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bigladiesman

Críticas de bigladiesman

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Kartum Kartum 05-11-2017
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Mastodóntica producción británica con una versión bastante romántica del famoso Sitio de Khartum de 1885, y particularmente, de sus dos protagonistas: el general Charles Gordon y el Mahdi sudanés, Muhammad Ahmad.

Charlton Heston, de cierto parecido físico a Gordon (aunque mucho más alto que el retaco militar inglés) logra, como siempre fue habitual en su carrera, sacar lo mejor de sus limitaciones como actor con su enorme carisma: su Gordon es aventurero, valiente, religioso, decidido y extremadamente vanidoso. Sin duda, otros de los tipos duros que lo hicieron icónico, a él y a su sempiterna mueca de estreñimiento. El megalómano y fanático Ahmad es interpretado por Laurence Olivier con estilo, un brutal refinamiento tras el que se encuentra un calculado sadismo y una emoción propia de un gran líder que cree en su causa pero sabe admirar al adversario. Por otro lado, Ralph Richardson interpreta con sorna y mala leche al impopular Primer Ministro William Gladstone , culpado de todo lo que vemos en la película en esos tiempos. Entre los secundarios, destacar al actor senegalés Tony Sekka, secundario de largo recorrido cuyo simpático Khaleel, sirviente de Gordon, tiene una tierna relación de amistad y complicidad con él

El guion del americano Robert Ardrey pretende reflejar la visión británica del asunto en esos tiempos, por lo que retrata a los dos bandos y a los políticos británicos de manera maniquea y llega a falsear herchos descaradamente, más como licencia histórica porque queda mejor en cine que por falta de rigor histórico. Así y todo fue bastante celebrado en su tiempo por sus buenos retratos de los personajes principales y se ganó una nominación al Oscar.

El aspecto técnico es delicioso, mostrando la inmensidad de los exteriores egipcios en Ultra Panavision de 70 mm (no se volvió a usar este sistema hasta que Tarantino lo rescató en “Los odiosos 8”), unos sets estupendos y unas breves, abundantes y espectaculares batallas dirigidas por el mítico Yakima Canutt.

Un buen drama bélico que aunque romantiza bastante la historia de lo que pasó cuenta con buenas actuaciones y un aspecto técnico bastante espectacular.


Modesty Blaise, Superagente Femenino Modesty Blaise, Superagente Femenino 30-10-2017
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Adaptación de la estupenda tira cómica británica creada por Peter O’Donnell y el malogrado Jim Holdaway, un eurospy ambicioso a cargo nada menos que del siempre imprevisible Joseph Losey.

La gran heroína británica es interpretada por la italiana Monica Vitti, ni de lejos la más adecuada para el papel pese a su espectacular belleza y porte, su parecido con el personaje del cómic (en las escenas donde sale realmente caracterizada tal y como la dibujaba Holdaway) y a que su acento remarca que Modesty Blaise tiene un orígen extranjero… ¡Pero un orígen indeterminado, no evidentemente italiano! Terence Stamp es su inseparable y no menos carismático amigo (casi deberíamos decir hermano de sangre) Willie Garvin, al que parece que se le han olvidado las lecciones de muay thai, pero Stamp en esa época hacía brillar todo lo que tocaba, así que su actuación en plan “me importa todo un rábano” resulta muy adecuada. Dirk Bogarde como el afeminado y caprichoso villano Gabriel hace globalmente, en mi opinión la mejor actuación de la película, siempre malote y divertido o Harry Andrews como un espabilado agente británico cierran un cuarteto muy prometedor y que sobretodo parece estar pasando un rato estupendo haciendo el tonto.

El tema del guion daría para una película en si: básicamente el propio Peter O’Donnell escribió y noveló (con gran éxito de ventas) un guion original, pero Losey lo que quería hacer era una comedia de cachondeo a costa de la saga Bond incorporando algunos personajes y situaciones del cómic original, por lo que dicho guion cambió de manos muchas veces. Así que lo que vemos en pantalla es un popurrí de ideas firmado por el bastante prestigioso poeta, dramaturgo y guionista jamaicano Evan Jones. La historia es… Un sinsentido, un recochineo constante sin lógica alguna con fallos de raccord deliberados, ruidos raros y números musicales y lo peor de todo es que es irresistiblemente atractivo: no es como un tebeo de Modesty Blaise, sino como un tebeo de Anacleto agente secreto de los que hacía el gran Manolo Vázquez: es tan disperso y extravagante como una de sus historietas. Sí, lo encuentro divertido.

Acompaña sobretodo un diseño de producción psicodélico de Richard McDonald (el hombre que muchos años después convirtió con mucha eficacia al cine el mundo de los Addams) y un vestuario rarísimo (de la modista Beatrice Dawson, una de las grandes del cine británico).

¿Cómo os lo diría…? Es una sensacional locura sesentera: otra que añadir junto a las películas de Flint y Matt Helm y Casino Royale’67 al pack para comprobar lo ridículo y sublime al mismo tiempo que llegó a ser el mundo del Eurospy. A mí me ha ebcabdilado porque responde perfectamente a mi retorcido sentido del humor. Absténganse fans serios del séptimo arte.


Kárate en Ceylán Kárate en Ceylán 29-10-2017
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No tardaron Jo “Kommissar X” Walker y su amiguete Tom Rowland en entrar en acción de nuevo. Aquí los tenemos en Sri Lanka combatiendo a una banda criminal que pretende secuestrar a una joven heredera. Como siempre, Walker va de por libre como buen detective privado, y Rowland trabaja esta vez para el Tío Sam. Y se siguen llevando como Moradelo y Filemón.

Con Tony Kendall (Jo) y Brad Harris (Tom) al frente de nuevo, aquí se nos revela que Tom – que es el principal protagonista de esta entrega - es un gran campeón de karate en EE.UU. que encontrará la horma de su zapato en un criminal también experto en este arte marcial: King (Dan Vadis, otro cachas americano, amigo y compañero de fatigas de Clint Eastwood), de la banda criminal Golden Cats. Jo sigue siendo el liso del dúo, tipo risueño y mujeriego que las mata a morreos. Por medio, la víctima de todo: Babs Lincoln, interpretada por la encantadora danesa Ann Smyrner, a la que ya vimos en la mítica (por lo mala) “Reptilicus”.

