James Cagney y Horst Buscholz se llevaron fatal durante el rodaje. Cagney veía a Buscholz como un joven divo indisciplinado e insolente que solo Billy Wilder era capaz de controlar. Decía Cagney que su estado mental con el actor alemán fue tal que de no ser por la firmeza de Wilder, él ya le habría puesto a Buscholz las nalgas por montera de una patada. Por supuesto, esta mala relación beneficia las escenas donde están juntos y bien revueltos.

Joan Crawford, accionista de Pepsi, telefoneó indignada a Wilder quejándose de la publicidad descarada que la película hacía de Coca-Cola (ignorando que Wilder eligió a la compañía de Atlanta debido a la mala relación que había tenido con un directivo de Paramount que era accionista de Coca-Cola). Wilder añadió el famoso gag final para calmar - y de paso vacilar - a Crawford.

La película se rodó en un ambiente muy enrarecido y tenso, sobretodo por el divismo de Heston y Loren , y un par de tropezones de Bronston:

- A Charlton Heston nunca le acabó de convencer esta película por mucho que fuera una de sus más icónicas: siempre defendió que esta película era para William Wyler, mientras que ¨Ben-Hur¨ se adecuaba más a Anthony Mann. Además, consideraba que Mann quería acaparar demasiado protagonismo, haciendo que las escenas de acción resultaran sosas (!), cosa que - según él - no habría pasado de haberlas confiado a su ayudante, el legendario doble y coreógrafo Yakima Canutt.

- Heston se quejó de que Sophia Loren cobraba más que él, se pillaron una ojeriza mutua tremenda y el actor yanqui no la miró a los ojos en todo el rodaje, llegando a estropear alguna que otra escena expresamente.

- Por su parte, Loren amenazó a Bronston de ir a los tribunales por incumplimiento de contrato al ver que su nombre estaba bajo el de Heston en la marquesina durante el estreno americano (tenían que estar uno al lado del otro). Ello no impidió que Loren volviera a trabajar con Bronston en ¨La caída del imperio romano¨.

- Miklós Rósza renegó, no sin razón, parece, de Bronston por cargarse la mitad de su banda sonora en el montaje final.

Sophia Loren no aceptó hacer la peli hasta que se contrató a uno de sus guionistas favoritos: Basilio Franchina. Por si ello no hubiera servido, se tenía tanteada a Jeanne Moreau para sustituirla.

El especialista en cetrería de la película fue un entonces desconocido Félix Rodríguez de la Fuente

En los años inmediatamente anteriores a la producción de esta película hubo dos intentos de traer la vida del Cid Campeador a la pantalla: uno español con Paco Rabal como Rodrigo y Madeleine Fischer, dirigido por Cesáreo González y con guion de Vicente Escrivá y otro hispano-italiano con Ray Milland y Hedy Lamarr. Ninguno de estos proyectos pasó de pre-producción.

La película se grabó probablemente sin sonido, por lo que en posproducción se tuvieron que volver a grabar muchas voces. Jeffrey Hunter dobló todas sus escenas con una apuntadora de excepción: una Agnes Moorehead pre-Embrujada.

Durante un pase previo al estreno definitivo, el público protestó por la escena de la crucifixión: Jeffrey Hunter era muy velludo, y los beatos de turno no podían soportar la idea de un Cristo peludo. Jeffrey Hunter tuvo que depilarse pecho y sobacos y rodar las escenas de nuevo.

El actor, guionista y periodista británico Richard Johnson, así como Fernando Rey, llegaron a rodar escenas en papeles desconocidos, pero se cortaron después de que MGM adquiriera el proyecto a medio rodaje y exigiera más espectacularidad y épica y menos bulas papales.

Bronston contrató como ayudante de los guionistas al importante teólogo, profesor y párroco (anglicano) canadiense George Dunbar Kilpatrick, encargado específicamente de revisar el guion para no herir susceptibilidades entre la comunidad hebrea manteniendo la ortodoxia cristiana.

Nicholas Ray, que estaba en Europa, se ofreció a dirigir la peli. Nadie le propuso dirigirla en ningún momento, según le comentó a su ferviente admirador François Truffaut, y simplemente probó suerte y le salió bien la apuesta, porque Bronston no tan solo le dio el trabajo, sino que volvió a confiar en él para dirigir la aún más épica ¨55 días en Pekín¨.

Otro actor considerado para el papel de Jesucristo fue Richard Burton. Para el papel de Poncio Pilatos, Bronston removió cielo y tierra para lograr los servicios de una estrella británica, con especial preferencia hacia James Mason, pero al no lograrlo, se contentón con una estrella británica... De Broadway: Hurd Hatfield.

Jeffrey Hunter fue recomendado a Bronston por John Ford - era uno de sus actores favoritos, y ya había trabajado varas veces con él -, a quien había sondeado para dirigir el proyecto cuando John Farrow se apeó de éste.
Keith Michell, Tom Fleming, Peter Cushing, Christopher Plummer y Max Von Sydow (que haría el papel pocos años después) fueron considerados también para el papel protagonista. La elección de Jeffrey Hunter fue muy polémica debido al juvenil aspecto del actor, hasta el punto de que mucha gente llama aún a esta peli ¨Yo fui un Cristo adolescente¨.

Bronston viajó a Roma para que la película se estrenara con bendición papal (ya había tratado antes con el Vaticano). Se la tramitaron en nombre del Papa Juan XXIII (Giovanni Roncali), y además logró un contrato de distibución con un productor italiano, con lo que logró capital para iniciar su proyecto.

