Mientras espías internacionales se matan entre ellos por conseguir archivos de Estado súpersecretos que impliquen algún conflicto entre naciones, timadores de tres al cuarto ejercen sus artimañas para estafar a los inocentes turistas.
¿Cómo podrían estos dos mundos, tan alejados y diferentes, colisionar en las playas de Torremolinos?
1.968 fue un año convulso para la sociedad a nivel global. En España la situación no es muy distinta, con huelgas y movilizaciones estudiantiles y los primeros atentados de ETA, pero aún se vive bajo el mandato de Francisco Franco y lo verdaderamente importante es el ¨boom¨ económico que se está viviendo. En la ficción se lucha por expresar los ideales de la época, aunque eso lleve a sufrir la censura; en este contexto el cine también busca servirse de la evasión con films de género, y uno de los más lucrativos era el de agentes secretos, con las hazañas del británico James Bond a la cabeza.
En nuestro país se llevaba la comedia costumbrista con miras a los cambios sociales, siempre dentro de lo moderado, y la aceptación de la invasión turística, pero como estaba de moda, la industria española, a veces en coproducción con otros países, también se dedicó a fabricar sus propias aventuras de espías, asesinos y agentes internacionales.
A menudo se hacía desde la seriedad (¨Misión en Jinebra¨, ¨Con la Muerte a la Espalda¨) o bien desde el humor, burlándose de los estereotipos del género (¨Ok, Yevtushenko¨, ¨Espi...ando¨), algo a lo que se aficionó Mariano Ozores durante su primera etapa, cuando lograba gran éxito en taquilla gracias al dúo formado por José Luis López Vázquez y Gracita Morales. Tras demostrarlo en ¨Operación ¨Cabaretera¨ ¨, el director se dispondría a filmar de nuevo con ambos en la maravillosa Costa del Sol ¨Objetivo: ¨BI-KI-NI¨ ¨, la cual desde los mismo créditos iniciales ya juega y parodia las claves del cine de espías y James Bond, sobre todo.
El elemento culpable de los alocados acontecimientos que van a desencadenarse es, como ya hemos visto en otras ocasiones, un microfilm, por el que varias organizaciones secretas se matarán a conciencia. A la vez que estos hechos ocurren en territorio extranjero, en las playas españolas el panorama es bien distinto, con los turistas abarrotando las playas y siendo víctimas de los clásicos caraduras timadores, como Acacio y Justina, una pareja que actúa en Torremolinos y cuyas argucias tienden al fracaso; Ozores recuerda el cine de chorizos y estafadores de clase baja inspirándose en ¨Los Tramposos¨ (el timo de la estampita nunca se olvida) y no tarda en cruzarlo con su parodia ¨bondiana¨.
El embrollo arranca al tragarse Acacio el susodicho microfilm, siendo él y Justina perseguidos sin cesar, como el Thornhill de ¨Con la Muerte en los Talones¨, por las atractivas y peligrosas subordinadas de un extravagante villano llamado Marqués; el realizador, haciendo gala de unas técnicas que ya serían imposibles de hallar en su carrera posterior (destacando una puesta en escena sofisticada y métodos de filmación bastante experimentales, teniendo en cuenta su cine costumbrista) nos mete de lleno en la intriga y la emoción mezclando humor grueso y disparatado de la escuela de Donen y Edwards y acción desenfrenada.
Además de esto cobran importancia los tonos picarescos con los que adorna la historia, los cuales abren el camino a una asimilación total del gusto por lo erótico-festivo, seña de identidad de sus comedias en décadas futuras; tonos dados por la caracterización que brinda a Acacio, y del que se sirve para ofrecer una visión ridícula y torpe del macho español, a quien nunca dejarán de acorralar las guapas villanas sin conocer sus verdaderas intenciones ni la existencia del microfilm. Mientras tanto Justina se desvive, pero no por salvarlo a él, sino a lo que hay en su estómago (nunca se sabrá quién de los dos es más sinvergüenza).
