Universal nos deleita con un weird western: nada menos que un cowboy vampiro en busca de gresca y cizaña por esos pueblos dejados de la mano de Dios.

Este atractivo personaje, un vampiro modelado a la manera tradicional europea (no tiene colmillos; se convirtió en vampiro al cometer pecado mortal…) es un cazarrecompensas amoral, burlón y con un amor tremendo a la sangre, las mujeres y el dinero - de verdad que me ha gustado mucho, no me esperaba un concepto tan clásico y al mismo tiempo tan novedoso de la figura del vampiro -, está interpretado por el polifacético actor (también productor y teórico de la interpretación) australiano Michael Pate, muy famoso en su país y que fue el primer Felix Leiter, el agente amigo de James Bond (o Clarence Leiter en la versión que hizo él: la televisiva de 1954 con Barry Nelson como bond y Peter Lorre como Le Chiffre).

El protagonista, un predicador bueno buenazo pero duro cuando la ocasión lo requiere, muy estereotipado todo él (viene a ser una mezcla entre Van Helsing y Jonathan Harker), está interpretado con convicción por el malogrado Eric Fleming, al que vemos bastante por aquí y que alcanzó el estrellato protagonizando “Látigo” (“Rawhide”) junto a Clint Eastwood. La “Mina Harker” de turno es Kathleen Crowley, una ex aspirante a Miss America que destacó sobretodo en sus cómicas apariciones en la serie “Maverick”, es una correcta mujer-objeto que debe sufrir todos los reveses de la peli. Y lo hace con un par de ovarios. Una chica valiente.

A pesar de que en algunos momentos se toma demasiado en seria a si misma (cosa sorprendente viendo el supuesto guion original, ver “curiosidades”) para su propio bien, esta sencilla producción proporciona simplemente un rato de despreocupado esparcimiento al espectador.

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