Ficha Las Batallas de las Colinas del Whisky

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Críticas de Las Batallas de las Colinas del Whisky (2)




Mad Warrior

  • 11 Dec 2018

9



Los indios se situaron en tres puntos, el convoy de Wallingham avanzaba escoltado por los hombres del 1.º de Caballería mientras que la columna del 2.º, al mando del coronel Gearhart, mantenía ¨contacto separado¨ con las prohibicionistas, que se movían habiendo doblado el Este, y la milicia ciudadana de Denver se dirigía ahora hacia el Norte...
¡Vaya panorama!, una carrera que invariablemente iba a acabar en choque, o en una de las batallas más alocadas y colosales que tuvieron lugar en el salvaje Oeste.

Con una carrera a sus espaldas de más de dos décadas, el gran John Sturges había tocado varios géneros a lo largo de todos aquellos años, pero si en alguno destacó especialmente ese fue el ¨western¨, donde cultivó verdaderos clásicos del celuloide como ¨El Último Tren de Gun Hill¨, ¨Duelo de Titanes¨ o la legendaria ¨Los Siete Magníficos¨, revisión de la obra de Kurosawa trasladada a los dominios del Oeste americano. Tras la cruzada bélica que supuso ¨La Gran Evasión¨ y el interesante ¨thriller¨ ¨The Satan Bug¨, Sturges regresaría a sus desiertos llenos de cowboys, indios y soldados, pero con una visión completamente distinta de los mismos.
Y la razón era la siguiente. Los derechos civiles y la expansión del feminismo abanderada por Betty Friedan (aspectos importantes en la película), entre otras muchas cosas, provocaron que la sociedad americana sufriera multitud de cambios a mediados de los 60, lo que se empezaba a reflejar en la industria del cine; de este modo, Sturges tomó el guión de John Gay, basado en la novela de Bill Gulick, y se preparó para pegarle un giro a su tan querido género del ¨western¨, inspirado, sobre todo, por el éxito que acumulaban aquellas inmensas y disparatadas comedias del momento, como ¨El Mundo está Loco, Loco, Loco¨ o ¨La Carrera del Siglo¨.

¨The Hallelujah Trail¨ nos lleva al año 1.867, donde en un Oeste que se ve resurgiendo de sus cenizas a base de cambios, los indios han terminado las guerras con los americanos y las mujeres claman a viva voz numerosas reivindicaciones. Sin embargo, los mineros siguen trabajando duro y el whiskey continúa siendo la bebida espirituosa más codiciada; los hombres de Denver, temerosos del invierno que se aproxima, esperan ansiosos para recibir una gran caravana de whiskey de la Wallingham Freighting Company...por desgracia, la ruta de ésta se va a ver plagada de obstáculos y grandes infortunios.
Cora Massingale, una feminista chiflada empeñada en detener la consumición de alcohol en el país, se armará de valor y saldrá junto a sus compañeras prohibicionistas desde Fort Russell para detener el cargamento de Wallingham, algo que provocará más de un dolor de cabeza al coronel Gearhart, quien se ve obligado a escoltar a las mujeres a lo largo del territorio; por si esto fuera poco, una levantisca tribu de Sioux ha elaborado un plan para hacerse con el whiskey. En mitad del amplio desierto y bajo el Sol abrasador se prepara un enfrentamiento de proporciones épicas que pasará a la Historia como la Batalla de las Colinas del Whiskey.

