Oscar Wilde fue de uno de los artistas y escritores más excepcionales que han existido, un ser humano lleno de talento, vitalidad, ingenio y agudeza intelectual, cualidades que la hipócrita y reaccionaria sociedad de la Inglaterra victoriana le harían pagar caro.
“Los Juicios de Oscar Wilde”, es una estupenda película, osada y valiente para su año de estreno, 1960, que retrata muy bien el infierno por el que pasó Wilde al tener que enfrentar todo el implacable peso de la administración de “justicia” y a la opinión pública inglesa que lo condenaron por el “delito” de ser homosexual destruyendo su vida y su carrera.
Era 1895 y Wilde estaba en la cúspide de su talento y de la fama, acababa de estrenar “La importancia de llamarse Ernesto” que había sido un éxito rotundo en los teatros ingleses, estaba además casado y tenía dos hijos con Constance Lloyd, estupendamente interpretada en la película por Yvonne Mitchell como la esposa digna, sufrida y resignada, pero Wilde tenía un secreto a voces, mantenía una relación amorosa con Lord Alfred Douglas conocido como Bossie, un jovenzuelo aristocrático, malvado y manipulador que se convirtió en un parásito mantenido por Wilde.
El marqués de Queensberry, padre de Bossie, detestaba con toda su alma a Wilde y le envió una tarjeta que decía “Para Oscar Wilde que presume de sodomita”. Wilde decidió demandarlo judicialmente por calumnias, lo que provocó un sonado juicio muy bien desarrollado en la película, con una gran actuación de James Mason en el papel del abogado del marqués, que de acusado se convirtió en acusador, pues demostró con el testimonio de vulgares proxenetas, prostitutos y demás gente de baja calaña, que Wilde frecuentaba los ambientes prostibularios homosexuales.
Ken Hughes, quien dirige y colaboró en la elaboración del sólido guión, desarrolla muy bien la trama, logrando un film que a pesar de durar dos horas mantiene la tensión y el interés todo el tiempo. Peter Finch nos regala una muy correcta interpretación de Oscar Wilde, de hecho fue galardonado con el premio BAFTA a mejor actor, mostrando el lado gentil, caballeroso y valiente de un hombre que no se dobló ante la adversidad y mantuvo la dignidad hasta el final.
Una gran película que nos demuestra la saña y la intolerancia de la que es capaz una sociedad, por muy refinada que se crea, en contra de quienes han tenido el valor de ser distintos.
Miguel Arkangel
8
Oscar Wilde fue de uno de los artistas y escritores más excepcionales que han existido, un ser humano lleno de talento, vitalidad, ingenio y agudeza intelectual, cualidades que la hipócrita y reaccionaria sociedad de la Inglaterra victoriana le harían pagar caro.
“Los Juicios de Oscar Wilde”, es una estupenda película, osada y valiente para su año de estreno, 1960, que retrata muy bien el infierno por el que pasó Wilde al tener que enfrentar todo el implacable peso de la administración de “justicia” y a la opinión pública inglesa que lo condenaron por el “delito” de ser homosexual destruyendo su vida y su carrera.
Era 1895 y Wilde estaba en la cúspide de su talento y de la fama, acababa de estrenar “La importancia de llamarse Ernesto” que había sido un éxito rotundo en los teatros ingleses, estaba además casado y tenía dos hijos con Constance Lloyd, estupendamente interpretada en la película por Yvonne Mitchell como la esposa digna, sufrida y resignada, pero Wilde tenía un secreto a voces, mantenía una relación amorosa con Lord Alfred Douglas conocido como Bossie, un jovenzuelo aristocrático, malvado y manipulador que se convirtió en un parásito mantenido por Wilde.
El marqués de Queensberry, padre de Bossie, detestaba con toda su alma a Wilde y le envió una tarjeta que decía “Para Oscar Wilde que presume de sodomita”. Wilde decidió demandarlo judicialmente por calumnias, lo que provocó un sonado juicio muy bien desarrollado en la película, con una gran actuación de James Mason en el papel del abogado del marqués, que de acusado se convirtió en acusador, pues demostró con el testimonio de vulgares proxenetas, prostitutos y demás gente de baja calaña, que Wilde frecuentaba los ambientes prostibularios homosexuales.
Ken Hughes, quien dirige y colaboró en la elaboración del sólido guión, desarrolla muy bien la trama, logrando un film que a pesar de durar dos horas mantiene la tensión y el interés todo el tiempo. Peter Finch nos regala una muy correcta interpretación de Oscar Wilde, de hecho fue galardonado con el premio BAFTA a mejor actor, mostrando el lado gentil, caballeroso y valiente de un hombre que no se dobló ante la adversidad y mantuvo la dignidad hasta el final.
Una gran película que nos demuestra la saña y la intolerancia de la que es capaz una sociedad, por muy refinada que se crea, en contra de quienes han tenido el valor de ser distintos.
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