"
Ane" (2020), de
David P. Sañudo, no termina con una respuesta… sino con una puerta. Es una película sobre una desaparición, sí, pero la que realmente se pierde no es la hija, sino la mirada de una madre que descubre demasiado tarde que ya no conoce a quien crio.
En ese último acto, cuando Ane regresa y vuelve a escapar, la película deja claro que no estamos ante un simple conflicto familiar, sino ante una fractura generacional, política y emocional imposible de reparar solo con un abrazo.
¿Qué ocurre realmente en el final?
Después de días de búsqueda y reproches, Ane vuelve a casa… pero ya no pertenece a ese hogar. Está embarcada en algo más grande que ella misma: lucha, rabia, identidad, un mundo que su madre no puede comprender. Lide intenta retenerla con lo único que tiene: perdón, promesas, miedo.
Pero Ane no quiere ser salvada. Quiere ser escuchada.
Y justo cuando parecen encontrarse, la irrupción de los antidisturbios lo rompe todo.
Ambas quedan separadas, no por la violencia… sino por las vías.
Cada una queda en un lado distinto de ese tren maldito que simboliza exactamente su ruptura.
¿Quién perdona a quién?
Uno de los golpes más duros del final no es lo que se dice, sino lo que se invierte:
> Lide:
“Te perdono.”
> Ane:
“Yo a ti.”
Ambas se acusan. Ambas se sienten traicionadas. Y ambas, en el fondo, están solas. El film no busca reconciliarlas… sino mostrarnos que, a veces, madre e hija no discuten por ideas, sino porque ya no saben cómo amarse.
¿Y el final abierto?
En la última escena, Lide prepara el desayuno para una sola. Cierra la puerta del cuarto de Ane, como quien entierra algo. Pero suena el timbre.
No vemos quién es. No sabemos si es Ane.
La pregunta queda en el aire:
¿Volvería una hija a una casa donde nunca fue escuchada?
¿O es la vida golpeando de nuevo?
Claves del desenlace
- No es una desaparición física, sino emocional.
- El tren de alta velocidad simboliza el mundo adulto que arrasa sin escuchar.
- Lide quiere proteger, pero Ane quiere existir.
Conclusión: lo que Ane no dice
El film no explica si Ane vive o huye. Porque eso no importa.
Lo importante es entender que entre una madre y una hija puede aparecer un silencio más grande que cualquier distancia.
“Ane” no es un final. Es una pregunta:
¿cuándo dejamos de mirar a los nuestros para empezar a vigilarlos?
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