Festival de Sitges 2018

Por Marcos Sastre




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Día 10

MONSTRUM

Desde Corea del Sur nos llega una peculiar mezcla de cine fantástico, terror, acción y comedia ambientada en la Corea rural del siglo XVI, donde una criatura de enormes proporciones está acabando con los habitantes del lugar.

Monstrum es absolutamente festivalera, una película que fácilmente podríamos calificar como joya del entretenimiento, ya que la diversión y el humor están asegurados, y su enérgico ritmo no decae. Está muy bien dirigida, pues el espectador nunca se pierde en las escenas de lucha de los protagonistas con la criatura y sus apariciones, que normalmente son en mitad de la noche. Sus efectos especiales son excelentes, sobre todo el diseño de la criatura es magnífico y creíble, y sus simpáticos personajes hacen que sigas el metraje con interés.

Más allá de la diversión pura y dura que ofrece Monstrum es cierto que no hay mucho más. Para mí, no lo necesita y tampoco lo pretende, pero entiendo que puede haber espectadores que esperen o busquen algo más y el resultado les parezca tibio. Recomendable y agradable película.


LA NOCHE DE HALLOWEEN (2018)

Había una alta expectación con este nuevo Halloween. En primer lugar, por las positivas críticas que recibió en su estreno en un festival tan prestigioso como el de Toronto. Y, en segundo lugar, por tratarse de una especie de continuación directa del film original, obviando absolutamente todas sus secuelas.

Además de eso, para mí tenía también otro punto de interés importante, y es que el director encargado de “resucitar” a Michael Myers es David Gordon Green, quien fuera durante la década de los 2000 uno de los cineastas independientes más prometedores de Estados Unidos. Finalmente, Halloween (2018) convenció también en su paso por Sitges y no quedó en ningún momento la incómoda sensación que podría haber sido de profanación hacia el clásico de Carpenter. Pero he de decir, igualmente, que no pasa de ser un film discreto y correcto.

Green dirige de manera convincente y profesional, con una técnica pulida, pero sin riesgo y sin mostrar ningún tipo de autoría. Podría haberla realizado él como cualquier otro director, que lo más probable es que no se hubiese notado la diferencia. Tiene algunos planos y travellings curiosos que homenajean a la película original y al propio Carpenter, pero no van más allá del tributo nostálgico, faltando personalidad en la dirección. Y el guion no se salva de varias lagunas y agujeros negros, algunos más evidentes que otros, así como el hecho discutible de que, después de cuarenta años de los hechos del primer Halloween, la emblemática Laurie Strode se haya convertido en una mezcla entre Sarah Connor y un ermitaño.

Todo lo mencionado en el anterior párrafo corresponde a los puntos más flojos de la película. Yendo a porqué creo que, en conjunto, es una película aceptable, es especialmente por el digno entretenimiento que ofrece, y por el tratamiento que hace del icónico personaje de Michael Myers. Es una auténtica mala bestia, con una presencia física imponente, y algunos de los asesinatos que comete con verdaderamente brutales y salvajes. No hay nada edulcorado, por decirlo de algún modo, y tampoco se puede acusar a sus creadores de haber suavizado la violencia. Halloween consigue, también, introducir algunos puntos de humor sin que resulten absurdos o saquen al espectador de la película y, sobre todo, sin ridiculizar a Myers.

El Halloween de David Gordon Green es, en resumen, un digno homenaje a la maravilla del 78, respetuoso y pasable. Lo peor es que, con el tremendo éxito de taquilla que ha tenido, ya se esté preparando una secuela y, muy posiblemente, haya intención de convertirla en una nueva, forzada e innecesaria franquicia. Veremos qué ocurre, no obstante, antes de juzgar.


HIGH LIFE

Desde la sección oficial de San Sebastián, donde ganó el premio FIPRESCI, nos llegó a Sitges (aunque fuera de concurso) esta arriesgadísima película ambientada en el espacio, suponiendo la primera incursión en la ciencia-ficción de su directora Claire Denis (Trouble Every Day, Los canallas).

