“La Secta”, o como originalmente se titula A Sacrifice, tenía todos los ingredientes para ser un thriller psicológico sólido: un reparto con talento, una premisa inquietante sobre cultos y un entorno gélido y desolador en Berlín que prometía mantenernos pegados a la pantalla. Pero al igual que un truco de magia mal ejecutado, la cinta termina desinflándose antes de siquiera haber mostrado sus cartas.
Dirigida por Jordan Scott y protagonizada por Eric Bana y Sadie Sink, la película explora la historia de un profesor de psicología, Ben Monroe (Bana), que se muda a Berlín tras una separación y se ve atrapado en una investigación sobre un peligroso culto justo cuando su hija adolescente, Mazzy (Sink), viene a vivir con él. La premisa, aunque familiar, tenía potencial, pero rápidamente se diluye en una serie de subtramas inconexas que hacen que la narrativa pierda el rumbo.
El mayor problema de “La Secta” es que nunca decide si quiere ser un thriller tenso o un estudio psicológico profundo. En su lugar, opta por dar pequeños pasos en ambas direcciones sin comprometerse del todo con ninguna. Mazzy, a quien Sadie Sink interpreta con su ya habitual intensidad, se ve arrastrada por un joven enigmático (Jonas Dassler) a un culto liderado por una Hilma (Sophie Rois) tan inquietante como poco desarrollada. La película insinúa constantemente un peligro inminente, pero cuando finalmente llega el momento de revelar sus verdaderas intenciones, lo hace de manera tan tibia que deja la sensación de que todo lo que hemos visto antes no tenía mayor propósito.
Eric Bana, por su parte, parece luchar con un personaje que nunca termina de despegar. Ben, un académico supuestamente experto en el poder de la manipulación, parece tan despistado como un turista perdido en la Puerta de Brandeburgo. Mientras Mazzy se va enredando en el culto, él se distrae en un romance torpe con una detective local (Sylvia Hoeks) que aporta más preguntas que respuestas.
A nivel visual, la película destaca. Berlín se siente fría y amenazante, con escenarios bien logrados que le otorgan una atmósfera casi de pesadilla. Sin embargo, este mismo entorno estilizado no puede salvar un guion que se enreda en sus propios conceptos y deja más cabos sueltos que la trama de un reality show mal editado. Las subtramas, como la investigación de Ben o el enigmático pasado de Hilma, se presentan con gran énfasis pero nunca se desarrollan, quedando como meros adornos.
El desenlace es quizás lo más frustrante de todo. Después de haber construido un entorno de misterio y tensión, la película opta por un clímax tan predecible como torpe, donde los personajes toman decisiones ilógicas y los momentos de alta tensión se resuelven de manera anticlimática. La sensación final es la de haber asistido a una historia que, de haber estado más cohesionada, podría haber sido un excelente thriller sobre el peligro de las ideologías extremas.
Está MUY BIEN rodada, pero es sosa, plana y extremadamente predecible.
Es una pena, porque todo está muy bien cuidado, pero sabes a donde se dirige en todo momento, lo que resta ansiedad y urgencia al resultado final...
Es peli de sofá y manta para ese domingo por la tarde que no te apetece pensar demasiado...
Carlos Teorético
#1
Muchas gracias por la crítica.
Reportar CitarIgual le daré una revisión en algún momento.
Saludos.