Ficha Matar a un Ruiseñor

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Críticas de Matar a un Ruiseñor (1)


bigladiesman

  • 29 Mar 2015

9


La película de la novela que reportó un Pullitzer a la jovencísima y aún en activo Harper Lee. Un proyecto que engrandeció la figura de su protagonista Atticus Finch: El héroe más grande del cine del S.XX, interpretado por un Gregory Peck en estado de gracia. Significó el triunfo de varios nuevos nombres en Hollywood como el productor Alan J. Pakula, el director Robert Mulligan, el dramaturgo y guionista Horton Foote y el actor Robert Duvall.

Atticus Finch es un abogado rural muy bien considerado en tiempos de la Depresión: un hombre que desafía los prejuicios para defender a un campesino negro de una grave acusación en un pueblo fanáticamente racista. Es un padre ejemplar y un abogado brillante. La autoridad e integridad con la que construyó su personaje, así como el monólogo en la escena del juicio, rodado en una sola toma continua, fueron claves para que Peck ganara el Oscar al Mejor Actor frente a actuaciones no menos brillantes como la de Peter O¨Toole en ¨Lawrence de Arabia¨ y Jack Lemmon en ¨Días de vino y rosas¨. Por otro lado es una aventura de descubrimiento de los hijos de Finch, la marimacho Scout (la narradora), el maduro Jem y su vecino Dill. Los críos son Mary Badham (merecida nominación a un Oscar a la mejor actriz secundaria, lo que es un tributo a la maestría de Robert Mulligan dirigiendo intérpretes infantiles), y John Megna. El buen secundario de atronadora voz Brock Peters hace una estupenda y conmovedora interpretación como Tom Robinson; James Anderson, el cual a algunos abandomovieros nos sonará por la postapocalíptica ¨5ive¨, es un villanazo como el asqueroso racista Bob Ewell, y un debutante Robert Duvall se revela aquí como one-scene wonder por el misterioso y ya mítico Boo Radley.

Horton Foote ganó un Oscar por su extremadamente fiel tratamiento dramático de la novela de Harper Lee, jugando constantemente con los sentimientos de la audiencia y cabreando a los reaccionarios. Que la autora abandonara el rodaje convencida de que su supervisión no era necesaria y que confiaba ciegamente en Foote, Mulligan y Peck dice mucho del trabajo de estos artistas.

Elmer Bernstein crea una banda sonora que remarca lo cotidiano, el horror y la ternura a partes iguales. El legendario decorador Alexander Golitzen, el innovador y especialista en decorados de época Horton Foote y Oliver Emert, decorador de la casa en Universal, se llevaron otro Oscar por sus sets que emulaban perfectamente un pueblo sureño lo cual es remarcado por la lúgubre fotografía en blanco y negro de Russell Harlan. Dignos de mención son también los créditos, del publicista Stephen Frankfurt, un tipo que dejó huella a pesar de trabajar poco en cine.

Conmovedor testimonio de la vida de unos niños y su padre en una época para olvidar y al mismo tiempo un excelente drama judicial, contiene momentos inolvidables aunque, de algún modo, esperaba una película algo distinta, aún más truculenta si cabe. No quita que sea una obra maestra del séptimo arte.



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