Un país en reconstrucción, una sociedad hundida en la miseria, seres humanos que deambulan sin rumbo fijo bajo el testigo de un sol abrasador. Todo es penuria y tristeza.
Pero Gelsomina sostiene la piedra sonriendo, recordando las palabras de ¨El Loco¨: ¨Hasta una piedra tiene su propósito, porque si no lo tiene, nada tiene sentido¨. Quizá la vida, efectivamente, tenga su sentido, y el sonreír sea la mejor opción...

¨La Strada¨, desde su controvertido a la vez que aplaudido estreno en el Festival de Venecia de 1.954, se inscribe como una de las obras más importantes del llamado neorrealismo italiano, junto al ¨Ladrón de Bicicletas¨ de Vittorio de Sica y a la ¨Roma, ciudad Abierta¨ de Rossellini, por nombrar dos de sus títulos más emblemáticos. Mientras rodaba la también reconocida ¨Los Inútiles¨, a Fellini le asaltaban algunas ideas e imágenes vagas que maduraron en el principio de una posible historia, todo ello girando al personaje de Gelsomina , el cual escribió para su propia esposa, la actriz Giulietta Masina.
Las casualidades convirtieron las ideas de Fellini en guión cuando su colaborador Tullio Pinelli ofreció a éste el escenario perfecto: las viejas carreteras del extrarradio y la gente que vive en ellas. Finalmente, el director elaboró ¨La Strada¨ junto a Pinelli y Ennio Flaiano consiguiendo más tarde la financiación gracias a Carlo Ponti y el todopoderoso Dino de Laurentiis, quienes no estaban muy conformes con el casting elegido (el productor quería a Burt Lancaster y Silvana Mangano en los personajes principales). Poco importaba, Masina había sido la inspiración de Fellini y nadie le quitaría el papel...aunque aquél fue sólo uno de los muchos problemas que se sufrió durante la producción de la película.

Un rodaje plagado de atrasos, accidentes, malas condiciones y el continuo rifirrafe entre los productores y el director, lo que dio paso a una financiación que se agotaba por momentos, provocó a éste ataques de nervios y una importante depresión; ¨La Strada¨ iba a ser, por esa desafortunada cadena de acontecimientos, la obra más complicada y tortuosa del cineasta italiano. Quizá aquella difícil situación tras las cámaras fuera necesaria, no obstante, para plasmar en pantalla la visión que Fellini tenía de su triste y dura historia.
En ella seguimos a Gelsomina, una joven inocente y de lo más peculiar que vive en el seno de una familia pobre y cuya madre la ha ¨ofrecido¨ a un artista callejero llamado Zampanò a cambio de 10.000 liras, a sabiendas de que su hija Rosa murió tras irse con él. Gelsomina se convierte, así, en la ayudante de Zampanò, un forzudo que entretiene a los caminantes con vagos espectáculos; la chica, excéntrica, risueña y optimista, es testigo de cómo su vida va sucumbiendo al dolor y la tristeza por culpa de ese animal sin escrúpulos, borracho e incapaz de expresar sentimientos, al que debe acompañar a través de calles sucias y carreteras desiertas, las cuales les conducirán a un destino incierto...

Una trama de lo más sencilla, como se puede observar. Pero la trama no es lo que da valor al film, sino los sentimientos que ésta desprende gracias a la pericia de un Fellini en su mejor momento creativo y, sobre todo y por encima de todo, a los personajes, personajes que deambulan atravesando una civilización hecha escombros por culpa de la 2.ª Guerra Mundial y luchando por sobrevivir con lo poco que tiene. En ¨La Strada¨, el panorama de la Italia de la posguerra es retratado de forma cruda, con el mayor realismo y amargura; vemos a un país desnudo tras el conflicto, en donde sus gentes se han tenido que hacer a la pobreza y la violencia.
Zampanò es el vivo retrato de esas gentes y, en el otro extremo, está Gelsomina, imagen de la esperanza y la alegría. Ambos son las dos caras de una misma sociedad: ella, atolondrado sueño que sonríe a la miseria, que se pregunta por el sentido de la vida cual niño que se lanza al mundo real (como también hace ¨El Loco¨), que atesora la esperanza de que todo pueda a cambiar a mejor; ella ríe, salta, hace muecas, da vueltas, contrariamente a Zampanò, bestia humana (o inhumana) desprovista de sentimientos y condenada a la locura, la soledad y la autodestrucción, alguien insensibilizado, sin ética ni moral, cuya vida es sólo un largo caminar, fingiendo, provocando el dolor a los demás tanto como a él mismo.

Ingenuidad, inocencia, amor y vida contra oscuridad, violencia, lágrimas y odio. Fellini se revela a la vez triste y optimista, despiadado y sensible; su obra, al fin y al cabo, es real como la vida misma. Como también son de lo más reales los protagonistas, a los que dan vida unos inmensos Anthony Quinn y Giulietta Masina, que más que actuar viven sus personajes, provocando en el espectador innumerables emociones. Inolvidable también Richard Basehart como ¨El Loco¨ al igual que la conmovedora y muy significativa música de Nino Rota y el gran trabajo de fotografía de Otello Martelli y Carlo Carlini.
En su momento, tanto el público como la crítica tomaron caminos muy radicales con respecto al film: o lo veneraban o lo defenestraban sin piedad. Sin embargo, con el paso del tiempo, las opiniones fueron y siguen siendo unánimes. ¨La Strada¨ es una maravilla de su tiempo, una obra desgarradoramente poética, bellísima, que confunde, que enamora, que hace trizas el corazón.

En fin, una joya del cine. Y pilar de la filmografía de Fellini.

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Excelente película de el gran Fellini. Es la primera película que veo de el y sin duda es magnífica. Siempre que uno ve este tipo de películas tiene que tener en cuenta el año en que se rodó y este film para tener casi 70 años es excelente. Muy buena fotografía, pensé que iba a ser lenta pero la métrica es bastante ágil, actuaciones alucinantes, se entiende todo magníficamente, tiene emoción. Me pareció excelente. Me encantó. La recomiendo. Hay que verla si o si.

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