Ficha Sed de Mal

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Críticas de Sed de Mal (5)




mahotsukai

  • 29 Aug 2018

8



Interesante y entretenido film noir dirigido y protagonizado por Orson Welles, Charlton Heston y Janet Leigh.

Un agente policial de narcóticos mexicano, recientemente casado, presenciará durante su luna de miel el atentado terrorista en que termina muerto un capo de la mafia estadounidense. Decidido a saber qué sucedió, recibirá el apoyo del jefe de policía local, con quien se enfrascará en una demencial rivalidad que los llevará a acusarse mutuamente.

Luego de rodar los tres clásicos “Macbeth” (1947), “Otelo” (1952) y “Mister Arkadin” (1955) fuera de Estados Unidos, el legendario director, productor, guionista y actor Orson Welles regresa a Hollywood para hacerse cargo de “Touch of Evil” (1958), según se cuenta, a instancias de Charlton Heston, quien exigió al productor Albert Zugsmith al menos la participación de Welles como co-protagonista. Una exigencia que en ningún caso se alzaría como una imposición, ya que Zugsmith había trabajado con Welles en “Man in the shadow” (1957) y deseaba ofrecerle un proyecto para dirigir en su regreso a Estados Unidos.

De las casi dos docenas de guiones que Zugsmith le presentó al director de “Citizen Kane” (1941), Welles escogería un discreto relato de Whit Masterson “Badge of Evil” (1956), recientemente publicado, guión que perfeccionó notablemente para conformar una de las mejores tramas del noir de los 50s, junto a otros clásicos como “Double Indemnity” (1944) de Billy Wilder y “The Third Man” (1949) de Carol Reed. Sin embargo, por extraño que pudiera parecer en estos tiempos en que no hay duda del genio de Welles, en su tiempo, Universal Pictures tijereteó despiadadamente este film dejándolo con cierta estela de película de clase B, un tardío ejemplo del cine negro a fines de los 50s.

“Touch of Evil” (1958) parte de una premisa brutal, como es un atentado terrorista en plena frontera de Estados Unidos y México, con un poco creíble policía mexicano y un obeso y amargo jefe de policía local enfrentándose violentamente por la dirección y el vehículo de la investigación, algo que se tomarán muy a lo personal y que supondrá la lucha y/o choque de ideologías entre ambos. Sin embargo, en este espectáculo y/o lucha de egos y personalidades, lo que realmente importa es la visión que el director de “The Stranger” (1946) presenta sobre al abuso de poder, la ideología hegemonista, el odio racial, la lucha generacional y la soledad.

Bien vale la pena detenerse en algunos de estos temas. Quizás, de todos los elementos que menciono arriba, los más interesantes tienen que ver con el racismo y el abuso de poder, en una clara crítica de Welles a los policías estadounidenses fronterizos, respecto a sus pares y ciudadanos mexicanos. Llamará poderosamente la atención este juego del capricho y la búsqueda de la verdad, especialmente ligado a la personalidad de Quinlan, y los alcances de su lucha ideológica racial y generacional con Vargas, que para ambos termina por convertirse en una cuestión personal y, ciertamente, impredecible en su desenlace. En ambos, hay un estilo de buscar y confrontar la verdad que claramente Welles desea contrastar en todas sus formas, desde el carácter, pasando por los valores que los guían, hasta su apariencia física.

Ello nos lleva a otro de los grandes aciertos del guión de Welles, además de la calidad y simpleza de sus diálogos, que es la construcción de los personajes protagónicos y, luego, secundarios. El duelo de Vargas y Quinlan, por supuesto, que enmarca el desarrollo de los personajes más interesantes de “Touch of Evil” (1958), a pesar de que muchos critiquen la poca probabilidad de un personaje como Vargas. Interpretado por un siempre eficiente Charlton Heston, Vargas surge como el epítome del policía correcto, apegado a las leyes y procedimientos policiales, que además es muy dado a tomar la bandera de justiciero sin importar las consecuencias, en este caso de dejer de lado a su esposa en plena luna de miel, con los riesgos que ello implica.

