La larga marcha (2025) adapta la novela de Stephen King publicada en 1979 bajo su pseudónimo Richard Bachman. La premisa es tan simple como cruel: 50 jóvenes, uno por cada estado, deben caminar sin parar. Quien baje del ritmo marcado recibe un aviso; tras tres, es ejecutado en el acto. Solo puede quedar un ganador, que recibirá cualquier deseo a cambio.
La película, protagonizada por Cooper Hoffman como Ray Garraty y David Jonsson como McVries, se sostiene en las interpretaciones y en el retrato del desgaste físico y psicológico de los caminantes, más allá de la violencia explícita.
Muertes que marcan el camino
Desde el inicio, la brutalidad del sistema queda clara con la muerte de Curley (interpretado por Roman Griffin Davis), uno de los más jóvenes. A lo largo de la marcha, otros participantes caen por agotamiento, enfermedades o por desafiar a los guardias. Cada baja refuerza el carácter inhumano del juego.
Entre los secundarios destacados: Olson (Ben Wang) cae rendido por la fatiga; Baker (Joshua Odjick) muere desangrado; y Collie, en un acto de rabia, dispara a un soldado antes de ser abatido. Cada una de estas muertes no solo impacta al espectador, sino también a los protagonistas, que se ven obligados a seguir adelante.
El secreto de Ray y la motivación de McVries
La relación entre Ray y McVries es el corazón del relato. Ray confiesa que su padre fue ejecutado por enseñar materiales prohibidos, y que su objetivo si gana es pedir un rifle y matar al Mayor, el hombre que encarna la autoridad del sistema. McVries, marcado por la guerra y por la cicatriz en su rostro, representa el contrapunto: mantiene un optimismo extraño en medio de la barbarie y busca un sentido al sufrimiento.
Ambos se convierten en aliados, compartiendo confidencias mientras la marcha reduce a la mayoría a cadáveres en la cuneta.
Final explicado de "La larga marcha"
En el tramo final solo quedan Ray, McVries y Stebbins (Garrett Wareing). Stebbins, enfermo y revelando ser hijo ilegítimo del Mayor, muere entre toses y resignación. La última confrontación es entre Ray y McVries.
McVries se sacrifica, dispuesto a detenerse para que Ray gane, pero este, en un acto impulsivo, se detiene a propósito. Ray recibe el disparo de los soldados y, moribundo, le dice a McVries que él debe ganar, porque su visión del futuro es más valiosa.
Con esas palabras, McVries pide como deseo el rifle que Ray soñaba, pero no para vengarse, sino para entregárselo a sus futuros hijos como símbolo de memoria. Sin embargo, en el clímax dispara contra el Mayor. La película termina con su silueta alejándose, sin saber si será ejecutado o si ha logrado cambiar algo. La ambigüedad es intencionada: lo importante no es si McVries sobrevive, sino el viaje emocional que lo llevó hasta ese momento.
Reflexión final
La larga marcha no ofrece un triunfo luminoso, sino un círculo de violencia que se repite generación tras generación. McVries sobrevive, pero lo hace marcado por la pérdida de su amigo y por un sistema que obliga a los jóvenes a matarse caminando por un deseo ilusorio.
El desenlace abierto plantea la gran pregunta: ¿puede un acto individual de rebeldía romper un engranaje tan cruel, o está condenado a ser devorado por él? La respuesta queda en el aire, como la figura solitaria de McVries alejándose en el horizonte.
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