Con la premisa de rodar otra película más sobre estudiantes con los clásicos actores adolescentes de la época (Emilio Estévez, Anthony Michael Hall, Molly Ringwald, Ally Sheedy y Judd Nelson) realiza Hughes un espléndido retrato de las relaciones entre las distintas partes de la pirámide jerárquica de un instituto normal y corriente (en todos está esa inevitable pirámide que ya condiciona a muchos, desde tan jóvenes, a ocupar un lugar que tal vez nunca abandonarán). Con un solo escenario y cinco alumnos: el chico y la chica popular, el empollón marginado, la ingorada y el futuro delincuente, se construye una fabulosa aventura emocional sobre los jóvenes incomprendidos de toda sociedad, agobiados por roles que les ha impuesto su ambiente casi desde que empezaron la escuela. Una genial comedia seria sobre el descubrimiento de la amistad y el desarrollo de la personalidad en un mundo confuso con ciertas pretensiones sociales que, para muchos, se ven finalmente anuladas en un final políticamente correctísimo que no develo. Aun así, una excelente película. Ojalá hoy en día las comedias adolescentes fueran la mitad de buenas que esta.

Se han realizado muchísimas películas del holocausto, esta es una historia simple e ingenua contada desde el punto de vista de una familia alemana que tiene distintas posiciones a tomar frente a la posicion que esta tomando Alemania frente a los judios y el mundo. Es una película orientada a un público ingenuo y sensible. La historia fue tomada de un libro juvenil con el mismo título. Bruno, un niño de 8 años, hijo de un oficial administrador de un campo de concentración, busca desesperadamente amigos para jugar llegando a entablar amistad entre rejas con un niño judio que vive en el campo. La historia presenta muchas reflexiones por medio de varios cliches sobreentendidos. Sin embargo, buena puesta en escena.
El juvenil protagonista Asa Butterfield es prometedor, pero un gran crimen fue no sacar partido del papel de la madre, Vera Farmiga, supongo que para no perder el foco en el desarrollo del papel principal. Se pierden los papeles secundarios y sus interrelaciones que podrían haber dado realce y credibilidad a la historia.

Dos hermanos, un auto, una misión de Dios y el blues, dan como resultado una película inigualable. Por su estilo, por las persecuciones, los cameos y los números musicales. El cinéfilo que se precie de tal, debe incluir esta película en su malla curricular, y encontrar el sentido de la existencia. El elegido, John Belushi, se fue al cielo no sin antes registrar sus enseñanzas aquí (por suerte queda Jim Belushi para recordarnos quiénes somos), que han estudiado hasta nuestros días gente como Kevin Smith o Tarantino, por dar un ejemplo. Ojo con la participación de Carrie Fisher, los números de Ray Charles, John Lee Hooker y Aretha, y los cientos de cameos, incluso uno de un tal Steven Spielberg.

Mientras veía esta cinta me sucedió que pensé que ya la había visto, y también imaginé como sería topármela eternamente en la vida junto a sus spots en TNT. Y eso se debe al cúmulo de películas del subgénero deportivo de la segunda oportunidad que he visto, con el mismo final, y que el cine norteamericano ha producido en serie (cambiando solo de actores y de deporte), con una cuota de buena conciencia cívica de exportación. Aquí se agrega además el elemento racial de girar en torno a un personaje negro, pobre, sin una educación de calidad y con un trauma de infancia, el cual es interesantísimo como caso social (el deportista Michael Oher en la realidad) y económico pero que molesta que se explote como elemento narrativo cliché en este siglo, a años por ejemplo de cintas como Boyz n the hood de J. Singleton. Incluso en nuestro país existen fundaciones que posibilitan que de barrios periféricos surjan historias que contar. Pero aunque hace unos años disfruté y me emocioné con The rookie, (cinta previa de beisbol del mismo director J. L. Hancock con aires tejanos), aquí tenemos una cinta familiera, sobria (sin impactos),inofensiva, con divertidos momentos, plana (muy cultura country, el esposo lo interpreta el cantante Tim McGraw) y rápidamente olvidable de la agradable anécdota de verla un domingo cualquiera en casa. La novedad es que permuta cualquier intento lacrimógeno en el espectador, por la cómica gracia de ver a Sandra Bullock como una dueña de casa acaudalada de buen corazón, tenaz, fuerte, cuyo instinto maternal y social trascienden los convencionalismos (en la realidad, Leigh Anne Touhy),la cual es un buen trabajo lleno de carisma como siempre compuesto por Bullock, pero que premiado con un Oscar parece sobrevalorado más por una esforzada carrera que por la película en sí (además ella es la primera mujer en recaudar 200 millones de dólares en USA por esta cinta).

