El biopic "
Ser los Ricardo" (Being the Ricardos, 2021), escrito y dirigido por Aaron Sorkin, desentraña una semana crucial en la vida de Lucille Ball y Desi Arnaz. Detrás de las risas del icónico programa I Love Lucy, la película muestra las fisuras de un matrimonio construido sobre la fama, la ambición y el peso del escrutinio público.
Entre cámaras y secretos
El relato alterna tres tiempos: entrevistas ficticias a los guionistas del programa, recuerdos del ascenso de la pareja y los días frenéticos de grabación de un episodio en 1953.
Lucille Ball, entonces apodada “la reina de las películas de serie B”, conoce a Desi Arnaz durante el rodaje de Too Many Girls (1939). La química entre ellos trasciende la pantalla, pero su amor deberá resistir giras musicales, estudios implacables y un Hollywood que no perdona a las mujeres que envejecen.
El paso del tiempo los lleva a reinventarse. Lucille triunfa en la radio con My Favorite Husband, y CBS propone adaptarla a televisión. Ella acepta con una condición: que Desi interprete a su marido. Así nace I Love Lucy, el fenómeno televisivo que cambió la historia del entretenimiento.
Amor, control y perfección
La película retrata a una Lucille meticulosa, incluso obsesiva, que busca precisión en cada gag. Sus discusiones con guionistas y directores revelan el peso de una mujer que no podía permitirse fallar en un entorno dominado por hombres.
Mientras tanto, Desi lucha con su propio ego y con el hecho de que la estrella de su esposa eclipsa su figura. Entre ambos hay pasión, pero también distancia. Ser los Ricardos sugiere que su unión funcionaba mejor en el plató que en la vida real.
Final explicado: la caída del telón
Todo estalla cuando el periodista Walter Winchell insinúa que Lucille fue miembro del Partido Comunista. En plena era del macartismo, una acusación así podía destruir una carrera. Lucille confiesa haber marcado esa casilla por error en su juventud, y Desi intenta protegerla públicamente, incluso contactando en directo con el mismísimo J. Edgar Hoover para limpiar su nombre.
El público la aplaude. Ella sobrevive al escándalo. Pero la victoria tiene un precio. Tras el rodaje, Lucille enfrenta a Desi con una prueba de su infidelidad: un pañuelo manchado de otro color de pintalabios. Su silencio posterior lo dice todo. En el momento en que él repite su icónico “Lucy, I’m home”, ella comprende que la ficción ha terminado.
Una frase breve lo resume: el amor se apagó en el set.
El significado del desenlace
El cierre muestra que “Ser los Ricardos” no es solo un homenaje televisivo, sino una elegía íntima. El éxito público de Lucille contrasta con su derrota privada. Sorkin convierte el matrimonio en una metáfora del sueño americano: brillante por fuera, roto por dentro.
Como en “Steve Jobs” o “The Social Network”, el director disecciona el precio del genio y la obsesión por el control. Lucille logra ser una pionera —una productora mujer en 1950—, pero paga con soledad su dominio del escenario.
Cierre de Ser los Ricardos
El epílogo revela que Ball pidió el divorcio tras el último episodio de "I Love Lucy" en 1960. Sin embargo, el legado de ambos sobrevivió: su compañía Desilu Productions dio origen a series míticas como "Star Trek" y "Misión Imposible".
Como si la risa fuera su último escudo, Lucille Ball demostró que incluso los corazones rotos pueden sostener un imperio televisivo.
En definitiva, Ser los Ricardos es menos una historia de amor y más una crónica sobre la autenticidad y el sacrificio. Porque, como su título insinúa, “ser” los Ricardos fue una actuación… y vivir con ello, el verdadero drama.
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