Dirige y escribe Rudolf Zehetburger, director austríaco especializado en comedias, al alimón con Gianfranco Parolini (sin acreditar). Zehetburger crea una historia bastante más, digamos, compacta – estaba claramente basada en dos partes diferenciadas: comedia polizzesca italiana y parodia Bondiana - y seria que la anterior entrega (sin renunciar en modo alguno al humor: es solo que aquí hay menos cachondeo), mucho más basada en la acción. Lo malo es que de tanto agujero, el guion parece patrocinado por Leerdamer y uno no se entera de nada pero eso es normal en un Eurospy. Sin embargo, es una historia simpática y entretenida.

La principal atracción aquí son las escenas de acción, que para un producto de tan bajas pretensiones son bastante potables, en especial el enfrentamiento final entre Rowland y King teniendo en cuenta que no me consta que ni Harris ni Vadis sabían karate, salen excelentemente librados (y sin usar dobles: ambos son de hecho los coordinadores de escenas peligrosas de la película).

Aunque inferior a su antecesora a nivel global, esta película nos ofrece acción descerebrada y bastante humo. Dentro de los cánones del eurspy, no me ha parecido mala para nada.


Flint, agente secreto Flint, agente secreto 04-10-2017
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Ambicioso clon bondiano con muchísimo cachondeo y que fue quizá, junto a la serie Matt Helm, la gran respuesta de Hollywood a 007 (Casino Royale’67 come a parte).

Derek Flint es un buen y veterano, si bien bastante pedante, exsoldado multicondecorado y un playboy con unas capacidades tan perfectas que deja a Batman en Torrente: está podrido de pasta, tiene cuatro concubinas, gadgets absurdos, conocimientos de cirugía, química o gastronomía, es capaz de parar su corazón a voluntad y los medios voltajes no le hacen ni cosquilas, experto en todas las artes marciales habidas y por haber… Lo que el mismísimo Bond soñaría serm oiga usted. James Coburn le da a Flint una muy adecuada mezcla de descaro y donaire, su alta y flaca figura y estentórea voz le dan un aspecto físico conveniente y está estupendo en las escenas de acción. Pero lo mejor es que en ningún momento se toma en serio lo que está haciendo, dando en la diana con el tono de la peli. Lo acompaña un también más que correcto Lee J. Cobb como su desesperado jefe, ex comandante suyo en el Ejército y con el que se lleva fatal. Tienen buena química: parecen talmente los Epi y Blas del mundo del espionaje. Y “en la parte negativa”, como los malosos de la organización Galaxy tenemos a Gila Golan, actriz polonesa-israelí que tuvo una carrera corta pero en películas destacables y que se limita a lucir palmito y al irlandés Edward Mulhare (“El coche fantástico”, “El fantasma y la Sra. Muir”) como un maloso más bien mediocre. Dirige Daniel Mann, un director generalmente de pelis bastante serias y que a partir de aquí varió algo su repertorio.

Guion de los autores cómicos Hal Fimberg (“Tienda de locos” con los Marx) y Ben Starr (creador de una sitcom muy popular en EE.U. “The Facts Of Life”). No es para partirse de risa, pero uno no deja de sonreir con las ocurrencias del dúo, sin renunciar a buenas escenas de acción. Sin duda, ese año 1966 el público fue testigo en la gran pantalla de varias pelis en la mejor tradición del comic-book: esta, Batman o Modesty Blaise son buenos ejemplos.

El aspecto técnico no llega al nivel de excelencia bondiano (no tenemos aquí bellos exteriores) pero es muy reseñable: deliciosa estética pop que parece salida de un sueño lisérgico de Jim Steranko o colorida fotografía, excelente e inspiradísima banda sonora de Jerry Goldsmith creando su propia visión de las bandas sonoras de espías pop, llena de piezas pegadizas (hay partes que parecen más de película de inicios de los 70 que de mediados de los 60). Los FX van a momentos, como pasa en muchas películas de Bond: a veces son brillantes y a veces son flojísimos.

Estupenda parodia de Bond que se adelantó muchos años a Austin Powers, que dio una secuela y que forma junto a la versión de 1967 de Casino Royale una trilogía de desmadre pop que deleitará a los interesados por esa década.


Licencia para Matar Licencia para Matar 17-09-2017
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Primera entrega de otro clon Bond que daría para una trilogía. Su título estadounidense (y título de la canción de los créditos), “El segundo mejor agente secreto del mundo entero”, da muestras de que vamos a ver algo que no se tomará en serio a si mismo. Es uno de tantos productos de cine de barrio de la época, vaya.

Tom Adams, un actor que había sido extra virtualmente toda su carrera (estuvo en “La gran evasión”, por ejemplo) fue protagonista por primera vez, rodeado de secundarios conocidos en el Reino Unido. El agente Charles Vine de Adams parece un poco deprimido, el pobre, y sufre de cierta falta de carisma, pero no se lo piensa dos veces cuando hay que ser efectivo: a la media hora de película ya se carga a 8. El checo-germano Karel Stepanek es el sufrido Dr. Jacobsen y Peter Bull (al que justamente vengo de ver en “La vieja casa oscura”) es el jefe de operaciones del enemigo de los británicos.

La dirección y guion del mismo director son mediocres como mucho: pese a la abundante y exquisita violencia, los diálogos son maluchos, el humor (poco, y la película se va volviendo más seria conforme avanza) es tosco, el ritmo es lento y las escenas de acción resultan bastante parcas. La cosa mejora hacia el clímax, pero muchos espectadores serios habrán huido por entonces.

La película tiene un aspecto técnico bastante apañado para ser que tiene un presupuesto medio. Es destacable la ya mentada canción inicial, cantada por el siempre divertido Sammy Davis Jr. Está bastante bien rodada, íntegramente en exteriores en zonas urbanas, lo que le da un aire realista y un ambiente sombrío.

Un producto mediocre que comete el peor pecado que puede cometer una película de acción: ser aburrido. Sus indudables virtudes no logran subsanar sus muchos defectos.


Campanadas a Medianoche Campanadas a Medianoche 13-09-2017
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Ambicioso proyecto de adaptar varias obras de Shakespeare en una que Orson Welles llevaba acariciando sin éxito desde que era estudiante, a inicios de los años 30. Finalmente se cameló al productor español Emiliano Piedra y a Harry Saltzman, entonces en la cumbre como co-productor de la saga Bond entre otros para poder llevarlo a cabo

Welles dirige, escribe y protagoniza como uno de los personajes más populares del legendario dramaturgo británico, Sir John Falstaff, haciendo una actuación estupenda. Lo acompañan varias luminarias de la escena y el cine británico como John Gielgud, Keith Baxter, Margaret Rutherford o Norman Rodway (las cuatro actuaciones son magníficas) y una selección de importantísimos actores europeos como la recientemente desaparecida Jeanne Moreau, Fernando Rey o Marina Vlady.