Relatada con mucha sátira y nostalgia en clave de falso documental, y tras un extenso preludio, la película posee en los primeros minutos de su arranque un gran homenaje al género donde a la vez se levanta acta del ocaso del mismo. Así, el espléndido paisaje natural de montañas, valles, praderas y desierto queda convertido, en palabras del narrador, en una tierra de ¨sueños destrozados por una naturaleza cruel y por la lanza de un guerrero indio¨. Sturges nos presenta su demolición del cine del Oeste, la misma que inició Ford con ¨El Hombre que Mató a Liberty Valance¨ y que poco después siguieron Peckinpah y Leone; esta desmitificación del ¨western¨ no sólo aparece encarnada en la figura de esas ruidosas y reivindicativas mujeres o en esos Sioux que hacen tratos amigablemente con los soldados de caballería (a Wayne se le revolvería el estómago con este film...), sino además en ese agotado e irascible coronel Gearhart que insiste todo el rato en su odio por el Oeste.
Melancólica o no, lo importante es que John Sturges nos ofrece con ¨The Hallelujah Trail¨ una gran película de aventuras, realzada por el formato UltraPanavision 70, que la hace aún más épica de lo que ya es; el director apuesta por el puro espectáculo hollywoodiense y el enorme despliegue de medios, lo que se traduce en grandilocuentes efectos atmosféricos, un gran plantel de actores y extras y espectaculares persecuciones por el desierto tremendamente bien rodadas. Pero si algo distingue a esta obra es su uso de la comedia, a veces muy sutil, otras muy disparatada, y con la que Sturges demuestra que el Oeste también puede servir para pasar un rato de lo más divertido, no sólo para contar historias de venganza, sangre y plomo (si se fijan bien, aquí no muere ni un alma).

Encabezando el amplio reparto tenemos a un genial Burt Lancaster sacando a relucir su lado más cómico y desenfadado en la piel de ese pobre Gearhart, quien tiene que soportar con resignación las zapatiestas organizadas por la cínica e irritante srta. Massingale, a la que da vida una Lee Remick que se me hace del todo detestable. Donald Pleasance está absolutamente genial como ese borracho y caradura ¨Oráculo¨ Jones, al igual que Brian Keith, Jim Hutton, John Anderson, Tom Stern y un irreconocible Martin Landau haciendo del jefe indio al que mandan como ¨símbolo de buena de fe¨.
Hay que reconocer que su larga duración es un hándicap, pero gracias a los ingeniosos diálogos y al entretenido espectáculo que monta Sturges, ¨The Hallelujah Trail¨, al menos en mi opinión, pasa por ser uno de los mejores (y más infravalorados) ¨westerns¨ de aventuras que se han realizado.

Dos momentos míticos: el enfrentamiento durante la tormenta de arena y la persecución final de las carretas, con todo ese champagne saliendo a borbotones. Nunca me reí tanto con una película del Oeste.



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bigladiesman

  • 25 Mar 2017

5


Otra de las producciones mastodónticas de los hermanos Mirisch y John Sturges, esta vez retornando al western, pero en clave de comedia: una disputa a tres bandas por un gran cargamento de whisky.

Ya nos pueden decir que Burt Lancaster es el protagonista, que este va con el automático (hizo esta película para cubrir unas duedas con United Artists). Es Lee Remick quien le roba el protagonismo, siendo de paso, junto a Donald Pleasance, la única actriz que parece divertirse aquí.

Y es que el guionista John Gay, pese a su prestigio, no era hombre de comedias, y su adaptación de la novela con el mismo nombre basada en un hecho real adolece de eso: de falta de gracia. Es una comedia que a ratos nos puede hacer sonreír, pero para nada reír, y solo el sentido épico y del ritmo de Sturges hace que sea paladeable. Y como western o película de aventuras... Las hay mejores hechas con menos presupuesto y muchas más ganas.

Con una hermosa fotografía en Panavision, una brillante banda sonora de Elmer Bernstein, elegante vestuario a cargo de Edith Head y algunas escenas de cargas y estampidas realmente espectaculares, la película es una delicia técnica.

Pero aunque se deja ver bien, le pasa lo mismo que a “Cazafantasmas ’16”: cuando una película falla en lo esencial - en este caso, ser una comedia - por muy bien realizada que esté y mucho dominio que se tenga de los tempos narrativos, no pasa de mediocre, y este es el caso.



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