Ficha McQ


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Críticas de McQ (1)




Mad Warrior

  • 3 Apr 2022

6



Las anodinas calles de Seattle parecen estar llenándose de violencia, asfixiándose con el olor a sangre y droga y perdiendo su encanto.
Pero si hay alguien capaz de detener esta oleada de brutalidad ese es sin duda Lon McHugh, porque no hay otro como él...

O quizás sí, pero en otra ciudad. Es el momento en que el ¨thriller¨ policíaco conoce su lado más cínico, bruto, subversivo y repugnante; aparece a comienzos de la década un agente llamado Harry Callahan que patrulla San Francisco con un único objetivo: hacer justicia, utilizando los métodos que sean. Esta visión ambigua, moralmente reprochable y no poco reaccionaria de las fuerzas del orden solivianta a mucha gente; la ¨prestigiosa¨ Pauline Kael defenestra el trabajo de Don Siegel y Clint Eastwood pero de poco sirve, pues la película es un gran éxito y de repente se convierte en un modelo para el género.
En otra parte, un envejecido John Wayne que criticaba abiertamente el ¨western¨ revisionario y crepuscular, en especial el llevado a cabo por Peckinpah, Leone y el propio Eastwood, iba a poner a prueba las limitaciones de su edad encarnando un policía, lo cual, de paso, le serviría de respuesta al famoso personaje del anterior, quien ya contaba con una secuela de sus aventuras (mucho menos caótica y más ¨cuidada¨ en los aspectos sociopolíticos), ¨Magnum Force¨. Lo curioso es que esta historia, en realidad pensada para Steve McQueen, procedía de Warner Bros., la misma que había puesto al bueno de Harry en boca de todos.

Desde el comienzo ya se puede advertir cuales son las intenciones de ¨McQ¨, cuyo estilo imita al de Siegel y la partitura de Elmer Bernstein recuerda bastante a la de Lalo Schiffrin; aparece entonces un Wayne de 67 añazos cual lobo solitario, alejado del entorno urbano en una casa-yate, cuando recibe el aviso de que su compañero de fatigas Stan ha sido asesinado a sangre fría. El otro veterano John Sturges, en su única colaboración con el actor (interesante, considerando al ¨western¨ el género predilecto de ambos...), dirige con su habitual nervio y emoción por la intriga la que sería su penúltima obra.
Sin embargo su cámara está al servicio del otrora cowboy, que lo enfoca con una autoconsciente sensación de grandiosidad; este ¨McQ¨, como podemos ver, es un hombre maduro cuyo proceder siempre ha estado ligado a la ley. Sí, castiga a seres indeseables violentamente, hace tratos con gente de la calle e incluso se deja embargar por la venganza, pero siempre dentro de unos límites; aunque entregue su placa y opere a espaldas de sus compañeros el actor no hace por empañar su imagen noble, honesta y, sobre todo, recta. Carece por tanto de la locura neurótica de ese Callahan que un día le propusieron interpretar y él rechazó, de su cínica ambigüedad, su pulsión asesina, su malicioso sarcasmo.

Frente a esa imagen radical y políticamente incorrecta del inspector de San Francisco, ¨McQ¨ no va más allá de la plana y gruesa descripción que tenían aquellos agentes de series televisivas de dos décadas atrás. Sobre todo porque el punto motivador es algo tan heroico como vengar la muerte de un compañero; la salvaje trama del francotirador chiflado del film de Siegel aquí pasa a ser un esquema rutinario: la muerte del compañero, la búsqueda de un alijo de drogas y la clásica corrupción dentro del cuerpo que, por supuesto, debe ser erradicada por el héroe de turno.
Un amigo leal, a ratos un hombre de familia, cuya tradicional forma de hacer cumplir la ley choca con una sociedad quebrada llena de drogadictos, prostitutas, chulos y jóvenes extremistas (de hecho ellos son tachados como los principales responsables de la muerte de Boyle); paradigma de muchos personajes de Wayne, ¨McQ¨ ejemplifica las intenciones de la obra y cómo de firme avanza hacia esa dirección derechista...por mucho que intente hacer eco de la recién estrenada ¨Magnum Force¨ al situar a un policía negro de compañero del héroe o a un traficante de drogas hispano con el que parece unirse para acabar con la corrupción del cuerpo.

Pero aunque los principios del argumento sean de sobras conocidos, el director es un viejo zorro que mucho sabe acerca de ofrecer espectacularidad y entretenimiento al espectador, y al fin y al cabo es su oficio tras la cámara lo que salva este producto, manejando con soltura la tensión narrativa, la gruesa violencia y unas secuencias de acción y persecuciones que pretenden hacerle la competencia a las de ¨Bullitt¨ y ¨The French Connection¨, y a fe de lo que pueden lograr si uno aprecia lo increíblemente bien rodadas que están, en especial la del protagonista siguiendo a los traficantes en la furgoneta o la final.
Ésta (en realidad llevada a cabo en la reserva india Quinault de Washington) vuelve a dejarnos claro la facilidad que posee Sturges para llenar la pantalla de movimiento, pues todo es ritmo desenfrenado y vitalidad hasta ese crudo enfrentamiento con el viejo héroe empuñando nada menos que una metralleta mac-10 (lo cual podría haberse convertido en una imagen icónica en la historia del policíaco de no haber llegado antes Callahan con su magnum 44...). Y pese a que su sombra es enorme, sobresalen Diana Muldaur, Colleen Dewhurst y un genial Al Lettieri dando vida a unos personajes mucho más carismáticos y complejos que el suyo.

Era de esperar que, aun con una inesperada buena recepción de taquilla, la gran mayoría viese ¨McQ¨ como un flojo vehículo para hacer de Wayne una contrapartida sabia y benevolente del inspector de Eastwood; así que el gran éxito no acompañó al proyecto, del cual el anterior no tenía mucha fe.
Y es que por aquellas fechas se estrenaban ¨thrillers¨ más radicales y comprometidos como ¨The Seven-Ups¨, ¨Serpico¨, ¨San Francisco, Ciudad Desnuda¨ o ¨Pelham 1, 2, 3¨; no así ¨El Duque¨, lejos de rendirse, volvería a ponerse en la piel de un policía (esta vez de Chicago) en ¨Brannigan¨, al servicio de United Artists y el cineasta Douglas Hickox.



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