Final explicado de "Alien: Planeta Tierra" episodio 3 (2025): Joe y la amenaza híbrida
Un regreso sangriento en “Alien: Planeta Tierra”
El tercer capítulo de Alien: Planeta Tierra (Alien: Earth, 2025) no pierde el tiempo en retomar el caos donde quedó la historia. Tras la brutal lucha contra la Reina xenomorfo, Wendy y su hermano Joe quedan heridos, pero lo inquietante llega en el laboratorio de Prodigy, donde Samuel Blenkin como Boy Kavalier orquesta un plan tan perturbador como científico.
El episodio, dirigido por Dana Gonzalez, combina ciencia retorcida y horror corporal con una puesta en escena sombría que recuerda a clásicos del género como Prometheus. Lo que empieza con un aparente rescate se transforma en un nuevo nivel de manipulación genética.
Del conflicto con la Reina al laboratorio de Prodigy
Wendy, armada solo con una cuchilla de papel, consigue decapitar a la Reina xenomorfo en una secuencia brutal que marca la primera gran victoria del grupo. La escena, sin embargo, deja a Joe gravemente herido y con un pulmón dañado.
Ese detalle es el punto de partida para el experimento de Kavalier y Kirsh. En un giro macabro, toman el órgano de Joe y lo combinan con un extraño espécimen pez extraído de un huevo alienígena. Es la antesala de algo mucho peor: la posibilidad de que el pulmón vuelva al cuerpo de Joe, ya infestado.
Un clímax inquietante con Joe en peligro
La intriga se dispara al sugerirse que Joe podría sobrevivir gracias a la ciencia de Prodigy, pero al precio de convertirse en huésped de un nuevo tipo de xenomorfo. ¿Salvar la vida de alguien equivale a condenarlo? Esa es la ironía que plantea el guion.
Mientras tanto, Hermit (Alex Lawther) sigue perdido en sus dilemas de supervivencia y Wendy enfrenta algo inesperado: un dolor agudo provocado por el grito alienígena, que la hace colapsar en el suelo del laboratorio junto al logo de Prodigy. La escena deja en duda si su vínculo con los xenomorfos es solo físico o también mental.
El desenlace: traumas híbridos y alianzas peligrosas
El tercer acto se centra en dos hilos paralelos. Por un lado, la crisis existencial de Nibs (Lily Newmark), que se enfrenta al terror de saberse copia y no humana, en un eco filosófico que recuerda a la angustia de los replicantes de *Blade Runner*. Por otro, Morrow (Babou Ceesay) comienza a tejer un extraño lazo con Slightly, tras reconocer en él cierta inocencia infantil.
Este doble juego político y emocional refleja cómo la serie no depende solo del xenomorfo para generar tensión, sino de las grietas internas de los personajes, atrapados entre obediencia y humanidad perdida.
Epílogo: un tablero de ajedrez alienígena
La historia concluye con Joe en un destino incierto: vivo gracias al “cuidado” de Kavalier, pero quizás incubando algo mucho peor dentro de sí. Wendy, debilitada pero aún el centro emocional de la trama, podría ser la clave para enfrentar esta nueva fase.
En paralelo, Morrow planta la pregunta “¿Cuándo una máquina no es una máquina?”, abriendo la puerta a un conflicto más filosófico que físico. Este enigma, que recuerda a los dilemas clásicos de la ciencia ficción, se convierte en la metáfora perfecta del episodio: la delgada línea entre humano y experimento.
La producción de FX, rodada en Islandia y Reino Unido, refuerza la atmósfera de aislamiento con escenarios gélidos y tecnológicos, como si los personajes fueran peones en un tablero helado. Y lo cierto es que nadie parece tener el control definitivo: ni corporaciones, ni híbridos, ni los propios protagonistas.
Conclusión: un juego de poder y supervivencia
El episodio 3 de Alien: Planeta Tierra ofrece un giro arriesgado: la ciencia se convierte en una nueva forma de horror. La obsesión de Kavalier, la fragilidad de Wendy y la incertidumbre de Joe plantean que la amenaza no es solo externa, sino interna.
Es imposible no pensar en Frankenstein cuando se observa el destino de Joe, convertido en experimento viviente. Como si de un mito moderno se tratara, el capítulo deja claro que en este universo nadie está realmente a salvo. Y sí, hay algo casi irónico en ver cómo, en medio de la cacería alienígena, los mayores monstruos siguen siendo los humanos.