Welles no planteó esta película para entretener a pesar de sus muchos toques de comedia, sino como un proyecto personal, y como tal está hecho a su gusto. Respeta en extremo los diálogos y soliloquios del Bardo y los mezcla con habilidad en una trama coherente sobre la relación entre Falstaff y el futuro Enrique V. A los que gusten de Shakespeare les puede encantar o lo pueden detestar a partes iguales.

La sombría pero a veces sorprendentemente épica, (especialmente escenas en la iglesia de Sant Vicenç de Cardona, con unos planos que le dan aire de grandilocuencia al templo, que es bastante bonito, pero no impresiona tantísimo en la vida real) fotografía en blanco y negro del prestigioso cámara francés Edmond Richard le da un aire ideal al producto, disimulando además que los parajes donde se rodó nada tienen que ver con las Islas Británicas. La excelente banda sonora de Angelo Francesco Lavagnino, redondea esa en mi opinión engañosa sensación de épica. Engañosa sobre todo en la célebre escena de la Batalla de Shrewsbury, donde Wells decidió mostrar al mundo que la guerra en general y la medieval en particular nada tenía de épica o glamour y mucho de terror y sangre.

Saludada por los que saben como la primera película que trata a Shakespeare desde una perspectiva estrictamente cinematográfica, es una visión personal y original de Wells sobre la naturaleza de los personajes del mítico dramaturgo, y se impone a un presupuesto mínimo con unas magistrales interpretaciones y un aspecto técnico a la altura. Compensa gracias sus abundantes puntos de interés el hecho de que no sea una película, digamos, ¨entretenida¨. Ni pretende serlo.


Boeing Boeing Boeing Boeing 08-09-2017
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Comedia de sexo y chapuza que intentó recuperar el espíritu de las películas del dúo Dean Martin-Jerry Lewis, solo que sin Martin.

Es Tony Curtis el que toma el papel del crooner para dar la réplica al recientemente desaparecido Jerry Lewis, bastante más contenido que en sus películas en solitario. Curtis es el periodista americano Bernard Lawrence, que vive una triple vida, prometido con tres bellas azafatas de tres países europeos distintos (Dany Saval, Christiane Schmidttmer y Suzanna Leigh). Lewis es su “amigo” y rival Robert Reed, un listillo lenguaraz que se lo quiere quitar todo forzándolo a aceptar un ascenso que lo mande a Nueva York. Claro que Lawrence ya lo tiene calado de entrada y no se va a quedar de brazos cruzados: el enredo está servido. La gran secundaria Thelma Ritter, el arma secreta de esta película con una fantástica actuación, es Bertha, la vieja, fiel pero cansada y muy cínica criada de Lawrence.

Basada en la obra de teatro francesa del autor Marc Camoletti del mismo nombre, que se exportó con gran éxito al West End londinense y a Broadway, fue adaptada al cine por el dos veces oscarizado Edward Anhalt, que junto a su mujer Edna era no solo un notable guionista sino un maestro de las novelas pulp, que mantiene la trama vodevilesca del original pero la adapta muy bien al género cinematográfico.

Parte del mérito de la adaptación lo tiene un buen scouting de exteriores en París en las breves escenas que unen los segmentos de vodevil en el lujoso apartamento de Lawrence.

Más entretenida de lo que esperaba, una comedia de aire teatral realizada con oficio y con buenas actuaciones.


La Muerte Tenía un Precio La Muerte Tenía un Precio 07-09-2017
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“Donde la vida no tenía valor, la muerte, a veces, tenía su precio”, reza un intertítulo tras una de las secuencias de créditos más icónicas de la historia del western.

Clint Eastwood acabó de perfilar a su icónico antihéroe anónimo, llamado aquí Manco porque siempre lleva un brazo oculto bajo el poncho. Lee Van Cleef creó a otro arquetipo con su coronel Mortimer, frío, cínico, vengativo y astuto. Sería su marca de la casa a partir de entonces. Por su parte Gian Maria Volonté creó al que es considerado uno de los mejores villanos de la historia del western: Indio, un yonqui (siempre fumando opiáceos para olvidar sus propios crímenes) psicópata sanguinario, sádico, y extremadamente inteligente. Es interesante saber que los tres actores se doblaron a si mismos al inglés, con lo que sus interpretaciones no quedan afectadas por el hecho de que el film se rodara sin sonido. Los tres personajes tienen en común una cosa a parte de su dudosa moralidad: un carisma enorme. Klaus Kinski tiene un papel secundario como tipo raruno, como siempre fue habitual en su carrera.

El equipo de guionistas liderado por el mismo Sergio Leone, con especial énfasis en Enzo Vincenzoni, que no solo fue uno de los co-guionistas sino que adaptó la película al inglés, crea una aventura violenta y entretenida que no hace más que ganar con cada visionado.

Como no puede ser de otra manera, lo mejor de la película es la ya mítica banda sonora de Ennio Morricone: aparentemente simple pero sobrecogedoramente bella, eléctrica con esos riffs de guitarra y melodías deformadas, dramática con esos coros y golpes de trompeta típicos y no siempre adecuada sino simplemente imprescindible. El diseño de producción feísta y escabroso de Carlo Simi es el otro gran elemento técnico: como en “Con un puñado de dólares”, el arquitecto (su verdadera profesión) crea decorados y vestuario para crear una sensación de pura miseria y salvajismo constante.

Uno de los grandes westerns de todos los tiempos, fue el que preconizó definitivamente que el género iba a cambiar para siempre sus convenciones gracias en muy gran parte a Sergio Leone.

Le cae un diez porque si a ¨Por un puñado de dólares¨ le puse un 9, esta la mejora en todo.


La Batalla de las Ardenas La Batalla de las Ardenas 04-09-2017
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Dramatización de la Batalla de las Ardenas que no se preocupa para nada de la realidad, con acción y nazis de tebeo. Y eso no tiene por qué ser malo si al menos la película está bien hecha. Y bajo la batuta de Ken Annakin, las posibilidades son altas.

