Debido a que los Marx actuaban aquí de día y hacían ¨Animal Crackers¨ en el teatro por la noche, Groucho se queda a punto de llamar a Chico ¨Ravelli¨ - nombre que lleva Chico en ¨Animal Crackers¨ - en alguna que otra escena, corrigiendo sobre la marcha. Una vez se sabe este dato, se nota mucho,

Cuando Bond destruye el helicóptero y sale pitando de allí se puede ver con bastante claridad a un miembro del equipo agazapado que, dándose cuenta de que aparece en el plano, se pone a gatear a toda prisa para esconderse.

En el último tercio de la película vemos lo que se llama un “Baile de víctimas”. Supuestamente eran fiestas (bueno, mejor llamarlo “orgías”) muy tétricas donde los asistentes eran todos víctimas del Terror, donde se satirizaba salvajemente a Robespierre y los métodos que llevaron a los invitados a la cárcel o a perder seres queridos en el cadalso.

Bien, dichas orgías muy probablemente no existireron jamás, y fueron uno de millones de ejemplos de “fake news” de época, en este caso extendidas, según recientes estudios, por escritores románticos como por ejemplo Stendahl, cuyo libro sobre Napoleón constituye una de las bases sobre las que Gance construyó el guion de la película.

Durante la película se insiste en que, en dosis masivas , el LSD es mortal de necesidad.

Bien, tras consultarlo googleando un poco, puedo constatar que no es así, al menos a corto plazo (y a largo aún se estudia, pero parece que tampoco): en 2019 podemos decir que el LSD es una de las escasas drogas no mortales, y a ello se debió su éxito entre los 40 y los 70. Un experto en toxicidad llega a declarar en una revista que de unos 30 millones de casos registrados de hospitalización por consumo de LSD, ninguno ha sido mortal.
Por lo que he entendido, la toxicidad del ácido lisérgico y su consumo, sea a corto o largo plazo, te puede mandar al hospital por temas de delirium tremens, adicción o incluso por enfermedad mental (largo plazo), además de que el consumo de LSD, como el de alcohol, puede ser motivo de mil y un accidentes mortales, pero siempre será motivo relacionado, no directo.

Dicho esto, el LSD sigue siendo malo: que no me entere yo de que consumís, que os pondré a ver los vídeos de lo peor del Barça de Valverde.

Los malosos se supone que son chinos, pero se comunican claramente en japonés.

Uno de los muchos agujeros del guion se da al final: Victor, como Capitán Chaos se dirige a marcar su tarjeta, pero renuncia a la victoria para salvar a un perro que se estaba ahogando, dando a priori la victoria a las chicas del Lamborghini, para cabreo mayúsculo de compañeros y rivales, incluso de ellas mismas (qué insolidaridad con el pobre chucho, Victor hizo lo correcto).

Pero hay un problema con este desenlace. Hemos dicho que “marcan su targeta”. Al inicio de la carrera, los participantes han marcado, en efecto, su tarjeta de inicio y presuntamente lo van repitiendo por etapas, registrando su TIEMPO. Resultado: Cuando Adrienne Barbeau - y lo enfatizo en mayúsculas - MARCA SU TARJETA EN 1r LUGAR NO DEBERÍA SIGNIFICAR QUE HA GANADO, SIMPLEMENTE HA LLEGADO PRIMERO, PERO SE SUPONE QUE LA CANNONBALL ES UNA CONTRRELOJ: cualquiera de ellos puede haberlo hecho si ha hecho mejor tiempo. Ella solo ha ganado más segundos que el resto en la línea final, pero el resultado puede ser distinto.

Esto es lo que pasa cuando no se presta suficiente atención al guion. De no ser por el papelón de Jack Elam y porque le di un punto por los buenos ratos que pasé en mi adolescencia (la daban mucho por TV3 y la vi dos o tres veces en pocos años) con esta peli, la hubiera suspendido.

En escena en que el Chacal da su paseo preliminar por París vemos fugaz pero claramente a una persona llevando una bolsa de FNAC con su actual logotipo. En 1963, FNAC ya existía, pero tenía otro logo.

Aunque se hizo lo que se pudo para mantener una estética propia de 1963 y se logró en gran parte. en el fondo se ven varios extras, incluso ancianos, con greñas, barbas y bigotazos enormes, gafas de sol enormes y pantalones de campana.
En la escena del mercadillo en París hay un tipo particularmente alto y con esta estética (pelaco y pantalones muy acampanados) puramente setentera que se olvida que está en una película y le indica claramente a la chica que va con él dónde está la cámara.

Durante el trayecto entre Tulle y la Gare dAusterlitz parisense, el tren donde va el Chacal cambia tres veces de locomotora. Y además, según IMDb, una de ellas no entró en servicio hasta 1969.

A los 10 minutos de película, durante la operación “Lata de sardinas”, tras el sabotaje, choque y rescate del avión por parte de Niko, Nuschka y Gustav, vemos salir del aparato a Haddock y a los Fhernández, pero no a Tintín ni a Milú. En ningún momento Y sin embargo allí están, tan campantes, cuando se precipita por un barranco, haciéndose picadillo.

