El profesor Brainard y su Flubber (o Gomabol) están de vuelta con básicamente el mismo reparto y equipo de la primera parte para alegrarnos la vida un rato, que no se pretende otra cosa con estas películas.

Fred MacMurray saca a relucir de nuevo su vis cómica enfrentándose de nuevo con el irreductible Alonzo Hawk del cómico Keenan Wynn y con nuevos enemigos: los tacaños burócratas de Washington, o una ridiculizada Hacienda. Se aumenta el protagonismo del atolondrado hijo de Hawk (Tommy Kirk, hombre de la casa) esta vez como ayudante del arruinado profesor Brainard, que esta vez ha creado un gas a partir del Flubber. Leon Ames y Charles Ruggles, dos cómicos clásicos, se incorporan como un irresponsable Presidente de EE.UU. y un juez respectivamente.
Nancy Olson se revela como la clave del reparto: no tan solo era bellísima, sino una de las mejores cómicas de su tiempo, y lo demuestra.

El guion de Bill Walsh y Bob DaGardi contiene una sorprendente cantidad de humor simple pero vitriólico sobre la sociedad americana para ser que es una película, bastante inocente, de la Disney. Debe ser aquello que llaman ¨parental bonus¨ (ciertos chistes y referencias dirigidas a adultos en productos familiares). La verdad es que como comedia, esta me ha parecido personalmente superior a la primera parte: no es tan imaginativa (a ratos parece más un remake de ¨Un sabio en las nubes¨ que una secuela) ni está tan bien realizada a nivel técnico, pero por contra los gags me parecen más divertidos. Como nota negativa, el final es muy forzado y se resuelve con un deus ex machina típico de Disney

Técnicamente se mantienen los efectos especiales de notable nivel que vimos en ¨Un sabio en las nubes¨ y la fotografía en blanco y negro. Nada más especialmente reseñable.

Más que decente secuela de ¨Un sabio en las nubes¨, en mi opinión supera al original, con una Nancy Olson excelente, una velada crítica a los poderes fácticos ya notable en la primera parte y, en general, una voluntad de ofrecer un entretenimiento familiar como solo la Disney sabía hacer en esos tiempos (no faltaba mucho para que empezaran a aparecer alternativas).

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