Como es habitual en este tipo de películas, reparto estelar: Henry Fonda (como un policía metido a soldado, lo que le causa el desprecio de sus superiores), Robert Shaw (como militar alemán sanguinario, egocéntrico y frío como el acero, el mejor del reparto sin duda) , Robert Ryan (como general cualquiera) , Charles Bronson (como un buen soldado que empieza a mostrar cierta demencia), Dana Andrews (como alto cargo imbécil de turno), Telly Savalas (que proporciona alivio cómico como sargento chusquero y contrabandista que descubre el amor. Muy bien Savalas, porque su personaje abandona la unidimensionalidad conforme avanza la acción), Pier Angeli (contrabandista novia de Savalas, cuyo papel es poco más que un cameo para que no se diga que la única chica de la película es una puta de lujo filonazi), además de varios actores alemanes habituales de krimis y películas de la II G.M.

Como digo al principio, el guion del prestigioso Philip Yordan (guionista habitual de Samuel Bronston), junto a Milton Sperling y John Melson, se salta toda pretensión de realismo, no sé si ex profeso o no, para centrarse en el entretenimiento: polis soldados amargados, alemanes con un equipamiento absurdamente moderno y que hablan en inglés para beneficio de los Aliados, un nazi de Texas, un contrabandista simpático… Sin embargo está lleno de errores no solo factuales, sino de continuidad. Ignoro si fue cosa de la redacción o la ejecución por parte de Aldrich, pero allí están. La acción continua y la larga duración puede maquillarlos

Técnicamente, pues lo esperable en una peli épica: hermosa fotografía a color en Cinerama que refleja la belleza de los exteriores (que nada tienen que ver con las auénticas Ardenas), espectaculares escenas de acción, un búnker alemán que parece salido de la mente del decorador de interiores de SPECTRA (creado nada menos que por Eugène Lourié, el mítico director de varias películas ci-fi de serie B que aquí amamos), buena música…

Con sus errores, sigue siendo una entretenida película bélica, solo que hay que olvidar que que se supone que lo que cuenta pasó de verdad, porque todo aficionado a la historia se cabreará.


El Señor de la Guerra El Señor de la Guerra 01-08-2017
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5 años después de “El Cid”, otro vehículo de ambiente medieval para lucimiento de Charlton Heston, considerado el primer intento de Hollywood de hacer una película que captara la violencia, suciedad y depravación de la Europa de esa época.

Heston, acartonado pero eficiente como de costumbre, es Chrysagon de la Croix, señor feudal de baja estofa que ofrece bastantes matices: es un tirano egocéntrico, descerebrado y de talante colérico pero es valiente, tiene a veces arranques de nobleza y sabe amar. Lo importante aquí, sin embargo, es un estupendo reparto secundario formado esencialmente por gente de la pequeña pantalla: la bellísima y fascinante canadiense Rosemary Forsyth (la valiente y resignada Bronwyn), Richard Boone (el imponente guerrero Bors), Guy Stockwell (el mejor del reparto: salido totalmente de madre como Draco, hermano del prota. Lo roba TODO) o James Farentino (como Marc, un pobre hombre que se convierte en un tipo tan enfermizo como Farentino en la vida real, por culpa de los abusos de Chrysagon).

Guion de los veteranos John Collier y Millard Kaufman a partir de la obra de teatro de 1956 “Los amantes”, de Leslie Stevens (creador de la serie “Más allá del límite”), que divide la película en tres partes diferenciadas: un explosivo pero breve inicio de acción, una larga historia de amor y penuria medieval con un aire teatral muy acorde con la fuente original de la historia y de nuevo un estallido de acción imparable con varias hazañas de unos especialistas liderados por un mito como el entonces muy joven Joe Canutt (sí, el que dobló a Heston en la carrera de cuádrigas de Ben-Hur), hijo de Yakima Canutt, que dura toda la hora final de la película. Siempre sabe mantener el interés, sobretodo gracias a las interpretaciones.

Ambientación medieval feísta que intenta capturar el espíritu indómito y bastante repulsivo de esos tiempos, y lo logra dentro de los límites morales de esa época. Muy influyente el trabajo de Oliver Emert y John McCarthy. La música también tiene partes detacables, en especial una tema principal épico de Jerome Moross.

Una película bastante influyente y bien realizada que basa su éxito en la estética puramente medieval sin romanticismos y las magníficas actuaciones del elenco secundario.


El Liquidador El Liquidador 26-07-2017
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Antes de que se hiciera con la saga Bond en 1981 con la adquisición de United Artists, la Metro también lanzó su propio clon de Bond, con muchos recursos y un reparto de lujo, basado en una novela del prolífico John Gardner, futuro autor de varias novelas oficiales de James Bond

Rod Taylor – en su penitencia por rehusar el papel de James Bond “por estar por debajo de sus posibilidades” - es el Sargento Oakes, un tipo cuya mágica torpeza salvó a su futuro jefe, el Coronel Mostyn – interpretado por un hilarante e histérico Trevor Howard - de ser asesinado cuando estaba meando tranquilamente en el París recién liberado, y 20 años después, Mostyn, pensando que lo salvó de verdad en París, quiere contar con él para limpiar el MI5 de infiltrados… Y como Oakes no mataría ni a una mosca, debe tirar de astucia y se arma la marimorena. Taylor destila músculo y simpatía, y su aspecto de rudo campesino va como anillo al dedo a su personaje.
La chica es precisamente una futura chica Bond: Jill St. John, bastante más competente que en su actuación bondiana como secretaria de Mostyn, o David Tomlinson como el intrigante, divertido y mariposón Quadrant (verlo en este papel JUSTO DESPUÉS de verse Mary Poppins es muy gracioso. Ha sido pura casualidad) redondean el reparto.

Guion de tono muy paródico y divertido del escritor y dramaturgo australiano Peter Yeldham, con diálogos – ¡AL FIN!¡GENTE QUE HABLA COMO EN LA CALLE! He tenido que esperar a 1965 en mi repaso histórico al cine en general – muy coloquiales y tan naturales como se podía ser, aunque más bien con poca acción. Sin embargo esas pocas escenas de acción están muy, muy, bien rodadas, como es de esperar en una peli dirigida por Jack Cardiff, uno de los mejores cámaras de la historia del cine.

A parte de la bella fotografía, especialmente en escenas rodadas en la Costa Azul, destaca la música de Lalo Schifrin, tan pegadiza como siempre son las composiciones del compositor argentino, con una canción interpretada por Shirley Bassey. Además, la secuencia de créditos bastante es bastante maja.

