Muy buena película de cine clásico mexicano, en mi ignorancia no sabia que el español Luis Buñuel había realizado varias en ese país, la trama es sencilla y muy interesante, un señor dueño de casas en una vecindad esta decidido a vender su propiedad pero para ello deberá desalojar a las familias que allí habitan hace años, los inquilinos dicen que no se irán por las buenas por lo tanto el dueño decide contratar a un sicario para que encargue del asunto, ¨el bruto¨ como lo llaman por su aspecto, entra en acción, me gustaron mucho las actuaciones de todos ellos principalmente la de las dos chicas, el propietario del lugar en cuestión y la del bruto, en ésta peli hay romance, drama y Buñuel no necesitó de escenas de sexo para mostrar la tensión sexual entre los protagonistas y el final aunque un tanto triste me gustó.
Siempre es interesante ver cine de Luis Buñuel.
La película definitivamente no es lo mejor de Buñuel, pero no por eso la película es mala, todo lo contrario la película te atrapa, tiene una duración muy corta, lo cual le ayuda y su argumento es siempre el mismo: solida crítica social.
Para documentarse, Buñuel visitó los mataderos de la Ciudad de México, esto transformo la película muy realista.
El drama que tiene la película es interesante, muestra lo manipulable que es la gente cuando no tiene educación y como se calla a los que no se dejan manipular
Críticas: 3
Miguel Arkangel
7
En los años 50, en una comunidad pobre de México, el propietario Andrés Cabrera (Andrés Soler) quiere desalojar a sus inquilinos para demoler los edificios y vender el terreno por una gran cantidad. El líder de la comunidad, Carmelo González (Roberto Meyer), decide oponer resistencia, lo que despierta las iras de Andrés, que contrata a Pedro El Bruto, un hombre de acción que trabaja de matarife (Pedro Armendáriz), para que intimide a los moradores; las cosas se complicarán cuando la esposa de Andrés, se enamora del Bruto.
El film, considerado injustamente una obra menor de Buñuel, ostenta buena parte de los rasgos talentosos del director, su exploración de la condición femenina, los claroscuros del alma humana (capaz por igual de las mayores bajezas o de las acciones más altruistas) y de sus pasiones desbordadas, su inconfundible sentido del humor (que combina la picardía española y mexicana), la lucha de clases y una interesante denuncia alrededor de los abusos del poder. A destacar la escena de sexo entre El Bruto y Paloma, estupendamente rodada.
Es un melodrama, sí; pero, con trasfondo social, cargado de significados y escenas memorables, una estructura de la historia bien lograda, buen esquema de los personajes, el efectismo necesario, talentosos primeros planos y el apoyo musical grandilocuente.
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