Ficha Operación Chuleta de Ternera


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Críticas de Operación Chuleta de Ternera (1)




Mad Warrior

  • 14 Jun 2022

6



Cuando uno junta al agente del Servicio Secreto más duro del país, el tipejo más pesado y bocazas que pueda existir, un micrófono en un anillo, una peligrosa y sexy espía y un Citroën BX todo no hace sino desembocar en una de esas grandes aventuras de final imprevisible y explosivo...

En una época en que el cine de acción norteamericano acaparaba la atención y aún se creía que Europa, y más aún Francia, era cuna de cine de autor y para nada comercial, llegó como una bomba envuelta en papel fino ¨Operación ¨Chuleta de Ternera¨ ¨, cuya larga secuencia inicial, con el héroe aguerrido de turno (en este caso un joven Jean Reno pasadísimo de vueltas y demostrando solvencia en este tipo de papel, al que se habituaría) que se juega el pellejo entre traficantes de droga y persecuciones a toda velocidad, parece sacada de la típica producción de Joel Silver.
Pues no, se trató del esfuerzo mayúsculo de Jean-Marie Poiré por volver a primera línea de batalla tras el fiasco de su melodrama autobiográfico ¨Mes Meilleurs Copains¨, pero en este caso contaba con la ayuda de su buen amigo, el genial cómico Christian Clavier, y el productor Alain Terzian. Decidamente un proyecto de riesgo y zambullida, con filmación en países extranjeros, mucho presupuesto, mucho despliegue de medios y la decisión de ofrecer el rol protagonista a alguien todavía un tanto desconocido como Reno, aunque esto sucedió tras las negativas de otros actores (Daniel Auteuil, Thierry Lhermitte e incluso DePardieu...).

Si algo tiene Poiré es su honestidad, y desde el primer minuto sabe ofrecer eso para lo que ha venido, sin excusas ni movimientos esquivos; una doble apertura donde resulta que la primera es una chufla y donde aquél pone literalmente toda la ternera en el asador, se dan de porrazos ráfagas de humor negro y absurdísimo en la línea Zucker/Abrahams/Zucker con estilizadas escenas de acción muy al estilo americano; Isabelle Renauld se deja meter mano por Reno como Philippe ¨Squale¨ mientras huyen de sus perseguidores a gran velocidad por las calles de una México disfrazada de Bogotá. Esta es la manera que tiene el de París de ver el cine de acción.
Y como suele suceder en él, rápidamente nos vamos a otro escenario, con otros personajes, mientras la trama inicial se sigue de cerca; pero la operación que da nombre al film, una misión de alto espionaje a un cónsul que mantiene tratos con un magnate del tráfico colombiano, con arma de destrucción de por medio, sólo es un mimbre a modo de ¨macguffin¨ para ir desatando una comedia de enredo al más puro estilo fránces. Esto se hace realidad con la intervención de la intérprete del cónsul, Marie, y su marido Jean-Jacques, quien le ha sido infiel, elementos fuera de esta intriga plagada de traiciones, manipulación y cinismo, pero alrededor de los cuales girarán todas las situaciones concernientes a ella.

La esencia ¨vodevilesca¨ se completa con Philippe e Isabelle, actuando ésta, espía de la misma Agencia de Inteligencia Exterior, como señuelo sexual para un Clavier que a su vez crea otra brillante pareja, cómica en este caso, con Reno, combinándose bien su patosa sofisticación y verborrea y la brusquedad y violencia del otro, volviéndose literalmente loco al descubrir el pastel durante esa hilarante escena en la que se cruza con la chica y, tras su reacción (cómo olvidar ese mítico ¨¡Ay, la puta!¨), practicar la destrucción allá por donde pasa a bordo del Citroën BX cual misil tierra-aire.
A partir de este giro explosivo, la película entra en una fase de premeditado desvarío que irá degenerando acorde al paulatino desmembramiento del pobre automóvil, hasta hacerse pedazos; lo malo es que el ritmo en su conjunto, a velocidad de vértigo gracias al montaje de Catherine Kelber, se ve muchas veces ralentizado por un guión que apuesta por algo tan francés como llenar las escenas cómicas de un ¨toma y daca¨ de diálogos que se estiran hasta la extenuación (y lo mismo sucede con ciertos ¨gags¨ basados en el humor grueso, algo de lo que el director haría una de sus ¨marcas de la casa¨).

Quizás la historia funciona menos cuando el idiota de Jean-Jacques descubre por fin la verdad y cree las palabras de Philippe, aunque a estas alturas sólo podemos dejarnos llevar por las típicas maniobras de las intrigas de espías encubiertos, criminales internacionales y rifirrafes entre organizaciones, con micrófono oculto a lo Hitchcock, rematando bien la faena un clímax de lo más disparatado, las descollantes presencias femeninas de Renauld y la premiada Valérie Lemercier.
Y una alucinante, porque es de ley admitirlo, banda sonora a cargo de Eric Levi. Entre el cine de Luc Besson, Tony Scott y Claude Zidi está ¨Operación ¨Chuleta de Ternera¨ ¨, sorprende a propios y extraños y desbanca la taquilla convirtiéndose en uno de los mayores éxitos del momento en terreno francófono, si bien tardaría más en exhibirse en otros países, dando a Poiré un seguro blindado para seguir llenándose los bolsillos: el binomio Reno-Clavier.

Esto lo capitalizaría (también con Lermercier a bordo) en la siguiente ¨Los Visitantes¨, su bombazo definitivo y, por ende, su obra más conocida, de la que se administraría una saga.
Impagable la secuencia final parodiando, asimismo, la de ¨Casablanca¨, sin olvidar el épico tema que sigue a ésta, interpretado por Joan Paladin.



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