnas del cine mudo. Las hay mucho mejores, claro que sí, y en la nota quiero reflejarlo pero esta obra de museo merece la paciencia de ser vista.


Comisario X y los tres Perros Verdes Comisario X y los tres Perros Verdes 06-09-2019
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Jo “Comisario X” Walker y su amigo Tom Rowland se las ven y las desean para recuperar un valioso alijo de LSD con el que el Ejercito de los EE.UU. pretendía experimentar como arma química no letal, mezclándolo con el agua corriente. Quizá habréis oído esta leyenda urbana que se ha parodiado en muchas partes. Pues aquí es la base del argumento.

Tony Kendall y Brad Harris hacen lo de siempre y lo hacen correctamente: Kendall suelta mamporros y cuenta chistes malos y Harris se encarga de escenas más serias y arriesgadas. La checa Olga Schoberová, que trabajaba tanto en su país como en Italia e Inglaterra (con la Hammer nada menos) es la chica principal de la película, que quiere vengar a su hermano asesinado por los villanos. Conforme avanza la acción, un conjunto de variopintos personajes – desde un poli atolondrado que parece el Súper de la TIA a un burro hiperinteligente - se van uniendo a Walker y Rowland para parar los pies a los malotes, y aquello acaba siendo una verbena.
Los malosos, la organización criminal Perros Verdes, son una pandilla de camellos: unos garrulos lisérgicos (¿dónde habré oído yo eso?) que se flipan con su propia mercancía (¿y esto otro?). Matones de tebeo bastante patéticos y cuyos intérpretes, afortunadamente, no parecen tomarse muy en serio su papel. Entre ellos cabe destacar la bellísima secundaria francesa Sabine Sun como la secretaria del consul USA en Estambul y aparente líder de la organización; el actor de carácter austríaco Herbert Fux y el nadador, culturista y destacado wrestler canadiense Samuel “Samson” Burke. Hay otro pero no nombraré personaje ni actor para evitar spoilers.

Como siempre en esta saga, el tono de la película es muy desenfadado y ésta se centra más en mostrar escenas de mamporros y las cabriolas de Brad Harris que otra cosa. El guionista y co-director Rudolf Zehetgruber ya había escrito la bastante potable anterior aventura de Walker y Rowland, “Kárate en Ceilán”, y aquí se centra más en su especialidad: la comedia. En todo momento vemos las bajas pretensiones y las ganas de hacer un producto barato, entretenido y de consumo rápido, por lo que se pueden perdonar algunos defectos.

Técnicamente creo que la película tiene un fallo importante y que no se puede perdonar: el montaje. Varias secuencias no parecen tener cohesión, como si se hubiera querido ir demasiado rápido y aprovechando todo el material posible. No hace mella en el factor entretenimiento, pero desorienta bastante: hay escenas que confunden más que una peli de Resnais.

Pero bueno, a falta de brillantez, bueno es bizarrismo, y a esta entrega de la saga le sobra, sobretodo conforme llegamos a la segunda mitad de la película. Lo de “perros verdes” está justificado, pero no hay tres: lo menos hay una docena.


El Maquinista de la General El Maquinista de la General 11-08-2019
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Buster Keaton se lanzó a hacer una gran superproducción por su cuenta solo para estrellarse para después ser redescubierta y considerada su obra maestra.

Si hablamos de interpretaciones, con Buster Keaton todo nos viene predefinido: constante expresión seria y fastidiada, cabriolas a mansalva (algunas de ellas extremadamente arriesgadas) y mucho genio cómico.

Gran amante de los trenes, Keaton se inspiró en un hecho real de la Guerra Civil americana y, por varios motivos, puso a los Confedarados como los buenos de la peli y eligió soslayar la comedia con el cine de aventuras. Porque, sí, “El maquinista de la General” es más que una sucesión de gags: es una película con impresionantes escenas de acción donde un slapstick mucho más relejado que en otras pelis de Keaton es una parte integral. Hace sonreír en todo momento, pero no creo que Keaton pretendiera que la gente se partiera de risa, sino hacer algo más excitante. Como resultado, a nivel personal no me resulta tan divertida como otras pelis de Cara de Palo, pero lo compensa de sobras mostrando sus capacidades como cineasta junto a su colaborador Clyde Bruckman.

Y es que la película es a nivel técnico un caramelete: una persecución casi constante y sin trucos de dos y hasta tres locomotoras que debió costar un riñón y parte del otro. Keaton, hablando mal y claro, perdió el culo por ofrecer un producto absolutamente espectacular pero al mismo tiempo creíble.

No es la película más divertida de Keaton ni pretendía serlo, aunque sea francamente muy entretenida: lo que es es el mayor tributo a su genio como cineasta más allá del slapstick. Un espectáculo que aún hoy puede impresionar dado que se hizo sin apenas trucos.


La Quimera del Oro La Quimera del Oro 22-06-2019
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Proyecto de altos vuelos de Charles Chaplin que devino uno de sus mayores triunfos, su película favorita y un clásico del cine.

Chaplin convierte esta vez a su Charlot (o Vagabundo) en un buscador de oro algo torpe que se encuentra problemas por todos lados. Haciendo lo que hacía siempre, esa combinación de torpeza y ternura, Chaplin manda en la película. Brillante actuación a su vez de su sempiterno compañero de reparto Mack Swain en su última colaboración como Big Jim McKay, tipo a medio camino entre lo siniestro y lo entrañable. Georgia Hale, amiga de la entonces esposa de Chaplin Lita Gray, hace el papel de chica de la película, no muy remarcable pero simpática.

