Festival de Sitges 2018

Por Marcos Sastre

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Día 7

THE UNTHINKABLE

Ambicioso film sueco que trata una temática tan terrorífica como la del holocausto nuclear. No hay que pensar, eso sí, en el realismo que poseen otras películas como, por citar un par de ejemplos, Cuando el viento sopla o El día después ya que éste es, directamente, un film de acción.

The Unthinkable tiene un serio problema para mi gusto, y es el tono: Durante sus más de dos horas de duración sufre cambios muy bruscos, pasando del thriller de acción pura y dura al drama familiar, tomándose muy en serio algunas escenas y otras, de lo exageradas e inverosímiles que son, que provocan casi la carcajada, aunque parece ser que de manera voluntaria. Particularmente, es un aspecto que me descolocó bastante por momentos y que me sacaba de la historia.

El apartado técnico está admirablemente logrado, con algunas escenas de acción impecables y unos efectos especiales para quitarse el sombrero. Cierto es que a veces puede apreciarse alguna carencia y Suecia, además, no es un país que en su producción cinematográfica esté acostumbrado a películas de este tipo, pero contando con un presupuesto que apenas supera los 2 millones de dólares tiene hazañas visuales que no tienen nada que envidiar al cine palomitero hollywoodiense.

Resulta, en conjunto, bastante entretenida, su largo metraje no pesa a pesar de que lo que cuenta podría haberse hecho en menos tiempo, pero es una película que creo que pasará a olvidarse.

SIETE CABEZAS

El realizador colombiano Jaime Osorio regresa al cine de terror seis años después de su ópera prima: El páramo, una película pasable y bien hecha pero apenas memorable. Y a Siete cabezas, dicho en líneas generales, le ocurre algo similar.

Está catalogada como un drama, y lo es, aunque para ser más precisos diría que transita entre el drama psicológico y el terror, también psicológico. No juega a ser un film tan convencional dentro del género como lo era El páramo, aquí hay una temática sobrenatural cargada de simbolismos religiosos. Sin ir más lejos, el título hace referencia al Apocalipsis bíblico. Siete cabezas hace uso del misterio, de no saber exactamente qué le está ocurriendo al protagonista y hacia dónde va a derivar la historia, y tiene una atmósfera gris e intrigante.

El mayor problema es que todo está contado de forma plana, apenas interesa lo que sucede en pantalla y, aunque la parte final tiene momentos potentes, es una película que se olvida con total facilidad. Se puede ver como curiosidad, pero nada más.