Creo que es una de las mejores películas que he visto en los últimos años. Tiene una poderosa riqueza en la narración, que a ratos recuerda a Aristarain, pero sin diálogos cursis y esas cosas.
Los personajes son notables y habla de una verdad que nos llega a todos en el siglo XXI, refleja la muerte de la modernidad y el surgimiento de lo posmoderno, del neoliberalismo, y todo lo que hace conlleva: la muerte de las ideologías, el materialismo desenfrenado y el individualismo. Todo contado de una forma muy simple, que creo que debería conmover a cualquier ser humano, con algo de intelecto en su cuerpo.

Comienza la película y con la primera escena me muero de la risa. Pero desde aquella escena solamente sonrío un par de veces y nada más. El filme se va desinflando lentamente, más aún si son finales predecibles y en el que faltó su actor de peso proveniente del Saturday Night. Otro punto negativo es que es muy larga y son pocas las frases clichés o tallas que uno pueda acordarse para comentarlas con los amigos en el happy hour.

Terminados los 90 minutos de incesante bombardeo satírico y ráfagas de inclemente ironía, no queda un sólo títere con cabeza: la industria tabacalera, la del alcohol, las armas y otras corporaciones, Hollywood, los políticos, los activistas, las ONGs y hasta las víctimas del tabaco son trasquiladas de sus cómodos pelajes de dignidad y expuestas en toda su patética evidencia. Como persona amante del veneno y el ácido, me he encontrado en esta película con la piedra angular de la buena sátira: aguda, ágil, inteligente. Las burlas son crueles pero ciertas, exageradas, pero no sesgadas, fuertes, pero no burdas.
Me pareció un ejercicio brillante de talento, bien dirigido, bien escrito y, sobretodo, bien actuado (Aaron Eckhart por fin encuentra una película que lo eleva como actor, en su papel del encantador e hipócrita representante de las tabacaleras). En resumen, una película para desternillarse a carcajadas y, a la vez, reflexionar un poco sobre nuestra interminable hipocresía y capacidad de justificar lo injustificable cuando cumple nuestros objetivos.

Me resistí durante bastante tiempo a ver esta película porque, si hay un género de comedia que detesto, es la de los adolescentes-nerd que tratan de ser populares. Afortunadamente, la presión de las buenas críticas fue mayor y terminé por verla. La sorpresa fue muy grata: la cinta se sale de los estereotipos clásicos de quién es nerd y quién es cool. Cierto, los personajes son perdedores, pero son auténticos: saben que son perdedores y no les importa, tienen desplante y sentido del humor, son aceptados, no hay una porrista y un cretinos musculosos molestándolos, por el contrario, las bromas pesadas corren por parte de ellos. Las chicas les hablan, los invitan a fiestas... y les piden que lleven el trago.
Ahí es donde la cosa se pone buena, porque la verdad, lejos lo mejor de la película corre de la mano del inepto de McLovin, su identificación falsa y el par de policías estúpidos que se lo llevan de paseo. Tanto se roban la película, que los protagonistas quedan en un rol más bien secundario, encargados de dar algo de profundidad y trascendencia al film con sus pequeños dramas personales. En resumen, una película muy recomendable, para reír sin complejos. Y no, no puedo evitar mencionarlo: los dibujos de los penes son de antología.