Entretenida y bien hecha, si bien algo sosa, propuesta para fans del subgénero eurospy, nacido a la sombra de Bond.


Mary Poppins Mary Poppins 22-07-2017
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A mucha gente, cuando se le habla de “la magia de Disney”, lo primero que piensa es en esta película, un hito del cine fantástico (aunque por reglas de de esta BBDD esté en Indiemoviez) en su vertiente más familiar y, personalmente, el testamento de un Disney a pocos años de su óbito, en un tiempo en que su división de animación pasaba por un pequeño bache.

Julie Andrews pasó de la cúspide de Broadway a la de Hollywood sin escalas a base de simpatía y hermosos gorgoritos, llevándose Oscar, Globo de oro y Grammy en su debut en la gran pantalla. Por su parte, Dick Van Dyke se consagró a nivel internacional (en EE.UU. ya era estrella de la tele) con dos papeles, rutinas de comedia clásica, muecas, improvisaciones y bailes. El cómico David Tomlinson, en su eterno papel de supuesto gentleman estirao, empezó su larga relación con la Disney como ese Sr. Banks que todos detestábamos de pequeños: la perfecta caricatura del estricto padre rico solo pendiente de sus negocios y de vivir el futuro, estereotipo eterno del cine.

El guion del dúo Walsh-Dagardi, habituales de los clásicos en imagen real de Disney, se salta a la torera todo el espíritu anárquico de las novelas de Travers para mayúsculo cabreo de ésta (en especial lo de los dibujos animados). Además, es bastante larga. Pero para el espectador, eso no es malo, porque tener un argumento totalmente basado en una serie de viñetas más que en una historia hace que tenga variedad. Hay ratos demasiado acaramelados (“Feed The Birds”, la ligera melancolía de Poppins al final), pero adecuaron la película a un público masivo y permitieron dar pie a mostrar la maestría del equipo técnico.

Y es que el impecable aspecto técnico se basa en el punch de las canciones de los hermanos Sherman, puro Broadway pero sin Broadway, con montones de piezas que hemos tatareado alguna vez; unos FX de postín que incluyen unos inventos de los más sorprendente para su tiempo, animatronics y la ya clásica combinación acción real-animación. Las coreografías son estupendas (el ballet de los deshollinadores fue de lo mejor es su tiempo).

Mary Poppins, la Mary Sue (personaje que lo hace todo demasiado perfecto) del cine por excelencia, la gran arregladora de problemas, tuvo una gran plasmación en la gran pantalla por mucho que su creadora P.L. Travers se cabreara, con este clásico imperecedero: una película de esas que definieron el cine entre muchas otras cosas como una gran máquina de ilusiones y momentos felices. Pero quizá después de todo no sea tan Mary Sue… Parece que en la casa de los Banks se avecinan problemas de nuevo y tendrá que volver a intervenir. Lo veremos en 2018.


Alicia en el Pais de las Maravillas Alicia en el Pais de las Maravillas 16-07-2017
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Para Walt Disney, según gente que lo trató, “Alicia en el país de las maravillas/detrás del espejo” eran libros-fetiche: el animador de Missouri ya trataba de emularlos en fechas tan tempranas como 1923. Pero no lograría adaptarlo hasta 1950. ¡Y de qué manera!

Con una animación tan fluida como siempre (Alicia es tan expresiva que incluso hoy día se usa para ilustrar memes de internet), los artistas de la casa, encabezados por la diseñadora Mary Blair y sus expresionistas y coloridos diseños, lograron crear un ambiente que se ajustaba al chiflado mundo victoriano de Lewis Carroll mientras se mantenía una estética contemporánea.

Obviamente, todo esto no sería nada de no ser por un equipo de una docena de guionistas desmelenados encabezados por Winston Hibler (a partir de un esbozo de guion a cargo del escritor Aldous Huxley) ejecutando gags absurdos como una batería de metralletas. Lo que se busca, lo dan: una historia casi sin pies ni cabeza con personajes chiflados.

Según dicen, es la película mas musical de Disney, pero pese a tener piezas excelentes (la marcha de la Reina de Corazones, la tonadilla de “Feliz, feliz no-cumpleaños” o “Golden Afternoon”), en general pienso que en comparación con otras películas de la casa es más bien sosilla y falta de punch.

En todos los aspectos, la versión definitiva – de momento – de la obra de Lewis Carroll. Disney lo volvió a intentar con el gigantesco proyecto de Tim Burton, pero ni éste ha logrado superar este descacharrante y meritorio desmadre. Totalmente imprescindible.


Johnny y Clementina en el Oeste Johnny y Clementina en el Oeste 27-06-2017
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Aunque solo tenía veinte y tantos años cuando realizó este largo, Bruno Bozzetto ya era una referencia en la animación italiana con sus asalvajados cortos que combinaban animación limitada y una mirada muy crítica a la sociedad.
Esta parodia del western en general recoge todos los recursos que el animador milanés y su equipo habian ido usando (cierto expresionismo en los minimalistas fondos, efectos de luz, chicas bonitas) y los usa en una sucesión de gags en general bastante afortunados. La música, bastabnte buena, es puro spaghetti western.
Pese a no llegar al nivel de obras posteriores de Bozzetto como ¨Vip, mi hermano superhéroe¨, varios de sus cortos para adultos o - en un plano más familiar - la trilogía de largometrajes del Sr. Rossi (cerrando una serie de cortos para adultos), es un filme divertido y meritorio.


París-Estambul Sin Regreso (S.O.S. Agente 017 Plenos Poderes en Estambul) París-Estambul Sin Regreso (S.O.S. Agente 017 Plenos Poderes en Estambul) 14-06-2017
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La segunda parte de la trilogía de las aventuras del agente Dick Malloy, de nuevo un Eurospy por encima de la media.
Ken Clark se chulea y reparte mamporros de nuevo por media Europa, con cuatro chicas distintas y un conjunto de secundarios hispano-italianos.
El equipo de guionistas encabezado por Arpad DeRiso crea una historia comiquera con cuatro partes claramente diferenciadas según dónde se desarrollan sobre la invención de una misteriosa arma. Acción a mansalva, toques ci-fi y bastante humor pese a lo facilón de la trama.
Esta película destaca sobre su predecesora por la mejora en las escenas de lucha, que aquí resultan menos falsas. También hay alguna escena con FX muy sencillos.
Puro entretenimiento de serie B. Bastante recomendable para el que busque un puro tebeo de acción sin preocuparse por nada más.


