Antena 3 recupera uno de esos telefilmes de suspense con sello canadiense: La Reina del Mal (Mean Queen, 2018), también conocida como Psycho Prom Queen. Con una duración de 90 minutos, la película juega con un escenario clásico del cine adolescente —el instituto y el ansiado baile de graduación— para darle un giro siniestro a través de una protagonista dispuesta a todo con tal de ser coronada.
¿De qué trata la película?
La cinta arranca con Julie Taylor, una profesora de matemáticas que acepta un nuevo puesto tras la desaparición de una colega del centro. Julie se traslada al instituto junto a su hija Miya, que también deberá adaptarse a la vida escolar. Allí pronto se cruzan con Amy Turner, la típica alumna popular obsesionada con ser reina del baile… aunque en este caso su ambición roza lo enfermizo.
Amy no solo manipula a sus compañeros para alcanzar su objetivo, sino que también chantajea a docentes, engaña a Miya con falsas amistades y esconde un secreto mucho más oscuro relacionado con la profesora desaparecida. Entre clases, ensayos para el baile y tensiones familiares, el ambiente se va enrareciendo hasta desembocar en un clímax cargado de intriga durante la noche de graduación.
Lo mejor
El carisma de Allie MacDonald como Amy, capaz de sostener el papel de adolescente psicópata con energía y cierto histrionismo.
El contraste entre el tono ligero de un drama juvenil y los giros más oscuros que se van introduciendo.
Una duración ajustada (90 minutos) que permite verla de una sentada sin que se haga pesada.
Lo peor
El casting genera desconcierto: resulta difícil aceptar a actores de treinta años interpretando a estudiantes de secundaria.
El guion es predecible, con giros poco sorprendentes y situaciones a menudo inverosímiles.
La producción luce pobre en algunos tramos, con fallos de continuidad y una ambientación que no siempre convence.
¿Merece la pena verla?
La Reina del Mal se mueve en el terreno habitual de los thrillers de sobremesa: personajes estereotipados, tramas previsibles y un desenlace que no sorprende demasiado. Aun así, algunos espectadores destacan el trabajo de su protagonista y el tono casi satírico con el que retrata la obsesión adolescente por el estatus escolar.
En definitiva, no es un título imprescindible del género, pero puede entretener a quienes disfrutan de las producciones de Lifetime o buscan un thriller ligero para acompañar una tarde. Eso sí, conviene ajustarse a las expectativas: más que tensión real, ofrece un “guilty pleasure” que se deja ver entre palomitas.