Final explicado de "Alien: El octavo pasajero" (1979): la batalla que cambió el terror espacial
Un viaje rutinario que se convierte en pesadilla
Alien, El Octavo Pasajero (Alien, 1979) es dirigida por Ridley Scott y combina ciencia ficción con terror en una de las experiencias cinematográficas más intensas de finales del siglo XX.
La historia sigue a la tripulación del carguero espacial "Nostromo", despertada de su hibernación por una señal de socorro proveniente de un planetoide desconocido. La investigación conduce a Kane (John Hurt) a un encuentro fatal con una criatura parasitaria, detonando un juego mortal dentro de la nave. El tono claustrofóbico y el diseño biomecánico del Xenomorfo, creado por H.R. Giger, marcaron un antes y un después en el género.
La escalada del terror dentro del Nostromo
La tensión aumenta cuando el parásito abandona el cuerpo de Kane, revelando la criatura que perseguirá implacablemente a la tripulación. La cadena de muertes genera un ambiente opresivo, y la desconfianza crece tras descubrir que Ash (Ian Holm), el oficial científico, es un androide con órdenes de asegurar la llegada del organismo a la Tierra, sin importar las vidas humanas. Esta revelación añade un matiz corporativo siniestro, muy en la línea de otros títulos como Blade Runner, también de Ridley Scott.
Con la nave comprometida y el Xenomorfo cada vez más cerca, Ellen Ripley (Sigourney Weaver) se convierte en la única esperanza de supervivencia.
El pulso final entre Ripley y el Xenomorfo
En el clímax, Ripley activa la autodestrucción del Nostromo para eliminar a la criatura, pero su acceso a la cápsula de escape se ve bloqueado. El tiempo apremia, y tras un intento fallido de detener la cuenta atrás, logra subir con Jonesy, el gato, a la nave auxiliar. La explosión del carguero parece marcar el fin… hasta que descubre que el Xenomorfo se ha ocultado a bordo.
Vestida con un traje espacial, Ripley abre la escotilla y utiliza los motores para expulsarlo al vacío. La secuencia, breve pero intensa, muestra la inventiva y sangre fría de la protagonista frente a un enemigo que simboliza el miedo más primitivo.
Un desenlace que cimenta una leyenda
La película concluye con Ripley grabando un mensaje de informe y entrando en hibernación junto a Jonesy. La calma tras la tormenta se siente casi irreal, como si el silencio del espacio pesara aún más después de la tensión vivida. Esta soledad final conecta con clásicos de la supervivencia cinematográfica, como Gravity, donde la determinación es la única compañía.
El legado de Ripley nace aquí: una figura que rompe con los estereotipos de género del cine de acción y que regresa en secuelas posteriores para continuar la batalla contra el Xenomorfo.