Ficha The Boy who Came back


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Críticas de The Boy who Came back (1)




Mad Warrior

  • 31 Mar 2021

4



La pobreza, la distancia familiar, la delincuencia, el rechazo y muchas más cosas condicionan a la juventud a seguir el camino equivocado. Por supuesto no siempre es culpa de la sociedad; otras veces se nace contra el Mundo porque sí.
Y el joven Nobuo es el mejor ejemplo...

Gracias a las reediciones de lujo en DVD y la manía de los cinéfilos, la obra clásica de Seijun Suzuki se ha visto dividida en dos grandes grupos: sus ¨thrillers¨ policíacos y películas de cine negro, con las que conseguiría ser más recordado, y sus melodramas protagonizados por adolescentes al margen de la ley y la sociedad. Y es que, como cualquiera que quisiera ascender en el seno de Nikkatsu a finales de los 50, el futuro director de ¨La Juventud de la Bestia¨ debía acometer los encargos que le mandaban (y lo mismo con Imamura, Kurahara o, en menor medida, Masuda).
¨The Boy who Came Back¨ fue una de las primeras (de las muchas) que realizaría para este subgénero juvenil, de cuyo libreto se ocupan Tatsuto Okada y Nobuyoshi Terada (quien también escribiría ¨La Edad Desnuda¨). También, como era típico del mismo, esos títulos servían de vehículo para impulsar las carreras de las jóvenes estrellas; en este caso el protagonista es un Akira Kobayashi de 20 años que se mete en la piel de Nobuo Kasahara, muchacho recién salido del reformatorio que sólo es un quebradero de cabeza para su pobre madre.

Modelo del rebelde de la época, con el desarrollo de la trama y el metraje (el cual se estanca muchas veces y parece ocupar el doble de su duración original), iremos viendo cómo el mundo que rodea a este joven inadaptado se esfuerza en aplastar aún más su confianza, su fe en sí mismo. La mirada de este Suzuki es amarga pero no áspera del todo; no se le quiere dar trabajo al rebelde, se le mira con recelo, se le intenta evitar en bares y pubs, provoca las risas de los demás. Mientras, el seno familiar carece de verdadera calidez, con un padre muerto en la guerra y una madre aparentemente fría y distante.
Y es que la generación anterior, como siempre sucede en estas películas, es la culpable de todo. Al otro lado un mundo oscuro lleno de jóvenes delincuentes que juegan a ser gángsters del cine americano (ese Kajita con su traje ridículo y sus inútiles secuaces) y que no representan sino el impedimento para que Nobuo siga el camino de la honestidad y la honradez, esto es: el funesto pasado, siempre volviendo. Y como no podía faltar en una historia así, habrá un personaje dispuesto a hacer cambiar a nuestro protagonista: en este caso Keiko, guía turístico vital y alegre recientemente enrolada en una agencia para ayudar a la reinserción de jóvenes en riesgo.

El drama de Nicholas Ray transcrito a la sociedad de posguerra nipona con ecos de los clásicos ¨Juventud Salvaje¨, ¨Los Chicos Terribles¨ y sobre todo ¨Crimen en las Calles¨, estrenada tan solo dos años antes; las similitudes entre situaciones y personajes son muy pronunciados (Frankie por Nobuo, Wagner por Keiko), pero Suzuki no transmite la dureza de Don Siegel ni posee (al menos aún no) su misma habilidad como narrador. La mujer, en este caso, inicia una especie de relación afectivo-materno-masoquista donde, si él actúa con violencia, ella responde con dulce sumisión.
De hecho esto se repite tantas veces y de una forma tan incómoda que llega a crispar los nervios hasta el punto de querer entrar en la propia película y atizar uno mismo a Keiko para hacerla entrar de una vez en razón; a ella y por supuesto a Nobuo, que nos revela a un Kobayashi irritante, detestable, nervioso y dando pie a preguntarnos cómo demonios pudo convertirse en estrella. Pero ella se esfuerza (porque así es el papel) para extraer la parte bondadosa y razonable del alma corrompida del chico; y aunque nadie crea en él ella sí, hasta el final (no importa si entre medias se lleva un par de guantazos...).

Esta fuerza impulsora y apoyo emocional que encarna la mujer está convenientemente (demasiado convenientemente) apoyado por una familia amable y comprensiva, justo de lo que carece su protegido. Aunque lo único que puede salvar su alma es, como ya nos vamos imaginando, una enamorada, que aparece de forma intermitente durante un buen trecho de historia (es preciso avisar de cómo el metraje parece alargarse y hacerse eterno) para ser el resorte de la venganza y la tragedia en los últimos cuartos del film, donde recupera algo de ritmo y Suzuki imprime tonos mucho más violentos y oscuros.
Pero esto es lo de menos, porque tal producto está pensado para el público de la época...y a este público no le gustaría ver un final triste, ¿verdad? Tras los pasos del estrangulable Kobayashi, su habitual compañera de reparto Ruriko Asaoka (que merecía mucha más atención), una Sachiko Hidari (futura Tome de ¨La Mujer Insecto¨) que casi parece repetir, en carácter y espíritu de sacrificio, a su enfermera Gin de ¨Danryu¨, un Hideaki Nitani que pasa como una maleta por la historia y aún más interesante: un jovencísimo Jo Shishido pre-operación de pómulos en uno de sus tempranos papeles de secundario.

Donde mejor deja ver el director su ingenio es en las secuencias de baile dentro de los pubs y en la violenta pelea en el callejón bajo la lluvia (ejemplo de su destreza para combinar su puesta en escena y elementos como el diseño artístico y la iluminación, que cristalizaría mejor en futuras obras...), pero su sello aún no está presente.
Además de fallar en sus concesiones al melodrama más estereotipado y empalagoso, ¨The Boy who came Back¨ no aprovecha bien sus personajes secundarios (el sr. Yamada, Kajita o la madre de Nobuo), mucho más interesantes que los protagonistas, en especial que Kobayashi y su álter-ego. Dentro de este tipo de historias, ¨Akutaro¨ sigue siendo lo mejor que rodó Suzuki.



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