Guion y dirección a cargo del mismo Chaplin, presunto acuñador del término “comedia dramática”. Y es eso lo que nos encontramos: la mezcla de humor totalmente desmadrado y drama humano (esta vez centrado no solo en los sentimientos y la sociedad, sino en la dureza de la vida de los buscadores de oro) que fue la marca de la casa del polifacético realizador. Se suceden por doquier escenas clásicas como las de la comerse un zapato, la soledad del Vagabundo o la casa que cuelga de un barranco.

Técnicamente es bastante destacable la reconstrucción en estudio del monte Klondike, un set bastante grande para la época. No hay nada más que llame mucho la atención en este aspecto.

Un clásicazo de la comedia con el que me he reído mucho más de lo esperado (la imaginaba más dramáticamente tensa) con el que Chaplin demostró una vez más su tremenda capacidad para contar historias que encandilan a generaciones de espectadores.


Golgo 13: Queen Bee Golgo 13: Queen Bee 13-04-2019
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Segunda película animada de Golgo 13, que fue lanzada como OVA (Original Video Animation). De nuevo dirige Osamu Dezaki, que usa al equipo de la Tezuka Productions, sucesora de su alma máter, la Mushi de Osamu Tezuka, después del éxito que supuso su adaptación de 1996 - también en OVA - del cirujano Black Jack, probablemente el personaje fetiche del Dios del Manga.

Duke “Golgo 13” Togo se enfrenta a una peligrosa y sexy guerrillera y narco conocida solo como Sonia - o por Queen Bee - por encargo del equipo de una candidatura presidencial a los EE.UU., que sospecha que quiere eliminar al candidato por su posición de tolerancia 0 contra el narcotráfico (claro que, como era de esperar, el tipejo es un yonqui de la vida). A partir de aquí se sucede una historia breve pero llena de giros.
A parte de Sonia, tenemos uno de esos personajes que Osamu Dezaki recreaba con tanta maestría: el teniente Benning, un militar tuerto y loco con amor incondicional a la violencia gratuita y a la música que hace pensar en un cadáver movido por una fuerza diabólica.

El ligeramente culebronesco guion corre a cargo de un guionista televisivo llamado Akihiro Tago y, de nuevo, Dezaki no escatima ni en sexo, ni en violencia ni en sus estampas de la depravación humana, aquí puestas al máximo. Lástima de brevedad: la película no llega a la hora de duración y deja con ganas de más.
La animación es más fluida de lo que nos tendría acostumbrados Osamu Dezaki, más similar a un episodio de Black Jack que a Golgo 13: El profesional, pero sigue siendo de aire artesanal. Musicalmente, vuelve el agradable smooth jazz.

Más que notable pero demasiado breve.


Golgo 13: El Profesional Golgo 13: El Profesional 29-03-2019
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Para muchos la película definitiva de Golgo 13. El personaje de Takao Saito debutaba en el mundo anime 15 años después de su creación y lo hacía bajo la batuta de Osamu Dezaki (Ashita No Joe, Remi: Sin familia, La Rosa de Versalles), director que daba a sus creaciones una gran fuerza dramática gracias a una estética sombría y voluntad experimental, nacidas en mi opinión de la carestía de medios durante su trayectoria en la Mushi de su amigo y mentor Osamu Tezuka. Aquí, con un presupuesto holgado y muchos medios a su alcance no duda en seguir probando cosas nuevas.

Aquí tenemos a un Duke “Golgo 13” Togo sin pasar por el filtro del mundo real: este Golgo animado sí es el Moloch humano y amoral que hace que la existencia de muchísimas personas gravite alrededor de él. Un perfecto asesino profesional, magnate, bon vivant y máquina sexual que vive exclusivamente para dos cosas: trabajo y placer. Casi siempre impertérrito (aunque aquí se lo ve asustado a ratos, cosa que según el manga es el punto en que se lo toma personalmente), que solo habla cuando es estrictamente necesario (no suelta una sola palabra hasta los 11 minutos de peli), tremendamente honesto y honrado dentro de lo que es su facinerosa carrera y – aquí sí – jamás sonriente.
Una cosa sí que le cambian aquí: en el manga, la imagen de Duke Togo ha ido siempre asociada a los larguísimos y probablemente muy caros puros que consume. Aquí se ve que iba corto de pasta, porque se pasa a los cigarrillos, y como decimos en mi tierra, “qui té duros fuma puros, qui no en té fuma paper”.

Shukei Nagasaka, guionista no muy conocido que ha trabajado en muchos tokusatsu (como Ultraman, por ejemplo), crea un guion original relativamente fiel al manga (vueltas por medio mundo, mujeres fatales, armas a cascoporro, 0 humor pero gran voluntad de entretener y evadir) donde Golgo va cumpliendo varios encargos mientras una organización formada por peces muy gordos y agentes muy competentes lo acosa, a él y a sus asociados. Destaca muy especialmente la carga erótica y ultraviolenta, me atrevería a decir que superior incluso al la del manga (la excelente puesta en escena de Dezaki y su gente en las escenas de sexo hace mucho por crear esta sensación). Los malosos son muy extravagantes y destacables, en especial el asesino rival Big Snake, que parece salido de una pesadilla daliniana: un descerebrado obseso sexual de 2 metros 10 que parece que no tenga huesos. Hay que verlo para creerlo.

