Ficha The Reason


  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de The Reason (1)




Mad Warrior

  • 22 Mar 2024

9



Una noche de tormenta incesante, rugiente. 2 de Junio de 1.996, en una de las torres que forman el complejo de apartamentos Senju Kita han aparecido cuatro cadáveres.
El misterio continúa igual que la tormenta, descargando su furia sobre los implicados de algún modo unidos al caso...el mayor en la Historia del antiguo distrito de Arakawa.

Todo esto es una ficción, por supuesto, preparada en la imaginación de la prestigiosa, prolífica y numerosas veces galardonada Miyuki Miyabe, quien consiguió con ella la novela más exitosa de su carrera hasta esa fecha. “Riyu“ empieza a publicarse por entregas desde finales de 1.996 y no tardó en llegar a “best-seller“ gracias a su metódico y exhaustivo trabajo de suspense periodístico, ya que poco a poco, capítulo tras capítulo, la trama se iba alimentando gracias a la información de una enorme cantidad de personajes (107, nada menos); las ofertas para trasladar esta gigantesca obra que casi llega a las 600 páginas no tardaron en llegar, pero ninguna fue del agrado de la autora.
Pasarían unos años hasta que Yukihiro Toda, un joven productor de la cadena WOWOW, decidiera cumplir su sueño de adaptar aquel libro que tanto le había fascinado en su adolescencia...y no pudo pensar en nadie mejor que Obayashi para la complicada empresa; incluso antes de serle comunicado, su esposa (y productora) Kyoko se encontró tan entusiasmada con la idea que ya estaba dispuesta a participar, pese a la dificultad logística de tener que contar con un reparto tan grande. Lo primero que llama la atención de “Riyu“ es su introducción, tras unos créditos iniciales sobre cielo tormentoso.

Como casi en todas sus obras, el director da una importancia especial al lugar donde se desarrollarán los acontecimientos. En este caso Arakawa, de la que se nos hace un cuidadoso estudio histórico al más puro estilo Fukasaku, utilizando imágenes de archivo y señalando las continuas tragedias a las que ha ido sobreviviendo la ciudad hasta nuestros días. La actualidad de la trama es 1.996, y el guión respeta la dinámica literaria dividiéndola en episodios, que llegará hasta 21, incluyendo un prólogo y un epílogo; pero lo más emocionante es que Obayashi también se mantiene fiel a la ruptura de las convenciones narrativas de Miyabe.
De este modo es un elemento esencial presentar la acción en términos de ficción documental. No se trata sólo de una cuestión técnica o puramente visual; la historia está relatada desde el punto de vista de quienes la vivieron, y este es el formato adecuado. Todo se presenta así de manera directa e impactante, más cercano al estilo de Imamura; la intención es que nos convirtamos en los reporteros que investigan este truculento caso que tantas vidas unirá y agitará, desde la noche en que Sano, conserje del edificio, encuentra el cuerpo de un joven supuestamente arrojado desde la habitación 2.025, donde otras tres personas descansan sin vida: un hombre y una mujer maduros y una anciana.

Mientras la acción domina con intensidad gracias a una cámara temblorosa y cercana, esta extensa 1.ª mitad de la película se extiende desde la observación de los detalles más minuciosos del asesinato hasta la entrevista a los individuos más próximos a dicho apartamento, cada uno aportando su versión de los hechos hasta donde se limita su conocimiento. Independientemente de la duración total, este es el mayor hándicap de “Riyu“: ver en pantalla a los personajes comentando sus impresiones y ofreciendo sus opiniones sobre los hechos y al mismo tiempo verlos, tanto antes como después de la entrevista.
De elegir contarlo de un modo u otro el metraje se reduciría a la mitad, pero Obayashi y el guionista Shiro Ishimori prefieren no desviarse del método de la novela, y así cuenta tanto la implicación del espectador-entrevistador como la del personaje, ya que vemos lo que él vio. La ficción documental también permite al primero romper la lógica del suspense tradicional, con más mérito ya que se da dentro del tan limitado formato televisivo, y las sorpresas no sólo nos irán sacudiendo gracias al argumento en sí, sino también a través del riesgo visual y la estilizada puesta en escena.