La actuación de Billy Bob Thornton es sencillamente espectacular. El guión- muy bien escrito- es fuerte y conmovedor. Emocionante cómo el niño acoge al extraño ser humano que personifica Thornton, y enternecedor el vínculo que se crea entre ambos. Muy buena película.

Sideways es una de aquellas pelìculas que uno desearìa poder volver atràs y sentir nuevamente el placer de verla por primera vez. Es una pelìcula de guìon, de tremendo guiòn (ganò el Oscar al mejor guìon adaptado 2004) con un humor hecho para aquellos que nos reimos en el cine cuando nadie lo hace, y para los adeptos a las buenas actuaciones y a una original historia. Paul Giamatti (Miles) es de aquellos actores poco conocidos, pero que dan càtedra a cualquiera de los jòvenes-famosos de las pelìculas desechables. Giamatti se manda una gloriosa y notable actuaciòn que lo llevò a postular al Oscar por mejor actor en esta pelìcula.
Para el que gusta de un buen guìon esta pelìcula es IMPERDIBLE.

Esta película es mucho más que una película (valga la redundancia) para pasar el rato, es una obra maestra. Hace tiempo que no me sentía tan identificado con algo. Los actores, los tiros de cámara, todo es maravilloso. Grande Wes Anderson, notable su humor y la música de los 60 y 70 que utiliza en sus filmes. Ojalá vean también la increíble Los Excéntricos Tenenbaum y la simple (aunque notable) Bottle Rocket (traducida por estos lares como Ladrón que Roba a Ladrón).

Valiosa denuncia de cómo el imperio de la caja idiota ya controlaba lo que el ingenuo telespectador debe ver. Esto cobra mayor valor si se tiene en cuenta que esta historia se desarrolla cuando la tele estaba en pañales. Notable ejercicio fílmico de Redford que los parásitos de la TV no tuvieron pantalones para enfrentarla, ni cerebro para analizar ni mucho menos la grandeza para redimirse. Buen trabajo Robert.

Lejos de caer en lo autocompasivo y cursi de los filmes sobre gente de color. Precious nos invita a ser parte de una realidad oscura, siniestra y vergonzosa, una sociedad llena de carencias puertas adentro, violenta y dramatica como lo fue en Dangerous minds de 1995. Precious no deja indiferente a nadie. La narracion de monique al final debe ser unos de los mejores monologos cinematograficos de los ultimos tiempos; cruel y crudo como la realidad misma.

(Y el ángel se acerca, me besa, ¡y es el beso de la muerte! Mi cuerpo es de moribunda. Conque tómalo. ¡Yo soy ya una cosa muerta!)) Estas son las últimas líneas de La mamma morta (La madre muerta), aria de la ópera Andrea Chénier de Umberto Giordano interpretada por María Callas, como tema de fondo de una de las escenas mejor logradas, a mi juicio, en el cine de los últimos años. La verdad es que Tom Hanks y Denzel Washington conmueven poderosamente, y sin lugar a dudas el Oscar se lo ganó en este párrafo mencionado.
Es la temática de la muerte, que angustia como el temor más portentoso del ser humano, expresada a través de la música. Cuando Washington abraza a la que representa su hija, conmovido por Hanks, quise tener un hijo para sentir que esa era la única salida a la paradoja de la vida y la muerte. Definitivamente el cine, como la literatura, a veces deja huellas profundas en nosotros, y este fue mi caso. Véanla y por favor piensen en sus propias vidas.