¿Y qué he querido decir antes con que Osamu Dezaki iba “probando cosas nuevas”? Pues algo que se dice enseguida, oigan: nos encontramos ante el primer largometraje animado donde se hizo uso de CGI. Claro que actualmente canta más que los pies de un corredor de fondo, pero resulta fascinante. Podemos apreciar la CGI en la secuencia de créditos iniciales (combinada con stop-motion: es un caramelote) y en un ataque con helicópteros que hoy en día parece un videojuego de 1994.
Por lo que respecta a la animación 2D, pues lo que le he visto siempre en Dezaki: yo lo veo casi como un neo-expresionista que sabía pasar muy bien las miserias humanas al mundo animado. Animación más bien limitada (creo que deliberadamente en el caso que nos ocupa) pero con personajes muy detallados y expresivos, trazo grueso (a veces parece que estemos viendo un grabado en movimiento), escenografía preciocista, tímidos intentos de simbolismo – aunque más bien acaba cayendo en esa encantadora y gratuita exageración que los anglosajones llaman “narm”, como es habitual en el anime por otro lado - y constantes juegos con la luz (los claroscuros eran marca de la casa), el color y la composición de las escenas. Las escenas de acción resultan rápidas e intensas, pero nada del otro mundo dentro del anime incluso en esos tiempos si exceptuamos la persecución en CGI.
La película cuenta con una apreciable banda sonora que combina smooth jazz (sí, me gusta mucho el smooth jazz, ¿passa?) con piezas pop ochenteras la mar de marchosas.

Gran muestrario de la maestría como animador del desaparecido Osamu Dezaki, es un producto imprescindible para los fans del anime en general y de Golgo 13 en particular.


Camelot Camelot 24-03-2019
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Pues no os lo váis a creer, pero esta película puede ser considerada – a nivel meramente cinematográfico, porque el musical original del los prolíficos Alan Jay Lerner y Frederick Loewe ya llevaba años representándose en Broadway - como la sucesora espiritual, probablemente involuntaria, de “Merlín el encantador”, de la Disney. Basada también en la curiosa saga “The Once and Future King” de T.H. White (que personalmente me aburrió un poco, que queréis que os diga), ofrece una visión musical del Ciclo Artúrico que se mueve entre el desenfado y el drama sentimental.

Richard Harris (Arturo), Vanessa Redgrave (Ginebra) y Franco Nero (Lancelot) encabezan un destacable reparto cargado de veteranos del cine, especialmente del británico, aunque sea una película 100 % Hollywood.
Harris está en su salsa, el teatro: tanto haciendo el loco como lamentando su suerte, su expresividad física y vocal brillan. Vanessa Redgrave no impresiona cantando, pero siendo una de las mejores actrices del mundo en aquella época lo compensa de sobras: expresiva, encantadora y al igual que Harris controlando perfectamente los tempos de la película. Franco Nero, fresquito desde “Django”, pone apostura con un Lancelot fortísimo y buenazo pero atontado y soñador que evoluciona en un hombre amargado (con razón) y una verdadera amenaza para Arturo en cuando se convierte en el amante de Ginebra.

Alan Jay Lerner adaptó su propio libreto a la pantalla. Lo primero que debe decirse es que pese a que no faltan toques cómicos, no debe esperarse una comedia musical: esto es más bien un romance histórico que gracias a la magia del cine obtiene algún toque de peli de aventuras y poco más. La trama es interesante pese a ser muy conocida, y la película se deja ver en general, pero tres horas se me han antojado un metraje excesivo. Hay escenas que de veras sobran, como la de Arturo recordando lo que aprendió con Merlín (y vimos en la peli de Disney).

La música, adaptada por los multipremiados Alfred Newman y Ken Darby, combina piezas tipo Broadway con algunas marchas propias de peli de capa y espada, conectando bien las canciones de Lerner y Frederick Loewe. Se llevó un Oscar. Sin embargo, aviso que quien no guste de los musicales clásicos no quedará muy impresionado. Y de hecho, debo decir que las canciones del musical en si no me han entusiasmado, personalmente.
A parte de todo esto, las verdaderas estrellas de la película fueron John Tuscott y Edward Carrere como artífices de toda la parte estética, en especial el primero, que se llevó dos Oscars por su labor aquí (Dirección artística y Vestuario): los exteriores no son nada que no se hubiera visto en otras películas, al menos en nuestro caso: los estupendos Castillo de Coca y Alcázar de Segovia son Camelot y Joyeuse Garde respectivamente). pero los interiores y el vestuario son un banquete visual, con imaginativos sets y vestidos que mezclan la épica medieval con un cierta sensibilidad pop sesentera.

Un musical interesante, visualmente fascinante y magistralmente interpretado lastrado, para mi gusto, por cierto exceso de metraje y canciones poco memorables en comparación con las de otras obras de Lerner-Loewe.


F de Flint F de Flint 15-02-2019
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Si os pensabais que el Dr. Goldfoot, Casino Royale ’67, Matt Helm, Modesty Blaise, las aventuras de serie Z de Charles Bind , Austin Powers, Johnny English, la inevitable peli con Leslie Nielsen o las pelis de Kingsmen llevaban la parodia bondiana al paroxismo, pensad de nuevo: Derek Flint bien puede llevarse la palma en este segundo episodio de sus aventuras.