Berlín, Cita con los Espías Berlín, Cita con los Espías 11-06-2017
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Desigual eurospy italiano con el secundario norteamericano Brett Hasley como el nada carismático agente Bert Morris y Pier Angeli como la algo más afortunada Paula Krauss, hija de un científico. Dana Andrews tiene un papel secundario pero importante como el tuerto jefe de Morris, al cual unos agentes enemigos le ponen un ojo que incorpora una cámara haciéndose pasar por empleados de una prestigiosa clínica oftalmológica. En general, todos parecen bastante aburridos con lo que están haciendo, lo cual se contagia.

El guion, entre cuyos autores se encuentran dos clásicos de la serie B italiana como Adriano Bolzoni y Adriano Baracco, contiene un buen número de aciertos: el hecho de que los malos siempre vayan por delante, burlando a los yanquis en todo momento, es un detalle majo, así como algunas de las trampas que se sacan de la chistera, hasta el punto que se pone uno a favor de ellos. Por desgracia, ello también trae un final precipitado y mucha previsibilidad general.

Técnicamente una notable banda sonora de Riz Ortolani,

Una película cuyos buenos momentos no ocultan que es un producto que, aunque decente, resulta aburrido.


Pierrot el Loco Pierrot el Loco 06-05-2017
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En 1965, el argumento del ricachón harto de su vida y entorno que decide lanzarse a lo desconocido para hallar la autorealización y de paso encontrar el amor ya estaba muy visto, pero Godard le dio aquí un giro noir, anárquico y extravagante, de realismo mágico.

Un estupendo Jean-Paul Belmondo es el algo amargado pero aún lleno de esperanza periodista televisivo en paro Ferdinand Griffon, alias Pierrot, que teniendo una vida arregladilla, una esposa bella y rica e hijos, se harta del ambiente pijo-burgués que lo rodea y se escapa con un antiguo rollete, Marianne Renoir – no menos estupenda la danesa Anna Karina, una de las musas de la nouvelle vague - a la costa mediterránea. Por el camino la pareja va cometiendo todo tipo de delitos de gravedad, así, como si nada, y se cruza con unos frikazos que ríase usté de los tiempos del “Força Barça” y de “Ratones coloraos”.

Basada muy libremente en una novela negra de Lionel White (autor de “Atraco perfecto”) , Godard experimenta con diversos recursos narrativos a lo largo de la historia, desde diálogos truncados a romper el cuarto muro, pasando por referencias a otras películas (incluído un cameo del director Samuel Fuller) o echarse a cantar, lo que si bien le da variedad, humor y esa extravagancia antes nombrada, también puede hacer que la película resulte pedante e incluso repelentilla. Así y todo, es bastante movida e incluso me atrevería a decir que sorprendentemente entretenida para un producto de la generalmente cansina y soporífera nouvelle vague.

Destaco técnicamente un magistral uso del montaje y el color (se usó Eastmancolor para remarcarlo), música que no es mala pero que pude cansar

De lo más digerible de este tipo de cine gracias a un buen ritmo, el colorido, el humor y la anarquía general reinante, pero lo que no le falta para lo malo es esa pedantería de la que siempre adoleció la nouvelle vague. Para los muy cinéfilos y los que sepan tolerar las excesivas pretensiones artísticas de Godard que brillantemente resume Párnaso en su crítica. Creo que Alphaville me gustó más.


La Muerte Espera en Atenas (Operación Loto Azul) La Muerte Espera en Atenas (Operación Loto Azul) 29-04-2017
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Un eurospy por encima de la media, caracterizado por unas escenas de acción bastante potables.
El cachas Ken Clark, veterano de la serie B americana, es el agente Dick Malloy en una de sus tres apariciones. No lo hace tan mal como eso: es chuleta y tiene buena planta, pero en las peleas parece una damisela: no toca a nadie. Helga Liné es una nefasta protagonista femenina, cuya actuación me abstendré de comentar por tema de spoilers.
El equipo italo-español de guionistas logra crear un buen producto de acción, con las típicas situaciones rocambolescas del subgénero, pero, de alguna manera, algo mejor (no mucho mejor, que quede claro) encajadas en el argumento que otras películas.
Pues lo dicho: muy bien las escenas de acción: pese a que las peleas resultan falsísimas, sí que logran ser excitantes, pero lo mejor entre muchas es un estupendo tiroteo por los tejados de París, hecho aparentemente en exteriores y sin trucos.
Buen eurospy si no se tienen excesivas exigencias ni expectativas.


Estambul 65 Estambul 65 16-04-2017
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Otro eurospy con ciertas ambiciones a la sombra de la saga Bond, que se caracteriza por su acción y humor muy de tebeo.

Horst Buscholz interpreta con gracia a Johnny Mecenas, joven y simpático hampón de Chicago que cayó en desgracia y se dedica a llevar un casino ilegal en Estambul. Sylvia Koscina es una agente del FBI que consigue que trabaje para el Gobierno de EE.UU. para rescatar a un científico por 1.000.000 $. El reparto esta lleno de grandes nombres del cine europeo y español: Klaus Kinski, Mario Adorf, Agustín González, Álvaro de Luna, Ángel Picazo…).

El guion del equipo liderado por el director Isasi-Isasmendi está lleno de humor, y nos brinda una película muy movida, pero como suele pasar en los eurospies es poco coherente, además de que deja a Sylvia Koscina en simple dama de compañía cuando ELLA es el agente secreto aquí.

Técnicamente es una película que lo deja todo al trabajo de los dobles, aunque las escenas de acción no sean lo más espectacular que se haya visto ni en películas de serie B.

Divertida propuesta, me ha parecido por sus características un eurospy por encima de la media, aunque no esté falto de defectos. Dentro del sub-sub-género – como me gusta llamar a los eurospies - merece una nota alta.


Socorro! Socorro! 07-04-2017
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Segunda película de los Beatles y la primera de la trilogía de flipadas que fueron esta, “Magical Mystery Tour” y la magistral “Yellow Submarine”. Vuelve a dirigir Richard Lester.

