Ficha Padre no Hay más que dos

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Críticas de Padre no Hay más que dos (2)




Mad Warrior

  • 4 Jan 2022

3



Es una costumbre muy arraigada a nuestro cine clásico el introducir a estrellas de la canción en películas que no pasan de ser vehículos para aumentar su fama, y no sólo ha sucedido con los adultos (Pedro ¨Peret¨ Pubill, Manolo Escobar, Rocío Dúrcal...), sino también con los más pequeños.

Tales como ¨Joselito¨ Jiménez Fernández o Pepa ¨Marisol¨ Flores, cuyas obras solían ser verdaderamente populares en la época (aunque el tiempo no le sienta bien a ninguna de ellas, para qué mentir). Esta tendencia se iría extendiendo, y si antes aparecía el artista como protagonista con la eclosión de las bandas infantiles había de aparecer todo el conjunto, y el mejor ejemplo lo tenemos sin duda en el grupo Parchís, quienes comenzarían sus andaduras en 1.980 con ¨La Guerra de los Niños¨ y hasta Argentina se irían para filmar sus peripecias.
O los conocidos Regaliz, que aparecieron en ¨La Rebelión de los Pájaros¨ o ¨Buenas Noches, señor Monstruo¨. El mismo año que se estrenan estas simpáticas e insoportables obras, Mariano Ozores disfruta de un éxito tremendo gracias a sus colaboraciones con Andrés Pajares y Fernando Esteso, quienes ya cuentan seis juntos, algunas verdaderos tesoros del cine patrio (¨Yo Hice a Roque III¨, ¨Los Bingueros¨, ¨Los Chulos¨); entonces la pareja decide reunirse con el director para proponerle una interesante idea.

Y ésta es la de hacer una película directamente enfocada al público infantil, para que su fama no fuera sólo conocida por adultos (y dar más salida a sus anteriores títulos, todo sea dicho). El momento era perfecto para una producción como ¨Padre no hay Más que Dos¨, que Ozores sitúa en el mundo del espectáculo y las variedades para ayudar a un guión en el que se iban a introducir números musicales y canciones a tutiplén; en esta ocasión Pajares y Esteso dan vida nuevamente a dos personajes, Amalio y Florencio, muy en la línea de ¨La Extraña Pareja¨, dedicados al espectáculo, uno a la danza, otro a la magia.
No obstante, aunque tienen sus diferencias ambos coinciden en una cosa: son igual de desastrosos, pánfilos y cazurros, y ambos se encuentran de la noche a la mañana pidiendo el divorcio acompañados de sus esposas, viéndose obligados a marcharse del hogar junto a sus hijos; el primer tramo (pese a que algo indigesto es ver a Esteso vestido de mago chino del siglo XVI y a Pajares de bailarín) resulta ameno y simpático de ver, con un humor al que el director quita hierro a toneladas sin olvidar su típico vodevil de enredos y engaños amorosos. Tras la separación de los padres y la mudanza a la ruinosa mansión la historia cambiará de tercio.

Porque por supuesto es previsible que ambas familias coincidirán en la casa y tendrán que dejar las diferencias a un lado y poner de su parte para convivir en armonía; pero como el director hace una película sobre niños y para niños, tema que jamás había tocado anteriormente, hace recaer el peso de la trama en los hijos y su papel es vital, pues serán éstos quienes con su ingenio y desparpajo ayuden a sus descerebrados y ridículos padres, que causan más problemas que soluciones. Aquí se hace hincapié en la importancia de los niños y la fuerza y sensatez que poseen para reparar las destrozadas vidas de sus progenitores.
Esto dará pie a que se erijan como los maestros de ceremonias del argumento, el cual irá acumulando una serie de situaciones supuestamente graciosas donde ellos y nadie más tendrán el protagonismo, aumentando así la carga de melodrama y ñoñería como en ninguna otra obra de Ozores, quien por su parte llena de espectáculo y música la historia y elimina todo rastro del erotismo al que se ha acostumbrado el espectador asiduo a su cine (así, en la secuencia en que Amalio y Florencio están con sus respectivas parejas en la casa, se interrumpen los desnudos, que sí podrían haberse visto en otra de sus comedias, con la repentina llegada de los pequeños).

A todo esto añadimos el gusto por el tradicionalismo, las buenas costumbres y el obligatorio ¨happy end¨, pues como es lógico los hijos tienen que hacer lo posible para que sus padres también vuelvan a estar juntos. Pero el humor del cual hace gala el cineasta, mucho más ligero y desenfadado que en otras ocasiones, no cuenta precisamente con la misma chispa e ingenio (momentos como el espectáculo de magia del principio, la parodia del monstruo de Frankenstein o cuando los protagonistas han de disfrazarse para echar a los nuevos inquilinos (momento que Ozores tomó prestado de la clásica ¨Mother Careys Chickens¨) producen más vergüenza ajena que risa).
Y nada ayuda los números musicales que mete Ozores de por medio, donde la cursilería y la idiotez se elevan al paroxismo. Esteso y Pajares se adecúan a un texto más ¨light¨, pero afortunadamente siguen resultando simpáticos aunque haya momentos en lo que se hagan desquiciantes; son lo mejor de un reparto completado por Beatriz Carvajal, Paloma Hurtado, Luisa Armenteros, María Casanova, Emilio Fornet, Ricardo Merino y, cómo no, los niños, donde tenemos a Carmen Pascual (la Annie española), la genial M.ª Ángeles Fernández (que volvería a ser hija de Pajares en ¨El Currante¨), el pequeño Alberto Rincón y los famosos Tito y ¨Piraña¨ de ¨Verano Azul¨, Miguel Joven y Miguel Ángel Valero (quien más tarde estaría al mando del cineasta en ¨El Rollo de Septiembre¨).

Sencilla y alocada comedia familiar, agradable a veces y con un par de ¨gags¨ divertidos, pero demasiado empalagosa y mojigata como para poder aguantarla en más de un visionado y realmente mediocre en comparación con otras colaboraciones del binomio.
Los adultos no lograron encajarles bien en una película de estas características y los jóvenes se sintieron decepcionados pues ya conocían las anteriores, donde había más chicas guapas y menos ropa tapándolas. Pese a todo el director afirmó que funcionó igual de bien en taquilla.



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Parnaso

  • 13 Dec 2018

5


Para ser del machistoide Mariano Ozores no ha estado mal del todo. Es una película juvenil en el que aparecen las parejas conocidas compuestas por Andrés Pajares y Fernando Esteso mas Piraña y Tito. En este drama humorístico la pareja de adultos se separa de sus respectivas mujeres por diferentes motivos y se largan de casa para rehacer sus vidas junto a sus hijos, ambos trabajan haciendo espectáculo, pero no se conocen de antes. Su jefe, que resulta ser el mismo para los dos, les recomienda una casa cochambrosa para a irse a vivir. Ahí conviven e intentan volver a rehacer su vida con unas mujeres un tanto particuales que a sus hijos no les termina de gustar, entonces estos colaboran para que estos idilios se vayan al traste.

Luego, como en toda película de los de ¨Verano azul¨ estos cantan alguna canción juvenil que producen una nostalgia tremenda porque descubres que la ingenuidad se ha perdido por completo, ¡una verdadera lástima! Como dije, no está mal del todo, tiene cierta gracia y ver a Esteso disfrazado de Igor no tiene precio.

Para nostálgicos.



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