Su contraparte es el obeso, malhumorado y pendenciero Hank Quinlan, interpretado soberbiamente por el propio Welles. Profundamente melancólico, compulsivo, impredecible, caprichoso, maquiavélico y cruel, pero con una capacidad de intuición notable, Quinlan representa la corrupción policial desde su médula como lastre social y la ineficacia del propio sistema policiaco de detectar estos elementos corruptos, a los cuales, dicho sea de paso, en aquella época -y en toda época- muestra, de cualquier forma, una actitud muy condescendiente y hasta cómplice. Las motivaciones de Quinlan para su cuestionada forma de actuar como policía, las cree el propio personaje, como una justificación como toda una vida dedicada al servicio policial, a cambio de nada, y que queda de manifiesto en su áspero diálogo con los fiscales a cargo del caso, ante las acusaciones de Vargas sobre la falta de objetividad y decencia de Quinlan.

Sin embargo, “Touch of Evil” (1958), también se nutre de interesantes personajes secundarios, quienes en su justa medida y en forma condicionada, aportan decididamente al desarrollo de la trama. Bien vale la pena comenzar con la bella y paciente esposa de Vargas, Susan, que se convierte en el “talón de Aquiles” de Vargas para Quinlan, en una de las interpretaciones más sensuales de Janet Leigh (“Psicosis”, 1960). Y ya que hablamos de personajes femeninos, es importante mencionar la aparición, tan mística como premonitoria y efpimera, de Tanya, la gitana que contempla con resignación el destino final de su ex amante, el gordo Quinlan, en una interpretación tan sólida como referencial, a pesar de los pocos minutos en pantalla, de la diva Marlene Dietrich (“El Ángel Azul”, 1930; “Marruecos”, 1930).

Además, encontramos a dos personajes “bisagra”, que Welles utiliza para diversos fines, como el pendenciero y cobarde tío Joe Grandi, interpretado eficientemente por el ruso Akim Tamiroff, que ya había trabajado con Welles en “Mr. Arkadin” (1955), que encabeza y controla los movimientos de la mafia local, y el agente Pete Menzies, que juega un papel fundamental en el clímax, ayudando a Vargas, y que fue encarnado correctamente por el maltés Joseph Calleia (“The Glass Key”, 1942; “For whom the bell tolls”, 1943). Completan el reparto, Ray Collins (“Citizen Kane”, 1941; Serie “Perry Mason”, 1957-1964) que interpreta al fiscal Adair; un joven Dennis Weaver (“Duel”, 1971) como el nochero de la hostal en donde se queda Susan Vargas; Joanna Moore (“Flood tide”, 1958) como Marcia Linnekar, hija del mafioso asesinado; y Víctor Millan (“Scarface”, 1983) como Sánchez, el novio de la hija de Linnekar, sospechoso del asesinato.

Probablemente, uno de los grandes aciertos de “Touch of Evil” (1958) es su increíble trabajo de fotografía, que desmitifican completamente una supuesta esencia de película de clase B para este clásico del noir. Hay que decir que la película está llena de momentos técnicos impecables, en donde Welles demuestra mantener intacta su genial concepto estilístico del claroscuro. Y en ello hay que rescatar el trabajo del fotógrafo Russell Metty, que regala varias escenas realmente notables, como la perspectiva del vehículo de Rudy Linnekar y su nueva chica antes de la explosión, una de las tomas largas y sin cortes más brillantes del cine, de acuerdo a los críticos; la primera aparición de Quinlan en acción; su omnipresente deambular en la casa Marcia Linnekar en donde interrogan a su pareja sospechosa, Manolo Sánchez; las escenas en las que el tío Joe Grandi logra secuestrar y mantener cautiva y drogada a Susan Vargas en el hotel; y cómo no el clímax con Quinlan confesando sus malas artes a Menzie en la fábrica abandonada.

La música estuvo a cargo del reconocido Henry Mancini, quien logra imponer una visión musical acorde a la siniestralidad de la misma trama de Welles, en donde además logra experimentar sonidos propios del rock and roll y ciertos toques de música afrocubana.