El proyecto original de película de John Farrow, ¨Son Of Man¨, requería viajar a Palestina, pero Bronston quería rodar en España por su menor coste. Además, al judío productor besarábico no le gustaba ni el guion de Farrow, vergonzosamente antisemita y que tuvo que ser revisado por el coproductor Alan Brown y la guionista Sonya Levien, ni el título: Bronston deseaba que se llamara ¨The Sword And The Cross¨. Farrow acabó dejando el proyecto a su suerte.

Kurosawa fue lacónico al pedir la banda sonora para esta película a Masaru Sato: ¨Haz lo que quieras¨. Kurosawa solo le especificó que buscaba un sonido distinto al de las películas de samuráis de otras productoras. Sato decidió emular a su admirado Henry Mancini y usar una banda de jazz, en combinación con una banda folklórica y un clavicordio. Tras el estreno internacional de la película, Mancini se reunió con Sato para intercambiar impresiones sobre su trabajo.

Douglas y Kubrick querían que las escenas de multitudes tuvieran gritos realistas, por lo que se inventaron algo que se hacía por primera vez: Enviaron a un equipo de sonido con equipo muy sofisticado y a John Gavin a un partido de fútbol americano de la NCAA entre las universidades de Ohio State (los Spartans: a Kirk Douglas le hizo gracia la idea de que fueran los Espartanos quienes vitorearan a Espartaco) y Notre Dame. Con un lleno de 76.000 personas en el estadio y durante el showtime previo, Gavin apareció en el centro del campo con un cuaderno e indicando a las aficiones sobre qué debían hacer: decir ¨¡Yo soy Espartaco!¨, ¨Ave, Craso¨, o hacer como si estuvieran en una batalla. El público lo pasó bomba y Kirk Douglas envió dos cartas de agradecimiento: una para el estreno y otra en 2010 para celebrar los 50 años de ¨Espartaco¨.

A Charles Laughton, que era un actor bastante caprichoso, no le gustaban nada las frases que Dalton Trumbo escribió para su personaje. Peter Ustinov, que conocía desde hacía mucho tiempo a Laughton, reescribió todas sus frases y diálogos.

William Wyler odiaba tanto el guion de Karl Tunberg que anotaba en los márgenes adjetivos como ¨terrible¨ o ¨nefasto¨. Por ello quiso que el joven y talentoso escritor Gore Vidal, en nómina de la MGM, lo ajustara más a sus gustos. Aunque Vidal era reticente a trabajar con ese guion, que también le parecía horrendo, Wyler le prometió que lo libraría de su leonino contrato en MGM. Vidal aceptó, posteriormente Christopher Fry se encargó de dar retoques sobre la marcha a indicación de Wyler en el set, durante el año que duró el rodaje. El productor Sam Zimbalist prometió acreditar a Vidal y Fry pero falleció antes de que pudiera testificar sobre ello en un tribunal arbitral, por lo que Tunberg, que se jactaba ser el único guionista y había llevado el caso a la justicia, se llevó el caso y el mérito. Vidal lo denunció en la prensa, como lo hizo Wyler, que se vengó de Tunberg hablando a los medios sobre el buen trabajo de Vidal y Fry. Se especula que fueron estas presiones de Vidal y Wyler lo que acabó con Tunberg quedándose sin Oscar, la única de las 12 nominaciones de esta peli que no acabó en premio.

El león de la Metro no ruge al empezar la película. Se dice que ello se hizo por no herir sensibilidades religiosas, pero parece que la verdad es que William Wyler quiso simplemente que los primeros compases de la épica banda sonora de Miklós Rósza se oyeran en todo su esplendor.

El proceso de pre-producción fue muy largo. Dos años antes de empezar el rodaje ya se habían hecho y empezado a enviar a Roma varios decorados, así como se habían adquirido en Yugoslavia (en la actual Eslovenia para ser exactos, de donde provienen estos animales), 16 caballos de la raza Lippenzaner que, dividos en 4 grupos de 4 y entrenados durante este proceso, interpretaron a los cuatro alazanes del jeque.

El león de la Metro no ruge al empezar la película. Se dice que ello se hizo por no herir sensibilidades religiosas, pero parece que la verdad es que William Wyler quiso simplemente que los primeros compases de la épica banda sonora de Miklós Rósza se oyeran en todo su esplendor.

Cuando el equipo había empezado a rodar en Libia, las autoridades del país expulsaron a los cineastas por apología del cristianismo. Acabaron las escenas en Israel.

El director William Wyler era judío, y es de recibo que no le debía gustar el contenido de descarada superioridad cristiana de la novela, basado asimismo en el Nuevo Testamento, que es un texto muy antisemita. Quizá por ello, Wyler, que tras algunas reticencias aceptó el encargo debido a que quería hacer una peli rollo DeMille, siempre mantuvo que intentó realizar una película lo más interconfesional posible, lo que le salió bien: la crítica americana aplaudió el trato plural que se daba a los judíos a diferencia de la versión de 1925 y por otro lado, el Vaticano tiene esta película en su ¨top¨ de pelis bíblicas recomedadas (única americanada que está en la lista). Estuvo tan orgulloso de ello que declaró bromeando: ¨Ha hecho falta un judío para hacer la peli definitiva sobre Jesucristo¨.

Según Gore Vidal, Christopher Fry, William Wyler y él le ocultaron a Heston el contexto homoerótico, (que sí que fue comentado a Boyd, que hubiera basado su interpretación en el mismo) ya que parece el actor empezaba a tener síntomas ultraderechistas. Cuando Vidal lo comentó en 1995 y tras un año de encendido debate el presidente de la NRA, escandalizado, envió una carta rebatiendo al ¨rojo-masón¨ Vidal, y desde entonces el subtexto de marras es tema de disputas en el mundo del cine.