Todo Oscuro, sin Estrellas

Por Javier Bocadulce

Siempre nos aborda una inquietud cuando acometemos la lectura de un nuevo libro de Stephen King. ¿Otro? Pero...¿no es tentar demasiado la suerte? Sin embargo, al descubrir un posible nuevo valor literario, que prometa momentos de gran brillantez, solemos realizar un plácido juicio con el añadido de un gozoso comentario por el descubrimiento de un enorme parecido de estilo o nivel que pueda guardar con el maestro del terror; y ese tic que nos acompaña en nuestra aseveración es un mérito de King, que hay que reconocer sin mayores rodeos. Pero ser una máquina de generar éxitos tal vez pueda convertirse, para quien ostente tal facilidad, en algo anodino y hasta colmado de presión, incluso para el reconocido Stephen; de ahí, quizás, los recientes altibajos en su creación, una merma completamente disculpable, pues no podemos exigir al bueno de King que saque al mercado, cada tres o cuatro meses, una nueva Misery o un nuevo Cementerio de animales, por mucho que él sea un genio y un pionero en la estela del género. Pero que nadie se relaje: la bestia siempre acecha.

Centrándonos en su nuevo producto, este cuarteto de relatos más o menos cortos, hay que destacar en ellos un nexo que los abarca y aglutina: detrás del rostro más anodino o inofensivo se puede esconder el ser más abyecto; es lo que nos muestran, en general, las obras de King, ese rostro apacible de escritor sereno tras el que se oculta la más enfermiza mente creativa en lo que al segmento de terror literario se refiere.

"1922". Primer relato. Hay algo que siempre me desconcertó de King. Para mí, que soy - digamos - un forofo del vocabulario preciosista pero contundente, jamás me pareció que Steve escribiera con la frondosidad literaria acorde a mis gustos. Sien embargo, hay algo en la aparente monotonía de su sintaxis que hipnotiza sigilosamente; no queda claro si es la disposición de sus enunciados, o la distribución de los elementos aglutinadores de la tensión narrativa, o cómo extrae del lector la emotividad necesaria en cada situación reflejada; el caso es que, sin darme cuenta, de pronto me ha ganado para su causa. Un embrujo con el que somete a muchos lectores.

En 1922, King nos sitúa en los apartados ambientes campesinos de la América profunda, donde arraigan los conceptos más radicales y contrapuestos a la relajación de costumbres de la ciudad. Wilfred es un granjero que apuesta por ser una parte más del terruño, que abomina de los planes de su mujer, aburrida de la vida en el campo, y que ansía vender parte de las tierras que componen su hacienda heredada, a una empresa que explota el negocio porcino, para poder irse a vivir a la gran ciudad. Este es el punto de choque en medio del cual se sitúa el hijo de la pareja, un chico de catorce años que apenas acaba de conocer los primeros escarceos amorosos con una chica de la granja vecina.

En los relatos y novelas de King, los personajes suelen guardar dentro de sí una lucha interior con una voz que ellos suelen identificar con un "otro yo", malvado, surreal, sobrenatural; pero, sobre todo, anheladamente indefinido, lo que facilita el trabajo de King a la búsqueda de un ambiente de tensión bien dibujado.

En este relato en concreto, en el que se abre con una confesión por parte de Wilfred de su crimen - el asesinato de su esposa -, el protagonista recurre una y otra vez al descargo de su acción en la supuesta existencia de otro hombre en cada hombre, un extraño, un "Hombre Maquinador". King suele emplear las mayúsculas en ciertos nombres comunes cuando le interesa dotarlos de una realidad imposible; y, en este caso, vuelve a jugar con la ventaja que le otorga la falta de claridad entre lo aparente y lo real: Wilfred duda de si en el momento en que arroja el cadáver de su mujer al pozo, ésta tuvo o no una convulsión. Ahí comienza su tormento interior. Los posibles remordimientos de conciencia le llevan a escuchar sonidos inexistentes y a observar imágenes inasequibles para el resto de los humanos, excepto para el lector: ya nos ha embaucado el zorro de Maine. En este detalle es fácil discernir un claro homenaje de Steve al precursor Poe, rememorando la angustia de su personaje protagonista en "El corazón delator", aquel asesino perfeccionista al que la conciencia se le presenta a modo de acusación que sólo escucha él, el latido imposible del viejo al que asesinara en su propia casa, compartida por ambos; pero que, en su imaginación torturada, cree escuchada por la misma policía que le interroga. No obstante, y a pesar de las similitudes, el desarrollo de la acción en el relato "1922" es muy diferente y de hecho reconduce la atención del lector a un estado de permanente disciplina para que reconozca, a su vez, otro homenaje; en esta ocasión, es el solitario de Providence, H. P. Lovecraft, el alabado, en la recreación del ambiente hostil originado por la supuesta presencia de ratas tras los tabiques de la casa, las acompañantes del cadáver de la presumida esposa de Wilfred; una presencia que se da en "Ratas en las paredes", de Lovecraft.

