Una carnosa rubia, que aparenta bastantes más años de los 32 que tiene en realidad y que se pasa tres cuartos de la película mostrando esas carnes que le han valido el calificativo de carnosa que le hemos puesto, quiere salir del club de baile en que aparece en las primeras escenas para aprender el oficio de fotógrafa y hacer carrera en Nueva York.
Se trata de un producto de serie B o C que, no obstante, se deja ver sin arrugarnos el entrecejo como muestra de desagrado. De los actores que desfilan por la pantalla no conozco a ninguno, con excepción de Richard Crenna. Y del director, William Seiler, recuerdo una película, ¨Guantes grises¨, que cuando se estrenó, allá por los primeros cincuenta del pasado siglo, no pasó desapercibida e incluso algo más que eso. Fue una película de guerra y traición que no deja de tener su interés.
Toribio Tarifa
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Una carnosa rubia, que aparenta bastantes más años de los 32 que tiene en realidad y que se pasa tres cuartos de la película mostrando esas carnes que le han valido el calificativo de carnosa que le hemos puesto, quiere salir del club de baile en que aparece en las primeras escenas para aprender el oficio de fotógrafa y hacer carrera en Nueva York.
Se trata de un producto de serie B o C que, no obstante, se deja ver sin arrugarnos el entrecejo como muestra de desagrado. De los actores que desfilan por la pantalla no conozco a ninguno, con excepción de Richard Crenna. Y del director, William Seiler, recuerdo una película, ¨Guantes grises¨, que cuando se estrenó, allá por los primeros cincuenta del pasado siglo, no pasó desapercibida e incluso algo más que eso. Fue una película de guerra y traición que no deja de tener su interés.
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