Una de las presencias más míticas de la historia de la serie B en uno de sus mejores productos (aunque no sea la protagonista) la bella, explosiva y neumática Allison Hayes, que despertó tanto deseo onanístico en su época y decoró tantas cabinas de camiones en su papel habitual de belleza chiflada (reconozcámolo, era preciosa y tenía mucho carisma, pero era una actriz simplemente cumplidora, por ser generosos. Solo tenía un par de registros: femme fatale y tía loca. Aquí hace un poco de ambas cosas).

Allied Artists nos ofrece un proto-slasher, con hipnósis de por medio (las víctimas se matan o mutilan ellas mismas de maneras de lo más macabras por efecto de este método de control mental). La película pretendía ser una experiencia interactiva al estilo de las pelis de William Castle: de nuevo se intentó hipnotizar al respetable desde la pantalla. Es el sistema HYPNOMAGIC (otra insigne pero curiosa parida, un poco compleja. Más en ¨Curiosidades¨). Llama la atención, como se comenta en algunos sitios web, el doble rasero que aplica el guion a la hipnósis: pretende retratarla como un método real y muy respetable que se usa en tratamientos clínicos (lo cual es cierto, si bien sus supuestos efectos son cuanto menos discutibles) al mismo tiempo que la desacredita como espectáculo y, ya fuera del guion y entrando en temas de márketing, la usa como truco descarado para obtener la atención del público en la sala.

El actor euskaldun-francés Jacques Bergerac protagoniza la pieza interpretando a - la comparación no es mía, que conste - una especie de Svengali que es asistido por Allison Hayes (¿O vicerversa? Ved la peli). Las otras dos actrices principales, Merry Anders y Marcia Henderson, eran actrices de carácter con buenas carreras. Los protagonistas masculinos son casi desconocidos y tenemos un par de cameos que forman parte de los muchos ¨gimmicks¨ de la película.

El final es harto anticlimático ya que tenemos como 5 minutos de Bergerac dirigiéndose a la audiencia para que le siga en unos sencillos trucos. Es entretenido entrar en el juego, que nos propone la peli, pero es un ¨gimmick¨ demasiado descarado que precipita en exceso el final - con una sorpresa incluída - y que como decía antes, acaba condenando los propios ¨gimmicks¨ de la peli en un poco inspirado speech final dirigido a la audiencia.
En el aspecto técnico, destaca un sencillo pero efectivo maquillaje y alguna escena con una fotografía meritoria dadas las pocas pretensiones del producto.

Una película buena en términos generales cuyo hándicap se encuentra en las excesivas ganas de imitar a William Castle (la peli avanza a un ritmo tremendo hasta que se para 10 minutos por el ¨gimmick¨ principal. Hay quien lo agradecerá (pocos) y quien se va a cabrear (muchos)) y en un TREMENDO agujero del guion al final. Recomendada para fans de Castle y sus triquiñuelas (la peli parece suya en según qué momentos), de Allison Hayes y de la magia de escena.

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