Gran película que aunque no logramos apreciar en la pantalla de plata, encontró a su público fiel en dvd. Uno de los estrenos reseñados en varias listas de lo mejor de 2007. Original, cálida y bien especial, presenta un drama romántico sencillísimo hecho un casual musical con personajes que cantan lo que sienten sin verse fragmentados de la narrativa, con una intimidad sobrecogedora. Contar de que se trata es arruinar la sorpresa. Tiene trozos de bohemia, destinos a elegir para llegar a una felicidad esquiva, espíritu de cine independiente, guitarra y piano como una metáfora de la unión entre dos personas, tristeza, canciones inspiradas y cantadas a el/la ex, calle, playa, atardecer, amanecer, paseo en moto, estudio, demos, padres hijos, esposos, Londres y Dublín, besos por robar, y todo hecho como la vida misma. El protagonista Glen Hansard es recordado por los cinéfilos más melómanos que vieron otro musical irlandés: The commitments de Alan Parker. Y Marketa Irglová, pura ternura, ojo y oreja con la escena en que canta yendo por la calle a comprar pilas cantando If you want me cual Dolores O Riordan en Dreams, también esa escena en que cantan juntos en el negocio de instrumentos la maravillosa y premiada con un oscar Falling Slowly. No se la pierdan, por favor. Yo tengo mi copia que veo en casa cuando me siento solo, el soundtrack idem tomandome mi mejor cerveza, de seguro. Una película preciosa, como la vida misma.

Qué simpática es esta película, dinámica y diferente. Con un elenco de jóvenes actores y algunos reciclados, grafica a la perfección aquellos miedos derivados del estrés por el trabajo y la eficiencia esperada por nuestros jefes. Hay que verla sin prejuicios y también considerar que no es exactamente un ejemplo a seguir en nuestro trabajo cotidiano.

La cinta tiene olor a Coffee and Cigarettes, eso es claro. Las mesitas llenas de azucareros, servilletas arrugadas, tazas casi vacías y colillas de cigarrillos son escenario de manos tiritonas y comportamientos compulsivos: algunas pláticas absurdas pueden recordarle a uno las caras menos violentas de Bukowski y de Tarantino. La secuencia de títulos es agradable, el ritmo constante, divertido, los matices se barajan siempre renovándose. Una cosa muy bonita, sencilla, con un estilo potente que se transluce en todos lados, y que gracias a su carisma no cansa en absoluto. El blanco y negro transforma los encuadres en cenicero y cafetera, como si fuese sucia, un delicioso producto casero.

Esta película contempla el ansia, la angustia y la rabia de amar desde la soledad de tu ser: amar por sobre el amor a un hombre o una mujer, las convicciones con valor a su precio.
Esta es una de las películas más hermosas que he visto en mucho tiempo. Actuada casi sin palabras, con una sutileza que llega a ser dolorosa, vemos la historia de un encuentro entre un hombre y una mujer como un punto infinito... La Blanchet ofrece la mejor actuación que le haya visto.

Una forma muy peculiar de robar bancos. Es entretenidísima, y el final deja marcando ocupado por un rato. El desenvolvimiento amoroso nunca se ha visto antes. Las actuaciones buenas, dignas de cada personaje. No te la pierdas.

El tema central de la cinta es el amor no correspondido. La cinta es perfecta y los personajes son simples y también complicados que se hunden en la rutina y la desesperación.
El matrimonio lleno de problemas de los cuales no son capaces de hablar y la esposa busca una solución manteniendo un romance con un estudiante adolescente.

Resulta impresionante cómo Tanovic es capaz de realizar una comedia que te saca carcajadas con ironías y sarcasmos, y de pronto te deja atónito frente a la brutalidad que realmente se vive en la guerra. Muestra perfectamente el papel más diplomático que justiciero de la ONU y el aprovechamiento de los medios de comunicación por parte de los gobiernos y organizaciones comprometidas, donde el parecer es, claramente, muchísimo más importante que el ser. Esta película te otorga, más allá de un buen rato, un momento de reflexión y autocrítica que no debes dejar pasar.

