El Polanski más Polanski, así regresa el director en este nuevo experimento cinematográfico basándose otra vez en una obra teatral, ¨Venus in Fur¨ de David Ives, como ya hiciera en ¨Un Dios Salvaje¨. Un ejercicio de apabullante maestría demuestra el franco-polaco, sólo con un escenario, en el sentido más literal de la palabra, y dos pedazo de actores, Mathieu Amalric y la sensualísima Emanuelle Seigner, representando un juego psicológico intenso, apasionado y descarnado, que pasa de la simple interpretación a la más auténtica degradación.

Finalizada una audición para una obra de teatro el adaptador de la misma, que no el autor, se queja y queja al teléfono de lo mal que le ha ido el día. Súbitamente una mujer empapada entra al vacío local para disculparse por su tardanza y suplica al hombre realizarle una pequeña prueba.
Él se llama Thomas, ella Vanda, como el personaje de la obra. Él es un intelectual sabelotodo un tanto neurótico, ella es una pasota ignorante con pinta de furcia de la calle. Comienza la prueba, la mujer se sabe de memoria cada frase, recita con exquisita elegancia las palabras y diálogos, y embelesa al tipo. ¿Quién es realmente esta fémina que poco a poco va cautivando a Thomas, haciéndole ¨entrar¨ y ¨salir¨ de la obra a su merced y subyugándole paulatina e inconscientemente? Él, que creía tener el control desde el principio, comienza a acusarse cada vez más sumiso; ella, que parecía una cualquiera sin ninguna idea de la obra, se destapa muy inteligente, se mete y se sale de su personaje con total facilidad y le arrebata la verdadera identidad al hombre.

Durante hora y media se desarrolla una guerra de sexos y de fuerza mental increíble, logrando Polanski crear tensión en una atmósfera de ¨metateatro¨ clautrofóbica y enfermiza que consigue ahogar al espectador tanto como al propio Thomas, con inevitables ecos de ¨Tras el Ensayo¨ de Bergman y de obras propias como ¨Repulsión¨ o ¨Un Dios Salvaje¨, la anterior a ésta. El director usa la obra y a los actores para desatar su crítica social (a poco más de dos minutos ya se dice que las jóvenes de hoy visten como putas y hablan como retrasadas), sus controvertidas obsesiones (¿no se parece Amalric a Polanski física y emocionalmente?), su gusto por lo depravado, por lo psicológico, haciendo de nosotros ¨voyeurs¨ que escrutan el escenario como a través de una mirilla. Habría que remontarse a ¨Terciopelo Azul¨ para encontrar una malsana perversidad de tal nivel.
Y sólo dos actores que se superan a sí mismos conforme avanza la extraña trama. Amalric es genial, hace de su Thomas alguien versátil y capaz de tornarse serio, iracundo, altivo y patético al mismo tiempo, pero todo esfuerzo se hunde tras ese ciclón que es Emmanuelle Seigner. Su lasciva, distinguida, peligrosa, diabólica, sagaz, descarada, grosera y candorosa Vanda lleva inconscientemente la batuta desde que entra al teatro. Ella domina aunque haga creer a Thomas y a nosotros que es la débil.

Todos los demás elementos ayudan a reforzar la intensidad del film, como la increíble fotografía de Edelman, la música de Desplat que hace que nos sumerjamos más y más en la trama y hasta se puede escuchar el tintineo de una cucharilla cuando Thomas ¨prepara¨ ese café simbólico o el restallido de ese látigo imaginario que maneja Vanda, lo que hace que esos sutiles efectos de sonido confieran un toque casi sobrenatural al film.
Polanski sale triunfal de este apasionante experimento que pasa con total libertad y naturalidad del romance y el drama psicológico al suspense, de la perversión a la más negra e hilarante comedia y llegando a rozar el puro surrealismo, con un clímax de lo más desconcertante que se va fraguando en constante ebullición.

Ah, y que le den mucho por culo a la Monica Bellucci y a aquellos que siguen diciendo que es la mujer más sexy del Mundo. No han visto a Emmanuelle Seigner en todo su esplendor.
No habrá otra Venus como ella.

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