Un James Coburn que según confesión propia dirigió la película “de facto” hace una perfecta actuación para el tipo de film en el que trabaja, soltando absurdeces sin parpadear un solo momento. Flint sigue siendo el súmum de la Humanidad, un ser evolutivamente por encima de todos nosotros, simples humanos, pero aquí queda potenciado. Todo lo sabe y físicamente está formidable. El contraste entre su gallardía y sabiduría y el bizarrismo general – con el que se funde sin problemas - es la principal atracción de este producto. Es como el Batman de Adam West, pero que se ríe más.
Lee J. Cobb trabaja bien de nuevo como actor de comedia, pero por el camino se pierde la excelente química que tenía con Coburn en la primera parte: Hay relativamente pocas escenas con ambos actores juntos, y la relación entre sus personajes es mucho más amistosa aquí. Se pierden esas divertidas escenas análogas a un sketch de Epi y Blas.
El resto del reparto ni es conocido ni hace nada destacable, lo cual perjudica bastante a la película.

Al guionista Hal Flimberg, que también había escrito la primera parte, se le fue la olla de lo lindo con un guion basado en premisas incómodamente machistas (uno no sabe si se cachondea del machismo del subgénero de espías o solo es por hacer una inexistente gracieta), gags tan bestiales que dejan a la inmediatamente posterior (se estrenaron con semanas de diferencia) Casino Royale ’67 en un producto serio y formal. Desde Flint hablando con delfines y escribiendo libros sobre física a abandonar un avión de castristas cantando La Internacional mientras salen subtítulos en cirílico con una estrella roja que se mueve siguiendo el ritmo (como la bola de ese karaoke avant la lettre de los años 30), pasando por Lee J. Cobb afeitándose el mostacho para… Os dejo que lo imaginéis: la organización ZOWIE parece la T.I.A., y te tienes que reir a la fuerza, aunque los chistes sean malísimos. Se supone que está dirigida por un grande del cine de acción de baratillo como Gordon Douglas, pero, como se ha dicho antes, no se tomó nada en serio su trabajo (lo comprendo).

Técnicamente, pues creo que se les acabaron los recursos, porque pese a que hay momentos en que se nota cierto oficio y presupuesto, hay otros momentos abismales como el del secuestro del Presidente de los EE.UU. o el de Flint viajando con un delfín (no os los describo, que pierden la gracia). En la parte musical, Jerry Goldsmith nos da de nuevo su particular visión del pop sesentero, y sigue siendo gratísima de escuchar. Todo ello, sumado al absurdo guion, le da un encanto especial a la peli.

Secuela simpática pero claramente muy inferior a su predecesora, merece ser incluida en ese sub-subgénero de pelis de espías alocadas que refiero en el primer párrafo. Se aguanta esencialmente gracias a la acertadísima actuación de Coburn y a un encanto cutre-sesentero que no debiera habido darse dados los considerables recursos que a priori tenía la película.


Golgo 13 Golgo 13 24-01-2019
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La creación de Takao Saito, Duke Tōgō, alias Golgo 13 (o viceversa), ya lleva 50 años de carrera y arrastrando consigo un montón de misterios: aún no se sabe quién es este eficiente asesino profesional, de dónde es realmente o cómo ha logrado su mortal precisión. Pese a su largo recorrido, solo ha sido llevado al cine 4 veces, dos en imagen real y dos en anime, con una relativamente corta pero exitosa adaptación de anime televisivo.

Esta primera versión es cuanto menos curiosa, pues siendo una coproducción entre Japón e Irán, todo el reparto es iraní menos el protagonista, Ken Takakura, que físicamente se parece bastante al personaje - una cara inexpresiva que muy raramente transmite emociones, cejas pobladas, largas patillas y peinado a navaja a la moda de finales de los 60-inicios de los 70 – y tiene empaque en las escenas de acción, pero carece de la elegancia que desprende el personaje en el manga original (era la respuesta nipona a James Bond, del que Saito había adaptado algunas novelas), que dentro de su frialdad y aparente sobriedad es todo un bon vivant.

Dirigida por uno de los grandes del neo-noir japonés, Junya Satō, fue escrita por el mismo Takao Saito y recoge correctamente la esencia de las historietas: seriedad, acción y cierto aire exótico pero realista, a lo que se añade un notable regusto a spaghetti western. El hecho de que actores iraníes hagan personajes de toda nacionalidad resulta algo raro pero añade a esa sensación de estar viendo un producto europeizante.

Íntegramente rodada en exteriores, tiene localizaciones muy bien elegidas (si bien enseñando siempre curiosidades turísticas, como pasa en este tipo de pelis), una banda sonora a lo western crepuscular y escenas de acción donde se nota el bajo presupuesto pero que no están tan mal (los tiroteos son estupendos).

Una digna adaptación del manga de Saito que creo que acontentará a los fans del personaje (sobretodo la buena actuación de Takakura) siempre que estén dispuestos a aceptar que la Toei, siendo una potencia en el mundo anime, en el cine de imagen real dejaba de ser en esa época básicamente una productora de películas de mediano presupuesto que algunas veces hacía alguna producción ambiciosa, cosa que esta no es.