Esta película tiene un protagonista claro: fue la que mostró que Ringo Starr podía ser apañadete como actor si se lo proponía. La acción pivota en torno a él. El resto, como Lennon apuntó muy bien, “extras en su propia película” (y es que esta es más una película de Lester experimentando con el humor surrealista que de los propios Beatles). En papeles secundarios, varias luminarias de la escena y el cine británico como Leo McKern, Roy Kinnear o Victor Spinetti, todos bastante divertidos.

El guion es del dramaturgo Charles Wood, compañero de penas y trabajos de Richard Lester y Marc Behm, que creó la historia – que no “escribió el guion” - de “Charada”. Crean un cuento extravagante y fantástico, con muchos segmentos que caen en el surrealismo. Como defecto, señalaría que este surrealismo y sinsentido general juega a ratos malas pasadas a los personajes, que en general me resultan planos.

Por supuesto, la música es lo mejor aquí, y lo que atrae básicamente a los espectadores, y tenemos grandes canciones como “Help!”, “You’ve Got To Hide Your Love Away”, “Ticket To Ride” o, una elección personal, “You’re Going To Lose That Girl” pero hay otros elementos interesantes, como una fotografía muy currada del futuro ganador del Oscar David Watkin y un diseño de producción extrema y refinadamente pop de Ray Simm, que había ya trabajado en “Qué noche la de aquel día” y otras películas sesenteras muy influyentes: es sin duda una película que define perfectamente la década a nivel estético.

No llega ni mucho menos al nivel de “Qué noche la de aquel día, pero es otro testimonio de la beatlemanía y el cine pop.


Furia en Bahía Furia en Bahía 06-04-2017
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El literario agente del autor Jean Bruce, Hubert Bonisseur de La Bath, OSS 117 de la CIA, volvía a la pantalla, esta vez para detener a unos terroristas suicidas, bajo los rasgos de su tercer intérprete: el debutante actor checo Frederick Stafford, al que el director André Hunebelle había conocido en Tailandia mientras rodaba “Pánico en Bangkok”, en una carrera fulgurante que se vio truncada después del fracaso de “Topaz”, peli de Hitchcock que Stafford protagonizó.

Se entiende porque Hunebelle se fijó en Stafford, y es que cumple el requisito indispensable para ser prota masculino de clon de James Bond: el tío suelta unos guantazos que los malos ya no tienen que tomar Pectol para despejar los pulmones porque ya salen a tomar el aire solitos por vía rectal. Lo acompaña la bonita Mylène Demongeot, con la que Hunebelle trabajaba en Fantomas.

El guion de Jean Halain y Pierre Foucaud, también de la saga Fantomas, tiene muy poco sentido y es solo una excusa para poner escenas de acción. Que no tiene por qué ser malo, porque la mayor parte del cine de acción tal y como lo conocemos, pero este par era capaz de cosas mucho mejores. Lo mejor, los chistes.

Técnicamente no pasa de ser una película de serie B correcta, con escenas de acción sencillas pero lo suficientemente efectivas. La en todo momento alegre música a ratos no encaja.

Correcta sin más.


La Carrera del Siglo La Carrera del Siglo 29-03-2017
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A las pocas semanas de “Aquellos chalados con sus locos cacharros” apareció esta no menos ambiciosa producción con grandes nombres de Hollywood y dirigida nada menos que por un maestro de la comedia como Blake Edwards.

Un Jack Lemmon magistral y que se come todos los recursos técnicos llevando la película en hombros protagoniza como el malvado y tramposo Prof. Fate, uno de sus personajes más memorables... Bueno, dos, porque también interpreta al borrachuzo príncipe Hapnick , doble de Fate. A su lado un Peter Falk en su época más cómica, aún tres años antes de coger la gabardina de Colombo y ser el actor-fetiche de John Cassavettes como el típico ayudante torpe, Max , que da una excelsa réplica a Lemmon (si fue bien, que repitieron dúo cómico en “Luv”). Su rival es el Gran Leslie, aventurero suicida profesional interpretado por un Tony Curtis en la cúspide de su popularidad, ayudado por otro cómico, el habitual de la Disney Keenan Wynn. Y cómo podemos olvidar la excelente actuación de una Natalie Wood mostrando su vis cómica como la periodista, aventurera, sufragista, fan de los buenos habanos y sexualmente liberada Maggie Dubois, que desde luego pinta bien (pero que MUY BIEN a sus 27 primaveras) y no es tan pava como su María de “West Side Story”.

El guion de Edwards y del guionista clásico de serie B Edward Ross (¨La mujer y el monstruo¨) no se anda con rodeos y es un homenaje directo y cariñoso al slapstick de la época muda e inicios del sonoro con pelea de tartas incluída. Lo malo es que con visionados repetidos se resiente un poco, especialmente por lo que personalmente considero cierto exceso de metraje en el segundo y tercer acto.

La Warner Bros. no escatimó recursos técnicos para esta película: Henry Mancini para la música, Edith Head para el vestuario (luciéndose mucho más que en otra película estrenada poco antes, “La batalla de las colinas del Whisky”), Fernando Carrere creando unos vehículos impresionantes - cercanos al steampunk pero sin serlo - y ridículos para Fate (el trabajo de Head ayuda bastante a remarcar esta estética), fotografía del mito maldito Russell Harland… Y para redondearlo todo, espectaculares cabriolas en tierra, mar y aire. Pero, ah, amigos, incluso con todo esto, no resulta visualmente tan espectacular como su rival británica nombrada al principio.

El magistral trabajo de los intérpretes, en especial de, Lemmon y Falk, y las tablas de Blake Edwards ensombrecen un apartado técnico magnífico. Y eso es bueno, por supuesto. Dicho de paso, pese a sus enormes virtudes, no la considero uno de los grandes trabajos de Blake Edwards: ¨El nuevo caso del Inspector Closeau¨, del año anterior, por ejemplo le da mil vueltas. En perspectiva, no es tan entretenida como ¨Aquellos chalados con sus locos cacharros¨, pero al estar mejor interpretada y tener una historia más sencilla de seguir, compensa: en cuanto a notas, estas dos estupendas películas rivales empatan.


Las Batallas de las Colinas del Whisky Las Batallas de las Colinas del Whisky 25-03-2017
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Otra de las producciones mastodónticas de los hermanos Mirisch y John Sturges, esta vez retornando al western, pero en clave de comedia: una disputa a tres bandas por un gran cargamento de whisky.