Porque sin previo aviso el tiempo presente se detiene y vamos atrás o adelante en el tiempo, la cámara (la de los reporteros) gira sobre sí misma y revela al equipo que está filmando la historia, incluso en un instante podremos ver al mismísimo Obayashi en su silla gritando “¡Corten!“, o bien al actor salir y entrar de su personaje a voluntad, trascendiendo el ejercicio de metaficción a innovadores niveles de experimentación.
De igual forma, cuando la historia profundiza en un personaje en concreto, el film abandona el directo estilo documental por el drama cinematográfico convencional.

Lo más importante es la naturalidad con la que el director (seña de identidad) muestra las acciones ante la cámara, comprensibles o no (mientras el grupo de policías interroga a Sano uno de ellos coge un puñado de caramelos del escritorio y los reparte entre todos, y se nos hace fácil de creer por la naturalidad de los actores y porque parece encajar con la lógica de la atmósfera y el tono). Pero a partir de la 2.ª mitad la trama toma una importante decisión al presentar a dos personajes clave: la joven Ayako y el agente inmobiliario Hayakawa, apegado a las operaciones ilegales; la primera (una bella Ayumi Ito) da pie al peor fallo de esta adaptación.
Y es revelar tan temprano la identidad del asesino (que no es otro que su irresponsable novio Yuji), cuando aún queda otra hora y posiblemente cincuenta personas más a las que entrevistar. Error enorme que a su vez provoca que, inconscientemente, la pareja se convierta en la protagonista de la película, pues son ellos los que desencadenan el crimen. El papel de Hayakawa (legendario Renji Ishibashi) es igualmente vital pues nos muestra una triste realidad: ya se trate de personas de una u otra condición, de mayor o menor estrato social, de conocidos o lo más alejadas, todas pueden acabar unidas por las decisiones de unos y otros.

Esto es algo típico del cine de Obayashi. Cuando este agente se hace con el apartamento 2.025 para solucionar la deuda de un hombre se pone en marcha la compleja intriga, de la que únicamente teníamos las pistas, y empiezan a converger las vidas de aquellos que fueron asesinados, en las que ahora iremos profundizando, para destapar un caso increíble de suplantación de identidad y ocupación ilegal. Igual que en “Babel“ no hay un solo cabo suelto y un pequeño acto, por vago que sea, puede cambiar la vida a un joven desesperado (Yuji), una pobre anciana con pérdida de memoria (Hatsue), un hombre huido de casa desde hace años (Nobuo) o una mujer desaparecida (Katsuko).
A través de ellos y de otros muchos personajes, Obayashi e Ishimori nos ofrecen su lúgubre representación de la sociedad japonesa de mitad de los “90, atrapada en la crisis económica, la pérdida de valores, el nuevo incremento de la criminalidad y la pobreza y la destrucción de las perspectivas de futuro de las generaciones más jóvenes, mientras la trama, en su mayoría, circula alrededor de múltiples núcleos familiares hundidos o de individuos en perpetua huida, incapaces de encontrar su lugar en el mundo, ya sea por mala suerte o por los crueles actos de otros.

Cuando nada más empezar la historia el dueño de la posada (Katakura) afirma sorprendido a la cámara desconocer su futura implicación en el asesinato ya podemos hacernos a la idea de que el dolor y la desgracia son universales y a todos acaba llegando (la familia Akiyoshi, de un pueblo muy alejado del entorno urbano, se ven afectados por el suceso por culpa de Katsuko).
Llegando hacia el final, cuando Shinji confiesa ante la periodista (álter-ego poco disimulado de Miyabe) su participación en el crimen, todo queda finalmente claro, pero incluso, y ese es uno de los mayores triunfos del guión, ciertos detalles seguirán ocultos para que el espectador encaje las piezas por sí mismo.

“Riyu“ termina como una inteligente deconstrucción metafílmica del trillado género del “thriller“ y esos programas dedicados a crímenes famosos; los medios del cine y la televisión hallan el camino más arriesgado gracias a un Obayashi claramente influenciado por el Lynch de “Twin Peaks“ (el humor negro, el absurdo y el “jazz“ entre conversaciones es un recurrente sin por ello romperse el tono dramático).
El índice de audiencia resulta tan exitoso, la autora queda tan satisfecha y las críticas han sido tan buenas (no pocos la consideran una obra maestra) que los productores pedirán al director una versión para su estreno en cines, realizando un montaje más adecuado...



Me gusta (0) Reportar

Críticas: 1


Escribir crítica