Popeye Popeye 22-01-2019
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Popeye ha llegado a los 90 años de su creación por parte del dibujante E.C. Segar con mucha fuerza, pero siempre le ha costado hacerse un sitio en los largometrajes: en animación, perdió la oportunidad de ser Gulliver en la película de dibujos de sus segundos padres, los Fleischer, 1939, y el ambiciosos proyecto CGI del animador Genndy Tartakovsky se fue por la borda. Y en imagen real, teniendo a Paramount y Disney detrás, un enorme presupuesto, tres estrellas ascendientes y uno de los mejores directores del mundo por aquel entonces, se pegó un batacazo en taquilla…

El llorado Robin Williams en su primera peli como protagonista (ya era una superestrella en la tele), es un Popeye demasiado joven pero efectivo desde la caracterización a las voces, dando su propio toque al papel y sin imitar descaradamente a su referente el locutor Ray Mercer (que hace un cameo doblando al Popeye animado que aparece justo al inicio).
Shelley Duvall nació para ser Olivia (a la que que llamaban por su nombre alternativo Rosario en el doblaje español). Recuerdo que al verla por primera vez en “El resplandor” hará unos 15-20 años, sin saber para nada que había hecho esta peli, me impresionó su parecido con la novia de Popeye. Como anillo al dedo.
La sorpresa de la película es el también malogrado Paul L. Smith como Brutus (bueno, Bluto): aunque no canta sus canciones, Smith básicamente coge su sádico guardia turco de “El expreso de medianoche” y lo caricaturiza grotescamente para hacer reir, logrando una conseguida mezcla entre amenaza y comicidad.
El resto del reparto es más bien discreto, pero es muy destacable el debut cinematográfico de Linda Hunt como madre del boxeador malote Oxblood Oxheart.

Paramount y Disney quisieron dar más lustre al tributo del personaje hecho mundialmente popular por los Fleischer, enconados rivales del Tío Walt, poniéndolo bajo la batuta de Robert Altman, entonces director estrella, y dándole el guion a Jules Feiffer, dibujante, guionista y escritor ya por entonces de culto, y eso que aún no había ganado el Pullitzer, siendo además el auténtico jefe del proyecto. Se le criticó bastante por no seguir a los Fleischer, pero es que él seguía el cómic original de Segar (también conocido como Thimble Theatre), y la verdad en mi opinión lo hizo bastante bien: los gags en general me han parecido afortunados y me he reído bastante. Lo malo es que es una película demasiado larga para su propio bien.

Técnicamente es una película muy suntuosa: el diseño de producción es esmeradísimo. El set de Puerto Dulce y los barcos fueron de lo más próximo que se podía llegar a un cómic en aquel entonces, y la banda sonora del músico pop Harry Nilsson es muy agradable, si bien no es de lo mejor que ofreció a lo largo de su desigual carrera. Los FX han envejecido bastante mal, las cosas sean dichas, pero le dan algo de encanto al conjunto.

Quizá fue un error enfocar una película de Popeye como un musical en lugar de una comedia de aventuras, pero lo cierto es que he disfrutado bastante con ella. Será que mis expectativas eran bajas y me ha pillado por sorpresa ver que, al menos desde mi punto de vista, es decentilla, pero este desastre merece a mi juicio una buena nota.


La Flauta de los Pitufos La Flauta de los Pitufos 29-12-2018
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En 1952, un joven Pierre Cullifort “Peyo” trajo a un personaje que llevaba años publicando en periódicos, el paje Johan, a la revista Spirou. Fue allí donde le puso a un compañero bastante carismático, Pirluit. Y en 1958, en pleno éxito de su serie, incorporó a unos hombrecillos azules que lo hicieron millonario pero que para su costernación le marcaron la carrera, odiándolos hasta el fin de sus días: los Pitufos. Aquí tenemos, pues, su segunda aparición en el cine (tras una compilación de una serie en blanco y negro, estrenada en 1965) a cargo de la Belvision, como secundarios de sus bienamados Johan y Pirluit.

Antes de nada, apuntar que la versión que he visto, doblada al catalán, contiene una grandérrima intepretación de Pirluit – llamado aquí Trencapins - por parte del malogrado Miquel Cors, actor dramático y televisivo, especialmente recordado por los millenials por su muy aclamada interpretación de Mojo Jojo en la versión en castellano de “Las Supernenas”.

Por lo que respecta al guion, estamos hablando de un producto, esta vez sí, de gran fidelidad al material original (el álbum del mismo nombre publicado en 1957), con pocos experimentos, un desarrollo rápido y con chistes añadidos bastante afortunados. No en vano, la adaptación corrió a manos del mismo Peyo y del editor de la revista Spirou, amén de guionista generalmente no acreditado de las historietas de los Pitufos, Yvan Delporte (también responsable en parte del desastre de adaptación de la Hanna Barbera, no lo olvidemos tampoco).

Por otro lado, decir que esta película es bastante bonita de ver, con fondos preciosos y coloridos, aunque Belvision nunca lograba que sus películas tuvieran una estética refinada del todo: siempre se encontraron en el sector más modesto del mundo de la animación, y se notan un par de errores (como personajes que desaparecen por un fotograma). La banda sonora del generalmente – solo para mí, por supuesto – insufrible Michel Legrand es muy, pero que muy buena, y gracias a que los chistes acompañan, las canciones, con letras del duo guionista, resultan la mar de divertidas.

Aún sin ser una obra maestra tiene momentos de brillantez y vale muchísimo la pena. Esta peli se come con patatas y tintorro todo lo que hizo Hanna-Barbera con los personajes de la misma. Belvision puso mucho esfuerzo y tesón en esta película y se nota.


Golgo 13 Golgo 13 24-12-2018
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Segunda adaptación de las andanzas de Golgo 13 y última en imagen real, bastante más ambiciosa que su antecesora.

