Ficha Comisario X y los tres Perros Verdes


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Críticas de Comisario X y los tres Perros Verdes (1)


bigladiesman

  • 6 Sep 2019

6


Jo “Comisario X” Walker y su amigo Tom Rowland se las ven y las desean para recuperar un valioso alijo de LSD con el que el Ejercito de los EE.UU. pretendía experimentar como arma química no letal, mezclándolo con el agua corriente. Quizá habréis oído esta leyenda urbana que se ha parodiado en muchas partes. Pues aquí es la base del argumento.

Tony Kendall y Brad Harris hacen lo de siempre y lo hacen correctamente: Kendall suelta mamporros y cuenta chistes malos y Harris se encarga de escenas más serias y arriesgadas. La checa Olga Schoberová, que trabajaba tanto en su país como en Italia e Inglaterra (con la Hammer nada menos) es la chica principal de la película, que quiere vengar a su hermano asesinado por los villanos. Conforme avanza la acción, un conjunto de variopintos personajes – desde un poli atolondrado que parece el Súper de la TIA a un burro hiperinteligente - se van uniendo a Walker y Rowland para parar los pies a los malotes, y aquello acaba siendo una verbena.
Los malosos, la organización criminal Perros Verdes, son una pandilla de camellos: unos garrulos lisérgicos (¿dónde habré oído yo eso?) que se flipan con su propia mercancía (¿y esto otro?). Matones de tebeo bastante patéticos y cuyos intérpretes, afortunadamente, no parecen tomarse muy en serio su papel. Entre ellos cabe destacar la bellísima secundaria francesa Sabine Sun como la secretaria del consul USA en Estambul y aparente líder de la organización; el actor de carácter austríaco Herbert Fux y el nadador, culturista y destacado wrestler canadiense Samuel “Samson” Burke. Hay otro pero no nombraré personaje ni actor para evitar spoilers.

Como siempre en esta saga, el tono de la película es muy desenfadado y ésta se centra más en mostrar escenas de mamporros y las cabriolas de Brad Harris que otra cosa. El guionista y co-director Rudolf Zehetgruber ya había escrito la bastante potable anterior aventura de Walker y Rowland, “Kárate en Ceilán”, y aquí se centra más en su especialidad: la comedia. En todo momento vemos las bajas pretensiones y las ganas de hacer un producto barato, entretenido y de consumo rápido, por lo que se pueden perdonar algunos defectos.

Técnicamente creo que la película tiene un fallo importante y que no se puede perdonar: el montaje. Varias secuencias no parecen tener cohesión, como si se hubiera querido ir demasiado rápido y aprovechando todo el material posible. No hace mella en el factor entretenimiento, pero desorienta bastante: hay escenas que confunden más que una peli de Resnais.

Pero bueno, a falta de brillantez, bueno es bizarrismo, y a esta entrega de la saga le sobra, sobretodo conforme llegamos a la segunda mitad de la película. Lo de “perros verdes” está justificado, pero no hay tres: lo menos hay una docena.



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