Es la primera vez que una película de Netflix inaugura el Festival de Sitges, con el aliciente de que al día siguiente estaría disponible en la plataforma de streaming, que parece llamada a cambiar la forma de estrenar las películas. No lo hicieron los videoclubs, quienes siempre fueron unos subordinados que tenían que esperar de X meses para hacerse con los estreno, pero definitivamente las salas de cine deberían estar preocupadas por el futuro.

En esta ocasión, la película está basada en un relato de Stephen King y su hijo Joe Hill, algo que siempre otorga un plus. Tampoco es la primera adaptación producida por Netflix del escritor, el año pasado pudimos ver El Juego de Gerald que no estuvo nada mal.

Tras las cámaras encontramos a Vicenzo Natali, siempre recordado por la genial Cube, pero que más allá de ella no ha tenido nada destacable. En el reparto Patrick Wilson (Expediente Warren) muy bien posicionado en el género gracias a su papel en Expediente Warren.

La historia arranca muy bien y es bastante inquietante, una pareja de hermanos entra en una plantación de hierba alta, a los gritos de un niño que pide ayuda al no poder encontrar la salida. Una vez entran se darán cuenta que también están atrapados.

Así de rápida y directa empieza esta producción de calidad notable, (a la vista de otras de Netflix) pero que pasado los primeros 30 minutos, se convierte en repetitiva, confusa y casi diría que pretenciosa. Se nota que se basa en una relato y no una novela, y a mi juicio le sobra mucho metraje, porque termina haciéndose muy pesada, con escenas paranoicas que, por supuesto, están sujetas a la interpretación.

No obstante se puede digerir bien, por el citado e intrigante arranque y, sobre todo, por saber finalizar de manera correcta la historia. Lástima que no deja de ser otra adaptación de King muy olvidable en el tiempo.