Final explicado de “La Gran Pelea” (1980): el último golpe de Clint Eastwood
Un boxeador callejero que no quiere retirarse
La Gran Pelea (Any Which Way You Can, 1980) dirigida por Buddy Van Horn, retoma la historia de Clint Eastwood como Philo Beddoe, un luchador de peleas clandestinas que parece incapaz de alejarse del ring. Aunque asegura querer retirarse tras años de golpes y cicatrices, descubre que disfruta demasiado del dolor como para colgar los guantes.
Junto a su inseparable orangután Clyde, su amigo Orville y la presencia inesperada de Lynn Halsey-Taylor —la ex que regresa pidiendo perdón—, Philo se ve empujado de nuevo al ruedo. El reencuentro sentimental lo anima, pero también lo expone a viejos enemigos: los Black Widows, la estrafalaria banda de motoristas que busca venganza.
Un nuevo rival entra en juego
El ascenso de Jack Wilson, un luchador que combina artes marciales con boxeo, plantea un duelo soñado para los apostadores: el rey del Oeste contra la nueva estrella del Este. La mafia pone dinero, el público espera espectáculo y Philo acepta el reto… aunque luego decide retirarse presionado por los suyos.
Esa decisión no frena a los organizadores, que secuestran a Lynn para obligarlo a pelear. Entre secuestros, huidas y persecuciones, Wilson termina demostrando que es más honorable que los criminales que lo contratan, ayudando incluso a Philo a rescatar a su novia.
El choque de titanes
Aunque ambos luchadores acuerdan cancelar la pelea, la curiosidad y el orgullo pueden más: necesitan enfrentarse. El combate es brutal, pero también curioso, con pausas en las que los rivales reconocen la habilidad del otro. Es un duelo donde la admiración se mezcla con los puños.
En paralelo, los Black Widows —que han apostado por Philo— se convierten en sus inesperados protectores cuando la mafia intenta eliminarlo. De enemigos pasan a aliados interesados, en una de esas ironías típicas del cine de Eastwood.
Final explicado de "La Gran Pelea": orgullo, victoria y humor
El clímax llega cuando, a pesar de tener un brazo roto, Philo se niega a rendirse. Con esfuerzo titánico consigue derribar a Wilson el tiempo suficiente para proclamarse vencedor. Pero no hay odio: Wilson lo ayuda a llegar al hospital y después comparten una copa, sellando el respeto mutuo.
El epílogo remata con humor: Philo y Lynn, rumbo a casa, son detenidos por un policía resentido que perdió dinero apostando en contra. El icónico “Right turn, Clyde!” convierte al orangután en héroe cómico al noquear al agente de tráfico. Una salida ligera tras tanta tensión, que encaja con el tono de esta saga mitad comedia, mitad acción.
Lo que simboliza este desenlace
La película concluye reforzando la mezcla de géneros que definió estas dos entregas: peleas salvajes, sátira del mundo del boxeo ilegal y un toque de romance reconciliado. La victoria de Philo no es solo sobre Wilson, sino sobre la manipulación de la mafia y las cuentas pendientes con los motoristas, que acaban firmando una tregua inesperada.
Rodada en Wyoming y California, la producción destacó por el realismo de sus combates, coreografiados para mostrar tanto brutalidad como humanidad en los luchadores. Eastwood, en pleno auge de popularidad, consolidó aquí uno de sus papeles más atípicos, donde la dureza del héroe se equilibra con un humor casi caricaturesco.
Un guiño inevitable lleva a pensar en otros híbridos de acción y comedia como "Los locos del Cannonball", donde los puños conviven con la risa. Porque al final, "La Gran Pelea" no se toma demasiado en serio: es un canto a la amistad, la diversión y el orgullo de pelear, incluso cuando la lógica aconseja lo contrario.