Una curiosa mezcla entre ¨Mad doctor¨ y King Kong, en líneas generales bastante acertada; a pesar de tener un presupuesto muy escaso.
La película és bastante distraída gracias a una notable dirección (el ritmo és ágil y los diálogos no se hacen aburridos), aparte de que el argumento tiene su interés; aunque a veces sea un tanto demencial.
Pero aquí el que se luce es Michael Gough, cuyo papel de científico malvado y perverso es realmente genial, a la altura de lo que se podía esperar de este gran actor. De hecho su interpetación es lo mejor de esta película.
Lástima que el mono convertido en gorila gigante tenga un maquillaje poco convincente; se nota demasiado que hay una persona en su interior.
Pero por lo demás está más que bien. Si sois fans de las imitaciones baratas de King Kong y de films de Científicos locos, ésta es vuestra película. El resto : Os la recomiendo para pasar el rato. Nada más.
Puntuación : 6`5.

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Bizarra, colorista y pop, esta es una de tantas producciones inglesas (de la Anglo-Amalgamated en este caso) que la American International de los inefables Arkoff y Nicholson distrubuyó a nivel internacional. He aquí un nuevo intento británico de kaiju eiga, en SpectaMation y ese entrañable Eastmancolor. Fue producida por Nat Cohen, americano (¨Yo fuí un hombre lobo adolescente¨, ¨Horror en el museo negro¨) establecido por su cuenta en Inglaterra que había sido uno de los hombres de confianza de los dos jefes de AIP, y no dudaba en dar ventajosos tratos a sus viejos camaradas.

El protagonista es el solidísimo y distinguido actor inglés Michael Gough, el gentleman de la serie B, al que muchos recordamos con cariño como el eficiente y genuinamente entrañable Alfred del Batman de Tim Burton. Gough hace una interpretación, digamos, ¨lugosiana¨: elegante y distante, en combinación con momentos histéricos que remarcan el desequilibrio mental de su malvado personaje, el profesor Charles Decker, descurbidor de un suero que aumenta el tamaño de los animales al combinar su adn con el de ciertas plantas africanas, uasando como sujeto al pequeño chimpancé Konga, a quien el suero transforma en un disfraz de gorila que destruye maquetas. El resto son desconocidos y lo hacen mal. Destaca un breve cameo del entonces desconocido histrión Steven Berkoff, un grande del teatro internacional y uno de esos secundarios robaescenas por los que vale la pena ver una peli solo ver su nombre (Octopussy, Rambo, Barry Lyndon, Atmósfera cero, Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres, o incluso su pequeño papel en ¨La naranja mecánica¨...).

Es una película que recuerda a ¨La garra diabólica¨. Se va desarrollando muy dignamente hasta que Konga se transforma en un viejo y raído disfraz de gorila con el extra Paul Stockman (aún en activo este 2014), que pone unas caras de lo más hilarantes. Entonces empieza un espectáculo bizarro, ridículo y extremadamente aburrido. El argumento está manido, el guion es soso, con solo el absolutamente chiflado personaje de Decker como elemento positivamente destacable.
Pero entonces, cuando parece que no hay esperanza, llega el clímax, y se dispara el humor involuntario, el cachondeo, la histeria y los unos potables FX pero incorporando maquetas risibles. No os podéis imaginar el giro que da la peli. Sigue siendo mala, pero se vuelve la mar de divertida.

En el aspecto técnico, la banda sonora es muy buena, resalta la poca acción de la película y acompaña bien el clímax (lo único digno que hay allí, porque con el resto se parte uno la caja).

Como es habitual en la época, una peli dividida en dos: una tópica y aburrida trama de asesinatos y un clímax kaiju eiga que es un despiporre de risas y que encantará a los fans de la comedia involuntaria. Por desgracia, el final es soso y corto
Hay partes que hacen que valga la pena: la interpretación de Gough es buena, la música es excelente, la secuencia de créditos iniciales, una delicia, y los FX son decentes (no así algunas de las maquetas). Pero el sopor general y la decepción que supone el final cuando ya empieza uno a divertirse... No, lamento decir que no le llega para el 5. Una pequeña decepción.

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