Ficha Van Gogh, a las puertas de la eternidad

7.23 - Total: 5

  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de Van Gogh, a las puertas de la eternidad (2)




mahotsukai

  • 19 Jun 2019

9



Interesante bioepic centrado en los últimos años de la vida del pintor Vincent van Gogh, dirigida por Julian Schnabel (“La escafandra y la mariposa”, 2007) y protagonizada por Willem Dafoe.

1886, Arlés, Francia. El pintor holandés post-impresionista, Vincent van Gogh decide huir del bullicio de París para refugiarse en un pequeño pueblo francés. En ese lugar, conocerá el respeto de algunos, pero también la insolencia e incomprensión de otros.

Vincent van Gogh (1853-1890) fue un pintor holandés, uno de los principales exponentes del postimpresionismo. Autodidacta, desde pequeño demostró tener inclinación hacia el dibujo. Aunque inicialmente se convirtió en pastor protestante y misionero, finalmente abrazaría la profesión de pintor gracias a la ayuda financiera de su hermano comerciante Theo van Gogh. Vincent tuvo una existencia emocionalmente depresiva, siendo la reencarnación del artista torturado e incomprendido, debido a su complicado carácter, que le significó tener relaciones muy difíciles con muchos en su entorno. Atormentado por el poco impacto que su obra producía en la gente de entonces, no pudo vender más que unas decenas de sus obras, se suicidó supuestamente en un arrebato (uno similar al que lo llevaría supuestamente a mutilarse la oreja derecha). Sólo después de su muerte, su obra sería reconocida mundialmente y se le sindicaría como uno de los más grandes pintores de la historia.

Semejante y fascinante personaje, claramente, despertó el interés de guionistas y directores desde siempre, sin embargo, encontraría una de sus primeros retratos en “Lust for Life” (1956) de Vincent Minnelli, con Kirk Douglas y Anthony Queen en el protagónico. Luego, el legendario director japonés Akira Kurosawa en su surrealista obra “夢” (“Los sueños”, 1990) dirigiría al mismísimo Martin Scorsese en una historia sobre un estudiante de arte deambulando dentro de los deslumbrantes paisajes concebidos por Van Gogh. El mismo año, el director Robert Altman conceció “Vincent & Theo” (1990) con Tim Roth en el protagónico, que relata el estrecho lazo entre los hermanos Van Gogh. Un año más tarde, se estrenó “Van Gogh” (1991) de Maurice Pialat, película francesa protagonizada por Jacques Dutronc. En el nuevo siglo y milenio, en tanto, se estrenó la TV movie “Van Gogh: Painted with words” (2010) de Andrew Hutton, protagonizada por Benedict Cumberbatch, la bella película animada y nominada al Oscar “Loving Vincent” (2017) de Dorota Kobiela y Hugh Welchman, y finalmente el film que nos convoca hoy, “At Eternity’s Gate” (2018) de Julian Schnabel.

El exitoso artista plástico y director estadounidense de origen judío anunció en 2017 que se encontraba trabajando en un nuevo proyecto cinematográfico basado en la vida de Vincent van Gogh (1853-1890), luego de casi 10 años de estar alejado del séptimo arte, tras el exitoso y conmovedor film “La escafandra y la mariposa” (2007) que le significó ser premiado como mejor director en el Festival Internacional de Cine de Cannes y en los Globos de Oro, y ser nominado al Oscar en la misma categoría. Sin embargo, contrario a la forma tradicional en que el cine había abordado la figura del genio holandés a lo largo de las décadas, desde el sensacionalismo principalmente, Schnabel lo haría de una forma bastante más abstracta y artística, principalmente por las sensaciones que el director recoge de la figura del pintor, al ser también un artista plástico.

Uno de los grandes méritos de “At Eternity’s Gate” (2018) será, entonces, el enfoque narrativo que Schnabel adoptará para retratar los últimos años de vida del notable pintor holandés en la aldea gala de Arlés. Si bien en las películas que mencioné anteriormente se aborda varios aspectos del complejo carácter del genio creativo, en estas no deja de advertirse cierta tendencia a resaltar la imposibilidad del reconocimiento contemporáneo y la plusvalía comercial de la obra de Van Gogh por una cuestión más de aislamiento que por otra cosa. Un aspecto que Schnabel no reniega, pero que refuerza notablemente al también destacar y poner por sobre todo eso los aspectos más humanos del artista holandés. Y es que “At Eternity’s Gate” (2018) no sólo es una película sobre el famoso pintor postimpresionista, sino sobre el hombre de carne y hueso y sus temores y terrores, aquellas cuestiones que los amantes de la pintura no tienden precisamente a tomar en cuenta cuando admirar su obra.

De esta forma, la perspectiva del film, como el propio director señaló en unas entrevistas, es sobre la vida de un pintor y su pintura, un relato propio del artista y su relación con el infinito. Por supuesto que el guión desarrollado por el propio Schnabel y Jean-Claude Carrière terminará por denunciar una suerte de maravillosa locura en el artista, maravillosa para nosotros, pero ciertamente implacable y dolorosa para Van Gogh. Una clase de locura que nos ha llevado a idealizarlo como un visionario en medio de tanto ruido e insignificancia cotidiana, pero el transfondo es mucho más que eso y, al mismo tiempo, simple, ya que busca retratar esencialmente al hombre y no al mito artístico.