High Life es un film de escasos diálogos, ritmo muy pausado y largas escenas que, sin duda, no deja indiferente: O gusta mucho o no gusta nada, o se ama, o se odia enormemente. Reconozco que, sin ser extraordinaria, me pareció bastante estimulante por su originalidad. El género de ciencia-ficción está actualmente muy sobado y se han contado ya mil historias, pero Denis demuestra que todavía es posible realizar algo distinto y valiente. A pesar de que nos recuerde a cosas vistas anteriormente (Sus ecos a Solaris e incluso al 2001 de Kubrick son inevitables), High Life da la sensación de ser algo novedosa.

Puede parecer más fría que un témpano de hielo, de hecho es áspera y árida, y habrá a quien le resulte imposible conectar emocionalmente con ella. Pero, como pasaba también con las dos películas antes mencionadas, hay mucho fuego interior que, particularmente, consiguió llegarme por momentos. Resultan hipnóticos, además, su diseño de sonido y la elaboradísima dirección de fotografía, algunos planos de gran magnetismo, y las interpretaciones de Robert Pattinson y Juliette Binoche también aportan mucho al conjunto. Era totalmente escéptico con la elección de Pattinson para el papel protagonista pero he de decir que, sin realizar una actuación en absoluto memorable, está muy convincente y no desentona cuando comparte escenas con la siempre espectacular Binoche.

Difícil de recomendar, difícil de entrar en ella, y difícil hasta para el espectador acostumbrado a un cine radicalmente opuesto a lo convencional, High Life es un auténtico salto al vacío, honesto, y de marcada personalidad.


ANON

Andrew Niccol entró pisando fuerte en la industria cinematográfica a finales de los 90 como autor de los guiones de El show de Truman y Gattaca, esta última dirigida por él. El señor de la guerra, de 2005, fue también una película importante. Sin embargo, todo lo que ha realizado en los últimos años apenas ha dejado huella, y Anon no es una excepción.

El film promete desde el momento que sabemos quién es el director y que se trata de un thriller futurista, género en el que Niccol se ha movido estupendamente. Anon no busca algo excesivamente comercial ni tampoco se mueve en la acción como sí lo hacía In Time. Es una película donde se aprecia un sello personal, de ritmo más pausado de lo habitual y que no persigue la estridencia, ni por las imágenes ni por los sonidos o la música.

Muy pulcra y cuidada a nivel formal, pero bastante plana también en términos narrativos, pues uno no termina de empatizar con sus personajes en ningún momento, y el desarrollo de la historia se sigue con cierta indiferencia. Y Amanda Seyfried y Clive Owen, actores más que competentes, cumplen correctamente, pero sin destacar en demasía. Desde el principio hasta el final del metraje hay una rara sensación de falta de alma, de que se ha intentado hacer una obra medianamente distinta a lo que suele verse actualmente, pero que se queda a medio gas.

Anon está lejos de lo que creo que podría haber sido, pero sus 100 minutos de duración tampoco desagradan ni aburren.


IN FABRIC

Extraña y original nueva película de Peter Strickland, realizador británico que, con tan solo cuatro largometrajes de ficción (Katalin Varga, Berberian Sound Studio, The Duke of Burgundy y el que nos ocupa), ya tiene un indudable y marcado sello autoral. La cuidada estética, haciendo uso de colores muy vivos, sin ir más lejos.

A diferencia de sus anteriores y poco convencionales obras, In Fabric tira por un camino más cómico, lo cual hace que pueda ser algo más accesible. Sin embargo, no utiliza un humor fácil que digamos, sino más bien excéntrico, negro y absurdo. Es realmente singular y su primera hora, sobre todo, está llena de momentos hilarantes. Nada está dentro de lo común en esta película, ni sus personajes, ni el argumento, ni las situaciones que se van dando.

Es una pena, por decir algún punto negativo, que la segunda hora no llega al nivel de la primera. Sigue resultando graciosa y la sensación de encontrarnos ante una película atípica nunca se desvanece, pero creo que está algo por debajo de lo que se ha visto anteriormente. In Fabric empieza de manera tan alta, que después no es capaz de mantenerse hasta el final. A pesar de ello, en defensa, hay que decir que el bajón que da no es muy molesto, y que Strickland se la ha jugado mucho.

Como toda la filmografía de este interesante y arriesgado director, In Fabric no es apta para todos los paladares, pero si uno consigue introducirse en ella puede quedar bastante satisfecho.


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