Una historia verdadera.
Una de las mejores experiencias que he tenido ante una pantalla. David Lynch, hace un ejercicio artístico en su intención de brindarnos un viaje sensorial a través del uso de la fotografía, la musica y todos estos conceptos que a fin de cuentas forman el lenguaje cinematográfico. Esta cinta es cine puro, creado por un amante del séptimo arte y de todas las disciplinas artísticas que alberga, es una trayectoria sin prisa pero sin pausa, un deleite de habilidades pulidas, un metraje imprescindible para todo aquel que quiera disfrutar de una pieza artística disfrutando de cada composición, de cada sintonía. Película para recomendar a quien sepa apreciar el arte y sienta un profundo respeto por él.

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Aunque aquí tenemos al Lynch menos Lynch (salvo por aquella escena tan “twinpeaksiana” de la mujer que atropella ciervos todas las semanas) de toda su carrera la película que él mismo nos brinda es una impresionante muestra de hasta adónde puede llegar su cine.
Como si de un cruce entre el emotivo y familiar estilo de Spielberg y esa pasión por desarrollar historias en el medio-Oeste de la América profunda y más tradicional de los Coen, el veterano director nos ofrece la verdadera (como su propio nombre indica), aunque no por ello tiene que ser menos increíble, historia de Alvin Straight, un anciano veterano de guerra terco y cascarrabias, pero de gran corazón, que atraviesa kilómetros de tierra estadounidense para visitar a su hermano, que acaba de sufrir un infarto. Parece todo normal...sí, pero si ese viaje lo hace montado en una cortadora de césped la cosa parece más extraña.

De hecho Lynch decidió hacer este film por lo extraña que resultaba esta historia real.
Una historia donde en su último papel en vida, Rich Farnsworth, nos dedica una interpretación más allá de lo soberbio. Intimista, introspectiva, sobria; Alvin siempre está expectante del entorno que le rodea analizándolo todo con claridad y tranquilidad mientras realiza una homérica y quijotesca travesía para redimir sus pecados durante tantos años de disputa con su hermano.
Sissy Spacek es otra actriz que deslumbra en el interesante y tierno papel de la hija de Alvin, y por ahí, hacia el final, aparece un bastante mayor Harry D. Stanton en un nada desdeñable cameo, recordándonos un poco a aquel enigmático Travis de “Paris, Texas”.
David Lynch demuestra de nuevo su gran versatilidad en una producción de Disney para todos los públicos con un manejo y destreza tras la cámara de lo más envidiable y una puesta en escena emocionante, mostrándonos lo más bello del paisaje norteamericano y los pensamientos y problemas internos de unos personajes maravillosos, que van emergiendo con gran fluidez y naturalidad.

Una de los dramas más espléndidos de la Historia del cine.
Farnsworth es un gran actor de pies a cabeza y Lynch un maestro.

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Como no estaba muy metido en el mundo Lynch, comence a indagar sobre su obra. Creo que empece al reves, con sus trabajos menos (o nada) surrealistas, dejando la primera época para el final.

Hoy conocí ¨The Straight Story¨, una historia real, simple y muy emotiva. El hecho de que el tipo se haya subido a su maquina de cortar el césped para recorrer cientos de kilometros, con el solo fin de ver a su hermano ya tiene mucho métiro... ademas de ser algo re loco que no cualquiera haría.
Basicamente toda la pelicula se basa en la aventura que significó ese viaje de reencuentro, que por momentos puede hacerse lenta, pero el hecho de su conclusión te mantiene en vilo indudablemente.

Gran actuación de Richard Farnsworth, un tipo que emociona con solo verlo gesticular y que es capaz de expresar mucho con una calidad poco vista. Buena banda sonora.
Recomendable.

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¡Qué manera de llorar con esta película! No sé si es por sentir la lejanía o quizás la cercanía de la vejez, o por esa tranquilidad y belleza que me inspiraba la preciosa cara de Richard Farnsworth cuando sonreía al ver la lluvia, o porque gracias a su obcecado viaje en podadora me dio la oportunidad de ver preciosos paisajes, pero me llegó muy profundo. Me encantó esa risa tan íntima que soltó cuando llamó a su hija por teléfono para pedirle que le mandara plata, esa risa que produce el cariño infinito que uno siente sólo por personas muy cercanas a uno, a quienes uno acepta y adora tal como son. ¡Qué actor tan natural! A ratos me pregunté si no sería en realidad un documental, sin actuaciones, porque parecía interactuar con los demás y con el entorno de una manera tan espontánea. ¡Qué buen director capaz de mostrarnos exactamente eso!
Lynch casi logra engañarnos con esta película. Aunque necesité verla más de una vez para darme cuenta. Una Historia Sencilla es la traducción al español de The Straight Story, juego de palabras, ya que Straight es también el apellido de Alvin, el protagonista, así como la alusión a algo sencillo. Pero nada es sencillo en el cine de este director. Vemos la historia (verídica) de Alvin Straight, hombre mayor que luego de un ataque decide ir en búsqueda de su hermano, con quien dejó de hablarse diez años atrás por motivos que ya no recuerda con nitidez. Su hermano también había sufrido un ataque y es precisamente la inminencia de la muerte lo que lo vitaliza para iniciar el viaje del reencuentro y la despedida. Insisto, nada es sencillo y Alvin decide hacer su travesía en su podadora de pasto, en parte por no tener licencia de conducir, en parte porque así debía ser. Quinientos kilómetros que lo llevarán a cruzar el estado, el Mississipi y su propia historia. ¿Es un viaje de aprendizaje o de derroche de sabiduría?, ¿un viaje de duelo o de esperanza? Tal vez todo o ninguno. La última escena es una lección de cómo filmar la intensidad de manera discreta pero genuina.

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