Existen dos versiones de “Touch of Evil” (1958), además de la clásica de 93 minutos, lanzada por Universal a fines de los 50s: en 1976, se lanzó una versión de 118 minutos, y finalmente en 1998 la versión “uncut” de Welles, que incluye música de Mancini para la escena inaugural de Linnekar en su vehículo previo a la explosión, y una secuencia más completa del encuentro de Quinlan y Joe Grandi, en el Hotel Keller.

En resumen, uno de los mejores films noir de la historia del cine en una época tardía del apogeo del subgénero, con un Welles algo diezmado físicamente, pero nunca en términos creativos, demostrando mantener intactas sus capacidades narrativas y de director para una trama inquietante y, ciertamente, interesante. La evalúo con un 8.5.



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reptilenin

  • 5 Aug 2018

7


Era una de las que tenia pendientes y aún no la había visto,me he puesto una versión reconstruida que no se si difiere mucho de la original.

La empiezas a ver y tienes la sensación de que es una película grande,con toda la primera parte,llena de un trabajazo de cámaras y ambientación y las apariciones de Heston y Welles que están geniales los dos. Pero llega un momento sobre la mitad que hay situaciones y algunas cosas un poco ingenuas y que le hacen bajar un par de puntos,eso si en la ultima parte remonta el vuelo y acaba siendo un film-noir que hay que ver.



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[email protected]

  • 2 Feb 2016

9


Excelente película del genio de Orson Wells. Es mas que moderna para la época, con una gran trama, grandes actuaciones, gran desarrollo de la historia y una excelente fotografía. La trama no es nada del otro mundo: ¨un crimen que lo investigan un grupo de policías y el que lo cometió resulta ser el menos esperado¨ pero se desarrolla de tal manera y está tan bien contada que no podés despegar la vista de la película, pasa muy rápido, querés que siga para saber como se va resolviendo todo y sinceramente tiene una resolución final increíble. Sinceramente me sorprendió para bien, me llevé una muy grata sorpresa. En fin, me encantó, mas que recomendable.



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billy_lum

  • 27 Nov 2014

8



Afamada película policíaca en la que Orson Welles no sólo demuestra sus buenas maneras como actor sino también como virtuoso en el manejo de la cámara filmando una recordada obra de cine negro con grandes dosis de intriga y suspense, rodado con un estilo muy moderno para la época.

La película cuenta la disputa por la investigación de un asesinato cometido en la frontera entre Méjico y Estados Unidos por dos eficientes policías pero muy distintos el uno del otro. No solo por la nacionalidad, uno mejicano (Heston), el otro estadounidense (Welles), sino también porque ambos tienen maneras muy distintas de proceder en la investigación. Mientras Heston es un profesional honrado y todo un caballero, Welles es su antítesis. Un borracho, desagradable, racista y tramposo dispuesto a hacer lo que sea con tal de cazar al asesino. Hasta el punto de pactar con el jefe de los delincuentes para tender una trampa y desacreditar a Heston, al que desprecia por ser un entrometido mejicano cuya profesionalidad envidia, o detener a sospechosos falsificando pruebas.



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zamenhof

  • 29 Aug 2012

10


Una absoluta obra maestra de dirección de Orson Welles que nos mete de lleno en la historia con una visualización de los hechos como si estuviéramos dentro de los mismos consiguiendo una tensión fantástica en todo momento.
La cámara nos acerca a los dos lugares de México y el americano con una proximidad inigualable a los personajes que bordan sus papeles, destacando un soberbio Orson Welles con su perfecto papel de policía sin escrúpulos capaz de tomar cualquier acción sin importarle las consecuencias.
Una intriga que pone en tensión a las dos partes enfrentadas, aquel policía mejicano que viene de México para defender lo suyo y el policía corrupto que quiere inculpar al inocente. Vemos las maquinaciones de los personajes con enfoques de cámara muy cercanos y una excepcional velocidad en las escenas de lucha y acción.
Momentos sublimes como la escena que da inicio al film, el travelling utilizado, los geniales encuadres, el desarrollo de su guión y la breve pero estelar aparición de M.Dietrich ya forman parte de la historia en uno de los mejores film de cine negro hechos jamás.



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Críticas: 5


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