Ficha Tom Jones


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Críticas de Tom Jones (1)




Mad Warrior

  • 22 Jul 2023

7



Nacido no de la fatal casualidad, sino de la libidinosa infidelidad, el pobre Thomas Jones llega a un mundo sin tener que haber llegado, donde se cata tanto lo bueno como malo, amontonándose tras las lindes de las campiñas de una Somerset en su era georgiana.
Empiezan así las tribulaciones de un alegre aventurero distinto a todos los demás...

Tan distinto que por ello Henry Fielding, el inefable orador de la sátira hiriente y la burla ingeniosa, logra un éxito sin precedentes, quedando su extensa novela cuyo título lleva el nombre de su héroe, entre las más representativas de su época. Como otra versión de su “quijotesco” Joseph Andrews, el autor y abogado simplemente prosiguió su visión de la sociedad británica de su tiempo, atacando (a pesar de sus orígenes aristocráticos) la corrupción y el cinismo de las clases nobles, pretendiéndose protegidas tras apariencias de gran virtud, la acentuación de lo paródico sobre lo dramático, su lucha personal e infatigable contra las ideas puritanas de Samuel Richardson y el delirante uso de la forma del lenguaje literario.
Más íntima en su forma de conectar con el lector, “Tom Jones” también se presentaba más audaz y desenfadada en su abordaje de temas como la hipocresía, la promiscuidad, la prostitución, la crítica social o el incesto; en cualquier caso su protagonista, aun con sus deslices pendencieros y pícaros, es un modelo de bondad y lealtad intachable. Por desgracia el joven Albert Finney no lo ve así cuando le ofrecen el papel, considerándolo un personaje pasivo y falto de carisma, pero las negociaciones resultaron bien para Tony Richardson en su empeño por trasladar el texto del nativo de Somerset junto a su colaborador John J. Osborne.

Se trata de un distanciamiento absoluto en lo respectivo a su propia carrera anterior. Cuesta creer que una de las voces más poderosas del realismo social británico y el “free cinema” en blanco y negro adaptara una sátira, sangrante, pero en la comedia al fin y al cabo; lo hará rechazando sus códigos, adoptando el color e incluso proponiendo con Jones el reverso de sus jóvenes contemporáneos, esa “generación furiosa” de los presentes años 50 y 60, a lo largo de que sería un rodaje lleno de accidentes, problemas con el equipo y actores y sobre todo el clima. El director renegaría más tarde del producto...
No atisba uno este sentimiento de contrariedad al ver el film, que se inicia alardeando de su estilo innovador e irreverente, en homenaje al cine mudo, presentándonos al pequeño Tom, supuesto hijo de una sirvienta pobre que será objeto de compasión por parte del hacendado Allworthy, para terminar a su cuidado. Es la mayor particularidad del trabajo de Richardson, un triunfo de la forma y la estética que no hace sino plasmar a través de la ingeniosa puesta en escena la visión única de Fielding, sobresaliendo la voz de un narrador muy implicado en los eventos que, como ocurría con su análogo en el libro, busca la total complicidad con el espectador.

Pero hay elementos y signos que hacen de nuestro héroe un singular personaje en tierra de nadie. Igual que los jóvenes furiosos que el director ha ayudado a reivindicar, Tom tiene la desgracia de criarse y crecer en un mundo de maldad, de villanos cínicos, de conspiradores pertenecientes a clases altas y burguesas que al final, a pesar de sus fingidas buenas costumbres, modales frívolos y elegantes vestimentas, se revelan tan miserables, ruines, celosos, groseros y lascivos como los sirvientes y pobres que pisan y de los que se aprovechan.
También, igual que ellos, el esfuerzo de Tom por llegar a un fin dichoso sólo termina en fracaso, aplastado por los que ostentan el poder y manipulan a los pocos bondadosos que aún quedan...pero éste no aparece con el ceño fruncido que exhibía el Colin Smith de “La Soledad del Corredor de Fondo”, sino con una amplia sonrisa y una dulce ingenuidad. No importa el ambiente donde le han criado, Tom es consciente de sus orígenes, prefiere ser humilde y no consumirse en la angustia, disfrutar de los placeres terrenales, prefiere ser un pícaro inocente que un amargo frustrado. Su hazaña se verá dividida en dos partes bien diferenciadas, desarrollándose una primera hora dentro de su residencia en Somerset.