Los dictados bíblicos, las frases de resonancias machistas, el cerrado mundo granjero...King elabora una trama de justificaciones para la actuación perversa de Wilfred, que oscurece la lógica. Wilfred es un asesino, sí; pero también un hombre aferrado a sus ideas, incluso compartidas por el mismo sheriff del condado, por muy condenables que puedan concebirse. Además, es un gran lector de clásicos. Granjero y lector. Tareas ambas odiadas por su esposa, a la que King va detallando con características veleidosas que puedan, en algún momento, hacer que el lector llegue a "entender" de alguna manera la acción del granjero.

En cualquier caso, donde obran con mayor ferocidad los asertos que definen la narrativa de King, es en el hijo del granjero: el imberbe se transforma, en escasos meses, como consecuencia de la atrocidad paterna, de la que él participa subsidiariamente, en un personaje sin apenas escrúpulos, dominado por ese Otro Hombre que, en este caso, sería el maléfico comportamiento del padre, patéticamente aprobado y que conduce, como en una bola de nieve a su hijo a la perdición, envolviendo a su paso a la chica de la que está enamorado, la hija del granjero vecino. Como en una cadena de fichas del dominó, es la supuesta presencia sobrenatural de la esposa del granjero, auxiliada por la permanencia intuida de las ratas, la que sopla definitivamente para crear la destrucción mayúscula de un modo de vida que empezaba a desvanecerse a las puertas del gran declive económico estadounidense de los años 20, con la Gran Depresión. Resulta incluso curioso que el título sea "1922", pues la novela de Lovecraft "Ratas en las paredes", se desarrolla por esas fechas y se publica poco después.

Esta historia resume, pues, mucho de los ingredientes que dibujan el talento de King: escenarios campesinos o aislados; comportamientos excesivos, seres aparentemente sobrenaturales y situaciones de tensión que envuelven al lector, porque, a veces, incluso puede identificarse con ellos...

"CAMIONERO GRANDE", es el segundo relato de esta serie, de gran extensión, como el anterior y de título, como puede comprobarse, un tanto "cutre".

En una narración de aspecto anodino, con una escritora como protagonista - ¡qué casualidad! -, llamada Tess, confesándonos el modo de vida que augura para sí amparado en la pensión futurible formada por los dividendos que se desprenden de las tertulias en las que participa cotidianamente, King va desgranando, como al desgaire, como quien no quiere la cosa, pequeños detalles que parecen escapársele sobre lo que va a suceder a Tess horas después, acompañada por la turbia soledad de una carretera secundaria. ¿Resonancias bíblicas? La mujer que la contrató para la tertulia le recomienda regresar por el camino corto, por un atajo: en contra de la advertencia de la Biblia, que nos recomienda el camino largo y difícil de la verdad. Y son las miguitas de pan que Steve arroja para que no olvidemos sacar de paseo nuestra ansiedad propiciada por el terror.

Nuestro querido escritor aporta los detalles significativos en el momento más oportuno, pensando siempre en el lector. No conocemos dato alguno de la caracterización física de Tess hasta que se topa de frente con un tipo enorme en medio de una desolada carretera. Hasta ese momento, ha cobrado incluso mayor relevancia la voz "sobrenatural" supuesta en la mecánica del Tom-Tom de última generación, que acompaña como guía en el coche de Tess. En un derroche de habilidad, King disemina datos de aspecto insignificante que, para cualquier lector del maestro, suministran la suficiente información que le pone en guardia y tensiona su apetito lector ante la inminencia de un posible peligro. De hecho, a Stephen King le encanta, por lo que se ve, incrustar en el texto homenajes a otros escritores o incluso guiños a su propia obra, como puede ser, en este caso, al aberrante secuestro de un escritor - véase Misery -.