Ahora es el mítico Sonny Chiba (que entonces pasaba por ser el “sucesor natural” del insustituible Bruce Lee) el que toma las riendas del personaje, y le va como anillo al dedo: no solo se le parece bastante, sino que atrapa a la perfección la eterna violencia contenida y la condición de bestia sexual del siniestro profesional, dándole además el toque de bon vivant que a Ken Takakura le faltó (incluso la caracterización ayuda a Chiba: una de las señas de identidad del personaje es su torso lleno de cicatrices, y se incluye). Sin embargo, mientras Takakura clavó la versión contemporánea del personaje (una especie de Moloch humano, un dios de la destrucción que se encuentra más allá del bien y el mal, la sola mención del cual puede mover los hilos de historias enteras, amén de castigar o recompensar a los personajes implicados según lo que le conviene), Chiba nos ofrece la versión de los primeros capítulos del manga, a final de los 60, cosa que puede sorprender a no pocos fans: su Duke Tōgō es frío, temible y tiene un retorcido código moral que lo acerca a los postulados del Bushidō cual ronin del S.XX-XXI, sí, pero puede llegar a ser galante con las damas y amable con los niños, (aunque en su caso sea más por interés que por verdadero galanteo o ternura), tener empatía o incluso medio sonreir, muy al estilo de su concepción original de reverso tenebroso de James Bond (su creador Takao Saito adaptaba a James Bond al manga y lo creó al perder la licencia oficial de 007). Por supuesto, Chiba aporta sus tremendos conocimientos de artes marciales y su intensidad en las escenas de acción, pero no puedo acabar de juzgar su ejecución porque he visto la peli doblada al castellano (horrorosamente, por cierto).

Dirige Yukio Noda, realizador de neo-noirs que trabajó mucho con Sonny Chiba, y escriben dos habituales del cine de acción nipón de la época, Isao Matsumoto y Nobuaki Nakajima. La historia está bien y como se ha comentado recoge potablemente el espíritu de los primeros episodios del manga. Sin embargo, la torpísima ejecución del clímax impide a esta película a aspirar a la excelencia.

Respecto al aspecto técnico, es una película superior a su antecesora, rodada en ese ambiente excelso para las películas de acción que es en general la ciudad de Hong Kong, con escenas de artes marciales y tiroteos excitantes y bien rodados. No así en cambio las persecuciones, poco conseguidas y el antes comentado clímax, donde la condición de serie B de la película se muestra en exceso.

No está nada mal, una buena adaptación del manga que tampoco es que os vaya a alucinar mucho. Probadla si os gusta el cine de acción oriental.


El Tesoro de Moctezuma El Tesoro de Moctezuma 18-12-2018
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[Esta crítica está adaptada al subgénero de luchadores y por tanto la valoración de circunscribe a dicho subgénero, no al cine en general]

Bueno, seré breve porque casi todo todo lo que he dicho sobre “Operación 67” es aplicable aquí.

Santo y Jorge Rivero van acompañados aquí por otra despampanante californiana, Amedée Chabot, en su nuevo enfrentamiento a la banda a la que plantaron cara en la anterior entrega de las pelis del Enmascarado de plata. Sigue el tono proto-buddy movie entre el bueno de Rudy Guzmán y Rivero, que es verdad que transmiten química.

Los Cardona y García Travesí, en mi opinión, se superan en las escenas de acción, dejando de fusilar a Bond y encontrando su propio estilo.
Ello, sumado a, de nuevo, un aspecto técnico más cuidado de lo normal en ese tipo de películas, dan como resultado una de las mejores películas de la saga y, sumada a su antecesora, uno de los mejores conjuntos de la historia del cine de luchadores.


Operación 67 Operación 67 16-12-2018
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[Esta crítica está adaptada al subgénero de luchadores y por tanto la valoración de circunscribe a dicho subgénero, no al cine en general]

Santo retorna a los Estudios América y a los Cardona (René Cardona y René Cardona Jr.), entrando por su parte en dos mundos nuevos para él: uno, el de los clones de Bond, y dos, y más importante, en el del cine en color, que ya no abandonaría salvo por una excepción puntual.

Así, él y el musculitos y leyenda viva de la psicotronia mexicana y los westerns yanquis de finales de los 60 Jorge Rivero (que había interpretado a un “clónico” de Santo: El Enmascarado de Oro) son agentes secretos en misión para salvar el mundo. La parte femenina viene de la californiana Elizabeth Campbell, que interpretaba a Golden Ruby en la saga de Las Luchadoras.

La película está escrita como casi siempre por García Travesí, y es la primera de la saga que se conserva íntegra con los desnudos femeninos que en otras entregas o se añadieron a posteriori o se eliminaron para darles un tono familiar (parece paradójico, pero en el mercado del cine sesentero la cosa funcionaba así en todo el mundo). Las escenas de acción fusilan, como se señala en otras críticas, muy descaradamente varias escenas de la saga Bond, pero pese a la falta de originalidad, dentro de lo que cabe no están tan mal hechas.

Volver a Estudios América significa que vuelve la saga el ingenio en el diseño de los sets de Arcadi Artís-Gener. El color los resalta aún más pero salen poco. La música, a cargo de Enrico Cabiati, muy enérgica y marchosa, es agradable de escuchar pero a veces parece un poco fuera de lugar: suena como si Herb Alpert & The Tijuana Brass, fumaos y empastillados, estuvieran improvisando sobre la peli.

Dentro de lo que son las pelis de Santo me ha gustado e incluso sorprendido: creo que Operación 67 incluso podía plantarle cara -a nivel meramente técnico - a alguno de los eurospies de ese tiempo. Interesante.