Ozores maneja una trama parecida a ¨Operación ¨Cabaretera¨ ¨ en la línea de la recién estrenada ¨Casino Royale¨ británica donde va desplegando una sucesión de ¨gags¨ absurdos, como los personajes (parodias absolutamente bufonescas, casi grotescas, de aquellos que ocupan las películas de espías, y el sr. Marqués es el mejor ejemplo). Secuencias divertidas y alocadas preparan el terreno para un desenlace que ya se pronosticaba desde la mitad del metraje; el nivel del disparate es tal que veremos en una escena imposible a Gracita Morales disparando a lo Peggy Cummins contra una ambulancia desde un descapotable.
Por otra parte, ésta, cada vez más hundida en su amargura y su trastorno mental, no dio un rodaje precisamente agradable a Ozores y al resto del equipo, llegándose muchas veces a situaciones insostenibles por su carácter explosivo y su mal temperamento; en pantalla, claro, todo es ficción y ella resulta tan carismática y graciosa como de costumbre. López Vázquez, por el contrario, sufre las inclemencias de un guión que le vuelve a representar de manera repelente, con desvaríos a lo macho alfa (cuando eso no hay quien se lo crea) y una actitud tediosa y desquiciante para con su pareja (mientras Acacio debe actuar como un español viril ante una chica guapa, Justina no puede ponerse un bañador actual).
Acompañándoles disfrutamos de secundarios como Emilio Laguna, Alicia Tomás, una preciosa Marisol Ayuso y ese Antonio Ozores impagable como villano chiflado, primo castizo del Emilio Largo de ¨Operación ¨Trueno¨ ¨, sin duda el mejor personaje de esta mofa de las aventuras de Bond con todos los tics de los films de espías: descapotables, agentes internacionales, lujosas mansiones y las muchas jóvenes que se van paseando en ropa interior toda la trama como si nada.
El sr. Ozores perfecciona lo hecho en ¨Operación ¨Cabaretera¨ ¨ y demuestra que puede hacer algo más que comedias costumbristas al uso; la película, pese a los grandes problemas de rodaje (todos causados por Morales) resulta otro gran éxito de taquilla.
Mad Warrior
6
Mientras espías internacionales se matan entre ellos por conseguir archivos de Estado súpersecretos que impliquen algún conflicto entre naciones, timadores de tres al cuarto ejercen sus artimañas para estafar a los inocentes turistas.
¿Cómo podrían estos dos mundos, tan alejados y diferentes, colisionar en las playas de Torremolinos?
1.968 fue un año convulso para la sociedad a nivel global. En España la situación no es muy distinta, con huelgas y movilizaciones estudiantiles y los primeros atentados de ETA, pero aún se vive bajo el mandato de Francisco Franco y lo verdaderamente importante es el ¨boom¨ económico que se está viviendo. En la ficción se lucha por expresar los ideales de la época, aunque eso lleve a sufrir la censura; en este contexto el cine también busca servirse de la evasión con films de género, y uno de los más lucrativos era el de agentes secretos, con las hazañas del británico James Bond a la cabeza.
En nuestro país se llevaba la comedia costumbrista con miras a los cambios sociales, siempre dentro de lo moderado, y la aceptación de la invasión turística, pero como estaba de moda, la industria española, a veces en coproducción con otros países, también se dedicó a fabricar sus propias aventuras de espías, asesinos y agentes internacionales.
A menudo se hacía desde la seriedad (¨Misión en Jinebra¨, ¨Con la Muerte a la Espalda¨) o bien desde el humor, burlándose de los estereotipos del género (¨Ok, Yevtushenko¨, ¨Espi...ando¨), algo a lo que se aficionó Mariano Ozores durante su primera etapa, cuando lograba gran éxito en taquilla gracias al dúo formado por José Luis López Vázquez y Gracita Morales. Tras demostrarlo en ¨Operación ¨Cabaretera¨ ¨, el director se dispondría a filmar de nuevo con ambos en la maravillosa Costa del Sol ¨Objetivo: ¨BI-KI-NI¨ ¨, la cual desde los mismo créditos iniciales ya juega y parodia las claves del cine de espías y James Bond, sobre todo.
