Ficha Pandora y el Holandés Errante


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Críticas de Pandora y el Holandés Errante (1)




bigladiesman

  • 17 Sep 2011

7


En un pueblo en algún lugar ignoto de España llamado Esperanza, unos pescadores se cobtan la pieza del siglo: Ava Gardner y James Mason en persona. A partir de aquí se va hilando una trama culebronesca a partir de la investigación del arqueólogo Geoffrey Fielding (Harold Warrander).

Ava Gardner demuestra al mundo ser una de sus mejores actrices del planeta en su sensacional interpretación de la fría Pandora, una mujer aparentemente insensible a los sentimientos de amor hasta el punto de rozar la sociopatía. No hay duda de que era una superestrella: aquí supura belleza y talento. Pandora es una víbora caprichosa (con todos los respetos hacia los ofidios: cunado un tipo tira su Lotus F3 por un acantilado, parece tener un orgasmo, y todo es un constante MOAR PLZ) pero es vital, divertida , fascinante y aventurera. Pero todo cambiará cuando conozca al Holandés Errante, y con ello su interpretación se llena de matices. Un 10 para la señora Gardner, en serio.

James Mason es Henrik Van Der Zee, el Holandés Errante del título, un artista neerlandés que vive solo en su lujoso barco. Su fría interpretación inicial recuerda a la que al cabo de 3 años le daría gran popularidad entre pequeños y mayores: la del Capitán Nemo. Teatral sin exageraciones, adecuado en todas las escenas (a destacar las del S.XVI, donde incluso lo caracterizan con los dientes medio podridos, como era habitual en la época. Una rareza en las ambientaciones medievales/renacentistas de la época).

Claro que quien está detrás de las cámaras es Albert Lewin, que ya demostró en “El retrato de Dorian Gray” ser excelente en la dirección de intérpretes, por lo que no es de extrañar que la pareja protagonista se marque un pedazo de actuación. Por cierto, que no falta la nota de color local en el torero Juan Montalvo, interpretado por un Mario Cabré con un inglish pitinglish que ni Almodóvar cuando recoge un premio (“Ai am not chor” de si se le entendía algo cuando estrenaron la peli en Londres).

En el aspecto negativo, esta película mostró al mundo los encantos de la Costa Brava, y desde entonces todo eso se ha llenado de hormigón y de guiris con una increíble capacidad para orinar en las esquinas. Pero de eso la culpa la tienen otros, no la película. Lo que sí le veo a la película es algo que no sé si será cosa de Lewin (que en “El retrato…” ya jugó con los colores) o de que las copias están mal conservadas, pero los tonos de los colores van cambiando a cada momento sin ton ni son. Eso significa que el film no ha sido restaurado. Una pena, porque, la fotografía en si es bellísima.

Y claro, están los tópicos: el Typical Spanish snuff (véase “corrida de toros”, con el torero y muy buen actor catalán – una cosa no quita la otra, aunque deteste la tauromaquia - Mario Cabré) y el flamenco de calidad dudosa (hablo solo de la música: La Pillina - María Maya, granadina por más señas - era un miembro importante de la compañía de Carmen Amaya, que no es poca cosa) no faltan.

En fin, que no es una mala película ni la obra maestra que algunos dicen que es: llega a aburrir en varios momentos, pero el resultado general es bueno gracias a la sabia dirección y las excelentes interpretaciones del dúo protagonista.

Y quien se haya tragado este rollo que he escrito, felicidades: se ha ganado botellita cava y dos espetecs por la paciencia.



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