Hierve la mala sombra. Mientras el joven retoza en los bosques con la desvergonzada Molly, un sobrino hierático y desagradable (Blifil) sólo desea su mala suerte, igual que los demás burgueses de los alrededores, y las criadas y trabajadoras de otra casa responden envidiosas a los actos indecorosos de la muchacha; pero es el rico hacendado Western quien mejor representa la bajeza y miseria de aquellos afortunados que han nacido en familias de buena posición social. Hugh Griffith se mete en el papel a conciencia y tan repulsivo es en pantalla como lo fue durante el rodaje, siempre entre peleas y borracheras; Western es sin duda el más fiel reflejo en la ficción que pudo tener.

Al negarse a la unión entre Tom y su hija Sophie (la preciosa Susannah York), el único atisbo de virtud pura que ronda por estos terrenos, se obtiene una imagen muy propia de la sociedad presente de Richardson: la de esos adultos tiranos que disfrutan de las comodidades “snob” obtenidas de su villanía e ignorancia y que asfixian las existencias de los jóvenes, quienes sólo desean disfrutar de la vida. Por lo tanto, aun impregnada de colores vivos y dotada de gran riqueza visual, aun predicando la sátira y alzarse en defensa de la pasión sexual y el valor de la lealtad y el honor, “Tom Jones” no puede evitar caer en una tremenda angustia.
Es lo que más diferencia al héroe de la generación furiosa presente: su pasividad ante la adversidad y su constante alegría e inocencia. Instante despreciable el de Western, quien siempre le trató de igual, se enfurece cuando desea sobrepasar sus orígenes bastardos y tomar la mano de su hija. ¿Un pobre miserable que se pretende noble caballero? Intolerable. Pero no un noble o burgués que juega a pobre miserable, claro. Lo que constituye el destierro de Tom es el inicio de una 2.ª parte que, sólo variando en leves aspectos la estructura del libro, recupera la trama episódica y aventurera de la otra obra de Fielding, “Joseph Andrews”.

Aspectos como, por ejemplo, hacer al peluquero acusado de ser el padre de Tom (Partridge) encontrarse con él tras varios sucesos que sí compartían en las páginas (la trifulca en la posada). El peregrinaje por la Inglaterra de la época abre muchas posibilidades; incluirlo en el contexto histórico de las revueltas jacobinas será la mejor, mostrando la peor cara de las fuerzas militares. Pero gracias a esto el cineasta, teniendo a su disposición un gran despliegue de medios y una magnífica labor de vestuario y diseño artístico, regresa a sus raíces retratando el lado más pobre, sucio y desgraciado de la sociedad inglesa, donde furcias, ladrones y asesinos se revuelcan en el barro y hacen por cortar el paso al héroe.
Pero la sátira no cesa, ni la sexualidad tonta y lujuriosa, ni Richardson detiene sus alegres desvaríos visuales, desde imágenes congeladas y cámaras rápidas a elaboradas secuencias y rarísimos encuadres, e incluso diálogos con el propio espectador. Es cierto que, debido a la naturaleza episódica de la trama, hay secundarios que desfilan por la pantalla y que precisan de más tiempo en ella, y también que el ritmo se sumirá en un lento avanzar con la llegada a Londres y el relevo de Sophie por otras damas, menos adorables, que también contribuirán a entorpecer la búsqueda de Tom.

La peor es esa Bellaston que figura la cara más despreciable, frívola y cínica de la mujer en la sociedad burguesa londinense. Hasta el reencuentro de los amantes y el incidente que pondrá en peligro la vida del muchacho la trama cae un vacío algo soporífero, que hará por sobrepasar para compensarnos con un desenlace tan milagroso como delirante donde todos los personajes coincidirán, chocarán alrededor de Tom, desvelando éstos sorpresas inesperadas con un guiño cómplice, descarado, al público, y aplaudiéndose la máxima de la esencia de este reverso del “free cinema” y del espíritu de Fielding con la mejor de las reflexiones: “Morir por una causa es noble...morir por una tontería es estúpido”.

Tal vez el predicamento es que no debemos ser tan nobles, tan bondadosos, tan leales, tan serviciales, porque el mundo que nos rodea es demasiado cruel y repugnante y eso no puede hacernos ningún bien. Pero al ser todo esto una sátira el joven Tom se puede permitir un final feliz, de puro vodevil.
Final feliz, tras el peor de los rodajes que soportaron Finney, Richardson, David Warner y otros, también tuvo la carrera fílmica de la película, cuyos productores presagiaban un desastre y boquiabiertos quedaron al anunciarse sus nada menos que diez nominaciones en los Oscar. Sí, puede que sea imperfecta, pero también virtuosa en toda su irreverencia. ¡Como el joven que orgulloso le da nombre!



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