Santo contra los Villanos del Ring Santo contra los Villanos del Ring 14-12-2018
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[Esta crítica está adaptada al subgénero de luchadores y por tanto la valoración de circunscribe a dicho subgénero, no al cine en general]

Tortazos a mansalva en esta sencilla entrega de las aventuras de Santo que se nutre básicamente del mismo reparto que “La invasión de los marcianos”.

Aquí Santo, el prometido de su ahijada, interpretado por Wolf Rubinkis (el villano principal de la anterior entrega) y otros luchadores se encaran a otro grupo de wrestlers, estos corruptos, como bien señala el título. Objeto: la inmensa fortuna de la abuela de la ahijada de Santo, de la que ella es heredera. La mayor parte de los secundarios son históricos de los rings: El Espanto, Benny Galant, El Nazi (nombre real Ignacio Gómez), Eduardo Bonada (uno de los varios luchadores que encarnó a Huracán Ramírez), Jean Safont, Dick Medrano, Ray Mendoza y Felipe Ham Lee, junto a dos enmascarados del bando de Santo que no están acreditados (estoy convencido que uno de ellos es Nathanael “Frankenstein” León).

Acción a mansalva en esta entrega donde los tortazos son la orden del día. Las escenas de lucha son constantes, si bien repetitivas (siempre se pelean los mismos), y las reacciones, especialmente de los villanos que están mirando la acción y reaccionan de acuerdo con ésta, son la mar de hilarantes. Un tremendo agujero argumental al final es de lo único que me quejaría al bueno de García Travesí.

Técnicamente, al no requerir el argumento de FX bizarros, la película es pasable, si bien la música es la misma que la de “Santo Vs. la invasión de los marcianos”.

No está mal: se aguanta más dignamente que su ya nombrada antecesora, pero carece de su delirante encanto psicotrónico. Esta es una película correcta y perfectamente estándar dentro del subgénero de luchadores.


Funeral en Berlín Funeral en Berlín 24-11-2018
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Segunda parte de la primera tanda de películas del agente Larry Palmer, interpretado por Michael Caine.

Caine luce muchísimo aquí como Palmer: de gesto permanentemente abatido y de ponerse la vena antes de la herida, insolente, desconfiado, cerebral y partidario de usar la mínima violencia posible, no se casa con nadie, ni jefes ni enemigos. Su buen hacer está presente en cada escena. Dos actores germanos destacados, Paul Hubschmidt (La tumba india) y el veterano secundario austríaco Oskar Homolka, con un espléndido currículum en Hollywood, son respectivamente Johnny Vulkan y el Coronel Stock, el hombre del MI5 en Berlín y el comandante de la Stasi en el Muro. Ambos están muy bien en su papel, especialmente Homolka, que a ratos eclipsa al mismo Caine con su sobreactuación (se ganaría otra aparición en “El cerebro de un millón de dólares”). La chica es la entonces debutante Eva Renzi, que muestra unas buenas tablas como la fascinante Sam Steele, aunque su actuación queda algo diluida al estar su voz doblada por otra actriz.

La película resulta bastante fiel a la novela original de Len Deighton con sus giros y requiebros de guion si bien echo de menos el clímax literario, con una lucha a muerte en la Noche de Guy Fawkes. El guionista jamaicano Evan Jones (Modesty Blaise, Evasión o victoria) se alía en buena sintonía con el director Guy Hamilton, quien da su sello personal al film añadiendo bastante del sentido del humor que caracterizan sus trabajos: Palmer suelta unas coñas tremebundas hasta en los peores momentos que dejarían sentado en el suelo al mismo James Bond. Si no fuera por esto, la verdad es que la cosa sería casi lacrimógena, y es que ser espía no es divertido.

A nivel técnico, está muy lograda la ambientación berlinesa: rodada en los mismos lugares que menta la novela, vemos esa Berlín gris, empobrecida y medio en ruínas de la Guerra Fría, que es un lugar ideal para películas como esta. Ken Adam, berlinés de nacimiento, se encarga de crear sets que encajan a la perfección con el ambiente. La banda sonora jazz de Konrad Elfers redondea el conjunto.

Una película muy grata en todos los aspectos y que se ve de un tirón. No os la podéis dejar perder a poco que os gusten los thrillers de espionaje


El Bueno, el Feo y el Malo El Bueno, el Feo y el Malo 14-11-2018
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Sergio Leone cerró la llamada “Trilogía del dólar” con un proyecto mucho más ambicioso que los dos anteriores, siendo quizá la peli más recordada de su carrera. Simplemente una aclaración para quien no la conozca: el título es engañoso. Aquí no hay buenos. Es la historia de tres facinerosos indeseables en busca de un botín de guerra. Pero vaya tres facinerosos: Rubio, Tuco y Sentencia son la personificación del carisma y los mejores en su sucio trabajo.

Clint Eastwood vuelve a su “Hombre sin nombre”, antihéroe cínico y estafador, rápido con el revólver y el verbo. Si es el mismo personaje en las tres películas es debatible, pero que lo fue modelando y mejorando conforme pasaba el tiempo también lo es. Lee Van Cleef es Sentencia, que en contraste con el Coronel Mortimer es una bestia asesina que disfruta con la violencia, el oro y la sangre pero que, increíblemente, muestra ciertos principios (ese silencio respetuoso al ver tanto dolor y destrucción sin motivo – él al menos lo hace por dinero – muestra la maestría alcanzada por Leone como realizador y la habilidad de Van Cleef con su expresión facial tan siniestra. Y la música de fondo es de 10). Eli Wallach se incorpora como Tuco, personaje inmoral y tragicómico con montones de momentazos, muy diferente a ese básico bandido de “Los 7 magníficos”. Roba la escena a Eastwood y Van Cleef hasta el punto de que se alza como el verdadero prota de la película.