"En lo concerniente a la oscura inmundicia del ser humano, no parecía haber límite": King es muy aficionado a lanzar frases lapidarias que resumen sus ideas, conceptos o incluso el "leitmotiv" de sus novelas. El tema recurrente de la venganza en la narrativa de King - como aquí sucede en el incidente que lleva a Tess a ser víctima de una violación por un energúmeno de dimensiones de coloso - constituye el perfecto hospedaje para esos personajes que se transforman, que guardan en sí algo oscuro. Y, a veces, consumar un deseo ferviente, motivándose en la impetuosidad de la venganza, acaba removiendo la ficha equivocada. Steve se regocija llevando a sus personajes hasta aquellas situaciones al límite, no controladas, para extraer de ellos su otro "yo", oscuro y, a la postre, a veces equivocado. No hay buenos ni malos, sólo duplicidad, parece decirnos.

King se las apaña, una y otra vez, para crear personajes que se desdoblan en variantes psíquicas, dobles inciertos de presencia etérea, que acoplan su supuesta esencia a los objetos más triviales, con el fin de mostrarnos lo fácil que le resulta engañarnos; incluso fabrica situaciones de aparente precipitación narrativa a modo de trampa para el lector, el cual se queda con la boca abierta al sentirse atrapado en una vuelta de tuerca inesperada. A King no le cuesta ningún trabajo crear expectativas falsas en el discurso de la narración, con la finalidad de que el lector empatice más o menos con tal o cual personaje; nos conduce por senderos inciertos, como cuando nos informa de que Tess inventaba, siendo una niña, conversaciones consigo misma, creándonos la confusión sobre el Tom-Tom: ¿su voz cambiante es real? ¿todo lo imagina la ilusa mente de Tess, y los razonamientos supuestos del Tom-Tom aciertan por casualidad?

"UNA EXTENSIÓN JUSTA" es el relato más breve, apenas unas 30 páginas. Pero es una narración muy intensa, que sobrecoge por lo mucho que uno puede identificarse en situaciones mezquinas pero, por otro lado, tal vez comprensibles. A veces, la vida no es demasiado justa con uno. Streeter lo sabe y lo sufre en sus carnes cancerosas a poco tiempo de decir basta, viéndose abocado a un rápido y desagradable final. Por bondadoso que uno sea, llegados al límite, ¿qué no sería capaz de hacer por revertir el proceso? Incluso si el precio de una nueva oportunidad es cargar su enfermedad, de modo cuasi mágico, sobre un inocente. Esta es la propuesta que Alobid - Diablo, con sus letras en orden alterado - ofrece a Streeter a cambio de una cantidad fija de dinero durante 15 años. Es una propuesta narrativa que a mí, personalmente, me recuerda a un relato corto de Richard Matheson, que ponía a prueba la conciencia de los individuos a costa de un simple gesto sobre un botón. Teniendo en cuenta la admiración que King siente por ese monstruo del terror, es fácil pensar en un homenaje camuflado a su figura.

King es ese mago que maneja las pequeñas miserias de la gente corriente para, situándolas en las circunstancias apropiadas, hacer que afloren como la lacra infame y espantosa que constituyen en realidad, como una marca de identidad incluso en la mente de personas que se tienen a sí mismas por honestas.