Ya nos pueden decir que Burt Lancaster es el protagonista, que este va con el automático (hizo esta película para cubrir unas duedas con United Artists). Es Lee Remick quien le roba el protagonismo, siendo de paso, junto a Donald Pleasance, la única actriz que parece divertirse aquí.

Y es que el guionista John Gay, pese a su prestigio, no era hombre de comedias, y su adaptación de la novela con el mismo nombre basada en un hecho real adolece de eso: de falta de gracia. Es una comedia que a ratos nos puede hacer sonreír, pero para nada reír, y solo el sentido épico y del ritmo de Sturges hace que sea paladeable. Y como western o película de aventuras... Las hay mejores hechas con menos presupuesto y muchas más ganas.

Con una hermosa fotografía en Panavision, una brillante banda sonora de Elmer Bernstein, elegante vestuario a cargo de Edith Head y algunas escenas de cargas y estampidas realmente espectaculares, la película es una delicia técnica.

Pero aunque se deja ver bien, le pasa lo mismo que a “Cazafantasmas ’16”: cuando una película falla en lo esencial - en este caso, ser una comedia - por muy bien realizada que esté y mucho dominio que se tenga de los tempos narrativos, no pasa de mediocre, y este es el caso.


Aquellos Chalados en sus Locos Cacharros Aquellos Chalados en sus Locos Cacharros 19-03-2017
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Ken Annakin se sacó de la manga en el mismo este ambicioso tebeo cinematográfico con un reparto de estrellas internacionales, espectaculares acrobacias aéreas y gags desternillantes y la épica “La batalla de las Ardenas”. Ese 1965, el director británico estaba en la cima.

Un Terry-Thomas en plena forma es el verdadero protagonista de esta película.
En ese tiempo, solo Peter Sellers se podía equiparar como cómico en el Reino Unido a este estereotipo británico viviente, aunque en esta película empezamos a ver despuntar a uno de sus sucesores: Benny Hill. Los otros dos grandes protagonistas son James Fox, hermano pequeño de Edward Fox y destacable secundario, y el relativamente olvidado actor americano Stuart Whitman. El resto del reparto es un espectáculo Sarah Miles, Jean-Pierre Cassel, Robert Morley, Flora Robson, Red Skelton en un diminuto pero tronchante papel y sobretodo dos mitos del cine europeo absolutamente desatados haciendo lo que les gustaba, hacer reír: Alberto Sordi y Gerd Fröbe.

Anakin y su colaborador Jack Davies, experto en cine cómico, se ganaron una nominación al Oscar al crear una historia variada, que homenajeaba el cine de inicios del S.XX colmada de personajes estereotipados pero entrañables y permitiendo alguna que otra improvisación.

Técnicamente fue una película muy ambiciosa, usando réplicas fieles de auténticos aviones de época que funcionaban de verdad (consta que algunas de ellas no solo se conservan hoy día, sino que aún vuelan) y usando materiales de la época, salvo por los motores por razones de seguridad. La canción principal es muy pegadiza y los créditos del caricaturista británico Ronald Searle, hilarantes. La fotografía de exteriores es suntuosa, en Todd-AO 70 mm.

Una comedia coral sesentera acompañada de un aspecto técnico excelente, fue un gran éxito y con razón: el reparto parece disfrutar, y toda la acción transmite alegría y buen rollo.


La Colina de la Deshonra La Colina de la Deshonra 05-03-2017
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Sean Connery estaba en racha: desde “Agente 007 contra el Dr. No” no dejaba de hacer buenas películas, pero éstas estaban ensombrecidas por la saga Bond. Esta que nos ocupa la hizo entre “Goldfinger” y “Operación Trueno”, y si en “Marnie la ladrona” ya había trabajado con un director de alto copete como Hitchcock, esta vez no sería menos: estaba a las órdenes de Sidney Lumet, ese genio maldito. Con los años, este drama carcelario ha alcanzado la cota de película de culto y de obra maestra. Veamos…

Empecemos por decir que el cásting es una maravilla. Connery brilla como el chulesco, malote y sufridor Sgto. Roberts: no se lo verá con tantas ganas y aplomo hasta “Odio en las entrañas”. No solo Connery iba enrachado. Harry Andrews se llevó ese año el Premio [norteamericano] de la Crítica por esta peli y “El tormento y el éxtasis” con su subalterno del irresponsable alcaide, un tipo carismático que gusta de hacer putada tras putada a sus prisioneros, tolerando e incluso animando a torturar a sus prisioneros solo por conservar su discutible autoridad. Roy Kinnear ya estaba contratado para hacer “Help!” con los Beatles, Ian Hendry venía de hacer “Repulsión”, y precisamente repulsión es lo que causa su personaje, el sádico y ambicioso Sgto. Williams (“El Mayor hace soldaditos de juguete, Williams los rompe”, dice Roberts). Hendry resulta odioso para bien. Más allá de estos tenemos al esencialmente televisivo Ossie Davis (inolvidable como el dulce anciano Alcalde en “Haz lo que debas”) como un soldado de carácter parecido a Roberts, que encima tiene que aguantar el racismo de sus superiores, Ian Bannen como el Sgto. Harris, un buen hombre que al contrario que sus compañeros se gana, que no impone, su autoridad mediante el respeto y consideración a los prisioneros y Sir Michael Redgrave como el medico de la prisión, duro, malhumorado, cobarde y gandul, pero ligeramente empático, su tour de force llega en el desenlace.

Las cosas como son: Lumet no realizó esta película para entretener. No es divertida. Sin embargo, la suma del guion del veterano de guerra Ray Rigby (a partir de su obra de teatro semi-autobiográfica) y la realización de Lumet, sin embargo están llenon de humanidad, buena, mala y olfactiva (casi se puede sentir el pestazo a sudor y putrefacción) los diálogos son brillantes, llenos de palabras coloquiales de la época que hacen que sea una película ideal para los estudiantes avanzados de inglés. Sabe mantener muy bien el interés, y su dicotomía entre personajes amorales e inmorales es llevada con maestría.

Técnicamente es destacable la fotografía en blanco y negro, casi documental, del celebrado Oswald Morris y una opresiva ambientación cuartelaria norteafricana en pleno desierto de Almería. No hay música, pero el sonido añade a la sensación de opresión y desamparo que sufren los presos.

El cine empezaba a cambiar: a nivel de lenguaje cinematográfico, atrevimiento y guion, esta película puede contarse entre las que caracterizan el cambio radical del mundillo desde mitad a finales de los 60. Muy recomendable.


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