Uno de los aspectos claves, y que la película pudo haber explicado más, pero esboza, es la concepción de la pobreza de Van Gogh, que Schnabel evita retratar como el mero inconveniente de un pintor inestable para poder ser reconocido y vender sus obras. Como ya indiqué, los anteriores films sobre el pelirrojo pintor se habían centrado casi exclusivamente en su aislamiento y en su inestable carácter, sin embargo, hubo un episodio en la vida de Vincent que lo marcó notablemente, que fue conocer las condiciones infrahumanas en que vivían los mineros del pueblo de Pâturages, próximo a Mons, mientras cumplía una misión de la Escuela de Evangelización Práctica de Bélgica, cuando se instruía como pastor protestante. El contacto con la miseria y la desolación socavaron fuertemente su fe, llevando a Vincent a tener una profunda crisis espiritual que, unida a su inestable carácter y esencia emocional, terminarían por llevarlo a los caminos más increíbles de la depresión.

Schnabel logra construir un retrato interesante y muy humano de los últimos años de vida del pintor holandés, a través de diversos recursos cinematográficos como el enfoque personalista que muestra la percepción subjetiva del personaje y resalta los repentinos accesos de ira que atacan al artista ante la incomprensión del medio que le rodea. Su estado metal es retratado con cámara en mano, que incluyen repentinas carreras, ángulos inestables y una serie de contrapicados que terminan en el rostro de Willem Dafoe deformado por la angustia. De la misma forma, Schnabel trabaja con otros recursos de sonido, como voces casi imperceptibles que se escuchan a lo lejos, repeticiones y otros sonidos cacofónicos que simulan de crisis de pánico y delirios mentales. Así, cada vez que el pintor entra en estas crisis, imagen y sonido convergen en forma accidentada para meter al espectador en la psique descontrolada de Van Gogh.

En la otra vereda, “At Eternity’s Gate” (2018) también se esfuerza por abordar la perspectiva artística del Van Gogh a través de diversas e interesantes técnicas, como la decisión de utilizar un vestuario que evoca la misma obra del pintor holandés, como si tratara de una proyección del color en los actores, reflejando una representación pictórica en movimiento. Por otra parte, la perspectiva naturalista y el aprovechamiento del entorno natural de la fotografía de Benoît Delhomme (“Artemisia”, 1997), que sacó el mejor provecho de las locaciones en Arles, Bouches-du-Rhône y Auvers-sur-Oise, es otra técnica que el director utiliza para llevar la pintura de Van Gogh al espectador, que embelesado puede advertir como naturaleza y trazos del pintor se combinan y proyectan la particular visión del artista.

Por otra parte, Schnabel abordará la relación de Vincent con Theo van Gogh y con Paul Gauguin también desde la perspectiva del pelirrojo pintor holandés, por lo que no será extraño que estas relaciones no sean la principal veta narrativa del relato cinematográfico, la tendencia indesmentible en las anteriores adaptaciones de la vida de Van Gogh. Así, la película insiste en la angustiosa sensación de soledad que el artista padece constantemente, a pesar de la conocida, cariñosa y frecuente correspondencia entre los hermanos Van Gogh y la cercanía con Gauguin, que los historiadores definen como una de las relaciones de amistad más atormentadas de la historia. Unidos por la admiración y el interés mutuo de ambos de intercambiar ideas, sería finalmente el crisol de la pasión de cada uno lo que les terminara por separar, el holandés consumido por la devoción religiosa que plasmaba en su trabajo y el francés incapaz de comprender esa devoción que se traducía en una paleta extremadamente colorida, que lo irritaba.

De paso hay que comentar que otra de las claves que Schnabel atiende en su relato es mitificación de dos episodios infames en la vida de Vincent van Gogh, como la automutilación de su oreja y su supuesto suicidio. El director estadounidense retrata el episodio de la oreja como la respuesta desesperada de un Vincent que se angustia ante la posibilidad de quedar nuevamente solo, cuando Gauguin le anuncia sus intenciones de mudarse de Arlés para encontrar su camino artístico. Esto desata uno de los delirios más extremos de Vincent, quien se mutila la oreja derecha como símbolo de la lealtad artística de ambos, pero no produce mayor impacto en el francés más que la confirmación de que debe separarse de su inestable amigo. Schnabel lo expone, entonces, como una demostración extrema de la angustia del genio, romantizando la acción, que se aleja de la versión oficial que habla de la automutilación del holandés como una muestra de arrepentiemiento después de haber intentado atacar a Gauguin con una navaja de afeitar, en uno de sus arrebatos de ira. Otros, incluso, sindican al francés como el responsable de la mutilación de Van Gogh, en una de las tantas peleas que tuvieron.