"UN BUEN MATRIMONIO" es la historia que cierra este grupo de talentosos relatos breves. El mismo título - algo, para lo que, hay que reconocerlo, King no suele ser muy avispado - ya nos pone en guardia: irónicamente, el meollo de lo oscuro se ubica en esas palabras. No se trata de un buen matrimonio, el de Darcy y su marido, el coleccionista Bob. Constituyen, en principio, exactamente una correcta, corriente y apática unión de la que tuvieron dos hijos corrientes y normales. Bob, con su afición coleccionista, lleva un negocio que le exige viajar con gran frecuencia. Una vida, pues, anodina, gris pero respetable que se trunca - a la manera que fascina a King - por un incidente igualmente anodino y casual, como ocurre habitualmente en la vida real, de la que tanto partido saca el maestro: las pilas gastadas del mando del televisor llevan a Darcy, sola en casa, a verse obligada a bajar al sótano-garaje, ese espacio secreto y ordenado, ignoto para ella, reverenciado por él. Allí, un inoportuno resbalón con tropezón incluido con una caja, cambia la vida de Darcy para siempre; la llevará a descubrir el truculento secreto que oculta la perversa - y desconocida hasta entonces - identidad real de Bob, su marido. Este no es un buen hombre, sino un asesino de mujeres.

Darcy se autoengaña en su empeño por normalizar la situación: trata de romper la lógica de las pruebas para convertirla en mera coincidencia que, de hacerse pública, arruinaría no sólo sus vidas - y aquí opera el egoísmo frente a lo que es justo: el momento en que el lado oscuro de Darcy empieza a mostrarse también -, sino los negocios de su hijo y la boda de su hija.

La súbita presencia del monstruo de su marido genera un extraño comportamiento: Bob aparece calmado, sin un ápice de agresividad, como un niño incapaz de reconocer su culpa, que atribuye al fantasma de un amigo de juventud que no deja tranquila su mente, descargándose así de responsabilidad. La voz tenue de Bob, atribuyendo sus nefandas acciones a un fantasma alcanza tal grado de persuasión que Darcy duda si creerlo o no.

El talento de King para hacer que, como lectores, caigamos una y otra vez en postulados erróneos, es inaudito: transforma a placer, mediante "artes casi mágicas" la impresión que tenemos de los cónyuges hasta ahora. Bob parece realmente inocente, atrapado en sus acciones por una presencia sobrenatural; de rebote, la caracterización de Darcy se va oscureciendo a nuestra vista, casi convertida en un personaje mezquino y ladino, también justificado por ella misma ante sí en otra especie de contaminación de su propia alma por un pensamiento oscuro y extraño, como venido del exterior. De hecho, tras su acción, queda una estela de comportamiento absolutamente análoga a la que ejercitara, en parecidas circunstancias, tiempo atrás, su marido Bob.

Como dice King, "...a veces los asesinos ayudan a las viejecitas a cruzar la calle".

Resumiendo: Para Stephen King, el alma humana es tan intransitable e impredecible como los misterios que oculta el cerebro. Todo hombre es un lobo más o menos consciente de serlo; está el lobo con su propio aliento voraz, como el asesino. Y está el hombre con el lobo dentro, al acecho de un motivo suficiente para mostrarse, como la víctima superviviente que se convierte en verdugo para redimirse del agravio, quizás el lobo más feroz... King demuestra que hacer buena literatura de terror no exige imaginar mundos inciertos: bastante terror envuelve la cotidianeidad más apacible y podemos deducir que el maestro aconseja con sus postulados que haríamos bien en vigilar nuestra propia sombra, y defiende que lo sobrenatural apenas es una pizca de picante que adereza tanto la realidad como la ficción. El lector para King es un amigo y también, como dice en su epílogo, es alguien de quien no sabe qué pensar: "...creo que la mayoría de las personas son esencialmente buenas. Sé que yo lo soy. Eres tú de quien no estoy completamente seguro".

King toma sus historias de lo que observa por la calle, de la gente corriente, lo que le sugieren en su inventiva. Y no da puntada sin hilo: despidiendo así el libro, autoproclamándose bueno y en la sospecha de que el lector pueda no serlo, despierta en éste el resquemor y su enojado lado oscuro. Un perfecto final con la aportación silenciosa del lector.


Comentarios (5)



      8

Auditore2012
#1

Muy buen análisis


      8

BTRY
#2

...

La pregunta que sola se plantea aquí ahora es....¿para cuando la película?

Como talento literario, Stephen King es un buen guionista.


      2449

abc
#3

no tiene mala pinta


      108

arg
#4

Me gusta king


      108

FoxFonsa
#5

Yo creo sinceramente que metes demasiada paja en tus análisis. En cuánto al libro, de los más flojo que he leído suyo últimamente.


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