Mercedes McCambridge logró su papel después de que la tuvieran esperando un largo rato con las otras aspirantes. Indignada, salió de la sala echando pestes del equipo de cásting. Oyéndola, dicho equipo mandó irla a buscar antes de que se marchara del estudio: tenían a Sadie Burke.
Todas las escenas de campañas políticas fueron dirigidas por un joven Don Siegel, ayudante del director Rossen.
El papel de Willy Stark estaba pensado para John Wayne. El director, productor y guionista Robert Rossen le envió una copia del guion a Wayne, que lo devolvió con una carta donde ¨antipatriótica¨, ¨personajes mariacomplejines¨ eran lo más suave que le dedicaba, acusándolo casi de inventarse que en EE.UU. había corrupción política (y Duke se quedó tan ancho). Cuando Crawford y su ¨antipatriótica¨ película batieron a Wayne y su ultra-americana ¨Las arenas de Iwo-Jima¨ en la carrera por los Oscars, a Rossen le debió saber a gloria.
Aunque Warren lo negó siempre, parece claro que las similitudes entre Willie Stark y el muy real Huey Long no serían lo que diríamos ¨casuales¨. ¿Pero quién es el Sr. Long? Pues diciéndolo sin spoilers que afecten la película, fue un Gobernador demócrata de Louisiana. Con un discurso próximo y poco amigo de la política tradicional, logró grandes avances sociales, a precio de una tremenda corrupción y un gobierno autoritario. Aún tiene grandes defensores y enormes detractores, siendo una de las figuras más controvertidas de la primera mitad del S.XX en EE.UU., hasta el punto que se discute si fue un pionero del anti-fascismo, un parafascista o las dos cosas. Todo ello aparece retratado aquí, pero ¡Eh!, ¡Que es ¨casual¨, eh!.
Está basada en la novela homónima de Robert Penn Warren.
Ganó 3 premios Óscar:
- Mejor película.
- Mejor actor principal (Broderick Crawford).
- Mejor actriz de reparto (Mercedes McCambridge).
Curiosidades: 6
bigladiesman
Originalmente, la película iba a durar 250 minutos. Harry Cohn, presidente de la Columbia, consideraba - con buen criterio - que era demasiada paja, y se trajo al editor estrella de la casa, el oscarizado Robert Parrish, para que se pusiera a disposición de su buen amigo Robert Rossen, con el que ya había trabajado varias veces. Rossen estaba dispuesto a acortar la película, pero no sabía como hacerlo sin que éste perdiera, según él, su esencia, y al mismo tiempo estaba desesperado por lograr acontentar a Cohn. Finalmente, y cuando Cohn ya se había resignado a sacar la película tal y como estaba, Rossen decidió dejar el trabajo de edición solo a Parrish, pidiéndole que ¨conservara lo que él considerase central para la trama¨ y que se llevara el resto por delante.
Encantado con la versión de Parrish de 109 minutos, Cohn no paraba de repetir por ahí cómo éste salvó la película. Parrish mantuvo que el mérito era de Rossen por tener la idea, y que él solo se limitó a hacer lo que éste le dijo.
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