Escrita por Leone y Leandro Vincenzoni, importantísimo guionista, la película, siendo básicamente una historia de picaresca, sube la violencia y aumenta las dosis de épica, comedia y cinismo respecto a sus antecesoras, al mismo tiempo que humaniza a los tres protagonistas, dándoles a pesar de todo algún punto de virtud (incluso a Sentencia): Rubio puede llegar a ser un hombre compasivo, Tuco a pesar de ser un temido delincuente es a la larga una pobre carcasa humana con graves problemas familiares y Sentencia tiene un código ético. Retorcido, sí, pero tenerlo, lo tiene (y si cuela, cuela).

A nivel técnico, el equipo de Leone alcanzó aquí su madurez: Carlo Simi nos ofrece otra dosis de esa estética más propia de una película post-apocalíptica que de un western pero a escala mayor que sus anteriores intentos, con sets tan memorables como el del puente o el cementerio de Sad Hill. Por su parte, Ennio Morricone realiza una auténtica obra maestra de banda sonora, con varias de sus piezas más memorables.

Uno de los mejores westerns de la historia y el que definitivamente le dio la vuelta al género, convirtiendo el romanticismo hollywoodiense en amoralidad, creando el estilo general del género (valga la redundancia) que sigue vigente hoy día.


El Moderno Sherlock Holmes El Moderno Sherlock Holmes 10-11-2018
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Uno de los productos que Buster Keaton produjo, dirigió y protagonizó en el mejor momento de su carrera, siendo aún muy joven y teniendo un gran sentido del espectáculo.

Keaton llena la pantalla simplemente haciendo lo que hacía siempre: poner cara de palo, hacer unas cabriolas espectaculares y tener un gran sentido del timing en los gags. Aquí se ayuda de unos buenos y creativos FX y trucos que nos lo muestran saliendo de su forma corpórea mientras sueña o meterse en una pantalla de cine y pasar escena por escena.
La película se desarrolla a toda mecha y recuerda mucho a una historieta de Mortadelo y Filemón, de aquellas anteriores a 1969, cuando eran Agencia de Información. No debe extrañar, ya que Keaton es considerado una de las principales fuentes de las que viven el cómic humorístico y la industria americana de la animación.

Una excelente comedia: al grano, corta y reconocible como influencia en posteriores productos (por ejemplo, “La rosa púrpura del Cairo”).


El Yang-Tse en Llamas El Yang-Tse en Llamas 05-11-2018
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Épico drama bélico a cargo de un auténtico maestro como Robert Wise.

Steve McQueen hace quizá una de sus mejores interpretaciones – lo que le valió una nominación al Oscar - como el ingeniero Jake Holman. Su dureza y chulería están presentes, pero aquí lo redondea con un halo de tristeza. Es un maquinista de barco que ama su trabajo, siente cierta simpatía por el enemigo (el gérmen de lo que serían las tropas nacionalistas de Chiang Kai-Shek) y, escéptico con el colonialismo, odia que chinos renegados se dediquen a esclavizarse unos a otros en su sala de máquinas.
Richard Attenborough vuelve a trabajar con McQueen tras “La gran evasión” con el personaje más entrañable de la película, Frenchy Burgoyne, y Candice Bergen es la misionera progre con quien Holman tiene un affaire.
El elenco de secundarios es muy divertido de ver, porque muchos aparecen en producciones de culto: la thai-francesa Emmanuele Arsan (nada menos que la creadora del mito porno que lleva su nombre), Richard Crenna (el Coronel Trautmann en persona), Joe Turkel (gran amigo de Stanley Kubrick: uno de los protas de “Senderos de gloria”, y, por supuesto, el barman de “El resplandor”), Gavin MacLeod (el risueño Capitán Stubing de “Vacaciones en el mar”), Mako (de este nos deberíamos preguntar dónde NO salía. Además, hace una excelente actuación que le valió una nominación al Oscar) o Simon Oakland (que trabajó con Robert Wise en West Side Story y trabajaría de nuevo con McQueen en su obra cumbre: “Bullitt”).

El guion corre a cargo del escritor y guionista Robert Anderson a partir del best seller del militar y novelista Richard McKenna, optando por mostrar, de manera harto cruda y al mismo tiempo humana y sensible los avatares de la soldadesca. Es, pues, una película donde vemos mucha interacción entre personajes pero pocas escenas de acción: más que una película bélica, un drama largo, bastante denso, pero sabe mantener el interés del espectador en todo momento. Aprovecha además para dejar a caldo a los maoistas mientras deja a Chiang Kai-Shek como un líder pacífico (no en vano se rodó en Taiwán, aún comandada con mano de hierro por el líder chino) en lo que parece una típica acción de propaganda de Guerra Fría.

Técnicamente es brillante: El barco San Pablo fue construído expresamente para la película, tanto los exteriores en Hong Kong y Taiwan como los interiores están muy logrados y brillan con la fastuosa fotografía. La banda sonora de Jerry Goldsmith acompaña más que convenientemente la acción.

Quizá no la vea tan obra maestra como otros, pero sigue siendo una muy buena y muy humanizante película bélica con actuaciones y dirección magistrales.


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