Late Night


Ficha La Descarriada

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Críticas de La Descarriada (1)




Mad Warrior

  • 13 May 2023

6



Llega la pobre Nati a su casa, hecha polvo de tanto dar taconazos arriba y abajo sin que la suerte se ponga de su lado. Embutida en su ceñido vestido, las compañeras la observan dando la lata a hombres a quienes los dramas humanos les importan tres pimientos.
Pero ella no tiene nada más que eso: un drama que contar.

Mariano Ozores, el amo y señor de la comedia castiza durante dos décadas, siempre ha dibujado una sonrisa en nuestro rostro nada más empezar cualquiera de sus películas. No es el caso en ¨La Descarriada¨, aunque se intente; en una concurrida discoteca aparecen Pilar Bardem, Laly Soldevilla y Florinda Chico oteando el panorama, se sabe a la legua que son profesionales a la caza del hombre de su vida, aunque sólo sea por una noche. Más allá Lina Morgan, como Nati, intenta camelar algún cliente con nada más que su pura inocencia, porque no tiene otra cosa...
Y lo único que logran estas mujeres (a quienes aún no se podía llamar ¨prostitutas¨ por la censura y había que apodarlas ¨descarriadas¨) es observar resignadas y hasta con cierta gracia su mala estrella. Pero risas ninguna, incluso si el proxeneta, Florencio, es nada menos que López Vázquez de traje blanco como los gángsters del ¨blaxploitation¨, al final más bonachón de lo que creemos pues lo suyo es pura fachada; el director se atreve a rayar con su lucidez, su talento y sus uñas afiladas un tema delicado, muy delicado teniendo en cuenta que en aquel 1.973, y pese a a que la recta final se acercaba, dominaban los principios del Régimen del Generalísimo.

Se atreve y escribe solo el guión, vaciándolo del absurdo de Juan José Alonso Millán, suavizando el humor y tratándolo desde un enfoque más ácido, incluso melodramático. Morgan hace el resto. Ella, que fue la actriz que mejor combinó con él y que mejor plasmó sus discursos y sus papeles femeninos, se nos mete en el bolsillo, aunque doblada por otra actriz (desconozco el motivo), desde su primera y algo patética secuencia de ¨seducción¨; de ser una película actual la postura sería defender la prostitución, y la protagonista ejercería el oficio con orgullo, mirando por encima del hombro a todos, sobre todo a los hombres que la rodean.
Aquí eso no pasa. Natividad se dedica a esta repugnante profesión porque no tiene un pedazo de pan que llevarse a la boca. Particularmente doloroso es comprobar que la historia sobre su trágico pasado (la pérdida de los padres en un accidente y estar a cargo de tres hermanos menores), con la que se presenta a sus clientes y que todos toman por falsa, no es ni más ni menos que su cruda realidad; ella, como mujer decente que es, sólo quiere un empleo decente y salir de esa mala vida. Aquí llegan los momentos en que Ozores debe contentar a su público y añadir comedia por obligación.

Todo daba para un marco bastante más trágico y triste, ya que en el mundo de Nati y sus camaradas éstas no pueden ser despreciadas por los demás: los hombres resultan patéticos y mentirosos y las demás mujeres calumnian e insultan sólo en base a lo que ven. Incluso Morgan sustituye sus típicos gestos, expresiones y voceríos por una actuación más contenida, humana y dura. Pero Ozores hace del proxeneta de López Vázquez un idiota sometido por el fuerte carácter de sus dos hermanas (simplemente geniales Rafaela Aparicio y María Álvarez) y mete de por medio a su hermano Antonio. Cabos de humor para hacer bulto.
Tampoco hacía falta salirse por la tangente creando situaciones supuestamente divertidas para Nati, que termina metida en cien profesiones (como si tal cosa) mostrando siempre su humildad, lo que termina recordando a la muy anterior ¨¡Cómo está el Servicio!¨; había otras maneras más serias de imaginar esto. El mensaje del director es honesto y tajante, igual que en ¨Manolo, ¨la Nuit¨ ¨: tan malo es someter a la mujer como ignorar al hombre. La misma Nati, en el colmo de la desafección general, debe enseñar a una señorita idiota de clase alta a saber comprender a su esposo, quien prefiere ahogar sus anhelos en el bar (encarnado por Rogelio Madrid, que se merecía un papel mucho más importante).

Cuesta creerlo, pero la prostituta solitaria del corazón de oro no desprecia a los hombres, sino que hace de profesora emocional (aunque sea escenificándolo junto a Florencio en pequeñas escenas que producen, sobre todo, una tremenda vergüenza ajena...) para una frívola mujer de mejor posición social y que se cree más inteligente. Y es que Nati es la única decente, sensata y comprensiva de todas las féminas que aquí aparecen.
El gran Antonio Ferrandis también es un añadido con calzador, pues la acción que acaba obligando a su hija a cometer debería haber salido de ella misma. Gracias a esto la anterior desgaja de una patada todas las normas e ideologías actuales proclamando que el matrimonio no es sinónimo de esclavitud siempre y cuando todo lo que se haga sea por amor verdadero, que hace mucha falta en el Mundo. Mensaje tan desfasado como cierto.

Ozores pone de manifiesto una vez más lo serio del trasfondo y los temas de sus obras, por mucho que la inmensa mayoría siga empeñándose en señalarlas como burdas farsas de mal gusto y misoginia recalcitrante.
Seguirán igual de ciegos que el personaje de Mari Ángeles Olazábal.



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