Ficha Salsa Rosa

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Críticas de Salsa Rosa (2)




Mad Warrior

  • 1 Feb 2023

3



Cualesquiera que fueran las intenciones de la comedia de prosperar más allá de la mitad de los 80 estaban impedidas, frenadas por la aproximación ¨cultural¨ al cine, que lo único que consiguió la mayoría de veces fue darle unos falsos aires de dignidad y grandeza a temas tratados de manera grotesca.

El humor seguía estancado, pese al punto de acidez, liberación, crítica y audacia que se le pretendía dar, acorde a la evolución social de aquellos tiempos, y uno de los responsables fue Manuel Gómez Pereira, quien se aprovechó de tales cambios para irrumpir con una serie de trabajos chabacanos con ínfulas de cine sofisticado, creyéndose acaso un cruce entre Almodóvar y Monicelli.
Pues el otrora asistente de dirección de Andrés Linares, José Luis García Sánchez o Antonio Mercero no sólo se creyó eso, sino que engañó a miles de espectadores en el proceso, de más o menos unos cinco años.
Empieza con esta ¨Salsa Rosa¨, escrita junto a las manos de jóvenes guionistas que poco después darían también el salto a la dirección, y donde incorporará los elementos y motivos por los que se distinguiría su carrera; goce para ellos, presión para el público, al ver en pantalla que esto está subvencionado por el Ministerio de Cultura, para inmediatamente después escuchar los gritos y temblar con la actuación de una Maribel Verdú en, en efecto, su salsa rosa; pocos prólogos en la Historia del cine son tan patéticos e innecesarios: en su papel habitual de ¨calientabraguetas¨, se dedica a seducir a un palurdo Carlos Hipólito en la venta de un piso, provocando sus incontrolables instintos, que le hacen abalanzarse sobre ella...

Ya está marcado el rol de la víctima y el monstruo, y menos mal que otra fémina andaba por ahí cerca para poner fin al intento de violación, injustificado, claro. Si se puede contener el vómito veremos a estas dos vivaces señoritas, que sin conocerse ni nada plantean el argumento en unos segundos. Verdú, de furcia ardiente; Verónica Forqué, de tonta retraída: bien situadas. Me pregunto si esta secuencia, aderezada con diálogos explícitos e hirientes respecto al sexo opuesto, sería aceptado por el público si los roles cambiasen y el ambiente sórdido donde tiene lugar un club de striptease femenino y no masculino; no, el guión jamás se habría filmado.
Pero es la década ¨almodovariana¨ (si eso quiere decir algo) y las mujeres tienen la palabra, así que todo parece guay, ¨chic¨ y se admite de buena gana. La premisa pertenece al enredo, y de estar organizado en una comedia italiana incluso sería algo más simpático: intercambio de parejas para comprobar la fidelidad del marido. Por suerte ambos matrimonios están atascados en una enorme insatisfacción, cada uno de una condición social diferente; el de Ana y Tomás hundidos en el tedio de la clase media-alta, el de Koro y Rosario en el de la incomunicación y pasotismo (¿alguien ve que crucen dos palabras en todo el film?).

Lo peor es no conocerles antes de surgir la ¨apuesta¨, sino cuando el juego de la zorra psicópata de la segunda ya está en marcha. Más acostumbrado al drama, Juanjo Puigcorbé sorprende con una frescura creíble, como ese jovencísimo José Coronado, además de Forqué, a la que, gracias a ese desparpajo innato que la caracterizaba para expresarse, uno debe rendirse a sus pies; la química entre ellos resulta un placer en cada escena, haciendo avanzar el guión en base al acercamiento sexual desenfadado, al absurdo surrealista, defendiendo la dignidad de esa mujer que, aprisionada a la vida de casada, no tiene más remedio que romper las cadenas de la manera más explícita posible.
Hasta que, sorpresa, aparece Carmen Balagué y admite que ¨las mujeres son infieles por naturaleza¨. Es el comienzo de una vuelta de tuerca incoherente e inexacta, en que tras toda la terapia de choque psicosexual, los protagonistas cambien de mentalidad y hundan sus existencias, no por inercia ni azar, sino porque el tradicional sentimiento amoroso ha hecho mella en ellos. Y ese amor pasional parece más fuerte que todo (tan fuerte que puede hacer a Tomás cambiar su carácter estoico y prendas deportivas de ¨snob¨ redomado por el pasotismo y los ropajes de rebelde de carretera, imitando a Rosario; vergonzoso, cuando menos)...pero es influjo del poder sexual y la manipulación de Koro.

Verdú tiene el papel merecido (que casi lo interpreta Marta Sánchez), el único que le querían dar en aquellos años, y se esfuerza en caernos bien, pero ni resulta creíble (hoy juego contigo, mañana estoy enamorada de ti) ni simpática, y su química con el resto de actores es nula; en última instancia uno desea hacer con ella lo que Woody Allen decía a Diane Keaton en ¨El Dormilón¨ (atizarle con una chinita en la cabeza hasta que se le hagan puré los sesos y le salgan por los oídos). Que Ana y Rosario acabaran juntos sería una idiotez, pero al menos la pasión por la cocina sirve de lazo de unión; lo de Tomás y Koro es un sinsentido injustificado, y cada uno de ellos tres se ve forzado por las artimañas de ésta última.
La escapada última, los encuentros en el motel, las peleas, todo forma parte del sainete picante y vodevilesco clásico del cine patrio, sólo que con mucho más morbo, sexo, trampa y artificio. A los únicos a los que el espectador llega a creer es a los secundarios: esa agria secretaria (Julieta Serrano), ese vecino amable (el mismísimo Fernando Colomo), el pobre de Hipólito o el hermano de Koro (muy de Almodóvar este bisexual que predica el sexo libre); de no ser por el trío Puigcorbé/Forqué/Coronado esto finali en desastre absoluto.

La reacción que nos queda tras este barullo es igual al gesto ácido de la niña caprichosa cuyos padres han terminado de destruir el débil núcleo familiar: ¨¡Bah!¨.
¿Qué más se puede decir? Pereira, aun repitiendo sus ideas y esquemas, no demostraría verdadera habilidad hasta la posterior ¨Todos los Hombres sois Iguales¨.



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Parnaso

  • 10 Jul 2018

5


Comedia romántica que no termina de ser redonda pero de la que se pueden destacar algunas escenas divertidillas. La peli se centra en contarnos como dos amigas que teniendo sus respectivas parejas tratan de conquistar a la pareja de la otra, por aburrimiento, por aventura o para poner a prueba el amor del otro. La cosa es que la película no está contada muy bien ya que las situaciones se tornan algo forzadas para crear risas y las sueltas sin mucho sentido. El elenco de actores no está mal, destacan Puigcorbé y Verónica Forqué mientras que Coronado sobreactúa lo suyo interpretando a un macarrilla (con el tiempo a ido mejorando). Es un poco chapucillas pero aprueba por los pelos del pie.



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