El elemento culpable de los alocados acontecimientos que van a desencadenarse es, como ya hemos visto en otras ocasiones, un microfilm, por el que varias organizaciones secretas se matarán a conciencia. A la vez que estos hechos ocurren en territorio extranjero, en las playas españolas el panorama es bien distinto, con los turistas abarrotando las playas y siendo víctimas de los clásicos caraduras timadores, como Acacio y Justina, una pareja que actúa en Torremolinos y cuyas argucias tienden al fracaso; Ozores recuerda el cine de chorizos y estafadores de clase baja inspirándose en ¨Los Tramposos¨ (el timo de la estampita nunca se olvida) y no tarda en cruzarlo con su parodia ¨bondiana¨.
El embrollo arranca al tragarse Acacio el susodicho microfilm, siendo él y Justina perseguidos sin cesar, como el Thornhill de ¨Con la Muerte en los Talones¨, por las atractivas y peligrosas subordinadas de un extravagante villano llamado Marqués; el realizador, haciendo gala de unas técnicas que ya serían imposibles de hallar en su carrera posterior (destacando una puesta en escena sofisticada y métodos de filmación bastante experimentales, teniendo en cuenta su cine costumbrista) nos mete de lleno en la intriga y la emoción mezclando humor grueso y disparatado de la escuela de Donen y Edwards y acción desenfrenada.
Además de esto cobran importancia los tonos picarescos con los que adorna la historia, los cuales abren el camino a una asimilación total del gusto por lo erótico-festivo, seña de identidad de sus comedias en décadas futuras; tonos dados por la caracterización que brinda a Acacio, y del que se sirve para ofrecer una visión ridícula y torpe del macho español, a quien nunca dejarán de acorralar las guapas villanas sin conocer sus verdaderas intenciones ni la existencia del microfilm. Mientras tanto Justina se desvive, pero no por salvarlo a él, sino a lo que hay en su estómago (nunca se sabrá quién de los dos es más sinvergüenza).
Ozores maneja una trama parecida a ¨Operación ¨Cabaretera¨ ¨ en la línea de la recién estrenada ¨Casino Royale¨ británica donde va desplegando una sucesión de ¨gags¨ absurdos, como los personajes (parodias absolutamente bufonescas, casi grotescas, de aquellos que ocupan las películas de espías, y el sr. Marqués es el mejor ejemplo). Secuencias divertidas y alocadas preparan el terreno para un desenlace que ya se pronosticaba desde la mitad del metraje; el nivel del disparate es tal que veremos en una escena imposible a Gracita Morales disparando a lo Peggy Cummins contra una ambulancia desde un descapotable.
Por otra parte, ésta, cada vez más hundida en su amargura y su trastorno mental, no dio un rodaje precisamente agradable a Ozores y al resto del equipo, llegándose muchas veces a situaciones insostenibles por su carácter explosivo y su mal temperamento; en pantalla, claro, todo es ficción y ella resulta tan carismática y graciosa como de costumbre. López Vázquez, por el contrario, sufre las inclemencias de un guión que le vuelve a representar de manera repelente, con desvaríos a lo macho alfa (cuando eso no hay quien se lo crea) y una actitud tediosa y desquiciante para con su pareja (mientras Acacio debe actuar como un español viril ante una chica guapa, Justina no puede ponerse un bañador actual).
Acompañándoles disfrutamos de secundarios como Emilio Laguna, Alicia Tomás, una preciosa Marisol Ayuso y ese Antonio Ozores impagable como villano chiflado, primo castizo del Emilio Largo de ¨Operación ¨Trueno¨ ¨, sin duda el mejor personaje de esta mofa de las aventuras de Bond con todos los tics de los films de espías: descapotables, agentes internacionales, lujosas mansiones y las muchas jóvenes que se van paseando en ropa interior toda la trama como si nada.
El sr. Ozores perfecciona lo hecho en ¨Operación ¨Cabaretera¨ ¨ y demuestra que puede hacer algo más que comedias costumbristas al uso; la película, pese a los grandes problemas de rodaje (todos causados por Morales) resulta otro gran éxito de taquilla.
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