Los Dalton saben que han llegado a Canadá al ver la bandera del país puesta en un poste. Lo que pasa es que es la bandera con la hoja de arce, que no se diseñó y adoptó hasta 1965.
En los años en que se ambienta la historia (1890-1910 aprox.), Canadá era aún colonia británica y usaba la llamada Enseña roja (con una Union Jack en un cuadrante), que se usó de hecho hasta la adopción de la bandera actual.

Me vais a acusar de tiquismiquis por esto que diré, pero lo pongo: quizá por el empeño de mostrar Argel tal y como era, sin adornos en estudio, en varios momentos de la película, la estética general (e incluso alguna parte de la banda sonora de Morricone, cosa no tan justificable) no resulta propia de 1954-57, sino de la época en que se rodó la película, una década después.

En la escena en que Monte Cristo es presentado en sociedad en París, puede verse claramente que dos de los criados están directamente pintados en el escenario.

En la escena en que lanzan a Dantés, haciéndose pasar por Faria, por un acantilado, el saco impacta con fuerza contra las rocas de éste en la zona donde debería estar el cuello del reo hasta el punto de que rebota y cambia de trayectoria.
Dantés debería haber muerto si no con el cuello roto, decapitado directamente, pero sale del saco tan ancho él...

Durante una escena, el actor Louis Sorin no puede evitar entremezclar los nombres de Spaulding y el de su personaje, Chandler. Tras un rato incómodo en que ambos intérpretes aguantan la risa como pueden, Groucho acabó improvisando una línea diciendo directamente a cámara que álguien le pasara un programa del espectáculo. Sorin tiene que esforzarse mucho para no carcajearse.

Quizá esté siendo algo puñetero, pero deseo comentarlo: el contraste entre escenas rodadas en exteriores japoneses y de la Costa Azul resulta evidente pese a que los personajes no se mueven de Japón, en especial la escena pre-clímax donde Stafford y Vlady se teletransportan mágicamente desde las afueras de Tokyo, sus autopistas y campos de cultivo a las muy mediterráneas y vanguardistas instalaciones de la Fundación Maeght del arquitecto Josep Lluís Sert con sus pinares, sus vistas de la Costa Azul y sus esculturas de Joan Miró.

Durante la canción “Simon Zealotes/Poor Jerusalem”, exactamente a los 32:08 minutos, podemos ver claramente que Ted Neeley no puede evitar reirse por dos veces (intenta recuperar la compostura pero no puede) de los movimientos espasmódicos y las caras de flipao del desgarbado actor Lawrence Marshall, que roba la escena con sus pintas de rastafari en pleno colocón.

No tanto un error como una licencia del equipo: Filemón no lleva puesta su inseparable pajarita en toda la película.

Un aspecto que remarco bastante en mi crítica personal es que los cineastas pretendían dar la imagen del asunto Kartum desde el prisma de la época victoriana, no de los años 60 del S.XX.
Eso se ve ejemplificado en la figura del Primer Ministro Gladstone. Por entonces ya se sabía que sus dudas en intervenir en Sudán eran positivamente prácticas y bien razonadas (como también las hubo discutibles como muestra la película), pero el pueblo británico adoraba a Gordon aunque fuera bastante bala perdida (eso sí se muestra, muy ligeramente, en la película) y hasta la Reina condenó públicamente las acciones de su Primer Ministro en la prensa.

Gordon y Ahmad, al contrario de lo que se ve en la película, jamás se vieron en persona. Sus comunicaciones se efectuaron mediante mensajeros.

Y ya que hablamos del final, en el epílogo se dice que el caudillo sudanés murió por ¨causas desconocidas¨. Nunca fueron desconocidas: falleció de tifus solo 6 meses después del sitio.

Licencias que se tomaban en las pelis...

Es importante señalar como ERROR VOLUNTARIO para dar más dramatismo a las escenas finales, que el General Gordon no murió con el bastón de mando y ofreciéndose al enemigo como un mártir emulando a Jesucristo. Eso es lo que se quiso hacer creer en ese tiempo.
De hecho, testigos de los dos bandos señalan que vendió cara su vida defendiéndose de un pequeño grupo de guerrilleros sudaneses a pistoletazos, siendo finalmente herido de muerte cuando se quedó sin munición y cargó con su sable contra el grupillo.
Sí que fue decapitado como se nos muestra, pero el Mahdi no condenó ni lloró esa humillación a su rival como emotivamente nos muestra Laurence Olivier, sino que la hizo colgar de un árbol para que fuera objeto de mofa, befa y escarnio.

Algunas escenas de tanques de tanques se rodaron en el semidesértico Valle de Yakima del estado de Washington. Por supuesto, si la bastante verde Sierra de Guadarrama nada tiene que ver con las Ardenas, pues HESTO...

Ninguno de los modelos de tanques que aparecen en la película se usó realmente en la batalla. Todos los vehículos eran material americano sobrante de la Guerra de Corea (así que de Tigers alemanes, nada, y los tanques americano no son Sherman, que se descartaron tras la II G.M.).
Además, el avión Cessna que usan el personaje de Henry Fonda y su amiguete Joe para vuelos de reconocimiento no se empezó a usar hasta 1950.

Al principio de la película se hace hincapié en un enorme y oportuno reloj de 50 horas que los alemanes tienen en su búnker. Este interesante elemento dramático es olvidado completamente conforme avanza la acción.