Sin embargo, la construcción narrativa del supuesto suicidio de Van Gogh será la clave para comprender todo el relato del director de “Basquiat” (1996) sobre el atormentado pintor holandés. Según la tradición, Van Gogh no soportó más la angustia y el profundo estado depresivo y nostálgico que lo aquejaba, su pesar por la dependencia respecto a Theo y su fracaso como artista, y se autodisparó en el pecho, muriendo dos días después a la edad de 37 años. Sin embargo, en 2011, los autores Steven Naifeh y Gregory White Smith publicaron la biografía “Van Gogh: The Life”, en la que desafiaron esta versión, señalando que era improbable que el artista holandés se hubiera suicidado, destacando la disposición optimista de las pinturas que en los meses previos a su muerte y a la correspondencia privada que sostuvo con su hermano, en donde describió el suicidio como pecaminoso e inmoral. La teoría, de hecho, explora un supuesto accidente protagonizado por dos muchachos con un revolver y Van Gogh. Schnabel toma este rumor potencial para construir la secuencia final de vida del pintor nacido en Zundert como un acto terminal de desdén de la vida misma con el artista.

No cabe duda que el gran atractivo interpretativo de “At Eternity’s Gate” (2018) es la enorme personificación de Willem Dafoe (“Platoon”, 1986; “Shadow of the vampire”, 2000), que le significó ser nominado al Oscar, al Globo de Oro y al Critics’ Choice como mejor actor. La interpretación de Dafoe es reflejo de su gran capacidad y variedad de registros emocionales, logrando transmitir con indiscutible potencia y habilidad la angustia y desesperación de un genio incomprendido que debió batallar con su entorno y la depresión a partes iguales. Sobrio, profundo y natural, en honor a la verdad, su performance es un lujo que Schnabel puede darse y que termina por convertirse en la mejor que el cine ha visto hasta la fecha sobre el atormentado pintor pelirrojo. Su compromiso con el personaje es destacable, aprendió a pintar, leyó las cartas que Vincent se envió con Theo y Gauguin y estudió su obra detalladamente.

Por otra parte, Schnabel logra reunir un competente reparto secundario, en donde destacan Rupert Friend (“Pride and Prejudice”, 2005; “The boy in the striped pyjamas”, 2008) como Theo Van Gogh, hermano del pintor, con quien sostenía una cercana y conmovedora relación fraternal; Oscar Isaac (“Ex Machina”, 2015; “X-Men: Apocalypse”, 2016) personificó a Paul Gauguin, el gran amigo de Van Gogh, con el que también tuvo una relación muy compleja; el danés Mads Mikkelsen (Serie “Hannibal”, 2013-2015) encarnó al sacerdote con quien sostiene una particular conversación sobre Dios y los talentos; Mathieu Amalric (“Munich”, 2005), en tanto, interpretó al Dr. Paul Gachet, admirador de Van Gogh que trató su mortal accidente en el epílogo y que, de hecho, hizo un último retrato del holandés moribundo; y la reconocida actriz francesa Emmanuelle Seigner (“The Ninth Gate”, 1999; “La vie en rose”, 2007) como Madame Ginoux, la dueña de un restaurante que siente un especial sentimiento de misericordia por la soledad y miseria que rodea al pintor.

La compositora Tatiana Lisovskaya fue la encargada de musicalizar el film, aportando con interesantes y conmovedoras aportaciones de piano, con ocasionales acompañamientos de otros instrumentos solistas y cuarteto de cuerdas.

“At Eternity’s Gate” (2018) fue premiado en el Festival Internacional de Venecia en las categorías de “Fondazione Mimmo Rotella Award”, “Green Drop Award” y “Volpi Cup al mejor actor” (Dafoe). El protagonista también se quedó con el premio al mejor actor dramático en los Satellite Awards.

En resumen, un interesante e intimista retrato de los últimos días del gran pintor postmodernista, que explora la mente atormentada y la locura de un genio incomprendido, inmortalizado por el mito y su talento, pero que nos recuerda la fragilidad de nuestra humanidad.



Me gusta (0) Reportar

[email protected]

  • 7 Apr 2019

7


Película digna y buena que es más profunda de lo que parece a simple vista pero, por momentos, es algo tediosa.
El film tiene un ritmo extremadamente pausado y lento hasta el punto de volverse insoportable en algunas escenas. Tampoco ayuda que la cámara sea tan desprolija innecesariamente.
Así y todo, como puntos negativos, solo tiene esas dos cosas: todo lo que resta es más que bueno.
Excelentes actuaciones por parte de todo el elenco y un Van Gogh único interpretado por Willem Dafoe, hermosos paisajes acompañados de música muy bella lo que da paz y armonía, una duración justa (si fuera más larga creo que me hubiera ido del cine), es profunda (habla del paso del tiempo, la soledad y la muerte), tiene una fotografía aceptable y muy buena ambientación.
Así y todo, hablando sobre películas basadas en la vida de Van Gogh, recomiendo mucho más fervientemente ¨Sed de Vivir¨ o ¨El Loco del Pelo Rojo¨ (son la misma cinta titulada de dos formas distintas) del año 1956 y protagonizada por el gran Kirk Douglas. Ese sí es un peliculón.
Así y todo, esta cinta, es más que digna. Recomendable!



Me gusta (0) Reportar

Críticas: 2


Escribir crítica