Ficha Napoleon


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Críticas de Napoleon (1)


bigladiesman

  • 24 Sep 2019

8


Tras un par de tremendos éxitos internacionales y de un viaje a Hollywood donde conoció a D.W. Griffith, Abel Gance decidió hacer una locura y llevar la vida de Napoleón Bonaparte al cine en varias entregas. Para haceros una idea del alcance del royecto, solo completó la sexta parte de lo planeado antes de abandonar por verlo imposible. Y esta sexta parte dura cinco horas y media.

Albert Dieudonné, un tipo con mirada de halcón (en la película se remarca: un plano concreto superpone la cabeza de un águila a su rostro y encaja) que hacía tiempo que colaboraba con Gance, es un Napoleón que parece salido de uno de esos cuadros de David con el corso joven y con greñas. Acabó quedando encasillado como el emperador.
Un destacado actor de la época, Edmond Van Daële, es un magistralmente caracterizado Robespierre (recientemente se reconstruyó el que podría ser su rostro real y Van Daële es casi idéntico, incluso con las señales de viruela).
Casi todo el reparto son amigos y familiares de Gance, así gente del equipo: el mismo Gance es Saint Clair, su esposa es Charlotte Corday, el técnico de FX Percy Day aparece como su compatriota el almirante Samuel Hood...

El guion del propio Gance parte esencialmente – hay otras fuentes - de la algo exagerada biografía que de él hizo el historiador Élie Faure (que veía en el corso “un profeta de los tiempos modernos”) en 1921. Aunque vaya de biopic realista, marcando incluso qué intertítulos están basados en fuentes históricas, es – ojo: según confesión propia, Gance lo hizo de manera completamente deliberada - muy áulico (a ratos se pregunta uno quien ganaría un duelo al estilo “El bueno, el feo y el malo” entre Son Goku, Superman y el Napo de Gance) demasiado patriotero, y el tiempo lo ha puesto todo en su sitio: las fuentes de Gance no es que fueran muy fiables. Así y todo, el hombre lo intentó, lo puso todo, y se ve en la intensidad dramática que logra imprimir al producto. Intenta, además aderezarlo con algo de humor, pero son unos chistes bastante toscos.


A nivel técnico, Gance aplica todas las técnicas innovadoras que aprendió tras años de experimentar, dando como resultado una película sofisticada con frenéticas escenas rodadas cámara en mano, casi documentales; secuencias de pantalla partida (hasta 9 cuadros vemos), planos vertiginosos que duran medio segundo, pasajes oníricos, un curioso uso del tintado, trucos con los intertítulos, notables FX a cargo del pionero inglés Percy Day e incluso un experimento panorámico multipantalla que se convirtió en antecesor del sesentero Cinerama. Todo un festín visual para el que guste del cine de época. Lo malo de todo esto es que a veces Gance se flipa un poco con los trucos y algunas escenas se me hacen algo difíciles de seguir.
La película tiene una escala épica: Gance rodó en varias localizaciones reales relacionadas con la vida de Bonaparte, con montones de extras y varios actores caracterizados magistralmente como personajes históricos.
En resumen, si se tiene en cuenta la época, es una maravillosa orgía visual.

Es una peli tan deliberadamente pomposa y exagerada que tiene que verse para creerse: un festín visual que aún sorprende por su inventiva y ambición. Llena de detalles innovadores para su tiempo, supera su casi ridículo patriotismo para instalarse entre una de las obras magnas del cine mudo. Las hay mucho mejores, claro que sí, y en la nota quiero reflejarlo pero esta obra de museo merece la paciencia de ser vista.



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