Jean Cocteau muestra algunos de sus puntos de vista sobre la poesía disfrazando un mito griego de mito contemporáneo. A ritmo de música sinfónica y jazz vemos como la poesía causa peleas en los bares, envidias fatales y vicio, en contraste a la belleza que se le supone (y que Cocteau, poeta cinematográfico, valora mucho).
La poesía no está hecha para mí, pero hay que admitir que Cocteau es un director de gran brillantez y con una imaginación desbordante, empezando por los créditos que él mismo dibuja, continuando por lor los sencillos pero creativos FX que le dan a la película una genuína sensación de irrealidad.
Jan Marais, protagonista absoluto de la pieza, interpreta a un Orfeo poeta que vive alejado del mundo de los poetas. No es un rebelde, encanta al mundo con sus poemas pero los poetas lo consideran odioso. Con la convicción de siempre y su mirada de esfinge, llena la pantalla. Su contrapartida femenina, la coruñesa María Casares (estrella en Francia, deliberadamente desconocida en España por ser hija de un ministro republicano, Casares Quiroga) es, como él, una esfinge que no expresa nada y al mismo tiempo lo expresa todo (typical gabacho interpretations, vaya), una especie de mezcla entre Hades y Megara: mujer elegante, perversa, pasional y taimada - con un grupo de muertos vivientes (con conciencia: no son zombis) a su servicio! -que hechiza a Orfeo, como lo hace su amada esposa Eurídice. La célebre cantante y actriz Juliette Gréco realiza un papel segundario. El robaescenas de turno es el futuro ganador de un BAFTA y experto en noir François Périer como Heurtebise, el muerto viviente más salado y majete del mundo mundial (incluso interviene para salvar a Eurídice, pero ella no le hace caso).
Destacables también los momentos cómicos hacia el final, en el momento en que el mito habla de que Orfeo no puede mirar a Eurídice, con el pobre Heurtebise haciendo de carabina.
bigladiesman
8
Jean Cocteau muestra algunos de sus puntos de vista sobre la poesía disfrazando un mito griego de mito contemporáneo. A ritmo de música sinfónica y jazz vemos como la poesía causa peleas en los bares, envidias fatales y vicio, en contraste a la belleza que se le supone (y que Cocteau, poeta cinematográfico, valora mucho).
La poesía no está hecha para mí, pero hay que admitir que Cocteau es un director de gran brillantez y con una imaginación desbordante, empezando por los créditos que él mismo dibuja, continuando por lor los sencillos pero creativos FX que le dan a la película una genuína sensación de irrealidad.
Jan Marais, protagonista absoluto de la pieza, interpreta a un Orfeo poeta que vive alejado del mundo de los poetas. No es un rebelde, encanta al mundo con sus poemas pero los poetas lo consideran odioso. Con la convicción de siempre y su mirada de esfinge, llena la pantalla. Su contrapartida femenina, la coruñesa María Casares (estrella en Francia, deliberadamente desconocida en España por ser hija de un ministro republicano, Casares Quiroga) es, como él, una esfinge que no expresa nada y al mismo tiempo lo expresa todo (typical gabacho interpretations, vaya), una especie de mezcla entre Hades y Megara: mujer elegante, perversa, pasional y taimada - con un grupo de muertos vivientes (con conciencia: no son zombis) a su servicio! -que hechiza a Orfeo, como lo hace su amada esposa Eurídice. La célebre cantante y actriz Juliette Gréco realiza un papel segundario. El robaescenas de turno es el futuro ganador de un BAFTA y experto en noir François Périer como Heurtebise, el muerto viviente más salado y majete del mundo mundial (incluso interviene para salvar a Eurídice, pero ella no le hace caso).
Destacables también los momentos cómicos hacia el final, en el momento en que el mito habla de que Orfeo no puede mirar a Eurídice, con el pobre Heurtebise haciendo de carabina.
Muy buena, de verdad.
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