Una de las grandes cosas que hace a esta película EXTRAORDINARIA, es que además de ser increíblemente cómica, no hace referencia a bromas de doble sentido de mal gusto ni al sexo (lo que está increíblemente trillado), no usa garabatos y lo mejor de todo, es que es ¡ALGO NUEVO! Recomendable 100%.

Milk no es la típica película pechoña que busca exagerar la vida de un personaje histórico, tampoco es una película de homosexuales, a pesar que el 99% de los personajes lo sean. Milk es una película de esperanza, de entrega, de lucha constante, pero por sobre todo es una oda al inagotable espíritu humano que ha convertido, en distintos momentos de la historia y en diferentes lugares del mundo, a una persona común y corriente en un ícono, en un catalizador de lo que cientos, miles, millones de hombres y mujeres piensan, sueñan y anhelan, pero que no se han atrevido a dar el sacrificado primer paso que esa persona dio. Harvey Milk, interpretado magistralmente por Sean Penn, es alguien que todos debiesen conocer.

Aquí hay una cuestión de expectativas. Quien vea esta película debe estar advertido que no es una novelita romántica, que lo que va a experimentar es un paseo introspectivo, un ritual de autoconciencia. Es como ver los Sueños de Akira Kurosawa o Las Confesiones de Schmidt. No se trata de un romance, no es a eso a lo que apunta la película, aunque el progresivo acercamiento de los personajes lo insinúe. Se trata más bien de ¨salirse¨ de la vida y verla desde el exterior, el viaje a Japón es el vehículo que lo hace posible. Al romper los códigos que conocemos, al enfrentarnos a la imposibilidad de verbalizar y generar una identidad narrativa a lo que nos enfrentamos, nos quedamos con la experiencia tácita, emocional, auténtica. Es deshacerse de las capas de cinismo y razón y enfrentar la realidad como tal, es un estudio que disecta nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno, la gente, la computación, la naturaleza y con nosotros mismos. Estos personajes, a la deriva en un mundo tan ajeno y a la vez, tan cercano, desarmados de toda herramienta de evasión a la realidad que les toca, sólo pueden examinarse a ellos mismos y mutuamente. Cada uno juega un rol en el descubrimiento del otro, la juventud contra la sabiduría, las esperanzas contra la experiencia, la emoción y la razón, cada uno traspasa algo al otro. Nota aparte merece la agudeza de la directora para captar realidades poco mencionadas en el cine, como el hecho de que los recién casados que se van a vivir a otros países suelen encontrarse absolutamente descolocados y con la sensación de que se encuentran viviendo con un extraño. En conjunto, una película deliciosa, pero que debe verse en el estado de ánimo correcto y con conciencia de que la belleza actúa lentamente.

Aunque es lejos el film más cuerdo de toda la filmografía de Monty Python, no por ello dejan de lado su característico humor negro mezclado con sarcasmo y hasta crítica social: Brian (George Chapman) es un judío que tiene la mala suerte de convivir con su madre, una mujer explotadora y moralmente baja a más no poder, y al tratar de darle un vuelco a su vida y darle algo de sentido se une a la rebelión judía en contra del imperio romano, la cual se la pasan discutiendo en contra de los romanos en vez de actuar como rebelión en sí, y además de tener la mala suerte de ser descubierto en un complot para asesinar a Poncio Pilatos, por si fuera poco Brian es confundido con el mesías, lo cual le va a traer más dolores de cabezas que beneficios.
Toda esta hilarante situación es una excusa perfecta donde cada uno de los 6 miembros de la troupe hacen más de 40 papeles a la vez (!) para burlarse de la sociedad de esa época, incluyendo a los romanos, aunque sin ofender a la religión católica (muchas personas piensan que en este film Jesús es ridiculizado. De hecho el hijo de Dios sólo aparece un par de minutos). Que más puedo decir, para muchos el mejor film de los Monty Python. Ojo con la secuencia final, la cual le valió ser prohibida.